domingo, 27 de septiembre de 2009

la otra parte!!! wiiii

—No en realidad fue más la sorpresa de lo cerca que estabas de mi.
Alzo su delicada y fría mano y la deposito en mi garganta el frió de su tacto era una aviso natural de que debía de estar asustado pero no en realidad había varios sentimientos.
—Vez no pasa nada —dijo con una sonrisa tierna
Se me aceleró el pulso, y deseé poder refrenarlo al presentir que eso, los latidos en mis venas, lo iba a dificultar todo un poco más. Lo más seguro es que ella pudiera oírlo.
—cuando te ruborizas te vez mas adorable. — dijo con otra sonrisa.
—Eh…no tienes que decirle adorable a un chico…aun que a veces no lo parezca soy un hombre.
Yo por dicho comentario me puse más rojo, ya que sentía mis mejillas arder, lo que produjo que Bella se riera aun más. Después de unos minutos acuno mi cara en sus manos y susurro.

—Quédate muy quieto. — como si pudiera estarlo más, estaba petrificado por lo cerca que se encontraba.
Lentamente, sin apartar sus ojos de los míos, se inclinó hacia mí. Luego, de forma sorprendente pero suave, apoyó su mejilla contra la base de mi garganta. A si de cerca era imposible moverme, incluso aunque hubiera querido. Oí el sonido de su acompasada respiración mientras contemplaba cómo el sol y la brisa jugaban con su pelo de color chocolate, una de las cosas que más me gustaba de ella.
Me estremecí cuando sus manos se deslizaron cuello abajo con deliberada lentitud. Le oí contener el aliento, pero las manos no se detuvieron y suavemente siguieron su descenso hasta llegar a mis hombros, y entonces se detuvieron.
Dejó resbalar el rostro por un lado de mi cuello, con la nariz rozando mi clavícula. A continuación, reclinó la cara y apretó la cabeza tiernamente contra mi pecho... escuchando los latidos de mi corazón. Dios, solo quería que este sueño no acabara jamás.
Suspiro.
No sé exactamente cuánto tiempo pasamos así pudieron a ver sido horas y yo no me di cuenta ya que está concentrado en el tacto de Bella.
Cuando me soltó sentí un sentimiento de vació, no quería que me soltara nunca, pero los ojos de Bella se encontraba llenos de paz y su voz sonó tan dulce cuando me dijo:
—No volveré a hacer tan dramática, te lo aseguro.
—Te resulto difícil
—No mucho y a ti…—dijo ella vacilante y preocupada.
—No…que va, para mí no ha sido nada difícil.
Ella sonrió por el tono de voz que use y sus mejillas adquirieron el matiz rosáceo que tanto me gustaba en ella..
—Sabes de lo que hablo.
Le sonreí.
—No te muevas —susurré. Me sentía avergonzado…jamás había tocado a una mujer…bueno además de mi madre y mi abuela, pero en si eso no contaba.
Ella cerró sus hermosos ojos y se quedó tan quieta como una piedra, una estatua perfecta debajo de mi mano.
Me moví muy lentamente, teniendo cuidado de no hacer ningún movimiento inesperado e impropio. Rocé su mejilla, acaricié con delicadeza sus párpados y las suaves sombras debajo de sus ojos. Tuve sus carnosos labios entreabiertos debajo de mi mano y sentí su cálida respiración en las yemas de los dedos. Mi primer pensamiento fue acercarme y besarla, pero era tan cobarde que no me atrevería hacerlo…resultaría impropio, además de embarazoso. Ella ya se estaba conteniendo demasiado, domo para que yo arruinara todo.
Abrió sus hermosos ojos color chocolate, y había hambre en ellos. No la suficiente para atemorizarme o algo por el estilo, pero lo bastante para que se me hiciera un nudo en el estómago y el pulso se me acelerara mientras la sangre de mis venas no cesaba de martillar. Sabía que no debía jugar con el destino de esa manera… eres un estúpido Edward, me dije a mí mismo.
—Tu…querías…—susurró—, querías sentir lo que yo siento…toda esta confusión…pero dudo que lo hagas.
Llevó una de sus suaves manos a mis cabellos y con la otra comenzó a acariciar mi rostro.
—Dímelo —musité.
—Digo que dudo que seas capaz porque por una parte, ya te he hablado del hambre..., la sed, y te he dicho la extraña criatura que soy y todo lo que siento por ti. Creo que, por extensión, lo puedes comprender, aunque —prosiguió con una media sonrisa— probablemente no puedas identificarte por completo al no ser adicto a ninguna droga ¿o sí? Pero hay otros apetitos... —me hizo estremecer de nuevo al tocarme los labios con sus dedos…Edward tienes que contenerte…no puedes lanzarte y solo besarla…ella es una dama. —, Apetitos que no entiendo…que jamás he sentido.
—Bueno…creo que eso lo comprendo mejor que tu.
—Jamás he estado acostumbrada a esta clase de apetitos…tan humanos. ¿Siempre es así?
—No…lo sé —me detuve—. También para mi es la primera vez.
Sostuvo mis manos entre las suyas, encajábamos a la perfección…palidez con palidez.
—No tengo idea de lo cerca que puedo estar de ti —admitió con tristeza—. No sé si alguna vez podré…
Me incliné hacia ella muy despacio, mirándola primero para pedir su permiso. Apoyé la mejilla contra su pecho, mis mejillas me ardían, el corazón se me saldría en cualquier segundo. De pronto oí el sonido más extraño que pude haber oído en mi vida…no era un corazón palpitando tranquilamente…era un corazón desbocado…igual al mío. Era el sonido más maravilloso del universo.
—Con eso está bien.
Cerré los ojos y suspiré. En un gesto, que me dejo con la boca abierta, literalmente, ella me acerco aun más hacia ella y me estrecho en sus brazos. Acariciando mis cabellos. Yo hice lo mismo, la abrase y comencé a acariciar sus suaves y sedosos cabellos oscuros.
—Vaya…creo que se te da mejor de lo que tú crees —apunté esbozando una sonrisa, esas a las que ella llamaba “torcidas”.
—Soy mitad humana. Por lo tanto tengo instintos humanos, estan por ahí encerrados…pero siguen allí.
Permanecimos sentados durante un tiempo inmensurable, tiempo del cual disfrute cada segundo. Me preguntaba si le apetecería moverse tan poco como a mí, pero podía ver la luz oscureciéndose más y más en el claro, color del cielo se oscurecía cada vez más con el pasa de los segundos. Suspiré y para mis adentros maldije a la noche.
—Ya es tarde…tienes que irte.
—Eh…creí que no podías leer mentes —le acusé.
—Bueno…creo que soy muy perceptiva.
Noté un atisbo de humor en el tono de su voz. Me intente levantar primero para luego ayudarla ella, pero vaya que ella fue más rápida. Me tomó por los hombros y yo le miré a la cara asustado por lo rápido de sus movimientos. En un arranque de repentino entusiasmo, me preguntó:
— ¿Te puedo enseñar algo? Anda di que sí.
— Bueno… ¿El qué me vas a enseñar?
—Te voy a enseñar cómo viajo por el bosque —vio mi expresión escéptica—. Anda, así vamos a llegar más rápido al coche y no tendrás que ayudarme cada vez que me caiga.
Sus labios en un puchero…se vio tan tierna que me hubiera roto el corazón no complacerla. Así que más da, cuando uno está enamorado…hace locuras por amor.
—No te irás a convertir en un murciélago ¿o me equivoco? —pregunté con recelo.
Rompió a reír con más fuerza de la que le había oído jamás. Su risa perfecta, era música para mis oídos.
— ¡Como si no hubiera oído eso antes!
—Bueno…haz lo que tengas que hacer, pero por favor solo hazme llegar a casa. Mi expresión y mi voz denotaban el pánico que había dentro de mí.
—Vamos, mi pequeño cobarde, súbete a mi espalda.
Aguardé a ver si bromeaba, y decía: ¡Chiste! pero al parecer lo decía en serio, muy enserio.
Me dirigió una sonrisa al leer mi vacilación y extendió los brazos hacia mí. Mi corazón reaccionó. Aunque Bella no fuera una lectora de mentes, el pulso siempre me delataba.
Procedió a ponerme sobre su espalda, con poco esfuerzo por mi parte, aunque, cuando ya estuve acomodada, lo rodeé con brazos y piernas con tal fuerza que hubiera estrangulado a una persona normal. Era como agarrarse a una roca. Dios ¿esta chica era fisiculturista o qué? Era como si no pesara nada para ella.
—Dios mío Bella, peso 69 kilos —le avisé desesperado.
— Y eso a mí que… —resopló. Casi pude imaginarla poniendo los ojos en blanco. Nunca antes le había visto tan animada y feliz. Dios mío esta chica estaba loca de remate, si ya había pensado que nuestra relación era anormal ahora lo tenía absolutamente confirmado.
Me impresiono aun mas cuando de forma inesperada me aferró la mano y presionó la palma sobre su rostro para inhalar profundamente.
—Mmm…esto cada vez se me hace mas fácil —musitó avergonzada, hubiera jurado que en estos momentos ella estaba ruborizada.
Y entonces echó a correr. Diablos, ¿Qué acaso ella no se daba cuenta de mi peso? Era como si no estuviera cargando nada.
Si en alguna ocasión había tenido miedo en su presencia, aquello no era nada en comparación con cómo me sentí en ese momento. Me sentí…aterrorizado, pero no por mí, me sentí aterrorizado por ella. Siempre por ella.
Cruzó como una bala, como un fantasma, la oscura y densa masa de maleza del bosque sin hacer ruido, sin evidencia alguna de que sus pies rozaran el suelo. Su respiración se hizo jadeante…era obvio…ella no era un “vampiro” como sus hermanos, ella se cansaba y más aun con alguien que pesa 69 kilos.
—Bella, vas a matarnos ¡Bájame! —grite lo mas que pude. Solo recibí una risita de su parte.
Los arboles nos rozaban por un pelo, ya no podía tener mas miedo del que ya tenía. Y de pronto paso algo que recordare el resto de mi vida.
Ella volteo para ver mi expresión sin darse cuanta siquiera, que había un gran abeto delante de nosotros.
— ¡Cuidado! —grite cerrando los ojos, este era el fin…seria puré de humano.
Ella hizo un movimiento extraordinario, frenó lo mejor que pudo y nos dejo a unos centímetros antes de chocar contra el abeto. Era como si tuviera un campo de fuerza o algo parecido…ya se…ahora estoy imaginando cosas.
—Eso estuvo cerca ¿no? —dijo entre jadeos.
Ella se dejo caer en el suelo conmigo en la espalda, lo que hizo que yo perdiera el equilibrio y me cayera golpeándome un brazo…pero no fue nada. Ella se volteo al instante y me miro aterrorizada.
— ¡Edward!, ¿Estás bien? ¿No te ha pasado nada? —preguntó desesperada, agarrándome el brazo con delicadeza y mirándome en busca de una expresión de dolor por mi parte.
—Si…lo que pasa es que necesito descansar un momento —respondí jadeante. Pero por dentro yo era un mar de alegría y de risas ¿ella se estaba preocupando por mi? Cielos, seguro y ahora si estaba soñando.
—Ok —me esperó, me tumbe en el suelo por unos momentos, cerré los ojos y esto hizo que ella estuviera al borde de un ataque de nervios.
— ¿Edward, estas bien? ¿Necesitas algo?
—Bueno…quizás necesite de tu ayuda para levantarme. Dije esto y la mire de reojo esbozando una sonrisa.
Se rió quedamente y se levantó del suelo para ofrecerme una de sus manos. Extendí una de mis manos y acepté la de ella. Al momento de levantarme lo hice tan rápido que los dos quedamos cara a cara. Nos miramos por unos segundos.
— ¿Qué tal te encuentras?
Bueno…en ese preciso momento no los sabía, estaba algo mareado pero eso era muy natural. Me encontraba algo incomodo por lo cerca que estábamos, las corrientes eléctricas aparecían cada vez que esto sucedía.
—Algo mareado…creo.
— ¿Lo suficiente para caminar un poquito?…tal vez eso ayude.
Acepte y caminamos despacio, no nos faltaba mucho para llegar hacia donde habíamos dejado el monovolumen. El mareo ya se me había pasado.
—Ha sido muy estúpido de mi parte…lo siento mucho —musitó.
Intenté mostrarme positivo, y de levantarle el ánimo:
—Bueno, ha sido muy interesante.
— Mentiroso. —dijo ella abrazándome el brazo. —Estas tan pálido como mis hermanos…casi y casi te pareces a Jasper.
Aquella comparación no me gusto en lo absoluto…yo no me parecía al tétrico hermano de Bella…Jasper…el que parecía que estaba sufriendo.
—Supongo. Pero ya sabes…soy pálido de nacimiento.
—Te prometo que para la próxima vez, todo irá mejor y no me distraeré..
— ¡¿La próxima vez?! Estas demente. —gemí.
Bella se rió, seguía de un humor excelente, para mi buena suerte.
—Cobarde—musito abrazándome aun más.
—Edward ¿me perdonas? —rogó con voz suave.
Y ahí estaba ella, con el rostro demasiado cerca del mío nuevamente. Su belleza aturdió mi mente… ella parecía tan frágil, tan desprotegida, tan hermosa. Nunca iba a terminar de agradecerle al cielo por haberme mandado un ángel tan hermoso como ella.
—Edward… sabes algo…—Vacilo ella.
— ¿Qué?
—Mientras corría por el bosque…estaba pensando algo.
— Espero que haiga sido el no estrellarnos contra los arboles…aunque casi lo hacemos.
—Eres un tonto Edward —rió entre dientes—. Correr es parte de lo que soy, es parte de mi naturaleza…así que lo hago muy bien…no necesito pensarlo.
—Si…corres tan bien como caminas—dije sarcásticamente. Bella sonrió.
—Bueno el punto es que he pensado en otra cosa, es algo que he querido hacer desde hace mucho tiempo.
—¿Y qué cosa es?
Antes de me contestara, ella ya tenía mi cara entre las palmas de su manos. No pude respirar, el corazón me empezó a latir desbocado.
Se fue acercando aun mas a mi…entonces vacilo y me miro.
Entonces yo fui el que me acerque hacia ella, como diciendo que no habría problema, que ella no era la única que quería que aquello pasase. Nos acercamos hasta que nuestros labios casi se rozaban. Nuestra respiración se volvió irregular. Las mejillas de ellas eran de un color rojizo precioso. Aunque el reto de ella era tan pálido como la nieve misma.
Bella se detuvo vacilante para probarse a sí misma y ver si era seguro, para cerciorarse de que aún mantenía bajo control su necesidad. Me miro una vez más y me sonrió. La expectativa del beso, lo hacía cada vez más deseable. Me moría por besarla.
Entonces presione mis labios contra los de ella.
Pensé que sería como cualquier otro primer beso, según lo que me contaron mis amigos, el primer beso casi no tenía nada de bueno, era corto y simple. Para ser este mi primer beso fue el mejor de toda la historia. Fue cálido, y tierno.
Para luego convertirse en algo desenfrenado y cargado de pasión.
Nuestros labios se movían sincronizados, el uno con el otro. Bella nos llevaba a un ritmo fenomenal, cada vez se presionaba más y más contra mi…yo no tenía ninguna experiencia con estos asuntos así que me deje llevar… “usa tus instintos” me dije.
La sangre me hervía bajo la piel quemándome los labios. Ella enredo sus manos entre mis cabellos cobrizos revolviéndolos con sus suaves manos, yo acariciaba sus largos cabellos castaños, entonces ella se apego aun más contra mi cuerpo y me abrazo de una forma…que la recordaría por el resto de mi existencia. Me di cuenta de que no podía respirar, aunque lo intentara…me esforcé por hacerlo pero solo salió un débil jadeo que hizo que ella me apretara aun mas. El beso continuaba, seguía siendo espectacular y pasional pero mi cuerpo me decía que algo estaba pasando conmigo, algo malo. Necesitaba aire.
Entonces me separe bruscamente de ella. Jadeando por aire, mis pulmones lo exigían a gritos.
— Lo ss.…siento —musité jadeando levemente.
—No…yo lo siento. Dijo ella con la cabeza gacha.
Su mirada por unos segundos me asusto, sus ojos chocolates se habían oscurecido, y su respiración también era jadeante. Su mirada destilaba deseo…deseo y hambre.
— Te concederé espacio. Dije y me di la vuelta para alejarme unos pasos.
Entonces unas pequeñas pero fuertes manos me sujetaron, no me permitieron alejarme más de un centímetro.
—No te vayas…solo quédate conmigo —pidió con voz amable, controlada.
Mantuve la vista fija en sus ojos, contemplé como la excitación que lucía en ellos se sosegaba, hasta el punto de desaparecer. Entonces, me dedicó una sonrisa sorprendentemente traviesa.
— ¡Lista! —exclamó, acariciando mis cabellos.
— ¿Estás bien? —pregunté.
—Casi me rindo en la tentación…pero soy más fuerte de lo que alguna vez imagine —rió angelicalmente—. Siempre es bueno saberlo ¿no?.
—Si…yo…. Lo siento.
—Después de todo, sólo eres humano Edward, tus instintos hablan y ordenan a veces.
—Sí, eso que ni que —dije riéndome.
Continuamos caminando, solo que lo único que cambio esta vez fueron nuestras manos entrelazadas. Menee la cabeza cuando recordé lo del beso. Me sentía en parte orgulloso por mí mismo. Ella me miro con escepticismo.
— ¿Estas mareado? ¿O ha sido mi pericia al besar? Dijo mordiéndose el labio inferior. Se veía aun más hermosa que de costumbre, su largo cabello la hacía parecer una ninfa en aquel bosque. Llegamos rápidamente hacia el lugar donde dejamos el monovolumen.
Era a Bella diferente a la que yo conocía, y estaba loco por ella. Rayos, ella sería mi perdición…de eso estaba completamente seguro.
—Creo que un poco —conseguí responderle y luego corregí—. Creo que es un poco de ambas cosas.
—Deberías dejarme conducir.
— ¿Estás loca? —protesté empujándola suavemente.
—Conduzco bien —se burló—. Tú conduces muy lento.
—Eso es porque me prohibieron que acelerar el coche…puedes apostar que conduzco mejor de lo que tú crees. Además no quiero terminar estampado en cualquier árbol.

—Un poco de confianza, Edward, por favor.
Tenía la mano en el bolsillo, crispada sobre las llaves. Fruncí los labios con gesto pensativo y sacudí la cabeza firmemente. ¿Por qué rayos quería complacerla en todo?
No. Ni en broma. Me dije a mí mismo.
Arqueó las cejas con incredulidad.
Comencé a dar un rodeo a su lado para dirigirme al asiento del conductor. Ella me miro tiernamente.
—Edward, te lo pido. —entonces se acerco aun mas a mí y me rodeo con sus brazos.
—Está bien —dije con un suspiro. Alcé las llaves y las dejé caer, observando que su mano las atrapaba torpemente—. Con calma... Mi monovolumen es un señor mayor y significa mucho para mí.
—Ok —prometió.
— ¿Y tú no estás afectado por mi presencia? ——pregunté con enojo.
Sus facciones sufrieron otra transformación, su expresión se hizo suave y cálida. Al principio, no me respondió; se limitó a inclinar su rostro sobre el mío y deslizar sus labios lentamente a lo largo de mi mandíbula, desde la oreja al mentón, de un lado a otro. Me estremecí.
—Pase lo que pase —murmuró finalmente—, tengo mejores reflejos.




biien chiikas esperamos les haya gustadO jeee esperemos ke sii ya ke rose ii yo (ingrid) jojoj pusimos todo nuestros esfuerzos en ke este besO saliiera geniial
atto: Rose e Ingrid

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