viernes, 31 de julio de 2009

Capitulo #6 "Cuentos de Miedo"

Capitulo #6

“Cuentos de Miedo”

*La mayoria de este capitulo contiene textos originales de la version de Stephanie Meyer.


En cuanto llegue a mi habitación desee poder concentrarme en todas las tareas que tenía pendientes, lástima que no pude hacerlo no siquiera un poquito. Ya sabía cuál era la única manera de alejarme del recuerdo de Bella…mi piano.

Subí al ático de la casa, y ahí estaba el viejo y especial piano…me senté en su confortable y descolorida silla y con devoción comencé a acariciar sus amarillentas teclas. No había en el mundo nada más reconfortante para mí que el sonido de las notas perfectas y suaves de un piano, más aun si este era mi piano.

No recuerdo hasta que hora toque y toque todas las melodías que sabía, toque y toque, hasta que quede completamente agotado.

Me di cuenta rápidamente de que ya estaba comenzando a oscurecer. Mi coche, pensé.
Rápidamente baje las escaleras y salí al porche de la casa…para mi sorpresa estaba ahí, confundido pensé que lo mejor no era averiguar en qué momento Alice había traído mi monovolumen.

Al otro día no esperaba el viernes con especial interés, sólo consistía en reanudar mi vida sin expectativas. Hubo unos pocos comentarios, por supuesto. Mike parecía tener un interés especial por comentar el tema me pregunte del porque de eso. Pero, por fortuna, Jessica había mantenido el pico cerrado y nadie parecía saber sobre mi fuga del colegio.
No obstante, Mike me formuló un montón de preguntas acerca de mi almuerzo con Bella y en clase de Trigonometría me dijo:
— ¿Qué quería ayer Isabella Cullen?
—Bella—le corregí—En realidad no lo sé —respondí con sinceridad—. En contexto, no fue al grano. Es mas casi no entendí lo que me decía.
—Parecías como divertido con ella —comentó a ver si me sonsacaba algo.
— ¿Sí? — mantuve el rostro indiferente.
—Ya sabes, nunca antes le había visto sentarse con nadie que no fuera su familia. Era extraño.
—Aja—fue lo único que le dije mientras terminaba uno de los ejercicios que el profesor planteo en el pizarrón.

Parecía asombrado. Supuse que esperaba escuchar cualquier cosa que le pareciera una buena historia que contar. Mike parecía una mujer…no en el sentido físico sino en lo chismoso… ¿Bella seria chismosa?
Lo peor del viernes fue que, a pesar de saber que ella no iba a estar presente, aún albergaba esperanzas.

Cuando entré en la cafetería en compañía de Jessica y Mike, no pude evitar mirar la mesa en la que Rosalie, Emmett y Jasper se sentaban a hablar con las cabezas juntas. No pude contener la tristeza que me abrumó al comprender que no sabía cuánto tiempo tendría que esperar antes de volverla a ver. Oh, Bella— pensé para mis adentros.

En mi mesa de siempre no hacían más que hablar de los planes para el día siguiente. Me di cuenta de que en esta ocasión había más personas que de costumbre.
Mike volvía a estar animado por el paseo, depositaba mucha fe en el hombre del tiempo, que pronosticaba sol para el sábado. Tenía que verlo para creerlo, pero hoy hacía más calor, casi doce grados, un tremendo lujo aquí en Forks. Puede que la excursión no fuera del todo espantosa y puede que tal vez no me la pasara tan mal con ellos.
Intercepté unas cuantas miradas poco amistosas por parte de Ben Cheney durante el almuerzo, hecho que no comprendí hasta que salimos del comedor. Estaba justo detrás de él, y no se dio cuenta, desde luego, cuando oí que le murmuraba a Mike y a Jessica:
—No sé por qué Edward —dijo él con desprecio al pronunciar mi nombre— no se sienta con los Cullen o más bien con Isabella Cullen de ahora en adelante.
Hasta ese momento no me había percatado de la voz tan nasal y ruidosa que tenía, y me sorprendió la malicia que destilaba. En realidad, no lo conocía muy bien; sin duda, no lo suficiente para que me detestara..., o eso había pensado.
—Es mi amigo, se sienta con nosotros hasta que él quiera. No solo porque estés interesando en Angela y ella no haga ningún caso, tienes el derecho de sacar a Edward de nuestro grupo. —le replicó en susurros Jessica, con mucha lealtad, pero también de forma un poquito posesiva. Me detuve, ¿había oído lo que había oído? No quería oír nada más…Malditas voces, cada día estaba más loco.

Durante la cena de aquella noche, Charlie parecía entusiasmado por mi viaje a La Push del día siguiente. Sospecho que se sentía culpable por dejarme solo en casa los fines de semana, pero había pasado demasiados años forjando unos hábitos para romperlos ahora. Conocía los nombres de todos los chicos y chicas que iban, por supuesto, y los de sus padres y, probablemente, también los de sus tatarabuelos. Ja, ja, ja. Parecía aprobar la excursión.
— Char…Papá —pregunté como por casualidad—, ¿conoces un lugar llamado Goat Rocks, o algo parecido? Creo que está al sur del monte Rainier.
—Sí... ¿Por qué?
Me encogí de hombros.
—Algunos chicos del instituto comentaron la posibilidad de acampar allí.
—No es buen lugar para acampar —parecía sorprendido—. Hay demasiados osos. La mayoría de la gente acude allí durante la temporada de caza.
—Oh —murmuré—, tal vez haya entendido mal el nombre. —dentro de mi sentí un escalofrió…si tal vez hubiera sido eso…tal vez entendí mal el nombre del lugar.
Pretendía dormir hasta tarde, pero un insólito brillo me despertó. Abrí los ojos y vi entrar a chorros por la ventana una límpida luz amarilla. No me lo podía creer. Me apresuré a ir a la ventana para comprobarlo, y efectivamente, allí estaba el sol. Ocupaba un lugar equivocado en el cielo, demasiado bajo, y no parecía tan cercano como de costumbre, pero era el sol, sin duda...no sería el exótico sol de Arizona, pero bueno sol es sol. Las nubes se congregaban en el horizonte, pero en el medio del cielo se veía una gran área azul. Me dirigí al cuarto de baño, me cepille los dientes y me metí a la regadera el agua caliente hizo que todos mis agarrotados músculos se relajaran. Salí de la ducha y me sequé con la toalla, fui a mi cuarto y comencé a ponerme lo primero que encontré por ahí. Me enfunde unos jeans negros y una casaca de cuello en V color azul, unos zapatos de lona negros y al final una cazadora negra…me mire en el espejo…vaya, lucia bien después de todo.
La tienda de artículos deportivos olímpicos de Newton se situaba al extremo norte del pueblo. La había visto con anterioridad, pero nunca me había detenido allí al no necesitar ningún artículo para estar al aire libre durante mucho tiempo.
En el aparcamiento reconocí el Suburban de Mike y el Sentra de Tyler. Vi al grupo alrededor de la parte delantera del Suburban mientras aparcaba junto a ambos vehículos. Eric estaba allí en compañía de dos chicas con los que compartía clases; estaba casi seguro de que se llamaban Martha y Anna. Jess también estaba, flanqueada por Angela y Lauren, una chica que según Angela ahora estaba interesada en Tyler, ya que yo no demostraba interés alguno en ella. Las acompañaban otras tres chicas, incluyendo una a la que recordaba haberle ayudado con sus libros la anterior semana. Esta me dirigió una mirada coqueta cuando bajé del coche, y le susurró algo a Lauren, que se sacudió su rubia cabellera y se empezaron a reír. Tal vez no estaba tan bien vestido como pensaba.
De modo que aquél iba a ser uno de esos días.
Al menos Jessica se alegraba de verme.
— ¡Has venido! —Gritó encantada—dijo ella corriendo a mi encuentro ante la atenta mirada de Mike.
—Te dije que iba a venir —le recordé.
—Sólo nos queda esperar a Lee y a Samantha, a menos que tú hayas invitado a alguien —agregó y miro hacia abajo avergonzada.
—No —dije con desenvoltura. Yo sabía que a ellos no les caía bien Bella y jamás la traería aquí para que ella pasase un mal momento…seguro y fue algo tonto de mi parte. Pero dentro de mí, mi ser entero rogaba que ella viniera y me rescatara, aunque sea para hacerme enojar.
Jessica pareció satisfecho.
— ¿Montarás en el coche de Mike? Es eso o la minifurgoneta de la madre de Lee.
—Claro ¿y tú? —pregunté para ser cortes con ella. —Vendrás conmigo ¿no?
Sonrió gozosa. ¡Qué fácil era hacer feliz a Jessica! Bastaba solo una palabra.
—Podrás sentarte junto a mí —me prometió. Oculté mi mortificación. No resultaba tan sencillo hacer felices a Jessica y a Mike al mismo tiempo. Ya lo veía mirándonos hosco y molesto.
No obstante, el número jugaba a mi favor. Lee trajo a otras dos personas más y de repente se necesitaron todos los asientos. Me las arreglé para situar a Jessica en el asiento delantero del Suburban, mientras yo me sentaba en la parte trasera junto a Lauren y su amiga. Jessica podía haberse comportado con más elegancia y no tan insolente con él, pero al menos Mike parecía aplacado.
Entre La Push y Forks había menos de veinticinco kilómetros de densos y vistosos bosques verdes que bordeaban la carretera. Debajo de los mismos serpenteaba el caudaloso río Quillayute. Me alegré de tener el asiento de la ventanilla del costado. Giré la manivela para bajar el cristal —el Suburban resultaba un poco claustrofóbico con nueve personas dentro— e intenté absorber tanta luz solar como me fue posible. Lauren y su amiga me molestaban demasiado, sus tontas charlas patéticas estaban llenas de falsedad. Cada vez que estaba cerca de ellas sentía unas ruidosas vocecillas en mi cabeza…claro que no era algo que se pudiera entender...Eran como abejas zumbando cerca de mi oído.
Había visto las playas que rodeaban La Push muchas veces durante mis vacaciones en Forks con Charlie, por lo que ya me había familiarizado con la playa en forma de media luna de más de kilómetro y medio de First Beach.
Seguía siendo impresionante. El agua de un color gris oscuro, incluso cuando la bañaba la luz del sol, aparecería coronada de espuma blanca mientras se mecía pesadamente hacia la rocosa orilla gris.
Las paredes de los escarpados acantilados de las islas se alzaban sobre las aguas del espolón metálico. Estos alcanzaban alturas desiguales y estaban coronados por austeros pinos que se elevaban hacia el cielo.
La playa sólo tenía una estrecha franja de auténtica arena al borde del agua, detrás de la cual se acumulaban miles y miles de rocas grandes y lisas que, a lo lejos, parecían de un gris uniforme, pero de cerca tenían todos los matices posibles de una piedra: terracota, verdemar, lavanda, celeste grisáceo, dorado mate.
La marca que dejaba la marea en la playa estaba sembrada de árboles de color ahuesado arrojados a la costa por las olas.
Una fuerte brisa soplaba desde el mar, frío y salado. Los pelícanos flotaban sobre las ondulaciones de la marea mientras las gaviotas y un águila solitaria las sobrevolaban en círculos. Las nubes seguían trazando un círculo en el firmamento, amenazando con invadirlo de un momento a otro, pero, por ahora, el sol seguía brillando espléndido con su halo luminoso en el azul del cielo.
Elegimos un camino para bajar a la playa. Mike nos condujo hacia un círculo de lefios arrojados a la playa por la marea. Era obvio que los habían utilizado antes para acampadas como la nuestra. En el lugar ya se veía el redondel de una fogata cubierto con cenizas negras. Eric y Ben recogieron ramas rotas de los montones más secos que se apilaban al borde del bosque, y pronto tuvimos una fogata con forma de tipi encima de los viejos rescoldos. Mire mi piel, pálida como siempre…ojala y el sol me ayude con esto, pensé.
— ¿Has visto alguna vez una fogata de madera varada en la playa? —me preguntó Jessica melosamente acercándose a mí. Al ver mi reacción ella rápidamente se alejó.
Me sentaba en un banco de color blanquecino. En el otro extremo se congregaban las demás chicas, que chismorreaban animadamente. Jessica se arrodilló pesarosa junto a la hoguera y encendió una rama pequeña con un mechero.
—No —reconocí finalmente mientras ella lanzaba con precaución o más bien dicho con miedo la rama en llamas contra el tipi.
—Entonces, te va a gustar... Observa los colores.
Prendió otra ramita y la depositó junto a la primera. Las llamas comenzaron a lamer con rapidez la lefia seca.
— ¡Es azul! —exclamé sorprendido. Eso en verdad era sorprendente.
—Es a causa de la sal. ¿Precioso, verdad? No tan hermosos como tú, pero bueno.
-Ahhh-carraspee-Si se que es por la sal...
Encendió otra más y la colocó allí donde el fuego no había prendido y luego vino a sentarse a mi lado. Por fortuna, Mike estaba junto a ella, al otro lado. Se volvió hacia Jessica y reclamó su atención. Contemplé las fascinantes llamas verdes y azules que chisporroteaban hacia el cielo. Como hubiera deseado compartir este momento con Bella.
Después de media hora de charla, algunos chicos quisieron dar una caminata hasta las lagunas cercanas. Por una parte, me encantan las pozas que se forman durante la bajamar. Me han fascinado desde pequeño; era una de las pocas cosas que me hacían ilusión cuando debía venir a Forks, pero, por otra, Jessica se me acercaba mas encimosamente hacia mi…y eso provocaba la ira de Mike, yo no quería pleitos ni nada por el estilo así que me decidí alejar del grupo, por el bien de todos.
La caminata no fue demasiado larga, aunque me fastidiaba perder de vista el cielo al entrar en el bosque. Seguí caminando solo, al parecer nadie, según yo, le importaba esto.
Al final me adentré en los confines esmeraldas de la foresta y encontré de nuevo la rocosa orilla. Había bajado la marea y un río fluía a nuestro lado de camino hacia el mar. A lo largo de sus orillas sembradas de guijarros había pozas poco profundas que jamás se secaban del todo. Eran una abundancia de vida allí dentro.
Tuve buen cuidado de no inclinarme demasiado sobre aquellas lagunas naturales. Si me caía Mike esa capaz de dejarme morir allí. Los otros fueron más intrépidos, brincaron sobre las rocas y se encaramaron a los bordes de forma precaria. Localicé una piedra de apariencia bastante estable en los aledaños de una de las lagunas más grandes y me senté con cautela, fascinado por el acuario natural que había a mis pies. Ramilletes de brillantes anémonas se ondulaban sin cesar al compás de la corriente invisible. Conchas en espiral rodaban sobre los repliegues en cuyo interior se ocultaban los cangrejos. Una estrella de mar inmóvil se aferraba a las rocas, mientras una rezagada anguila pequeña de estrías blancas zigzagueaba entre los relucientes juncos verdes a la espera de la pleamar.
Me quedé completamente abstraído a excepción de una pequeña parte de mi mente, que se preguntaba qué estaría haciendo ahora Bella e intentaba imaginar lo que diría de estar aquí conmigo. Seguro se burlaría de mi…seguro yo me burlaría de ella. Reí ante aquella divagación. Jesica me miro de soslayo y me dedico una de sus mejores sonrisas.
Finalmente, los muchachos sintieron apetito y me levanté con rigidez para seguirlos de vuelta a la playa. En esta ocasión intenté no seguirles el ritmo a través del bosque me gustaba demasiado estar solo y en comunión directa con mis pensamientos. No estuve preocupado en caerme o resbalar ya que era consciente de que la vida y la suerte me dieron un sentido del equilibrio casi perfecto, en ese instante recordé a Bella y las dos caídas que había tenido en mi presencia…bueno con algunos la suerte no es tan favorable, pensé y sonreí para mis adentros.
Cuando regresamos a First Beach, el grupo que habíamos dejado se había multiplicado. Al acercarnos pude ver el lacio y reluciente pelo negro y la piel cobriza de los recién llegados, unos adolescentes de la reserva que habían acudido para hacer un poco de vida social…no eran nada intimidantes.
La comida ya había empezado a repartirse, y los chicos se apresuraron para pedir que la compartieran mientras Eric nos presentaba al entrar en el círculo de la fogata. Angela y yo fuimos los últimos en llegar y me di cuenta de que una joven mujer de los recién llegados, sentada sobre las piedras cerca del fuego, alzó la vista para mirarme con interés cuando Eric pronunció nuestros nombres.

Me senté junto a Angela, y Mike nos trajo unos sándwiches y una selección de refrescos para que eligiéramos mientras el chico que tenía aspecto de ser el mayor de los visitantes pronunciaba los nombres de los otros siete jóvenes que lo acompañaban. Todo lo que pude comprender es que una de las chicas también se llamaba Jessica y que la muchacha cuya atención había despertado respondía al nombre de Leah, aquel nombre se me hacia demasiado familiar, aunque no me puse a pensar mucho en aquello.

Resultaba relajante sentarse con Angela, era una de esas personas sosegadas que no sentían la necesidad de llenar todos los silencios con cotorreos. Me dejó cavilar tranquilamente sin molestarme mientras comíamos. Pensaba de qué forma tan deshilvanada transcurría el tiempo en Forks; a veces pasaba como en una nebulosa, con unas imágenes únicas que sobresalían con mayor claridad que el resto, mientras que en otras ocasiones cada segundo era relevante y se grababa en mi mente. Sabía con exactitud qué causaba la diferencia y eso me perturbaba.
Las nubes comenzaron a avanzar durante el almuerzo. Se deslizaban por el cielo azul y ocultaban de forma fugaz y momentánea el sol, proyectando sombras alargadas sobre la playa y oscureciendo las olas. Los chicos comenzaron a alejarse en duetos y tríos cuando terminaron de comer. Algunos descendieron hasta el borde del mar para jugar a la cabrilla lanzando piedras sobre la superficie agitada del mismo. Otros se congregaron para efectuar una segunda expedición a las pozas. Jessica, con Mike convertido en su sombra, encabezó otra a la tienda de la aldea. Algunos de los nativos los acompañaron y otros se fueron a pasear. Para cuando se hubieron dispersado todos, me había quedado sentada solo sobre un leño, con Ben, Lauren y Tyler muy ocupados con un reproductor de CD que alguien había tenido la ocurrencia de traer, y tres adolescentes de la reserva situados alrededor del fuego, incluyendo a la muchacha llamada Leah y al más adulto, el que había actuado de portavoz.

A los pocos minutos, Angela se fue con los paseantes y Leah acudió andando despacio para sentarse en el sitio libre que aquélla había dejado a mi lado. A juzgar por su aspecto debería tener entre dieciséis o, tal vez diecisiete años. Llevaba el brillante pelo largo trenzado. Tenía una preciosa piel sedosa de color rojizo y ojos oscuros sobre los pómulos pronunciados y ni que decir de su cuerpo, era perfecto, era esbelta, pero lo que más me llamo la atención en ella fue su rostro era hermoso y demasiado familiar.
En suma, tenía un rostro muy bonito, era precioso en verdad... Sin embargo, sus primeras palabras estropearon aquella impresión positiva.
—Eres Eddie, ¿verdad?
Aquello fue como un puñetazo en el estomago.
—Edward, solo Edward…odio que me digan Eddie —dije con un suspiro.
—No se si te acuerdas de mi pero me llamo Leah, Leah Clearwater —me tendió la mano con gesto amistoso—. Tú compraste el coche del papá d mi amigo Jacob.
—Oh—dije mientras le estrechaba la suave mano, era cálida—. El es el hijo de Billy. Me acuerdo demasiado bien de él. —recordé la actitud fría y déspota de Jacob.—Lo siento no me acuerdo de ti, alguna vez te vi o algo parecido—dije avergonzado pues olvidarme de las cosas no era una característica mía.
—Si? pues, jugábamos juntos…bueno a veces, eras muy aburrido según recuerdo—dijo ella entre risas. Tenía una sonrisa de infarto, eran como campanillas.
—Ah, ya lo recuerdo—le dije haciendo memoria—Tu eres la hija de Harry Clearwater.
—Eso es correcto—afirmo ella.
—Lo siento, no sabía que era aburrido de niño—recalque…no lo era, era un niño bastante feliz, aunque claro siempre procuraba estar de mal humor cuando visitaba a Charlie.

—Sí que lo eras, bueno... yo no era la más alegre del grupo…recuerdas cuando nuestros padres nos dejaban jugando para que no los molestáramos con la pesca, mi madre, nos cuidaba.

Ahora lo recordaba Charlie, Harry y Billy nos habían abandonado muchas veces mientras pescaban. Todos éramos demasiado tímidos para hacer muchos progresos como amigos. Por supuesto, había montado las suficientes rabietas para terminar con las excursiones de pesca cuando tuve once años. Claro, que también me acababa de acordar de Jacob.

— ¿Lo recuerdas? —pregunto ella animadamente.
—Sí, y también me acuerdo de Jacob, solo que lo recuerdo como alguien feliz y alegre…ahora es algo malhumorado ¿no?
—Pues si…es que él ha sufrido mucho—dijo ella ahora con la cabeza gacha.
— ¿Ha venido? —inquirí mientras examinaba nuestros alrededores en busca de Jacob.
—No —Leah negó con la cabeza—Jacob trabaja en un taller, como ya sabrás…y además no le gusta socializar…es casi igual a mí.
—Lo iré a visitar algún día de estos—dije mintiendo, es que Jacob me dejo una mala impresión y ahora me caía muy mal.
— ¿Qué tal te funciona el monovolumen? —preguntó ella cambiando de tema.
—Me encanta, y va muy bien.
—Sí, pero es muy lento —se rió—. Yo le ayude a Jacob a repararlo…Respiré aliviada cuando Charlie lo compró.
—No es tan lento —objeté.
— ¿Has intentado pasar de sesenta? —pregunto ella curiosa mirándome fijamente, directo hacia los ojos.
—No. —dije yo mientras agachaba la cabeza…odiaba que me miran directamente a los ojos.
—Bien. No lo hagas, te lo aconsejo.
Esbozó una amplia sonrisa y no pude evitar devolvérsela.
—Eso lo mejora en caso de accidente —alegué en defensa de mi automóvil.
—Dudo que un tanque pudiera con ese viejo dinosaurio —admitió entre risas.
—Así que ayudas a Jacob a repara coches —comenté, impresionada.
—Cuando dispongo de tiempo libre. ¿No sabrás por un casual dónde puedo adquirir un cilindro maestro para un Volkswagen Rabbit del ochenta y seis? Jacob y yo lo hemos estado buscando por mucho tiempo pero nada…—añadió jocosamente. Tenía una voz amable.
—Lo siento —me eché a reír—. No he visto ninguno últimamente, pero estaré a ojo avizor.
-Woow, vaya sabes de coches-rió de nuevo.

Amaba los autos y yo entendía muy bien la jerga Car and Driver. Era muy fácil conversar con ella. Exhibió una sonrisa radiante y me contempló en señal de apreciación, de una forma que había aprendido a reconocer. No fui la única que se dio cuenta.
— ¿Conoces a Edward, Leah? —preguntó Ben desde el otro lado del fuego con un tono que yo imaginé como insolente.
—En cierto modo, hemos sabido el uno del otro desde que nací —contestó entre risas, y volvió a sonreírme. La verdad es que Leah me estaba cayendo mejor cada segundo que pasaba.
— ¡Qué bien! —dijo entre una falsa sonrisa hipócrita.Que diría Isabella, si viera a su nuevo juguete con otra…

Aquella vocecilla me irrito en sobremanera y desee agárrame a trompadas con Ben, pero no era el momento ni el lugar para hacerlo. Pero pobre de él que se atreviera a hablar de Bella de nuevo.
—Edward —me llamó de nuevo mientras estudiaba con atención mi rostro—, le estaba diciendo a Tyler que es una pena que ninguno de los Cullen haya venido hoy. ¿Nadie se ha acordado de invitarlos?
Su expresión preocupada no era demasiado convincente.
— ¿Te refieres a la familia del doctor Carlisle Cullen? —preguntó el mayor de los chicos de la reserva antes de que yo pudiera responder, para gran irritación de Ben. En realidad, tenía más de hombre que de niño y su voz era muy grave.
—Sí, ¿los conoces? Estudian en el instituto de Forks y su padre trabaja en el hospital. —preguntó con gesto condescendiente, volviéndose en parte hacia él.
—Los Cullen no vienen aquí —respondió en un tono que daba el tema por zanjado e ignorando la pregunta de Ben.
Tyler y Lauren le preguntaron a Ben qué le parecía el CD que sostenía en un intento de recuperar su atención y de evitar problemas. El se distrajo.
Contemplé al desconcertante joven de voz profunda, pero él miraba a lo lejos, hacia el bosque umbrío que teníamos detrás de nosotros.

Había dicho que los Cullen no venían aquí, pero el tono empleado dejaba entrever algo más, que no se les permitía, que lo tenían prohibido. Su actitud me causó una extraña impresión que intenté ignorar sin éxito. Leah interrumpió el hilo de mis cavilaciones.
— ¿Aún te sigue volviendo loco Forks?
—Bueno, yo diría que eso es una ironía —hice una mueca y ella sonrió con comprensión.
Le seguía dando vueltas al breve comentario sobre los Cullen y de repente tuve una inspiración. Era un plan estúpido, pero no se me ocurría nada mejor. Albergaba la esperanza de que la bella e inocente Leah aún fuera inexperta con los chicos, por lo que no vería lo penoso de mis intentos de flirteo. A veces se me daba bien deslumbrar a la gente con sonrisitas y miraditas, solo lo había intentado unas cuantas veces…ojala y esta vez me funcionara.

— ¿Quieres bajar a dar un paseo por la playa conmigo? —le pregunté mientras le dedicaba a Leah una de mis mejores y más prohibidas sonrisas torcidas. No iba a resulta estaba seguro, pero Leah se incorporó de un salto con bastante predisposición.
Las nubes terminaron por cerrar filas en el cielo, oscureciendo las aguas del océano y haciendo descender la temperatura, mientras nos dirigíamos hacia el norte entre rocas de múltiples tonalidades, en dirección al espigón de madera. Metí las manos en los bolsillos de mi cazadora negra.
—De modo que tienes... ¿dieciséis años? —le pregunté al tiempo que intentaba no parecer un idiota cuando me alborote el pelo queriendo parecer sexy. Era ridículo…lo sabía muy bien.
—Acabo de cumplir diecisiete —confesó apenada.
— ¿De verdad? —Mi rostro se llenó de una falsa expresión de sorpresa—. Hubiera jurado que eras menor.
—Soy baja para mi edad —explicó ruborizada.
— ¿Subes mucho a Forks? —pregunté con malicia, simulando esperar un sí por respuesta. Me vi como un completo idiota.
—No demasiado —admitió con gesto de disgusto—, pero podré ir las veces que quiera en cuanto haya terminado el coche, Jacob me dijo que tal vez me lo pueda vender a buen precio...—añadió.
— ¿Quién era ese otro chico con el que hablaba Lauren? Parecía un poco viejo para andar con nosotros —me incluí a propósito entre los más jóvenes en un intento de dejarle claro que le prefería a ella.
—Es Sam y tiene diecinueve años —me informó Leah.
— ¿Qué era lo que decía sobre la familia del doctor? —pregunté con toda inocencia mientras la miraba a los ojos.
— ¿Los Cullen? Bueno…se supone que no se acercan a la reserva.
Desvió la mirada hacia la Isla de James mientras confirmaba lo que creía haber oído de labios de Sam
—Vaya… ¿Por qué no?
Me devolvió la mirada y se mordió el labio.
—Vaya. Esto…se supone que no debo decir nada. —me dijo apenada y con la mirada gacha, al parecer no complacerme la ponía así.
—Oh, no se lo voy a contar a nadie. Sólo siento curiosidad. —dije dándole un leve codazo amistoso.
Probé a esbozar una otra sonrisa torcida tentadora al tiempo que me preguntaba si no me estaba pasando un poco, aunque ella me devolvió la sonrisa y pareció tentada. Luego enarcó una ceja y su voz fue más ronca cuando me preguntó con tono sombrío:
— ¿Te gustan las historias de miedo?
—Me encantan —repliqué con entusiasmo, esforzándome para engatusarla.
Leah paseó hasta un árbol cercano varado en la playa cuyas raíces sobresalían como las patas de una gran araña blancuzca. Se apoyó levemente sobre una de las raíces retorcidas mientras me sentaba a sus pies, apoyándome sobre el tronco. Contempló las rocas. Una sonrisa pendía de las comisuras de sus labios carnosos y supe que iba a intentar hacerlo lo mejor que pudiera. Me esforcé para que se notara en mis ojos el vivo interés que yo sentía. Necesitaba escuchar la verdad.
¿—Conoces alguna de nuestras leyendas ancestrales? —comenzó—. Me refiero a nuestro origen, el de los Quileutes.
—En realidad, no —admití sinceramente.
—Bueno, existen muchas leyendas. Se afirma que algunas se remontan al Diluvio. Supuestamente, los antiguos Quileutes amarraron sus canoas a lo alto de los árboles más grandes de las montañas para sobrevivir, igual que Noé y el arca —me sonrió para demostrarme el poco crédito que daba a esas historias se desató el pelo negro y largo y se lo arreglo en forma de cascada sobre sus hombros—. Otra leyenda afirma que descendemos de los lobos, y que éstos siguen siendo nuestros hermanos. La ley de la tribu prohíbe matarlos.
»Y luego están las historias sobre los fríos.
— ¿Los fríos? —pregunté sin esconder mi curiosidad.
—Sí. Las historias de los fríos son tan antiguas como las de los lobos, y algunas son mucho más recientes. De acuerdo con la leyenda, el propio tatarabuelo de Jacob conoció a algunos de ellos. Fue él quien selló el trato que los mantiene alejados de nuestras tierras.
Entornó los ojos.
— ¿Su tatarabuelo? —le animé.
—Era el jefe de la tribu, como su padre, Billy. Ya sabes, los fríos son los enemigos naturales de los lobos, bueno, no de los lobos en realidad, sino de los lobos que se convierten en hombres, como nuestros ancestros. Tú los llamarías licántropos.
— ¿Tienen enemigos los hombres lobo? eso es nuevo...
—Sólo uno.
La miré con avidez, confiando en hacer pasar mi impaciencia por admiración. Leah prosiguió:
—Ya sabes, los fríos han sido tradicionalmente enemigos nuestros, pero el grupo que llegó a nuestro territorio en la época de él tatarabuelo de Jacob… era diferente. No cazaban como lo hacían los demás y no debían de ser un peligro para la tribu, por lo que mi antepasado llegó a un acuerdo con ellos. No los delataríamos a los rostros pálidos si prometían mantenerse lejos de nuestras tierras.
Me guiñó un ojo. Ahora la que estaba de coqueta era ella.
—Si no eran peligrosos, ¿por qué...? —intenté comprender al tiempo que me esforzaba por ocultarle lo seriamente que me estaba tomando esta historia de fantasmas.
—Siempre existe un riesgo para los humanos que están cerca de los fríos, incluso si son civilizados como ocurría con este clan —instiló un evidente tono de amenaza en su voz de forma deliberada—. Nunca se sabe cuándo van a tener demasiada sed como para soportarla.
— ¿A qué te refieres con eso de «civilizados»?—pregunte y ahora me estaba costando mas fingir.
—Sostienen que no cazan hombres. Supuestamente son capaces de sustituir a los animales como presas en lugar de hombres.
Intenté conferir a mi voz un tono lo más casual posible.
— ¿Y cómo encajan los Cullen en todo esto? ¿Se parecen a los fríos que conoció el tatarabuelo de Jacob?
—No —hizo una pausa dramática—. Son los mismos.
Debió de creer que la expresión de mi rostro estaba provocada por el pánico causado por su historia. Sonrió complacida y continuó:
—Ahora son más, otro macho y una hembra nueva, pero el resto son los mismos. Los mismos…La tribu ya conocía a su líder, Carlisle, en tiempos de él antepasado de Jacob. Iba y venía por estas tierras incluso antes de que llegara tu gente. Tiene consigo a una hembra que es de lo más rara…no es una de ellos, pero tampoco es humana. No se sabe a ciencia cierta la abominación que sea ella.
Reprimió una sonrisa.
— ¿Y qué son? ¿Qué son los fríos? ¿Quién es la abominación de la que me hablas? ¿Cómo es eso de que no es una de ellos y tampoco una de nosotros?
Sonrió sombríamente.
—Bebedores de sangre —replicó con voz estremecedora—. Tu gente los llama vampiros.
Permanecí contemplando el mar encrespado, no muy seguro de lo que reflejaba mi rostro. No podía ser cierto…no tenía que ser cierto

—Se te ha puesto la carne de gallina —rió encantada.
—Eres un estupenda narradora de historias —le felicité sin apartar la vista del oleaje.
—El tema es un poco fantasioso, ¿no? Me pregunto por qué papá no quiere que hablemos con nadie del asunto. Ya sabes según dice que todo esto es cierto…pero yo no me lo creo. No se lo digas a nadie…te lo pido, aun menos no le digas a nadie que yo te lo conté.
Aún no lograba controlar la expresión del rostro lo suficiente como para mirarle.
—No te preocupes. No te voy a delatar.
—Supongo que acabo de violar el tratado —se rió.
—Me llevaré el secreto a la tumba —le prometí, y entonces me estremecí.
—En serio, no le digas nada a Charlie. Se puso hecho una furia con mi padre cuando descubrió que algunos de nosotros no íbamos al hospital desde que el doctor Cullen comenzó a trabajar allí.
—No lo haré, por supuesto que no.
— ¿Qué? ¿Crees que somos un puñado de nativos supersticiosos? —preguntó con voz juguetona, pero con un deje de precaución. Yo aún no había apartado los ojos del mar, por lo que me giré y le sonreí con la mayor normalidad posible.
—No. Creo que eres muy buena contando historias de miedo. Aún tengo los pelos de punta. Creo que esta noche no voy a pegar el ojo.
—Genial.
Sonrió. Entonces el entrechocar de los guijarros nos alertó de que alguien se acercaba. Giramos las cabezas al mismo tiempo para ver a Jessica y a Mike caminando en nuestra dirección a unos cuarenta y cinco metros.

—Ah, estás ahí, Edward —gritó Jessica aliviada mientras se acercaba.
— ¿Esa es tu novia? —preguntó Leah, alertada por los celos de la voz de Jessica. Me sorprendió que resultasen tan obvios los celos de Jess.
—No, definitivamente no —susurré.
Le estaba tremendamente agradecida a Leah y deseosa de hacerla lo más feliz posible. Le guiñé el ojo, girándome de espaldas con cuidado antes de hacerlo. Ella sonrió.
—Cuando tenga el auto —comenzó.
—Tienes que venir a verme a Forks. Podríamos salir alguna vez —me sentí culpable al decir esto, sabiendo que la había utilizado, pero Leah me gustaba de verdad. Era alguien de quien podía ser amigo con facilidad. Por lo menos tendría que llevarla al cine o a cenar uno de estos días.
Jessica llegó a nuestra altura, con Mike aún a pocos pasos detrás. Vi cómo evaluaba a Leah con la mirada y no pareció nada satisfecha es mas su mirada reflejaba los celos a todo ardor.
— ¿Dónde has estado? —me preguntó pese a tener la respuesta delante de él.
—Leah me acaba de contar algunas historias locales —le dije voluntariamente—. Ha sido muy interesante.

Sonreí a Leah con afecto y ella me devolvió la sonrisa.
—Bueno —Jessica hizo una pausa, reevaluando la situación al comprobar nuestra complicidad—su respiración era agitada a causa de la rabia—. Estamos recogiendo. Parece que pronto va a empezar a llover, ven Edward…vámonos. —volvió a decir Jessica posesivamente.
Todos alzamos la mirada al cielo encapotado. Sin duda, estaba a punto de llover.
—De acuerdo —me levanté de un salto—, voy.
—Ha sido un placer volver a verte —dijo Leah, burlándose un poco de Jessica.
—La verdad es que sí. La próxima vez que Charlie baje a ver a Billy o a Harry, yo también vendré —prometí.
Su sonrisa se ensanchó.
—Eso sería estupendo.
—Y gracias —añadí de corazón. —Espero que salgamos algún día.
—Eso dalo por hecho—dijo ella mientras veía como nos alejábamos.

Me calé la capucha en cuanto empezamos a andar con paso firme entre las rocas hacia el aparcamiento. Habían comenzado a caer unas cuantas gotas, formando marcas oscuras sobre las rocas en las que impactaban. Cuando llegamos al coche de Mike, los otros ya regresaban de vuelta, cargando con todo. Me deslicé al asiento trasero junto a Angela y Tyler, anunciando que ya había gozado de mi turno junto a la ventanilla. Además era porque no quería sentarme al lado de Lauren y su fastidiosa amiga de nuevo.

Angela se limitó a mirar por la ventana a la creciente tormenta, por lo que sólo pude reclinar la cabeza sobre el asiento, cerrar los ojos e intentar no pensar con todas mis fuerzas. Eso era lo único que no quería hacer ahora…no pensar en nada ni en nadie.

Se vienen grandes cambios a The Twilight Saga!


Si asi como lo ven! se viene grandes cambios tanto para la produccion como para el elenco!
Osea WTF! (disculpen mi lenguaje)
Como pudieron sacar a Rachelle !!!!!! casi me muero cuando lei la noticia! y ahora se SUPONE QUE VAN A PONER A OTRA DE VICTORIA??? NO FRIEGUEN!
Y a se que la noticia nada que ver con el blog, pero es que me indigana que haya eso, los de Summitt deberian estar muertos de miedo , pues la furia de cientos de Twilighters se les viene encima!
que decpcion, no esperaba esto...pobre Rachelle!! ojala y los tontos de Summitt se arrepientan de esta decisison!
Porfa fimen todas las peticiones que vean a favor de Rachelle Le Fevre.

jueves, 30 de julio de 2009

Bienvenida Ingrid!!!!!!!!!



AL FIN UNA AYUDANTE!


Ya se que el blog es pequeño y como que no hay muchos seguidores! pero a los que saben de la existencia de este blog/fic les tengo una sorpresa!


ingrid se nos ha unido! ella me colaborara con algunas cosas del blog! y me ayudara a escribir algunos capitulos!


ya les digo! ella es una excelente escritora!!!!


Tiene las mejores ideas que yo haya visto! Y ESO...QUE SEGURO Y TIENE MAS POTENCIAL DEL QUE YO ME IMAGINO...


una vez más te digo:


BIENVENIDA INGRID!

Capitulo #5 "Grupo Sanguineo" Parte 2

Parte #2

"Grupo Sanguineo"

Ella no sabía en qué magnitudes catastróficas me había afectado el “te veré luego”…esa noche no iba a dormir de tanto pensar. Me dirigí a clase en silencio solo el golpeteo acompasado de mi corazón me acompañaba. Tuve suerte el señor Banner no había llegado a un. Me instalé rápidamente en mi asiento, consciente de que tanto Jessica como Ángela no dejaban de mirarme. Jessica parecía resentida y Ángela sorprendida.

Entonces entró en clase el señor Banner y llamó al orden a los alumnos. Hacía equilibrios para sostener en brazos unas cajitas de cartón. Las soltó encima de la mesa de Jessica y le dijo que comenzara a distribuirlas por la clase.

—De acuerdo, chicos, quiero que todos tomen un objeto de las cajas.

El sonido estridente de los guantes de goma contra sus muñecas hizo que mi cerebro reaccionara rápidamente y anotara la frase “peligro” en todo mi sistema nervioso.

—*El primero contiene una tarjeta de identificación del grupo sanguíneo —continuó mientras tomaba una tarjeta blanca con las cuatro esquinas marcadas y la exhibía—. En segundo lugar, tenemos un aplacador de cuatro puntas —sostuvo en alto algo similar a un peine sin dientes—. El tercer objeto es una micro—lanceta esterilizada —alzó una minúscula pieza de plástico azul y la abrió. La aguja de la lanceta era invisible a esa distancia, pero se me hizo un nudo en la garganta.

—Voy a pasar con un cuentagotas con suero para preparar vuestras tarjetas, de modo que, por favor, no empecéis hasta que pase yo... —comenzó de nuevo por la mesa de Jessica, depositando con esmero una gota de agua en cada una de las cuatro esquinas—. Luego, con cuidado, quiero que os pinchéis un dedo con la lanceta.

— ¡¡¡ ¿Qué?!!! —grito toda la clase.

Tomó la mano de Jessica y le punzó la yema del dedo corazón con la punta de la lanceta. Oh, no. Un sudor viscoso me cubrió la frente. De pronto todo me volvió a dar vueltas. Y con eso vinieron las voces.

está loco… ¿este viejo quiere matarnos o qué?

suena interesante, creo que lo hare.

Ni de guasa…jamás voy a hacer eso.

Las voces se iban intensificando mas y mas…en una de esas creí escuchar la de Mike…pero seguro seria solo mi imaginación el estaba atento mirando a el profesor sin siquiera abrir la boca.

Viejo…hoy tenemos bádminton, ¡necesitamos energía!

—Depositad una gotita de sangre en cada una de las puntas —hizo una demostración. Apretó el dedo de Jessica hasta que fluyó la sangre.

—Ouch—dijo ella haciendo una mueca de dolor exagerada. Jaja, no ha dolido nada.

—Y bueno, quien quiere ser el siguiente. —dijo el profesor Banner.

En ese instante alguien se desplomo a mi lado, era Angela que ahora lucia mas pálida que el papel pero eso no era nada a comparación de el color de los hermanos de Bella.

Instintivamente acudí rápidamente hacia ella y la cargue, el profesor Banner me dijo que la llevara urgentemente a la enfermería. Jessica me acompaño.

Como todo paso tan rápido y la adrenalina de la preocupación estaba a flote. Ni me di cuenta de que estábamos en la oficina. Yo llevaba a Angela dando zancadas delante del mostrador frontal en dirección a la puerta de la enfermería. La señora Cope, la recepcionista de rostro rubicundo, corrió delante de mí y Jessica para mantener la puerta abierta. La atónita enfermera, una dulce abuelita, levantó los ojos de la novela que leía mientras que yo llevaba a Angela en volandas dentro de la habitación y la depositaba con suavidad encima del crujiente papel que cubría el colchón de vinilo marrón del único catre. Luego me coloqué contra la pared aun queriendo calmarme entonces Jessica vino y me tomo del brazo, al parecer ella estaba llorando.

—Solo ha sufrido un leve desmayo — la tranquilizó la sobresaltada enfermera—. ¿En Biología están haciendo la prueba del Rh no es cierto? —nos pregunto. Estos jóvenes de ahora, se desmayan con tanta facilidad.

Jessica y yo asentimos.

—Siempre le ocurre a alguien.

—Quédate tendida un minutito, cielo. Se pasará. —le dijo la enfermera a Angela cuando esta recobro el conocimiento.

—Que me ha pasado…—balbuceaba Angela aun desorientada

La enfermera le comenzó a preguntar a Angela una infinidad de cosas. Jessica seguía apoyada en mi hombro cuando de repente alguien entro en la recepción, y preguntó por mí, aquella voz la hubiera reconocido en cualquier lugar.

—Edward Masen —repitió Bella preocupada.

—Si esta aquí querida pero me temo que no puedes pasar—le respondió la señora Cope.

—Pero ¿Por qué? ¿El está bien? ¿Le sucedió algo? —preguntaba Bella autoritariamente. El tono en el que ella lo hacía hizo que mi corazón diera brincos de júbilo en mi pecho.

— ¿Eso es todo? —pregunte a la enfermera. Ella entendió muy bien a donde quería llegar.

—Puedes regresar a clase —dijo la enfermera.

—Se supone que él y yo nos tenemos que quedar con Angela —le contestó Jessica con aquel tono suyo tan autoritario que la enfermera, aunque frunció los labios, no discutió más.

—Voy a traerte un poco de hielo para la frente, cariño —le dijo a Angela, y luego salió bulliciosamente de la habitación.

—Jess, deja que él se vaya…tú te puedes quedar conmigo. —dijo débilmente Angela. El rostro de Jessica hizo una mueca de disgusto pero al final asintió.

— ¿Estás segura Angela? —le pregunté. Dentro de mí deseaba que ella dijera que ya me podía ir.

—Claro Edward, puedes irte…anda…ve—dijo y me guiño un ojo. ¿Habrá sabido Angela que Bella me esperaba en el pasillo?

—Cuídate Angela…nos vemos luego Jess—dije mientras me dirigía hacia la puerta. Creí escuchar unas palabras de Jessica pero seguro y fue mi imaginación.

Al llegar a la recepción vi a Bella esperándome impaciente, me miro de arriba para abajo como si estuviera haciéndome un examen visual a fondo, cosa que me incomodo muchísimo y ella lo noto.

—Lo siento—dijo ella avergonzada.

—Tenías razón —le dije.

—Suelo tenerla, ¿sobre qué tema en particular en esta ocasión? —me dijo ella ahora más calmada.

—A veces faltar a clases es saludable.

—Ahí fuera hubo un momento en que me asustaste —admitió después de hacer una pausa. La voz sonaba como si confesara una humillante debilidad—. Creí que habías muerto y que la señora Cope me ocultaba tu cadáver.

—Ja, ja.

Continué mirándola.

—Lo cierto es que he visto cadáveres con mejor aspecto. Me preocupaba que tuviera que vengar tu asesinato. —dijo ella en un tono bastante desconcertante. —Estas tan pálido.

— Pero la verdad es que a mí no me paso nada, la que ha sufrido un desmayo a sido Angela Webber. Ya sebes me ofrecí a traerla y Jessica me acompaño

—Ella me odia por completo —dijo Bella alegremente.

—No lo puedes saber, tú no lees la mente. —le dije pero luego me pregunte si tal vez ella podía.

—Te lo aseguro, solo basta ver cómo me mira cuando estoy cerca de ti.

— ¿Cómo es que supiste de todo esto? Creí que te habías ido.

—Estaba en mi coche escuchando un CD. Muy buen CD, debo agregar.

Aquella respuesta tan sencilla me sorprendió.

Oí la puerta y abrí los ojos para ver a la enfermera con una compresa fría en la mano.

—Ahí viene otro — le avise, cuando me di cuenta de que traían Mike y Eric a Ben Cheney.

—Vaya, me alegra no haber ido a clases hoy—exclamo Bella mientras veía como Cheney era introducido a la recepción.

—y eso… ¿Acaso le tienes miedo a la sangre? —le dije entre risas, al parecer a ella no le pareció gracioso.

—No—respondió secamente.

—Lo siento—dije avergonzado—no quise ofenderte.

—Oh, no me ofendes en lo absoluto—dijo ella rápidamente.

La verdad es que cuando Bella se ponía nerviosa o se alteraba se veía más linda. ¿Podría haber alguien más hermosa que Bella en el mundo?...no al parecer, no.

—Bueno, creo que debo volver a clase—añadí sin ánimo.

—Pero…y si te pasa algo—dijo Bella desesperada.

—Que me va a pasar…Bella, es solo sangre. —dije sonriendo.

—Preferiría que no fueras a clase hoy. Bueno hazme caso por lo menos esta vez Masen.

—En primer lugar, soy Edward. E-D-W-A-R-D— le recordé algo molesto—odio que me digan Masen. ¿Te gustaría que te dijera Isabella todo el tiempo?

Ella solo sonrió y afirmo.

—Está bien, Edward, ya no te diré Masen. Pero pobre de ti que me digas Isabella—me amenazo juguetonamente.

—Bueno, ya que no quieres que vaya a clase ¿Qué hacemos? —pregunte dudoso.

—Ven, acompáñame—dijo ella mientras me tomaba de la mano y me conducía hacia afuera. Su toque fue gélido a pesar de los guantes de lana que traía puestos.

Me llevó al estacionamiento y nos dirigimos en dirección de su lujoso coche. La lluvia caía torrencialmente. Típico de Forks.

— ¿A dónde me llevas Bella? —pregunte temeroso porque ella se enfermara bajo aquel mangón que ahora nos mojaba.

—Tranquilo, nada te va a pasar. Bueno si quieres nos quedamos aquí. —me respondió ella. Al menos me dio opción de elegir.

—No, vamos. Pero no nos alejaremos del instituto ¿no? —pregunte buscando con la mirada a mi viejo, pero especial monovolumen.

— ¿Tienes miedo que te lo roben? Creo que más cosas hallarían y ganarían robando chatarra —dijo ella burlescamente. Eso me enfado. Odiaba que bromearan con mis cosas.

—Bella—respondí enfadado—yo no tengo todo el dinero que tú tienes, yo no puedo comprar un Mercedez de último modelo ya que mis recursos son limitados—mi respiración se hizo irregular, cielos no podía creer que ese tonto comentario me haya enfadado tanto—Busca mejor a otra persona para tus escapadas de clase.

—Lo siento—murmuro ella sonriendo. Eso me enfado mucho más. Así que me separe de su agarre y me dirigí hacia mi coche.

—Edward, espera—grito ella detrás de mí.

A parte de que se burlaba de mi coche… ¿tenía ella el descaro de pedirme que la acompañara a nose donde?...eso era pasarse de la raya.

Gracias a mi velocidad llegue antes a mi coche, voltee y vi que ella venia siguiéndome. Trate de subirme a la cabina lo más rápido posible para que ella no pudiera impedirme la huida.

—Edward. —Gritaba ella a lo lejos. De pronto tropezó con una gran piedra. Hasta el más ciego hubiera podido esquivar esa piedra. Me sorprendió mi reacción, me baje rápidamente del monovolumen y me dirigí hacia donde estaba ella.

—Bella, Dios santo ¿estás bien? —pregunte angustiado, levantándola del suelo.

—Si estoy bien, Edward…lo que pasa es que soy algo descoordinada…nada del otro mundo—decía ella mientras sacudía las manchas de agua negruzca marcadas en sus jeans.

—Dios, me asustaste Isabella. Creí que te habías lastimado.

— ¿Isabella? —me dijo ella mirándome con enfado.

—Lo siento, Bella—me corregí—No me lo puedo creer. —sonreí mientras le ayudaba a acomodarse sus cabellos. Eso la hizo sonrojarse. Bueno al menos hizo que ella tomara algo de color.

— ¿Qué es lo que no te puedes creer? —inquirió ella.

—Que tú me salves de furgonetas con tu súper fuerza y todo eso…pero a la hora de caminar seas un desastre.

—Ja, ja. Ja—dijo ella.

—Bueno…lo mejor será que me vaya a casa—dije con desgano.

—Nada de eso…vendrás conmigo—dijo ella sujetándome de mi chaqueta. Asentí porque sabía que una pelea con ella era cosa de nunca acabar.

—Pero luego volvemos por mi auto ¿Te parece?

—No te preocupes, le diré a Alice que lo recoja y te lo lleve—dijo ella feliz.

—Bueno. No tenía nada que perder.

Me subí a su coche con la ropa totalmente empapada, hasta me daba vergüenza sentarme en aquel magnifico coche negro azabache y mojarlo.

—No te preocupes, siéntate con confianza—dijo ella una vez que hubo entrado en el coche.

—Claro—respondí automáticamente. Allí dentro todo era cálido y confortable, mi piel helada por la lluvia ahora se estaba calentando. Ella miraba hacia la carretera mientras me llevaba a no sé dónde. No estaba asustado, el estar con ella hacía que me sintiera bien, muy bien. Por lo menos con ella no había voces.

—Cuéntame algo sobre ti—dijo ella en tono autoritario. La mire unos segundos…su rostro estaba tenso pero aun así estaba hermosa. Era imposible no reaccionar ante la belleza de Bella. La lluvia emborronaba todo el paisaje más allá de la ventanilla hasta convertirlo en una mancha de tonalidades grises y verdes. Comencé a darme cuenta de lo rápido que íbamos, pero, no obstante, el coche se movía con tal firmeza y estabilidad que no notaba la velocidad, salvo por lo deprisa que dejábamos atrás el pueblo. Ella esperaba impaciente mi respuesta, así que comencé:

—Bueno, soy un muchacho cualquiera…vengo de Arizona soy algo tímido con la gente que no conozco…pero mi problema es que a veces hablo mucho, demasiado por así decirlo. Mis mejores amigos en todo el mundo son Steve y Nicholas, los conozco desde siempre—me estremecí ante el recuerdo de mi tosca infancia.

— ¿Te llevas bien como tu madre? ¿Cómo es ella? —pregunto Bella. Me di cuenta de que íbamos en dirección de la casa de Charlie…esto se me hacía muy raro.

—Mi madre es…no se… una madre…es buena, cariñosa…algunas veces hace cosas tontas y sin sentido, pero es la mejor persona que conozco—un sentimiento de tristeza paso por mi pecho—Mi madre luce casi como yo, solo que en versión femenina…tiene los ojos azules y tiene mi mismo color de cabello…es alta, es bueno que mas quieres que te diga—sonreí a medias.

—Edward, ¿Alguna vez alguien te dijo que tienes la sonrisa torcida? —me pregunto ella mirándome fijamente a la cara.

—Bueno…eres la primera que me lo dice—respondí.

—Volviendo al tema de tu madre… ¿Por qué ya no estás con ella? ¿Por qué te viniste a vivir a Forks?

—Pues porque mi madre se volvió a casar…y bueno ella no era feliz porque su esposo, Phil, casi nunca paraba en casa ya que él es jugador de beisbol…mi madre no podía acompañarlo nunca a sus entrenamientos ni a sus viajes de temporada ya que yo me quedaría solo en casa, bueno eso según ella.

—Por eso decidiste venir a vivir a Forks, para que tu madre se fuera de viaje con Phil. Eso me parece injusto—dijo ella meneando la cabeza en señal de desaprobación.

— ¿Injusto? —dije extrañado.

—Sí. Ahora el infeliz eres tú, ahora tu mamá es feliz…pero a qué precio.

Aquel comentario me molesto, pero trate de ocultarlo. No era momento de pelear con Bella.

—. Quiero que sea feliz, y Phil es lo que ella quiere… supongo que así es el amor—mire de soslayo. Ya nos habíamos detenido. Como pensé… en frente de mi casa.

—Eso es muy generoso por tu parte... Me pregunto... —murmuró ella.

— ¿El qué? —pregunté.

— ¿Tendría ella esa misma cortesía contigo, sin importarle tu elección? —el tono de su voz su claro y conciso. La sinceridad de sus preguntas me daba miedo.

Nuestras miradas se encontraron.

—Eso creo, bueno nose…tal vez me equivoque, pero, después de todo, ella es la madre. Es un poquito diferente. —reflexione ante mis propias palabras.

—Entonces, nadie que se extravagante —se burló y se mordió el labio inferior.

Le respondí con una gran sonrisa.

— ¿A qué te refieres con extravagante? ¿Con pelucas coloridas y con demasiado maquillaje? ¿ o chicas góticas?

—Supongo que ésa es una posible definición.

— Y bueno… ¿Cuál es la tuya? —le pregunte ansioso por conocer la respuesta.

Pero ignoró mi pregunta y me respondió con otra.

— ¿Crees que puedo llegar a ser extravagante?

Enarcó una ceja. El tenue rastro de una sonrisa iluminó su rostro. Vaya que se veía terriblemente hermosa cuando sonreía así.

—Eh... Creo que puedes hacerlo si te lo propones y le echas mucho esfuerzo.

— ¿Ahora luzco extravagante?

Yo respondí rápidamente. Ella jamás seria extravagante, ella era demasiado fina y hermosa para serlo.

—No.

La sonrisa reapareció e iluminó su delicado rostro.

—Bueno, ¿vas a contarme algo de tu familia? —pregunté para distraerla—. Debe de ser una historia mucho más interesante que la mía.

Se puso tensa de inmediato. Creo que debí callarme, pensé.

— ¿Qué es lo que quieres saber?

— ¿Te adoptaron los Cullen? —pregunté para comprobar el hecho.

—Sí.

Vacilé unos momentos. — ¿Qué les ocurrió a tu padres?

—No lo sé…y no es que esta emocionada con saberlo —contestó con toda naturalidad.

—Lo siento, no fue mi intención preguntarte algo que te lastimara —murmuré.

—En realidad, no me lastima. Carlisle y Esme llevan siendo mis padres desde hace mucho tiempo y no concibo la idea de otros padres mejores que ellos dos.

—Y tú los quieres mucho —no era una pregunta. Resultaba obvio por el modo en que hablaba de ellos.

—Sí —sonrió —Ellos son los mejores del universo.

—Eres muy afortunada, tienes padres tan buenos y que seguro te aman mucho. —afirmé.

—Sé que lo soy.

— ¿Y tus hermanos?

Lanzó una mirada al reloj del salpicadero.

—A propósito, mis hermanos se van a molestar bastante si tienen que esperarme parados bajo la lluvia…en especial Rosalie.

—Oh, lo siento. Supongo que debes irte. —dije apesumbrado y rápidamente me acomode mi cabello mojado.

—Y tú probablemente quieres recuperar el coche antes de que el jefe de policía Masen vuelva a casa para no tener que contarle sobre tu fuga del instituto.

Me sonrió.

—Ya lo debe de saber. En Forks no existen los secretos —suspiré. Me esperaba una buena regañiza.

Rompió a reír. La risa de Bella era como escuchar el hermoso canto de los pájaros.

—Diviértete en la playa... Que tengáis buen tiempo para tomar el sol...ya que estas muy pálido —me deseó mientras miraba las cortinas de lluvia. ¿Cómo se entero lo de la playa?

— ¿No te voy a ver mañana?

—No. Alice y yo vamos a adelantar el fin de semana. Ya sabes cosas de chicas.

— ¿Qué es lo que vais a hacer? Van de compras o a algo más.

Un amigo puede preguntar ese tipo de cosas, ¿no?

Esperaba que mi voz no dejara traslucir mi preocupación.

—Nos vamos de excursión al bosque de Goat Rocks, al sur del monte Rainier.

—Ah, vaya, diviértete.

—Claro que lo hare, no te preocupes—dijo ella burlonamente.

— ¿Querrías hacer algo por mí este fin de semana?

Asintió confundida.

—No te ofendas, pero pareces ser una de esas personas que atraen los accidentes como un imán. Así que...por favor…no hagas nada estúpido.

Esbozó una sonrisa malévola.

—Veré qué puedo hacer —contesto divertidamente, mientras yo salía del Mercedez bajo la lluvia de un salto. Mire al coche con enojo. Aun le traía ganas a ese coche…algún día me las pagaría. Bella aún seguía sonriendo cuando se alejó al volante de su coche.

miércoles, 29 de julio de 2009

Capitulo #5 "Grupo Sanguineo"- Primera parte.

Capitulo # 5

“Grupo Sanguíneo”



Ni siquiera supe de que había sido la clase de literatura…aun seguía en shock. El profesor Masón se encontraba irritado por mi extraña actitud. Al termino de la clase el profesor no me quitaba el ojo de enzima.-Y yo que pensé que este era un buen chico…ya veo que lo malandrín* se le pega a todos algún día-

Al terminar la clase el profesor Masón se fue dando un portazo, ¿Es que nadie había prestado atención o qué?

Angela y yo caminamos hacia la clase de español, Angela era una persona agradable, se podía decir que de todo nuestro “grupo” Angela era la que mejor me caía. Estábamos platicando animadamente cuando oímos a alguien gritando nuestros nombres por detrás.

— ¡Edward, Angela esperen! —dijo Jessica agitada, pues al parecer había venido corriendo hacia nosotros.

—Shhh, Jess—le dijo Angela avergonzada—no tienes que venir hacia nosotros gritando como una loca. El tono en el que Angela hablo hizo que yo soltara una pequeña risa, y esto provoco el sonrojo exagerado de Jessica.

—Lo siento, es que Mike me venía siguiendo y no supe que mas podía hacer…—admitió ella.

—Jess, dejar un chico así como así es de muy mal gusto, y mira que te si tu me hicieras eso a mi yo no te volvería a dirigir la palabra nunca—la reprendí amistosamente mientras ella miraba hacia el suelo.

—Sí, lo sé…te prometo no volver a hacerlo…—si fueras tu…yo jamás te dejaría plantado. Jessica volvió a sonrojarse.

—Jess, Jess… que voy a hacer contigo—dije meneando la cabeza.

—Podrías invitarme a cenar o es mas podrías a acompañarnos a la playa este fin de semana. Aunque ya sabes es Mike el que está organizando el viaje…pero podemos llevar a un invitado, yo te escojo a ti—me dijo ella mientras me sujetaba del brazo ante la atenta mirada de Angela.

—Jess no se vale…eres una tramposa—dijo Angela al oído de Jessica. Lástima que ellas no sabían de lo fino que era mi oído. Eres una tramposa Jessica Stanley…sabias que yo lo iba a invitar.

— Y a mí que me importa—susurró Jessica.

—Chicas si no nos apresuramos la Profesora Ramírez nos va a poner falta—dije tratando de apaciguar los ánimos entre Jess y Angela.

En la entrada del salón nos encontramos con Mike que sorprendentemente había llegado antes que nosotros, Jessica agacho la cabeza… y miro hacia otra dirección y fingió estar platicando con Angela. Mike hizo como si no mirara a Jessica, prácticamente la ignoro y comenzó a hablar sobre la excursión a la playa, hablaba entusiasmado sobre el informe del tiempo para el fin de semana. Simulé interés, la verdad es que nunca me intereso mucho salir de camping y esas cosas. Lo único que me quedaba sería negarme a acompañarlos. Resultaría difícil; fuera como fuera Jessica no me permitiría decir un NO.

La clase paso sin inconvenientes…en sin la clase se me hizo aburrida, claro que pensé que debido al hecho que yo hablaba español con una fluidez sorprendente para alguien de mi edad. Me pase la clase entera pensando en ella. En Bella.

Resultaba difícil creer que las palabras de Bella y la forma en que me miraba no fueran fruto de mi imaginación. Tal vez sólo fuese un sueño muy convincente que confundía con la realidad. Que yo le gustara aquel ángel se me hacía cada vez más imposible de imaginar. La hora se me hizo interminable…me encontraba ansioso e impaciente… ¿y si todo lo que había pasado en el estacionamiento había sido nada más que un producto de mi extensa y fructífera imaginación? Me negaba a creer que hubiera sido así. Tenía que haber sido real.

Por eso estaba tan impaciente y asustado al entrar en la cafetería con Jessica y los otros. Le quería ver el rostro a Bella para verificar si volvía a ser la persona indiferente y frívola que se sentaba conmigo en Biología o, si por algún milagro, de verdad había oído lo que creía haber oído esa mañana. Jessica cotorreaba sin cesar sobre sus planes para el baile a pesar de que se le hacia muy molesto ir con Mike…chicas…fue lo único que pensé.

Un flujo de desencanto recorrió mi ser cuando de forma infalible miré a la mesa de los Cullen. Los otros cuatro hermanos estaban ahí, pero ella no.

¿Se habría ido su casa? ¿Fue todo un sueño o una alucinación? Decepcionando me puse a la cola detrás de Jessica. Había perdido el apetito y sólo compré una pequeña botella de jugo de limón. Únicamente quería sentarme y enfadarme conmigo mismo por hacerme tontas ilusiones.

—Isabella Cullen te vuelve a mirar —dijo Jessica en tono molesto; interrumpió mi distracción al pronunciar su nombre—. Me pregunto por qué se sienta sola hoy, eso es muy raro si me lo preguntas.

Volví bruscamente la cabeza y seguí la dirección de su mirada para ver a Bella, con su sonrisa dulce y tierna, que me observaba desde una mesa vacía en el extremo opuesto de la cafetería al que solía sentarse. Una vez atraída mi atención, alzó la mano para indicarme que la acompañara. Me guiñó el ojo cuando la miré incrédulo. Sentí que me mi boca estaba abierta y no mostraba noticias de volver a cerrarse.

— ¿Se refiere a ti?...maldita Isabella…por qué no te vas a sentar con tus raros hermanos y dejas a Edward en paz —preguntó Jessica con celos. El tono de ella era más molesto que otra cosa.

—Puede que necesite ayuda con los deberes de Biología…ya sabes, es que creo que es algo lenta para eso —musité para contentarla—. Eh, será mejor que vaya a ver qué quiere.

—Pero Edward…—murmuro Jessica reteniéndome del brazo cosa que me irrito en grado sumo.

—Vamos Jess, ni que Edward fuera de tu propiedad o algo parecido—intervino Mike. Le dedique una mirada de agradecimiento. Jessica solo soltó mi brazo bruscamente y me dejo libre.

Pude sentir cómo me miraba al alejarme. Su mirada me traspaso como una espada de doble filo, pero después de todo yo no era propiedad de Jessica. Ella no podía controlar con quien o con quien no salía. Al fin llegue a la mesa en donde se encontraba Bella.

Inseguro y nervioso, me quedé de pie detrás de la silla que había enfrente de Bella al llegar a su mesa. Me quede parado como idiota.

— ¿Qué no te vas a sentar? —me preguntó con una sonrisa. Estaba de buen humor…raro en ella pensé.

Lo hice de inmediato, contemplándola con precaución. Seguía sonriendo. Resultaba difícil concebir que existiera alguien tan hermosa. Ella debía de esperar que yo comentara algo…al ver que mi boca no se abriría suspiro con pesar y por fin conseguí decir:

—Esto es diferente. No sabes cuan diferente.

—Bueno— hizo una pausa y el resto de las palabras salieron de forma precipitada. —Decidí que ya no me preocuparía por nadie más que no fuera yo…y si esas decisiones me llevan al infierno, bueno ya tengo 17 ¿no? Tengo derecho a cometer errores…si eso me hace una mala persona me da igual.

Esperé a que dijera algo coherente. La mire de reojo y le sonreí…Transcurrieron unos segundos y después le indiqué:

—Sabes que no sé de qué demonios estás hablando ¿no?-dije y volví a sonreír

—Cierto —volvió dijo ella y cambió de tema—. Creo que tus amigos se han enojado conmigo por haberte raptado. En especial tu novia…es linda pero muy dominante si me lo preguntas—dijo y luego agacho la mirada.

—Sobrevivirán. Además no creo que a Jessica le importe—dije con un acentuado tono de diversión.

— ¿Siempre son así? —dijo ella ahora enojada mirando atrás de mí.

— ¿Qué? —dije sonriendo.

—Tus amigos y tu novia te están mirando—resopló.

Sentía los ojos de todos ellos clavados en mi espalda.

—No soy propiedad de ellos y menos de Jessica…sabes… ella no tiene por qué estar enojada. Además como tu dijiste soy tu prisionero, pero eso acabara cuando la hora de almuerzo acabe, así que te veras forzada a liberarme—dije con confianza, al parecer todo el nerviosismo en mi había desaparecido.

—Aunque es posible que no quiera liberarte —dijo con un brillo pícaro en sus ojos. Tragué saliva y se rió. —Pareces preocupado Edward... ¿será que te intimido?

—No —respondí, mi voz no me desengaño se mantuvo firme—. Más bien me sorprendes. ¿A qué se debe este cambio? Yo creí que me odiabas.

—Ya te lo dije... Me he hartado de permanecer lejos de ti, por lo que me he rendido. Seguía sonriendo, pero sus ojos de color marrón claro ahora estaban serios. Todo astibo de felicidad había desaparecido.

— ¿Cuándo me has dicho eso? —dije.

—Al parecer padeces de Alzheimer, Edward…se te olvida todo- dijo ella sonriendo.

—Sí. Eso me dicen todos…—dije—Bueno pero no te castigues tratarme mal no te hace mala persona…es mas siempre pensé que eras buena chica.

— ¿Sí?, pues ahora ya no voy a ser buena. Ahora voy a hacer lo que quiero, y que sea lo que tenga que ser.

Su sonrisa se desvaneció mientras se explicaba y el tono dulce de su voz se endureció.

—Y de nuevo no te capto la idea.

La seductora sonrisa reapareció. Ella me miro fijamente y se mordió el labio inferior…ohhh…eso si que la hacía más sexy de lo que ya era.

—Siempre digo demasiado cuando hablo contigo, ése es uno de los problemas. Soy demasiado parlanchina ¿no crees?

—No te preocupes... No me entero de nada…y hablando de parlanchines, ya lo habrás notado. Bienvenida a mi mundo —le repliqué secamente.

—Gracias por tu apoyo.

—Ya. Ahora seamos sinceros, ¿somos amigos ahora?

—Amigos... —meditó dubitativa.

—O no —musité temeroso.

Esbozó una amplia sonrisa.

—Bueno, supongo que podemos intentarlo, pero ahora te prevengo que no voy a ser una buena amiga para ti. En realidad no voy a ser de buena influencia y mucho menos de buena compañía.

El aviso oculto detrás de su sonrisa era real.

—Lo repites demasiado —recalqué al tiempo que mi mente vagaba por un mundo imaginario de ilusiones que no debían, por la seguridad de mi corazón, ser creadas. Aun así mantuve serena mi voz.

—Sí, porque no me escuchas Edward Masen. Sigo esperando que me creas. Si eres listo, me evitarás. Te lo advierto.

—Me parece que tú también te has formado tu propia opinión sobre mi mente preclara. Isabella, soy más astuto de lo que crees.

Cerré un poco mis ojos y ella sonrió disculpándose.

—En ese caso —me esforcé por resumir aquel confuso intercambio de frases—, hasta que yo sea “listo”... ¿Vamos a intentar ser amigos?...ya sabes por el bien de toda la clase.

—Eso parece casi correcto. Pero al parecer yo a la clase no le caigo muy bien que digamos.

Busqué con la mirada mis manos, en torno a la botella de limonada, sin saber qué hacer.

— ¿Qué pasa por tu mente ahora Masen? —preguntó con curiosidad.

Alcé la vista hasta esos profundos ojos marrones que me turbaban los sentidos y, como de costumbre, respondí la verdad:

—Intentaba averiguar qué eres. Ya sabes. Dije con la mirada gacha.

Su rostro se endureció de la rabia, pero consiguió mantener la sonrisa, no sin cierto esfuerzo.

— ¿Y has tenido fortuna en tus averiguaciones? —inquirió con desenvoltura.

—No demasiada…solo alguna que otra cosa —admití e hice un gesto con la mano.

Se rió entre dientes.

— ¿Qué teorías tienes?

Me sonrojé...ridículo pero cierto.

Durante el último mes había estado vacilando entre varios comics que había leído y varias películas se ciencia ficción sin casi nada de sentido. No había forma de admitir aquello eso solo lo tenía que saber yo y nadie más.

— ¿No me lo quieres decir? —preguntó, ladeando la cabeza con una sonrisa terriblemente tentadora y seductora.

Negué con la cabeza.

—Resulta demasiado vergonzoso hasta para mí.

—Eso es realmente frustrante, ya lo sabes —se quejó —Es de mala educación dejar a una dama con la duda ¿sabías, no?

—No —disentí rápidamente— no es frustrante en lo absoluto, al menos no para mí.

Hizo una mueca de disgusto. Ella me dio carta abierta para que me exprese así que no iba a desaprovecharlo.

—Además sabes que es frustrante- dije, ella quiso abrir la boca para objetar algo, pero yo inmediatamente comencé a hablar de nuevo—Lo frustrante es que te dejen impaciente esperando una respuesta que nunca iba a llegar y que después de un mes sin saber noticias de la supuesta persona “confiable”…esa persona vuelve y me dice o más bien me obliga a que le diga las teorías que tengo acerca de lo que pasó aquel día, yo me niego…y luego esa persona me dice que le resulta “frustrante” no saberlo…por favor.

—Tienes un poquito de mal genio, ¿verdad?- dijo ella sarcásticamente.

—Lo herede de mi madre.

Nos contemplamos el uno al otro sin sonreír.

Volvió a mirar por encima de mi hombro y se rió.

— ¿Qué? — dije a un molesto.

—Tu novia…parece que me va a comer viva…no te preocupes si me encuentras muerta en el baño de chicas— soltó una risa.

—Sabes que no se dé quien me hablas, que yo sepa llegué soltero a Forks y soltero aun sigo.

—Bueno…eso no lo sabía…espera tomare el dato—respondió ella fingiendo que lo anotaba en su mano. Bella se hacia la graciosa.

—Ja…ja…ja- dije fingiendo muy mal una risa.

—Sabes que fue gracioso.

—Oye te puedo hacer una pregunta sin que te molestes— solté, si no se lo decía ahora no lo iba a hacer nunca.

—Claro—respondió ella.

— ¿Cuándo decidas no hablarme de nuevo me lo podrías decir o que se yo…mandarme una nota o un mensaje de texto? —dije finalmente.

—Eso me parece muy justo. Solo a cambio de que tú me digas unas de tus teorías.

—Está bien—le dije, al fin y al cabo se lo tendría que decir de todos modos—Pero solo te diré una.

—Para mí eso suena excelente—dijo ella muy entusiasmada.

—He considerado…y dado al caso…de que tú eres…bueno tal vez vienes del espacio o que se yo tal vez es verdad que existen los Aliens. —estaba seguro de que mi cara estaba de un rojo tomate centellante. Su rostro se tenso…pero yo estaba seguro de que ella estaba conteniendo la risa.

—Que lastima—dijo ella imitando un tono de decepción.

— ¿Lastima? Y eso…

—Es que ni siquiera te acercaste…

— ¿Ni un poquito? ¿Nada de extraterrestres o Aliens?

—No…nada de eso.

—Bueno…entonces pensare en otras y luego te las digo.

—Vale, como tú prefieras.

—Y como está tu mano Bella… ¿ya no te duele? —le dije como para seguir con la conversación.

—No. Yo te dije que solo fue un rasguño…mi piel es bastante fuerte, más de lo que yo pensaba. —ella rápidamente callo. Seguro y no debió haberme dicho eso. Y claro con eso solo aumentaba mi curiosidad…y mis sospechas.

¿Qué piel puede resistir el golpe de una furgoneta? O más bien ¿Qué cuerpo lo podrías hacer?...yo claramente sabia la respuesta, y esa respuesta hizo que se me formara un nudo en el estomago…Ninguna persona podría sobrevivir a un golpe así.

Ella se dio cuenta de que había abierto una puerta para mis sospechas entonces me miro fijamente…intente apartar la vista pero ella me siguió…al parecer quería jugar…lo que ella no sabía es que yo era un experto en el jueguitos de las miradas. Así que le devolví la mirada.

Nos contemplamos en silencio, y nos miramos fijamente durante varios minutos…que para mi fueron horas. Rápidamente me di cuenta de que la cafetería esta casi vacía, al parecer no solo fueron minutos.

—Seguro y esta vez el Profesor Banner nos pone retraso, ven vamos—dije y quise tomarla de la mano pero rápidamente reaccione y no lo hice. Ella pareció decepcionada.

—No voy a ir a esta clase Edward, anda ve tu.

—Pero…

—Pero nada…ve, aunque… si quieres podrías hacerme compañía—su propuesta fue de lo mas tentadora, pero eso ya era demasiado, si esto seguía así comenzaría a enamorarme cada vez mas de Bella. Pero si ella no sentía lo mismo, el único herido iba a ser yo…eso no lo podía permitir.

—No…mejor voy a clases…—le dije en susurro.

—Como prefieras Masen—decía ella aun con el tono seductor—Te veré luego

lunes, 27 de julio de 2009

Capitulo #4 "Las Invitaciones"

Capitulo #4


“Las Invitaciones”


En un momento de la noche tuve un sueño de lo mas raro. no sabia si exactamente tenia que llamarle sueño... yo no soñaba, tenia pesadillas....

En mi sueño o pesadilla... la oscuridad era reinante principal, todo se encontraba cubierto de un negro carbón intenso, la única luz que había allí la desprendía una sola persona…una sola mujer...Bella…en mi sueño ella estaba parada en un claro del bosque de Forks, yo trataba de llegar hacia ella pero se me hacía imposible, por más que corriera con todas mis fuerzas nunca lograba siquiera estar cerca de ella, Bella me miraba impaciente pero de pronto la luz se apago y me encontré solo. Después de aquello, ella estuvo en mis sueños casi todas las noches, pero siempre lejos de mi…yo jamás lograba estar siquiera, cerca de ella.

El mes siguiente al accidente fue violento, tenso y, al menos al principio, embarazoso. Bella no volvió al instituto, se podría decir que desapareció del planeta, bueno desapareció de Forks.

Y yo para mi desgracia, me convertí en el foco de atención de todos a pesar de no haber sido el más afectado. Tyler Crowley volvió al instituto después de dos semanas desde aquel día del accidente. Jessica y Ángela se comportaban arrogantes entre ellas mismas, lo que me llevo a pensar en la decisión de alejarme por completo de ellas y para colmo de males me había ganado otra admiradora, Kate Williams, una jovencita de primer año, que ahora me seguía a todas partes. Al parecer me volví en el más popular del instituto cosa que no agradaba nada a Mike Newton, eso en vez de causarme miedo me causaba alegría, de verdad amaba ver la tonta cara de Newton irritada ya sea por el hecho de que yo le había ganado en popularidad o tal vez el hecho de que Jessica y yo estábamos cada vez más cercanos. No podía negarlo, Jessica era realmente hermosa, tenía una sonrisa amplia y los hoyuelos en sus mejillas la hacían lucir adorable, tenía una figura ideal sin ser demasiado gorda o demasiado delgada era…perfecta, pero su lindo rostro resultaba tonto cuando me sonreía cada vez que me veía…realmente era incomodo…me pregunte si alguna vez podría haber algo entre ella y yo… anote en mi cerebro esa idea para que no se me escapara, y es mas estaba seguro que la invitaría al cine la próxima semana. Pero el recuerdo de Bella no me dejaba pensar en aquello por las noches. Mis noches solo le pertenecían a ella…me pregunte si Bella tal vez habría sido imaginación mía…un recuerdo hermosos solo para mí. Lastimosamente no era verdad… pues sus perfectos hermanos seguían yendo al instituto.

Nadie pareció preocuparse de Bella, les había dicho a mis amigos que ella era la heroína en toda esta historia del accidente, pero a nadie parecía interesarle ella… todos mis amigos me decían que no le habían visto apartarme de nada, es más que ni le habían visto el día del accidente. Me preguntaba por qué a nadie le caería bien Bella y es más les resultara imposible creer que ella había sido capaz de salvar mi vida arriesgando la suya, ella arriesgo más que yo y sobre todo mas que Tyler aquel día…de forma increíble y casi maravillosa pero lo hizo…ella era la heroína y era ella la que se merecía las atenciones de todos. Con disgusto, comprendí que la causa más probable era que nadie estaba tan pendiente de Bella como yo. Nadie preguntaba por ella de la forma en que yo lo hacía. Un hecho que se me hizo

¡Ridículamente lamentable! Ella era tan linda, tan interesante…tan frágil y bueno ruda.

Luego de aquel mes de atenciones y mimos para mi, vi un hermoso coche negro aparcado en el estacionamiento…era un Mercedez Benz. Era el auto de ella…de Bella. Pensé que tal vez ella se dignaría esta vez en darme una explicación, pero yo estaba totalmente equivocado…ella ni siquiera me saludo cuando hubo entrado en clase de Biología, es mas alejo su silla lo más lejos posible de mi y me volteo el rostro en toda la clase, indignado tampoco me limite a intentar entablar una charla con ella. Nunca imagine que su rechazo me provocara tanto dolor, el dolor y el enojo era tan inmenso que a veces era remplazado con la ira y el rencor hacia ella.

Bella jamás se vio rodeada de espectadores curiosos que desearan oír la historia de primera mano. La gente la evitaba como de costumbre. Los Cullen y los Hale se sentaban en la misma mesa, como siempre, sin comer, hablando sólo entre sí. Ninguno de ellos, y ella menos, me miró ni una sola vez. De verdad que era de locos toda aquella situación.

Cuando se sentaba a mi lado en clase, tan lejos de mí como se lo permitía la mesa, como siempre solía hacerlo, no parecía ser consciente de mi presencia. Sólo de forma ocasional, cuando cerraba los puños de repente, con la piel, tensa sobre los nudillos, aún más blanca, me preguntaba si realmente me ignoraba tanto como aparentaba.

Deseaba no haberme apartado del camino de la furgoneta de Tyler. Esa era la única conclusión a la que podía llegar. Nadie en su sano juicio ignora y desprecia de tal manera como ella lo hacía conmigo.

Tenía mucho interés en hablar con ella, y lo intenté, Dios sabe que si lo hice…pero ella siempre huía de mi encuentro y de todo lo relacionado conmigo. La última vez que le vi, fuera de la sala de urgencias, los dos estábamos demasiado furiosos. Yo seguía enfadado porque no me confiaba la verdad a pesar de que había cumplido al pie de la letra mi parte del trato y no le había contado nada a nadie, a pesar de que ella merecía que yo la traicionara…por criterio y cortesía no lo hice…de mi boca jamás salieron palabras ofensivas para ella. Pero lo cierto es que me había salvado la vida, sin importar cómo lo hiciera, y aquella misma noche después del accidente, el calor de mi ira se desvaneció para convertirse en una respetuosa gratitud.

A la semana después de su llegada y de su total despreocupación hacia mi ocurrió algo. Al fin me había animado a ser yo el que diera el primer paso en nuestra rota relación.

Ya estaba sentada cuando entré en Biología, mirando al frente lucia hermosa. Me senté, esperando que se girara hacia mí. No dio señales de haberse percatado de mi presencia.

—Hola, Bella —dije en tono agradable para demostrarle que iba a comportarme y que estaba dispuesto a dar el primer paso en todo esto.

Volvió el rostro levemente hacia mí sin mirarme, asintió una vez y miró en la dirección opuesta. Con la maldita arrogancia y frivolidad de siempre.

Y ése fue el último contacto que había tenido con ella…todas las ganas de hacer las paces con ella se me eliminaron y fueron reemplazadas con el “Ojo por Ojo”, aunque todos los días estuviera ahí, a treinta centímetros. A veces, incapaz de contenerme, le miraba a cierta distancia, en la cafetería o en el aparcamiento. Contemplaba cómo sus ojos cafeces se oscurecían de forma evidente día a día, pero en clase no daba más muestras de saber de su existencia que las que él me mostraba a mí. Me sentía miserable y con demasiada lastima por ella. Y los sueños continuaron.

A pesar de mis mentiras descaradas, el tono de mis correos electrónicos alertó a Renée de mi tristeza y telefoneó unas cuantas veces, preocupada. Intenté convencerla de que sólo era el clima, que me aplanaba. Hasta Steve y Nicholas se habían dado cuenta de mi repentina depresión, cada vez que podía hablaba con ellos o les mandaba mensajes de texto por el celular, cierto día me llego uno de ellos que me impresiono de verdad.

Eddie:

Hermano ¿como estas?, estamos muy preocupados por ti, al parecer ya te has olvidado de nosotros…hace semanas que no nos llamas, y nos mantienes pegados a la computadora para ver si hay un e-mail tuyo…pero como es de costumbre NADA.

Edward, viejo de verdad que estamos preocupados.

No nos mandas mensajes ni de texto ni e-mails, que demonios te pasa hermano... ya has olvidados a este par de tontos?

aquí todo esta triste sin ti, te extrañamos.(suena GAY lo sé)

Vuelve Eddie, te lo pido nada vale tanto la pena. Tú madre te extraña. Tus amigos te extrañan.

Atte. Nicholas Mirttle.

¿Todo estaba triste sin mí? Aquellas palabras me tocaron el corazón de una manera extraordinaria y por cierta parte me dieron mucha risa…la verdad casi la mayoría de citas a ciegas que ese par de tontos organizaban para mi siempre resultaba siendo un fiasco. Me preguntaba si mi madre pensaría lo mismo si yo le dijera que pensaba regresar con ella.

Me acorde de Charlie y la felicidad que vi en su rostro la vez en que le agradecí por el piano…Charlie…yo no podía dejarlo. Ya no podía dejar Forks, por extrañas mi mente y mi corazón se negaban a imaginar siquiera la posibilidad de dejar Forks.

Las semanas siguientes fueron peores, Bella Cullen mo le dieron ganas de volver a dirigirme la palabra y parecía que esto iba para largo…pero al menos toda esta extraña situación entre ella y yo alegraba a alguien, Jessica. Ella estaba más que feliz por aquella situación, y ahora su confianza había aumentado hasta el punto en el que comenzó a sentarse al borde de mi mesa para conversar antes de que empezara la clase de Biología, ignorando total y completamente a Bella de forma tan absoluta como ella nos ignoraba a nosotros.

Por fortuna, la nieve se fundió después de aquel peligroso día. Mike Y Eric quienes estaban organizando “La pelea de bolas de nieve del año” quedaron desencantados por no haber podido organizar su pelea, pero les complacía que pronto pudiéramos hacer la excursión a la playa. No obstante, continuó lloviendo a cántaros y pasaron las semanas.

Mike y todas los demás chicos de mi “grupo” me hicieron tomar conciencia de que se fraguaba otro acontecimiento. El primer martes de marzo Mike me telefoneó y me pidió permiso para invitar a Jessica en la elección de las chicas para el baile de primavera que tendría lugar en dos semanas.

— ¿Seguro que no te importa? ¿No pensabas pedírselo? —insistió cuando le dije que no me importaba lo más mínimo. El parecía que no se la creía al otro lado de la línea telefónica.

-No, Mike, ni siquiera pensaba en ir—le aseguré

-Bueno…es que como se que entre tú y ella hay…bueno tu ya sabes…-decía el de modo que pareció que trataba de sacarme la verdad de cualquier modo y manera.

-¿Qué? Mike, entre Jess y yo no hay nada más que una amistad común y corriente-le volví a asegurar firmemente. Además ¿De dónde venía tanta amistad de Mike para conmigo? Hasta de donde yo sabía él y yo no éramos los mejores amigos del mundo.

-Bueno, Edward, eso era todo…nos vemos mañana ¿No?-me dijo en tono amistoso.

-Sí, nos vemos-le respondí en tono casual.

-Si te animas a ir al baile te podría conseguir una pareja, ya sabes las chicas se pelearían por ir contigo- dijo en un tono más amigable y confiable que antes. Pero aun así parecía que la idea de que yo fuera aquel viaje no fuera de su total agrado…yo podía llegar a ser muy competitivo pero en este caso lo iba a dejar pasar. Mike disfrutaba de mi supuesta popularidad...

-Mike…preferiría que no me buscaras nada…-dije avergonzado, ya que yo no solía s tratar a las mujeres como un juguete –Diviértete con Jessica.

-Lo hare…esto…bueno adiós Edward, nos vemos.

-Vale.

Al otro día me sorprendió que Mike no mostrara su arrogancia y presunción en la clase de trigonometría y español. Permaneció callado y en su mirada se notaba claramente la frustración.-Ya verá… ¿despreciarme ella a mi?... ¿Que tiene El que no tenga yo?...Claro que es mucho más alto…pero tiene el cabello horrible…además no es tan buen deportista como yo.

A mi parecer a Mike lo habían despreciado y el ahora se estaba quejando demasiado así que trate de remediarlo y darle ánimos.

-Mike, no te desanimes ya verás que ella se arrepentirá de no ir contigo.- le dije y le di una palmada en la espalda.

-Edward…-su rostro era ahora asustado-¿Cómo sabias tu que Jessica me rechazo? El pánico y el asombro fueron claramente notorios en su voz.

-Tú lo acabas de decir Mike- respondí confundido. ¿Mike se estaría volviendo loco?

-No…yo no dije nada solo lo estaba pensan… trato de decir el, pero el profesor Ramírez lo interrumpió.

No me pareció nada de otro mundo…a lo mejor Jessica se retractaba y luego aceptaba a Mike. En el almuerzo Mike y Jessica no se miraron es mas ni se dirigieron la palabra. Jessica se sentó como de costumbre en la misma mesa de la cafetería y empezó a platicar con Lauren y Ángela.

Mike hizo lo mismo y comenzó a platicar de su próximo juego de bádminton contra los del instituto de Port Angeles.

No me gustaba para nada estar metido en dramas estudiantiles…pero que le iba a ser, esta fue en lo que yo me había metido. Sin querer voltee hacia la mesa de los Cullen y rápidamente me retracte…Alice Cullen me estaba mirando y es más me había sonreído, rápidamente desvié la mirada hacia otro lugar pero estaba seguro de que me había sonrojado.

Jessica y yo empezamos a platicar en lo que íbamos hacia el salón Biología, el aspecto enojado e indignado de su rostro era claramente evidente, pero no toco el tema de Mike Newton hasta que yo llegue a mi pupitre y me senté, ella como de costumbre se encaramo sobre la mesa. Como siempre imaginé Bella estaba sentado lo más lejos posible de mi, pero ahora raramente estaba más cerca de de costumbre. Tal vez eso solo era producto de mi imaginación.

-Bueno- dijo al fin Jessica- ya sabes las buenas nuevas-agregó en tono sarcástico. De seguro que ya lo sabe…Mike es tan chismoso, hasta parece niña.

-No…Jess ni que yo leyera las mentes…-casi me mordí la lengua la decir esa mentira.

-Mike Newton me ha invitado al baile de primavera, aunque… por lo que yo sé es la chica la que elige-me dijo ella cada vez mas furiosa. como se ha atrevido a invitarme...maldito Newton

-Vaya…no lo sabía-respondí.-Que bien que vas con él, es buen muchacho- volví a decir esta vez con una sonrisa.

-Le he dicho que lo tengo que pensar... por que ya tengo a alguien en la mira-dijo mientras me miraba fijamente y me dedicaba otra sonrisa.

-Jess… ¿Por qué lo hiciste?- le respondí cortante y deje que mi voz reflejara un tono de desaprobación.

-Porque…-empezó ella-Me preguntaba si tú quisieras ir conmigo Edward, yo soy la chica y te estoy eligiendo por sobre todos esos fracasados- dijo ella acercándose cada vez más a mí.

-Jess…yo…no sé qué decir.

-No digas nada Edward…solo di que si aceptas y ya

-Bueno...

-Solo di que si...dijo ella y note en su mirada el destello del triunfo.

-Jess, creo que deberías aceptar la propuesta de Mike-agache la cabeza.

-¿Acaso alguien más te lo ha pedido?-maldita Lauren…seguro y se lo ha pedido, ya verá esto no se queda así, pero…no... Aunque no lo creo a ella le gusta Tyler¿ y si fue Cullen?.

Me pregunte si es que Bella se abría dado cuenta de que Jessica posaba sus ahora enojados y centellantes ojos en ella.

-No…-susurre tratando de proteger a Bella de la asesina mirada de Jessica- Nadie me lo ha pedido Jess. Además no pienso ir.

-¿Por qué?- exigió.

-Porque mis amigos de Phoenix y yo acordamos pasar juntos ese fin de semana.

-¿Qué no pueden pasar otro fin de semana juntos?-decía insistente y autoritaria

-Es que es el cumpleaños de uno de ellos…además no los he visitado desde hace mucho. Además ya compre el pasaje.

Me gustaba…el arte de la mentira y el engaño se me daba muy fácil en mi.

-No hagas esperar más a Mike…no vaya a ser que te lo ganen, además es de mala educación hacer esperar a una persona.

-Sí, creo que tienes razón- mascullo, ella se me quedo mirando un buen rato…se hubiera dicho que tuvimos un largo juegos de miradas hasta de el profesor Banner entro en el salón y Jessica tuvo que volver a su asiento toda mareada. Me abra despreciado pero…rayos Edward tiene los ojos mas lindos que he visto en toda mi vida…

Parece deslumbrada, pensé. Y al parecer las vocecillas que yo creía ya extinguidas estaban comenzando a llegar nuevamente.

Deseaba que me tragara la tierra…mi madre me había enseñado a no despreciar a ninguna mujer, y más si esta mujer estaba interesada en mi. Ella y mi abuela me habían educado para ser un caballero y yo ahora les estaba fallando.

Escuche a Bella, había dejado escapar una risita…eso hizo que mi bochornoso momento se convirtiera en algo pasajero y diera lugar a la ira…claro que ella me odiaba…Bella Cullen me odiaba y le daba risa mi sufrimiento. El señor Banner se dio cuenta de que ella reía y le lanzo una pregunta. Justicia divina, pensé.

-¿Señorita Cullen?- le repitió el profesor.

-Este…El ciclo de Krebs- respondió ella.

Sentí que sus ojos se clavaban con los míos…nos miramos como hace unos momentos Jessica y yo nos habíamos mirado, solo que esta mirada era diferente, esta, mirada era especial. Era como si ella me estuviera haciendo un intenso estudio…aquel jueguito me estaba comenzando a intimidar.

El señor Banner siguió haciendo preguntas a todos los alumnos en lo que restaba de la clase.

Por ratos yo me enfocaba en mi cuaderno mientras ella seguía acuchillándome con su mirada. No podía permitirme ser débil en aquel momento así que recordé todo lo mal que se había portado Bella conmigo…pero ella me obsesionaba completamente, jamás nadie me había causado tal efecto.

La ignore todo el resto de la hora…mis esfuerzos por mostrarme descortés estaban fallando pues ella no dejaba de mirarme.

-Edward- se animo ella al fin. Tárate con todas mis fuerzas de no voltear pero mis esfuerzos fueron en vano…mi corazón le gano totalmente a mi mente. Así que vire lentamente hacia el asiento contiguo en donde estaba sentada ella. No me había fijado en lo bien que lucía ella hoy. Sus ojos estaban más claros que de costumbre y sus cabellos le caían en cascada en sus hombros, llevaba una hermosa casaca azul claro y casi nada de maquillaje en el rostro. Aquel rostro con el que yo soñaba todas las noches. Era ella el ser más hermoso que yo había visto. Era un ángel.

-Vaya, vaya…Isabella Cullen me vuelve a dirigir la palabra o es mi imaginación- dije secamente en el exterior pero en mi interior me batía en una lucha de emociones.

-No…en realidad no te estoy volviendo a hablar.

-Como quieras- dije y me di la vuelta.

-Edward- dijo ella nuevamente con aquella voz tan dulce.

-¡¿Qué?!- dije lo bastante fuerte como para provocar una risita en Elizabeth Summers. Eso hizo que me sonrojara de vergüenza y de rabia a la vez.

-Sé que he sido una completa bruja contigo…pero sabes que es mejor así…-dijo ella ahora el tono de su voz dejo ver la tristeza que esto le provocaba.

-De que has sido una bruja de eso estoy de acuerdo- afirme- Pero con se a que te refieres con lo otro.

-Me refiero a que tú y yo no podemos ser amigos- me dijo y volvió a poner aquella pared imaginaria entre nosotros.

-Que mal que te dieras cuenta tan tarde- repuse con enojo.

-¿Qué me diera cuenta de qué?- respondió ella confusa.

-De que nuestra amistad es inevitable…siempre te estaré agradecido por haberme salvado.

-No deberías.

-Sabes una cosa- le dije, vaya al parecer mi interior quería desquitarse de todo lo que había sentido aquellos meses.

-¿Qué?

-Si salvarme te iba a traer tanto remordimiento, debiste dejar que…- no estaba seguro de querer completar aquella frase, pero aun así mis impulsos le ganaron otra vez a mi coherencia.- debiste dejar que hubiera muerto para haberte ahorrado tanta…culpa y enojo.

-¿Crees que siento culpa por no haberte dejado morir?-resoplo ella ahora muy molesta.- entonces no eres tan inteligente como creí.

-Sí, eso parece- volqué mi rostro hacia el pizarrón y empezó a copiar algunos cuestionarios que el profesor Banner había puesto…la verdad es que necesitaba calmarme…

Cuando la hora hubo al fin terminado me apresure a recoger mis cosas del pupitre, aun seguía iracundo por todo lo que me había dicho Bella, casi resbalo con el tiro de mi mochila al salir pero una mano suave y cálida me detuvo antes de llegar al suelo.

-Gracias- dije secamente.

-De nada- dijo ella imitando mi tono y soltando de soslayo una risa. Lo único que logro con eso fue hacer que mi furia aumentase.

-Eh…Edward- me dijo antes de que yo cruzase la puerta. Me quede automáticamente paralizado…eso me hizo castañear los dientes de furia, ella me controlaba tal y como se controla a un juguete de control remoto.

-Edward, tus ojos son de un verde esmeralda sensacional, pero a la oscuridad se ven azules ¿sabías?- dijo en tono crítico.

Rode los ojos y me dirigí al gimnasio. Cabe decir que no me concentre nada. El profesor Clapp que tenía tantas aspiraciones para mí francamente quedo decepcionado… no pude atajar ninguna pelota cuando comenzábamos a jugar soccer y me toco de arquero, y me fue peor en el voleibol. El que disfrutaba de esta situación era Mike. Eric vino hacia mí cuando yo me hube sentado en la banca rendido pues lo único que había hecho en esa hora era malgastar mi energía en nada.

-¿Qué pasa?- dijo el preocupado. -Luces mal.

-La verdad es que no se- repuse.

-Tú eres bueno en todo Eddie… te puedo decir así ¿no?- dijo el avergonzado

-Claro, en Phoenix todos me llamaban así- dije ahora recuperando mi extraviada sonrisa.

- Vamos no te dejes vencer por lo que sea que estés pasando-Lo que daría por ser como tu…tu eres súper y todas las chicas andan muertas contigo…en cambio yo solo seré el estúpido reportero del estúpido periódico escolar.-

-Eric, tú no eres estúpido, eres la mejor persona que he conocido, además ser reportero debe ser súper.- dije queriendo controlar el ataque depresivo de Eric.

El me miro con los ojos abiertos como platos. Y no dijo nada más.

-Vaya…parece que lo dije en vos alta.

-Oye Eric- le intente preguntar – ¿Cuanto conoces a los Cullen?

-Ah, los Cullen…a ver, lo único que se de esa “rara” familia es que todos son adoptados, y todos salen con todos…bueno excepto una…y tu sabes perfectamente quien es.- dijo mientras me daba un codazo. Eso hizo que me sonrojara.

-Además…ellos son como la familia perfecta, el Doctor Cullen es un médico cirujano excepcional, y su esposa es muy linda aunque casi nunca viene al pueblo…dicen que su casa es hermosa, solo que nadie va, ya sabes ellos son como muy reservados. Emmett el súper musculoso, dicen que él estuvo en una correccional de menores…por golpear a alguien y de Rosalie su “hermananovia” es súper vanidosa…dice Ángela que ella tiene algún tipo de desorden alimenticio…es que no toca su comida. De Alice…bueno ella es ya sabes…la mas “rarita” de todos ella baila en los pasillos y dice cosas súper raras… y du “hermanonovio” Jasper…de él se dice que ha estado internado en más de 10 hospitales psiquiátricos, ya sabes cual es Jasper…el rubio que tiene la cara larga y mas ojerosa. De Isabella…

-Bella- le corregí son darme cuenta.

-Bueno… está bien…Bella, de ella no se dice nada solo que es callada y que es la mejor de su salón y que anda locamente enamorada de alguien.- dijo él en tono misterioso.

-¡¿De quién?!- dije rápidamente y luego sentí que una oleada de celos me invadió.

-Pues, del que se puso celoso…ah vaya creo que eres TU- me dijo él y se mato de la risa. Me enfade pero no fue al extremo pues me alivie al darme cuenta de que él lo dijo en broma.

-Eres un idiota de primera categoría Eric- le dije mientras iba a las duchas para quitarme el sudor de mi burda presentación en el gimnasio.

A la salida del gimnasio me dirigí hacia el estacionamiento y ahí fue cuando vi una pequeña figura acercándose hasta donde yo estaba, así que corrí hacia mi monovolumen lo más rápido que pude. Lastimosamente ella me alcanzo.

-Hey, Edward. ¿Por qué estabas corriendo?- dijo Kate mientras tragaba grandes bocanadas de aire a causa de la corrida, no es que Kate fuera muy atlética.

-Este… ¿Qué pasa Kate? Se te ofrece algo o...-deje que mi impaciencia se mostrara evidente.

-¿Quieres ir al baile conmigo?- dijo ella directamente.

-Kate, lo que pasa es que yo no voy a estar en Forks para aquel día…el cumpleaños de mi mejor amigo es ese mismo día…ya sabes tengo que ir a Phoenix.

-Ya veo, de todas maneras gracias Edward- dijo ella y se alejo rápidamente antes de que comenzara a llover. La verdad es que me dio mucha pena, pero que le iba a ser.

Bella pasó andando delante de mi coche, con la vista al frente y los labios fruncidos. Parecía que quería contener la risa…no le di importancia. Abrí la puerta con un brusco tirón, entré al coche de un salto y la cerré con un sonoro golpe detrás de mí. Aceleré el motor en punto muerto de forma ensordecedora y salí marcha atrás hacia el pasillo, Bella ya estaba en su automóvil negro, a dos coches de distancia, deslizándose con suavidad delante de mí, cortándome el paso. Se detuvo ahí para esperar a su familia. Pude ver a los cuatro tomar aquella dirección, aunque todavía estaban cerca de la cafetería. Consideré seriamente la posibilidad de embestir por detrás a su hermosos Mercedez Benz, pero había demasiados testigos, claramente me hallarían culpable además no tenía dinero como para pagar el arreglo de aquel coche. Miré por el espejo retrovisor. Comenzaba a formarse una cola. Inmediatamente detrás de mí, Ángela Webber me saludaba con la mano. Estaba demasiado fuera de mis casillas para saludarla a pesar de que eso sería una gran descortesía.

Oí a alguien llamar con los nudillos en el cristal de la ventana del copiloto mientras permanecía allí sentada, mirando a cualquier parte excepto al coche que tenía delante. Al girarme, vi a Ángela. Confundido, volví a mirar por el retrovisor. Me incliné dentro de la cabina para bajar la ventanilla. Abrí el cristal hasta la mitad y me detuve.

—Lo siento, Ángela —lo que pasa es que el coche de Cullen me tiene atrapada.

—Oh, lo sé. Sólo quería preguntarte algo mientras estábamos aquí bloqueados.

Esbozó una amplia sonrisa. No podía ser cierto.

— ¿De verdad no quieres que yo sea tu pareja para el baile de primavera? —continuó.

—No voy a estar en el pueblo, Ángela.

Mi voz sonó un poquito cortante. Intenté recordar lo que era ser un caballero pero la cara de Bella se me venía a la mente y eso hacía que mi irritación se haga cada vez más inmensa.

—Ya, eso me dijo Jessica —admitió triste. Bueno al parecer no me ha mentido.

—Entonces, ¿por qué...?

Se encogió de hombros y esbozo una amplia sonrisa que hizo que su rostro luciera estúpidamente empalagoso.

—Tenía la esperanza de que fuera una forma de quitártela de encima. Es que es tan resbalosa…no sé cómo eres su amigo.

—Lo siento, Ángela—repliqué mientras intentaba esconder mi irritación—, pero me voy de verdad, es el cumpleaños de un amigo.

—Está bien. Aún nos queda el baile de fin de curso, estoy segura de que si iremos juntos. Aunque lo que yo daría por ir con Ben Cheney.

Se fue rápidamente antes de que yo pudiera articular alguna palabra. Supe que mi rostro reflejaba la sorpresa. Miré hacia delante y observé a Alice, Rosalie, Emmett y Jasper dirigiéndose al Mercedez. Bella no me quitaba el ojo de encima por el espejo retrovisor. Resultaba evidente que le estaba dando un mortal ataque de risa, como si lo hubiera escuchado todo. Entonces me disponía a estrellar mi monovolumen contra aquel hermoso Mercedez.

Pero al parecer se dio cuenta y se fue lo más rápido que pudo…la verdad eso fue lo mejor, yo no quería lastimarla a ella, bueno a ella tal vez si…pero sus hermanos que culpa tenia de nuestros problemas.

Al llegar, decidí que debía hacer algo de comida decente…pero no sabía mucho de eso así que prepare huevos con tocino y algo de papas fritas. El teléfono sonó mientras cocía a fuego lento las papas. Realmente no quería contestar. Pero al final lo hice.

Era mamá, quería decirme que Steve y su familia se iban de viaje a Europa pues su tía había enfermado. Así que el cumpleaños quedo cancelado. Maldición tendría que buscar alguna otra escusa.

Después de colgar, intenté concentrarme en la cocina, después de todo ¿qué desastre puede causar un hombre en la cocina? Pero la cabeza me daba vueltas de tanto analizar cada palabra que hoy había pronunciado Bella. Ella había dicho “tú y yo no debemos ser amigos”…la verdad que todos esto estaba bien raro.

Sentí un retortijón en el estómago cuando comprendí el significado. Ella no estaba interesada en ser mi amiga…más aun no quería darme esperanzas, naturalmente que no le interesaba, pensé con enfado

Yo no era interesante y ella sí. Interesante... y brillante, misteriosa, perfecta..., y hermosísima, y posiblemente capaz de levantar una furgoneta con una sola mano. Vaya mi dilema había sido resuelto. Yo y ella…eso era imposible.

Cuando Charlie llego a la casa se sorprendió al verme cocinar…de seguro que le pareció raro…no trate de imaginarme que era lo que pensaba, es mas no podía-Dah- me dije a mismo.

-Vaya, cocinaste- dijo el extrañado. Como demonios habrá criado Reneé a mi hijo.

-Solo es huevo con tocino, Papá…eso no me hace menos hombre- bromee.

-Sí, pero eso te hace un peligro- respondió. De seguro y fue su abuela esa mujer quiere que mi hijo se vuelva un maricón…

-Calla- le dije sonriendo ante sus pensamientos- enseguida te sirvo un plato.

-Claro- dijo el muy bajo.

Cuando le hube servido el plato a Charlie, este se quedo callado por unos momentos…luego hablo.

-Vaya. Esta… bastante bien para ser solo Huevos y tocino.- dijo mientras le daba otro bocado y se metía unas papas a la boca.

-¿Te gusto?...di la verdad Papá- dije.

-Es de verdad- dijo el – Y Edward me he enterado de que será el baile de primavera… ¿Ya tienes alguna cita? Las debe traer locas a todas.

-No- dije cortante mientras me dirigía a la cocina.

-Y eso… ¿Es que no hay nadie que te agrade? Oh… esto se me hace raro... si el me dice que es... no, mierda maldita mujer....

-Papá me lo han pedido tres chicas pero yo me he negado…contento- dije sonrojado.

-Vaya…tres y se puede saber ¿Quiénes fueron?-me dijo el insistente.

-Jessica Stanley, Ángela Webber y una chica llamada Kate, pero no recuerdo su apellido…que descortés soy.

-¿Stanley dijiste? Debe ser la hija de Carl Stanley, es muy buena esa familia Edward. Y la de los Webber ni que decir su hija, yo la conozco desde niña ahora ya es todo una jovencita y además ella es muy bonita.

-Si lo sé…me caen bien, pero creo que daré un paseo a Seattle ese fin de semana.

-Tú solo…no, claro que no. No lo permitiré… allá hay más de 100 asaltos por día…no, claro que no.

-Papá…tengo 17 años ya se me cuidar.-dije enfadado por la prohibición de Charlie.

-Eddie, los acabas de cumplir…que tengas ese tamaño no quiere decir que hayas dejado de ser un niño, además Seattle es una ciudad muy grande- decía el muy preocupado.

-Papá Phoenix es más grande.-dije.

-Está bien, pero me prometes que lo pensaras antes de solo ir por que se te dio la gana de ir…

-Si…te lo prometo.

Esa noche al irme a la cama, pensé otra vez en ella…pensé que me estaba creando ilusiones en donde no tenía que crearlas, ella y su familia en general eran inalcanzables para mí. Esa noche tuve otro sueño.

Soñé que ella y yo estábamos en el rio ella tenía los ojos claros, se podría decir que casi eran dorados. Estaba mojándome y yo la perseguía y trataba de alcanzarla cosa que me resultaba realmente sencillo… la llamaba por su nombre…gritaba su nombre, cuando al fin la alcance ella me acaricio la cara, y me decía “Edward, mi vida... me has encontrado”… entonces los dos vimos nuestros reflejos en el agua cristalina y caliente del rio…al contemplarme en el rio vi a alguien junto a ella…era alguien de verdad muy apuesto, el tenía el pecho descubierto y el cuerpo que cualquier deportista envidiaría su rostro era blanco como la cal y sus ojos rojos como la …sangre... aquel rostro en el agua se me hizo muy familiar… se parecía.. se parecía... ¿a mi?

Me desperté asustado, empapado en sudor. Lo que acababa de soñar era una loca fantasía…tenía que serlo, nadie en este mundo tiene los ojos rojos ¿o sí?... como era que mis ojos habían pasado de verdes a rojos…ese no era yo… no podía ser yo.

No volví a pegar el ojo en toda la noche ...

A la mañana siguiente, cuando me detuve en el aparcamiento, dejé mi coche lo más lejos posible del Mercedes negro. Quise apartarme del camino de la tentación para no acabar debiéndole una Bella un coche nuevo cosa que mi corazón deseaba con fervor. Al salir del coche jugueteé un rato con las llaves, que cayeron en un charco cercano. Mientras me agachaba para recogerlas, Surgió de repente una pequeña mano nívea las tomo y antes que yo. Me erguí bruscamente. Isabella Cullen estaba a mi lado, recostada como de "casualidad" contra mi automóvil ... menuda casualidad ...

-Vaya que eres torpe-me dijo

- ¿Si? A mi parecer yo soy mas coordinado que tu-dije comenzando a enfadarme.

-Sí, no eso no lo dudes, yo soy un cero a la izquierda en equilibrio ...-dijo ella echándose para atrás.-Eh ... Quería disculparme por lo de ayer, ya sabes ...-dijo ella en tono amistoso.

-No te preocupes ... ya lo olvide-dije y me dirigí lo más rápido posible hacia el calor del instituto.

-Es que tenía que darle una oportunidad a la pobre Kate ...

-Sí ... eso me parecio y vaya que eres una cupido profesional .- dije completamente fuera de mis cabales.

-Sigues enfadado ... te entiendo ... ya sabes nadie se lleva bien conmigo y con mi familia ...

-Meter a tu familia en esto que no va a hacer que mi coraje y mi rabia hacia ti disminuyan Bella-dije y la mire de reojo mientras seguia andando hacia dentro del instituto.

-Ok ... lo sé, lo sé ... le dije a Alice que no funcionaria-murmuró ella.

- ¿Qué? - dije pretendiendo dije que no la escuchaba.

-Nada-sonrió ella.

-Ah, vale ... Bella ... ¿Por qué no me dejas en paz? ¿Qué no tienes alma torturar otra que? - Dije exasperado.

-No ... al menos no una como tu-dijo ella tristemente mirando hacia abajo.

-Lo siento-y apenado dije trate de confortarla pero luego desistí ... quizás ella se molestaría si la tocaba.

-Lo volviste a hacer.

- ¿Qué? - Dije extrañado por la respuesta de ella.

-Siempre te echas la culpa de todo ... eres un mártir ... .- dijo con autosufiencia.

-Te burlas de mi ... que mas podría esperar de ti ...

-Te estaba queriendo decir algo ... pero ...-Se interrumpió ella-No puedo si sigues escapando de mi.

-Si tienes que decir algo dilo. Dije y me pare.

-He oído que el baile de primavera se acerca y me preguntaba si tu ...

-Por favor Bella-dije enfadado-no juegues con esto ya he tenido bastante.

- ¿Me dejas terminar? - Me dijo ella

-Vale-le respondí, aun Pero así no dejaba de estar a la defensiva ... ir al baile con ella ... oh ... El corazón me latió muy deprisa.

-Me preguntaba si quisiera ir de paseo conmigo ... es que voy a y Seattle odio ir sola ... además mis hermanos no van a estar en la ciudad ¿Quieres dar un paseo conmigo? ... Que dices ... ¿si o no?

-Bueno ... claro que me ... Espera un segundo ¿Tu sabias que yo Iría Seattle? - Dije confuso.

-Lo oí por ahí ... ya sabes pueblo chico ...-dejo la frase incompleta.-Bueno, yo pense... crei que tal vez me dejarias ir contigo...digo a Seattle.

-Ok... ahora yo tengo una duda.

- ¿Si? ... Dímela, soy todo oídos ... pero creo que sería mejor que nos refugiáramos ... está comenzando a llover .- dijo insistente.

-Quiero saber por qué haces todo esto ... que dijiste tu y yo no debíamos ser amigos .- dije recordando sus palabras.

-Dije eso?, bueno creo que es cierto ... pero dije que no debíamos ser amigos ... no dije que no quería ser tu amiga-dijo en tono fanfarrón.

-Ah, si vaya,eso aclara todas mis dudas-dije sarcásticamente, ella al escuchar mi tono me dio una sonrisa. Era tan hermosa cuando sonreía.

-Edward ...

- ¿Si? - Respondí.

-Gracias ... por ser mi amigo, pero te recuerdo que acabas de tomar la peor decisión de tu vida, aun puedes arrepentirte-dijo ella y su rostro Rápidamente se vio oscurecido por la tristeza de su mirada.

-Bella, creo que ya soy grande ... y además creo que soy muy capaz de tomar mis propias decisiones y si son malas ... bueno de eso aprenderé ¿no crees? - Afirme y me di cuenta de lo bien que me sentia al decir auqellas palabras y también, me di cuenta de que con Bella no habian vocecillas molestosas ni nada que pudiera perturbarme ... lo único perturbador era su asombrosa belleza.

-Vaya ... eres muy maduro para Tener 16 años-sonrió ella.

-Bella tengo 17, y gracias por lo de Maduro-me dieron ganas de sacarle la lengua pero eso se iba a ver de verdad muy inmaduro así que me aguante las ganas.

-Bien-entonces se dio la vuelta como si alguien hubiera dicho su nombre, pero claro que nadie lo había dicho ... por lo menos yo no lo escuche.

-Te veo en clase Edward, tengo unos asuntos que resolver-dijo exasperada por lo que sea que hubiera ocurrido en su cabeza y se marchó por el camino que habíamos recorrido.

Me quede un rato pensativo ... ¿Lo que había pasado había sucedido en realidad? Todo se me hacía cada vez más increíble ... Bella ... era la extraña persona y más increíble que jamás había conocido.