sábado, 29 de agosto de 2009

Tranquis mis chicas del chat, aqui el capi xD

Capitulo #11
"Complicaciones"


Todo el mundo prácticamente no nos quito el ojo de encima cuando nos dirigimos juntos a nuestra mesa del laboratorio. Me di cuenta de que ya no alejaba la silla para sentarse todo lo lejos que le permitía la mesa y sobre todo de mi. En lugar de eso, se sentaba bastante cerca de mí, nuestros brazos casi se tocaban.
El señor Banner — ¡Diablos, justo ahora se le ocurre ser puntual! Pensé— entró a clase de espaldas llevando una gran mesa metálica de ruedas con un vídeo y un televisor tosco y anticuado. Una clase con película. El relajamiento de la atmósfera fue casi palpable, claro que relajamientos para ellos, para mi empezaba el martirio…las malditas voces.
El profesor introdujo la cinta en el terco vídeo y se dirigió hacia la pared para apagar las luces. Maldita sea las voces se intensificaban con cada paso de el señor Banner o qué?
Entonces, cuando el aula quedó a oscuras, adquirí conciencia plena de que Bella se sentaba a menos de tres centímetros de mí. La inesperada electricidad que fluyó por mi cuerpo me dejó completamente aturdido, sorprendido de que fuera posible estar más pendiente de ella de lo que ya lo estaba. Estuve a punto de no poder controlar el loco impulso de extender la mano y tocarla, acariciar aquel rostro hermoso y cálido en medio de la oscuridad. Crucé los brazos sobre mi pecho con fuerza, con los puños crispados. Estaba perdiendo el juicio. Además yo era un caballero…no me podía permitir pensar en ella de esa manera.

Comenzaron los créditos de inicio, que iluminaron la sala de forma simbólica. Por iniciativa propia, mis ojos se precipitaron sobre ella. Sonreí al comprender que su postura era idéntica a la mía, con los puños cerrados debajo de los brazos. Correspondió a mi sonrisa. Desvié la mirada, no solo tenía que aguantar mis impulsos, sino tenía que aguantar muy aparte el ataque de voces que se acercaba cada vez más a mí. Era absolutamente ridículo que aun me afectara esta situación, tendría que aprender a vivir o a lidiar con ella, después de todo el escuchar voces no era tan malo.
Diablos como olvide hacerme la manicura… mis uñas estan horrendas
Maldita Cullen…ya me las pagara, aparte de que se sienta con Edward tiene que mirarlo de esa manera delante de toda la clase? Tengo una noticia para ti Isabella…YA ES TUYO no tiene por qué alardear.

Jessica estaba haciendo de las suyas con sus pensamientos.
La hora se me hizo eterna. No pude concentrarme en la película, ni siquiera supe de qué tema trataba. Intenté relajarme en vano, los pensamientos de todas las personas del salón me iban a volver loco además sentía una opresión terrible en el pecho ya que la corriente eléctrica que parecía emanar de algún lugar de su cuerpo no cesaba nunca. Pero extrañamente, el estar cerca de Bella me relajaba demasiado, no había voces molestosas ni pensamientos incoherentes salvo los míos…con ella todo era paz.
De forma esporádica, me permitía alguna breve ojeada en su dirección, pero ella tampoco parecía relajarse en ningún momento, es mas ella también parecía ansiosa y no dejaba de mirarme. El abrumador anhelo de tocarla también se negaba contundentemente a desaparecer.
Exhalé un suspiro de alivio cuando el señor Banner encendió las luces al final de la clase y estiré los brazos. A mi lado, Bella se rió entre dientes.
—Vaya, esto ha sido de lo más interesante —murmuró
—Humm, si eso parece—fue todo lo que fui capaz de responder.
— ¿Nos vamos? —preguntó mientras se levantaba torpemente tropezando con la silla. ¿Cómo era posible que alguien pudiera ser tan torpe y tan hermosa a la misma vez?
Casi gemí. Llegaba la hora de Educación física. Me alcé con cuidado, preocupado por la posibilidad de que esa nueva y extraña intensidad establecida entre nosotros hubiera afectado a mi sentido del equilibrio, pero no fue así, mi impecable sentido del equilibrio estaba intacto, me reí de mi mismo y ella me miro con cautela pero no me dijo nada.
Caminé silencioso a su lado hasta la siguiente clase y me detuve en la puerta. Me volví para despedirme. Me sorprendió la expresión desgarrada, casi dolorida, y terriblemente hermosa de su rostro, y el anhelo de tocarle se inflamó con la misma intensidad que antes. Enmudecí, mi despedida se quedó en la garganta. Pero me decidí y me dije a mi mismo Se valiente.
Vacilante y con el debate interior reflejado en mis ojos, alcé la mano y recorrí rápidamente su pómulo con las yemas de los dedos. Su piel estaba tan fría como de costumbre, pero su roce quemaba, había algo diferente en ella…algo inexplicable.
Volvió el rostro sin decir nada, su mejilla estaba de un hermoso color rosa pastel y entonces ella se alejó rápidamente a grandes pasos hacia su salón. Me quede atónito pero me dirigí hacia el gimnasio, el entrenador Clapp no me aceptaría otra falta más.
Entré en el gimnasio, mareado y tambaleándome un poco. Me dejé ir hasta el vestuario, donde me cambié como en estado de trance, vagamente consciente de que había otras personas en torno a mí. No fui consciente del todo hasta que empuñé una raqueta. No pesaba mucho, pero la sentí insegura en mi mano, en todos mis vagos recuerdos de mi infancia y aun hasta ahora jamás me había sentido como en aquel momento…totalmente confundido y frágil. Vi a algunas chicas de clase mirarme y murmurar a hurtadillas. El entrenador Clapp nos ordenó jugar por parejas.
Gracias a Dios, aún quedaban algunas astillas de mi amistad con Jessica, que acudió a mi lado.
— ¿Quieres formar pareja conmigo? Edward…te lo pido di que si…no me rechaces de nuevo.
—Gracias, Jess... —hice un gesto de disculpa—. No tienes por qué hacerlo, ya lo sabes. El corazón se me partía, odiaba hacer sufrir a la gente. En especial a Jess, ella había sido muy buena conmigo, tal vez jamás debí dejar que se hiciera ilusiones conmigo estando yo enamorado de alguien más.
—No—te preocupes, me mantendré lejos de tu camino y del de ella también —dijo con una amplia sonrisa, moviendo sus rizos mientras meneaba la cabeza tratando parecer graciosa.
Algunas veces, era muy fácil que Jessica me gustara.
La clase no transcurrió sin incidentes. No sé cómo Jessica, con el mismo golpe se las arregló para darme a mí en el hombro y golpearse ella misma la cabeza con la raqueta. Jessica pasó el resto de la hora en el rincón de atrás de la pista, con la raqueta sujeta bien segura detrás de la espalda y con unas mejillas sumamente rojas. A pesar de estar en desventaja por su causa, yo era muy bueno, y gané solo tres de los cuatro partidos. No era por alardear pero nadie me vencía en los deportes. Note como Jess me contemplaba aun sentada en su rincón, eso no me gusto para nada…se suponía que ella tenía novio…aunque su novio fuera un patán.
—Así... —dijo cuando nos alejábamos juntos de la pista. Como empiezo…como le digo.
—Así... ¿qué? Ya sabes puedes empezar por el principio. Ella me miro con los ojos abiertos pero no dijo nada. Me mordí la lengua, tenía que aprender a controlar mi habilidad para leer los pensamientos de la gente.
—Tú y… Cullen, ¿eh? —preguntó con tono de rebeldía y enojo. Mi anterior sentimiento de afecto se disipó. Malditos Cullen, por que no se quedaron en su estúpida Alaska, Maldita Isabella, rara estúpida.
—No es de tu incumbencia, Jess, te pido que no te metas en esto —le avisé mientras en mi fuero interno maldecía a Mike, enviándola al infierno. ¿Cómo podía un hombre ser tan chismoso?
—No me gusta —musitó en cualquier caso. No me gusta para nada sinceramente…tenía planeado otra cosa para ti Masen…tenía planeado que tu y yo…
—No tiene por qué —le repliqué bruscamente para acallar las voces que venían y se incrustaban en mi cerebro. Ya era suficiente, no iba permitir que nadie se interpusiera entre mi rara “amistad” con Bella, aunque para ello me fuera quedando sin amigos, siempre la tendría a ella…a mi Bella.
—Te mira como si... —me ignoró y prosiguió—: Te mira como si fueras no se…algo comestible. Y vaya que sí, no me salgas con la idiotez de que no te has dado cuenta aún, aquella maldita rara no te merece y punto.
Contuve la histeria que amenazaba con estallar, pero a pesar de mis esfuerzos se me escapó una risita tonta. Me miró ceñuda y confundida. Me despedí con la mano y huí al vestuario. Sentí que la sangre me hervía por dentro, la ira me dominaba y no me iba permitir gritarle a una dama, aunque aquella dama le hubiera dicho “maldita rara” a la persona más importante que había tenido jamás.
Me vestí a toda prisa. Un revoloteo más fuerte que el de las mariposas golpeteaba incansablemente las paredes de mi estómago al tiempo que mi discusión con Jessica se convertía en un recuerdo lejano. Me preguntaba si Bella me estaría esperando a las afueras de su salón o si me reuniría con ella en su coche. ¿Qué iba a ocurrir si su familia estaba ahí? Me invadió una oleada de pánico. ¿Sabían que lo sabía? ¿Se suponía que sabían que lo sabía, o no?... Por favor que no lo sepan, rogué para mis adentros.
Salí del gimnasio en ese momento. Había decidido ir a pie hasta casa sin mirar siquiera al aparcamiento, pero todas mis preocupaciones fueron innecesarias. Bella me esperaba, apoyada con indolencia contra la pared del gimnasio. Su bello rostro estaba calmado. Sentí peculiar sensación de alivio mientras caminaba a su lado.
—Hola —musité mientras esbozaba una gran sonrisa.
—Hola —me correspondió sacudiendo la cabeza como si algo o alguien la hubiera mareado—. ¿Cómo te ha ido con Stanley en gimnasia?
Mi rostro se enfrió un poco.
—Bien —mentí. Ella no necesitaba saber sobre las horrendas cosas que Jess pensaba sobre ella.
— ¿De verdad?
No estaba muy convencida. Desvió levemente la vista y miró por encima del hombro. Entrecerró los ojos. Miré hacia atrás para ver la espalda de Jessica al alejarse.
— ¿Qué pasa? —exigí saber. Estaba seguro, Bella sabía lo que había pasado con Jessica.
Aún tensa, volvió a mirarme.
—Stanley me saca canas verdes.
— ¿No habrás estado escuchando otra vez?
Todo atisbo de mi repentino buen humor se desvaneció.
— ¿Cómo le irá a esa cabeza no? Ojala y ese golpe le cause algo peor que un tumor—dijo sonriendo con inocencia, pestañeando y haciendo que sus ojos lucieran aun más adorables.
— ¡Eres increíblemente curiosa y entrometida!
Me di la vuelta y me alejé caminando con paso firme hacia el aparcamiento a pesar de que había descartado dirigirme hacia ese lugar.
Me dio alcance con facilidad, aunque Bella venia tropezando con sus propios pies.
—Lo siento Edward, es que me dieron muchas ganas de ver a tus admiradoras en acción y de paso te hache un ojeadita, discúlpame.
No parecía para nada arrepentida, de modo que le ignoré.
Caminamos en silencio —un silencio lleno furia por mi parte— hacia su coche, pero tuve que detenerme unos cuantos pasos después, ya que un gentío, todos chicos, lo rodeaban. Luego, me di cuenta de que no rodeaban al Mercedes, sino al descapotable rojo de Rosalie con un inconfundible deseo en los ojos.
"Este coche esta de lujo, si al menos me aumentaran la mesada y me ahorrara algo aproximadamente unos 10 años de mi vida tendría un de estos".
"Esta buenísimo… ¿Cómo es que los Cullen conducen estos carros?"

Y las voces continuaron sucesivamente…trate de concentrarme solo en Bella para que las voces calmaran y así lo hicieron.
Ninguno alzó la vista hacia Bella cuando se deslizó entre ellos para abrir la puerta. Me encaramé rápidamente al asiento del copiloto, pasando también inadvertido.
—Ostentoso —murmuró ella.
— ¿Qué tipo de coche es?
—Un BMW…no?
— Si, eso lo sé pero me preguntaba si ese no es un M3.
—No hablo jerga de Car and Driver.
—Ah, bueno eso se te nota. dije sonriendole.
Entornó los ojos sin mirarme mientras intentaba salir hacia atrás y no atropellar a ninguno de los fanáticos del automóvil.
Asentí. Los coches era el único vicio que había tenido en mis días en Phoenix. Si por mí fuera hablaría de coches desde el amanecer hasta el anochecer. Seguro y esto era porque era hombre, pero rápidamente me acorde de Leah, la chica de la reserva, había excepciones.
— ¿Sigues enfadado? —preguntó mientras maniobraba con cuidado para salir.
—Mejor no te digo así te imaginas lo enfadado que estoy.
Suspiró.
— ¿Me perdonarás si te pido disculpas?
—Puede...si te disculpas y arrepientes de corazón—insistí—, y prometes no andarme espiando otra vez.
Sus ojos brillaron con una repentina astucia y se mordió el labio inferior. Rayos, eso la hizo lucir mega sexy.
— ¿Qué te parece si me disculpo sinceramente y accedo a dejarte conducir el sábado? —me propuso como contraoferta.
Lo tanteé y decidí que probablemente era la mejor oferta que podría conseguir, por lo que la acepté:
—Hecho.
—Entonces, lamento haberte molestado —durante un prolongado periodo de tiempo, sus ojos color chocolate relucieron con sinceridad, causando estragos en mi ritmo cardiaco. Luego, se volvieron picaros—. A primera hora de la mañana del sábado estaré en el umbral de tu puerta.
—Sabes que es mejor?
— ¿Qué? Dijo dudosa
—Lo mejor seria que yo te fuera a recoger a tu casa, además por algo soy el chico ¿no?
El rostro de Bella se tenso de repente. Estúpido, me dije a mí mismo.
—Lo mejor, será que yo vaya a tu casa Edward, lo creo más conveniente.
—Humm... Que un Mercedes se quede en la carretera no me va a ser de mucha ayuda con Charlie.
Esbozó una sonrisa condescendiente.
—No tengo intención de llevar el coche.
— ¿Cómo...?
—No te preocupes —me cortó—. Estaré ahí sin coche.
Lo dejé correr. Tenía una pregunta más apremiante.
— ¿Ya es “más tarde”? —pregunté de forma elocuente. Ella frunció el ceño.
—Bueno…supongo que sí.
Mantuve la expresión amable y cálida mientras esperaba y le dedique una sonrisa.
Paró el motor del coche después de aparcarlo detrás del mío. Alcé la vista sorprendido: habíamos llegado a casa de Charlie, por supuesto. Resultaba más fácil montar con Bella si sólo la miraba a ella hasta concluir el viaje, ya que conducía como una desquiciada. Cuando volví a levantar la vista, ella me contemplaba, evaluándome con la mirada.
—Y aún quieres saber por qué no puedes verme cazar, ¿no? —dijo en forma seria, pero creí atisbar un rescoldo de humor en el fondo de sus ojos.
—Bueno —aclaré—, sobre todo me preguntaba el motivo de tu muy extraña reacción.
— ¿Te asusté? —me dijo riendo.
Sí. Sin duda, estaba de buen humor.
—No, por supuesto que no —le mentí, pero no picó.
—Lamento haberte asustado —persistió con una leve sonrisa, pero entonces desapareció la evidencia de toda broma—. Fue sólo la simple idea de que tu estuvieras allí mientras cazábamos.
Su expresión cambio de improvisto.
— ¿Qué, acaso estaría mal?
—Claro que si, demasiado mal —respondió apretando los dientes.
— ¿Por...?
Respiró hondo y contempló a través del parabrisas las espesas nubes en movimiento que descendían hasta quedarse casi al alcance de la mano.
—Nos entregamos por completo a nuestros sentidos cuando cazamos —habló despacio, a regañadientes—, nos regimos menos por nuestras mentes. Domina sobre todo el sentido del olfato. Si estuvieras en cualquier lugar cercano cuando pierdo el control de esa manera... es que tú no sabes que es más difícil para mí que para mis hermanos…para siempre ah sido más difícil—sacudió la cabeza mientras se demoraba contemplando malhumorada las densas nubes.
Mantuve mi expresión firmemente controlada mientras esperaba que sus ojos me mirasen para evaluar la reacción subsiguiente. Mi rostro no reveló nada.
Pero nuestros ojos se encontraron y el silencio se hizo más profundo... y todo cambió. Descargas de la electricidad que había sentido aquella tarde comenzaron a cargar el ambiente mientras Bella contemplaba mis ojos de forma inhumana. El deseo se apoderó de mí nuevamente y podía ver claramente que en ella también, siempre se me había dado bien leer los rostros de las personas, en este caso ella no era una excepción.
—Edward, creo que ahora deberías entrar en casa —dijo con voz ronca sin apartar la vista de mis ojos, luego retrocedió un poco y sacudió la cabeza un par de veces.
Abrí la puerta y la ráfaga de frío polar que irrumpió en el coche me ayudó a despejar la cabeza. Como estaba medio mareado, tuve miedo de tropezar, por lo que salí del coche con sumo cuidado y cerré la puerta detrás de mí sin mirar atrás. El zumbido de la ventanilla automática al bajar me hizo darme la vuelta.
— ¿Edward? —me llamó con voz más sosegada y clara.
Se inclinó hacia la ventana abierta con una leve sonrisa en los labios.
— ¿Sí?
—Te voy advirtiendo que mañana es mi turno —afirmó.
— ¿turno de qué?
Sonrió ampliamente.
—Hacer las preguntas tonto.
Luego se marchó. El coche bajó la calle a toda velocidad y desapareció al doblar la esquina. Sonreí mientras caminaba hacia la casa. Cuando menos, resultaba obvio que planeaba verme mañana.
Bella protagonizó mis sueños aquella noche, como de costumbre. Pero el clima de mi inconsciencia había cambiado. Me estremecía con la misma electricidad que había presidido la tarde, me agitaba y daba vueltas sin cesar, despertándome a menudo. Hasta bien entrada la noche no me sumí en un sueño agotado y sin sueños.
Al despertar no sólo estaba cansado, sino con los nervios a flor de piel, jamás me había sentido así, jamás. Me enfundé el suéter de cuello vuelto color azul y los inevitables jeans mientras soñaba despierto con camisetas y shorts. El desayuno fue el tranquilo y esperado suceso de siempre. Charlie se preparó unos huevos fritos y yo mi cuenco de cereales. Me preguntaba si se había olvidado de lo de este sábado, pero respondió a mi pregunta no formulada cuando se levantó para dejar su plato en el fregadero.
—Respecto a este sábado... —comenzó mientras cruzaba la cocina y abría el grifo.
Me encogí.
— ¿Sí, papá? Me concentre en escuchar todas las voces provenientes de la mente de mi padre.
— ¿Sigues empeñada en ir a Seattle? Por el amor de Dios dime que ya no es así.
—Ese era el plan.
Hice una mueca mientras deseaba que no lo hubiera mencionado para no tener que componer cuidadosas medias verdades.
Esparció un poco de jabón sobre el plato y lo extendió con el cepillo.
— ¿Estás seguro de que no puedes estar de vuelta a tiempo para el baile? La hija de uno de los oficiales va a el mismo instituto y aun no tiene pareja…me preguntaba si tu… vamos Edward, a todos los jóvenes de tu edad van a ir…o es que harás algo que yo no sé?
—No voy a ir al baile, papá.
Le fulminé con la mirada.
— ¿No te lo ha pedido nadie…ninguna chica en especial? —preguntó al tiempo que ocultaba su consternación concentrándose en enjuagar el plato. Pobre muchacho no se lo han pedido.
Esquivé el campo de minas, demasiado irritado.
—Pues para que lo sepas tres chicas me lo han pedido.
—Ah. Al menos mis dudas se despejan.
Frunció el ceño mientras secaba el plato.
Sentía simpatía hacia él. Debe de ser duro ser padre y vivir con el miedo a que tu hijo encuentre a la chica que le gusta y luego meta la pata y la deje embarazada, pero aún más duro el estar preocupado de que no sea así y que nunca sea feliz. Qué horrible sería, pensé con estremecimiento, si Charlie tuviera la más remota idea de qué era exactamente lo que me gustaba. A demás Charlie no era un devoto a los Cullen, es mas yo sabía que él les guarda un especie de miedo y desconfianza como todos los otros habitantes de este pueblo.
Entonces, Charlie se marchó, se despidió con un movimiento de la mano y yo subí las escaleras para cepillarme los dientes y recoger mis libros. Cuando oí alejarse el coche patrulla, sólo fui capaz de esperar unos segundos antes de echar un vistazo por la ventana. El coche negro ya estaba ahí, en la entrada de coches de la casa. Tendría que hablar de esto con Bella, me sentía raro que fuera y ella y no yo el que fuera y la recogiera para ir a la escuela.
Bajé las escaleras y salí por la puerta delantera, preguntándome cuánto tiempo duraría aquella extraña rutina. No quería que acabara jamás, aunque era demasiado rara.
Me aguardaba en el coche sin aparentar mirarme cuando cerré la puerta de la casa sin molestarme en echar el pestillo. Me encaminé hacia el coche, me detuve con timidez antes de abrir la puerta y entré. Estaba sonriente, relajada y, como siempre, absolutamente hermosa.
—Buenos días Edward —me saludó con su típica voz aterciopelada—. ¿Cómo estás hoy?
Me recorrió el rostro con la vista, como si su pregunta fuera algo más que una mera cortesía. Me miro directamente hacia los ojos y luego agacho su hermoso rostro totalmente ruborizada.
—Bien, gracias.
Siempre estaba bien, mucho mejor que bien, cuando me hallaba cerca de ella. Su mirada se detuvo en mis ojeras.
—Pareces cansado.
—No pude dormir —confesé, y de inmediato me removí mis alborotados cabellos preparando alguna medida para ganar tiempo.
—Bueno, creo que yo si pude dormir algo mejor que tu —dijo mientras encendía el motor.
Me estaba acostumbrando a ese silencioso ronroneo. Estaba convencido de que me exaltaría el rugido del monovolumen, siempre que llegara a conducirlo de nuevo.
—Lo había olvidado…me dijiste que puedes dormir no es cierto? —Me reí— En serio puedes dormir?...no que lo vampiros no duermen.
— Eso es cierto, pero parece que yo hago la excepción
—Apostaría a que sí. —Dije mirando por la ventana. — ¿En qué soñaste anoche?
—No te escapes —rió entre dientes—. Hoy me toca hacer las preguntas a mí.
—Ah, es cierto. Adelante ¿Qué quieres saber?
Torcí el gesto. No lograba imaginar que hubiera nada en mi vida que le pudiera resultar interesante.
— ¿Cuál es tu color favorito? —preguntó con rostro grave.
Puse los ojos en blanco. ¿Ósea que iban a ser esa clase de preguntas?
—El azul, sin dudarlo.
— ¿Cuál es tu color favorito hoy? —seguía muy solemne.
—El azul, y probablemente mañana también siga siendo el azul.
Bella resopló y abandonó su expresión seria.
— ¿El azul? —inquirió con escepticismo.
—Seguro. Es un color que demuestra deseos de paz, silencio y hasta soledad. Azul significa espiritualidad y orden. Es un color que no tiene nada de amenazador, y a las personas que les gustan probablemente valoran mucho la lealtad y honestidad. ¿Es mi color ideal no crees?
Mi pequeño delirio pareció fascinarle. Lo estuvo pensando un momento sin dejar de mirarme a los ojos.
—Tienes razón —decidió, serio de nuevo—. El azul es tu color.
Rápidamente, aunque con cierta vacilación, extendió la mano y me toco el pelo. Todo sucedió en cuestión de segundos, segundos que fueron absolutamente mágicos para mí. Mi corazón palpito como loco, sentí que se iba a salir de mi pecho.
Para ese momento ya estábamos en el instituto. Se volvió de espaldas a mí mientras aparcaba.
— ¿Qué CD has puesto en tu equipo de música? —tenía el rostro tan sombrío y serio, tal y como si me exigiera una confesión de asesinato.
Me di cuenta de que no había quitado el CD que me había regalado Phil. Esbozó una sonrisa traviesa y un brillo peculiar iluminó sus ojos cuando le dije el nombre del grupo. Tiró de un saliente hasta abrir el compartimiento de debajo del reproductor de CD del coche, extrajo uno de los treinta discos que guardaba apretujados en aquel pequeño espacio y me lo entregó.
— ¿Por si acaso no se parece a este? —enarcó una ceja. Era el mismo CD. Examiné la familiar carátula con la mirada gacha.
El resto del día siguió de forma similar. Me estuvo preguntando cada insignificante detalle de mi absurda existencia mientras me acompañaba a Lengua, cuando nos reunimos después de Español, toda la hora del almuerzo. Las películas que me gustaban y las que detestaba; los pocos lugares que había visitado; los muchos sitios que deseaba visitar, o los idiomas que me interesaban y los que no; y libros, libros sin descanso.
No recordaba la última vez que había hablado tanto. La mayoría de las veces me sentía apocado, con la certeza de resultarle aburrido, pero el completo ensimismamiento de su rostro y el interminable diluvio de preguntas me obligaban a continuar. La mayoría eran fáciles, sólo unas pocas provocaron que me callara y me sonrojara o me irritara, pero cuando esto ocurría, se iniciaba toda una nueva ronda de preguntas.
Biología volvió a ser un engorro. Bella había continuado con su cuestionario hasta que el señor Banner entró en el aula arrastrando otra vez el equipo audiovisual. Cuando el profesor se aproximó al interruptor, me percaté de que Bella alejaba levemente su silla de la mía. No sirvió de nada. Saltó la misma chispa eléctrica y el mismo e incesante anhelo de tocar su rostro, como el día anterior, en cuanto la habitación se quedó a oscuras. Y también las voces volvieron a atacarme.
Me recliné en la mesa y apoyé el mentón sobre los brazos doblados. Los dedos ocultos aferraban el borde de la mesa mientras luchaba por ignorar el estúpido zumbido de las voces de todos en el salón.
No le miraba, temeroso de que fuera mucho más difícil mantener el autocontrol si ella me miraba. Intenté seguir la película con todas mis fuerzas, pero al final de la hora no tenía ni idea de lo que acababa de ver. Suspiré aliviado cuando el señor Banner encendió las luces y por fin miré a Bella, que me estaba contemplando con unos ojos que no supe interpretar.
Se levantó en silencio y se detuvo, esperándome. Caminamos hacia el gimnasio sin decir palabra, como el día anterior, y también le acaricie la mejilla, sin despegar los labios, sin decir nada... esto hacia que la mejilla de Bella adquiriera nuevamente un tono rosáceo muy hermoso, Bella dio la vuelta esta vez más lentamente que la anterior y se marcho atreves de los pasillos pero para su mala suerte tropezó con unos de los cordones de sus zapatillas y casi se resbala. Ella volteo y me saco la lengua y luego siguió caminando hasta su salón.
Bella era la mujer ideal para mí, ¿pero acaso alguien tan insignificante como yo se merecía a semejante ángel?…no, la respuesta era no.
La clase de Educación física pasó rápidamente mientras contemplaba el espectáculo del equipo unipersonal de voleibol de Jessica, que hoy no me dirigía la palabra, ya fuera como reacción a mi expresión ausente o porque aún seguía enfadada por nuestra pequeña/gran disputa del día anterior. Me sentí mal por ello en algún rincón de la mente, pero no me podía ocupar de ella en ese momento.
Después, me apresuré a cambiarme, incómodo, sabiendo que cuanto más rápido me moviera, más pronto estaría con Bella. La precipitación me volvió torpe, pero al fin salí por la puerta; sentí el mismo alivio al verle esperándome ahí y una amplia sonrisa se extendió por mi rostro. Respondió con otra antes de lanzarse a nuevas preguntas.
Ahora eran diferentes, aunque no tan fáciles de responder. Quería saber qué echaba de menos de Phoenix, insistiendo en las descripciones de cualquier cosa que desconociera. Nos sentamos frente a la casa de Charlie durante horas mientras el cielo oscurecía y nos cayó a plomo un repentino aguacero.
Intenté describir cosas imposibles como el aroma de la creosota —amargo, ligeramente resinoso, pero aun así agradable—, el canto fuerte y lastimero de las cigarras en julio, la liviana desnudez de los árboles, las propias dimensiones del cielo, cuyo azul se extendía de uno a otro confín en el horizonte sin otras interrupciones que las montañas bajas cubiertas de purpúreas rocas volcánicas.
Lo más arduo de explicar fue por qué me resultaba tan hermoso aquel lugar y también justificar una belleza que no dependía de la vegetación espinosa y dispersa, que a menudo parecía muerta, sino que tenía más que ver con la silueta de la tierra, las cuencas poco profundas de los valles entre colinas escarpadas y la forma en que conservaban la luz del sol. Me encontré gesticulando con las manos mientras se lo intentaba describir. Le hable sobre mis amigos y las veces que habíamos estado por aquellas planicies desérticas y calurosas buscándonos problemas a más no poder.
Sus preguntas discretas y perspicaces me dejaron explayarme a gusto y olvidar a la lúgubre luz de la tormenta la vergüenza por monopolizar la conversación. Al final, cuando hube acabado dé detallar mi desordenada habitación en Phoenix, hizo una pausa en lugar de responder con otra cuestión.
— ¿Has terminado? —pregunté con alivio.
—Ya quisieras, lo que pasa es que se me hace raro que tu padre aun no haiga llegado.
— ¡Charlie! —de repente, recordé su existencia y suspiré. Estudié el cielo oscurecido por la lluvia, pero no me reveló nada—. ¿Es muy tarde? —me pregunté en voz alta al tiempo que miraba el reloj. La hora me había pillado por sorpresa. Charlie ya debería de estar conduciendo de vuelta a casa.
—Bueno, es la hora del crepúsculo —murmuró Bella al mirar el horizonte de poniente, oscurecido como estaba por las nubes.
Habló de forma pensativa, como si su mente estuviera en otro lugar lejano. La contemplé mientras miraba fijamente a través del parabrisas. Seguía observándole cuando de repente sus ojos se volvieron hacia los míos.
—Es la hora más segura para nosotros —me explicó en respuesta a la pregunta no formulada de mi mirada—. El momento más fácil, pero también el más triste, en cierto modo... el fin de otro día, el regreso de la noche —sonrió con añoranza—. La oscuridad es demasiado predecible, ¿no crees?
—Me gusta la noche. Jamás veríamos las estrellas sin la oscuridad —fruncí el entrecejo—. No es que aquí se vean mucho si vamos al caso.
Se rió, y repentinamente su estado de ánimo mejoró.
—Charlie seguramente estará aquí en cuestión de segundos. Esto…ya le contaste sobre nuestro paseo del sábado ¿no?
Enarcó una ceja y me miro de forma inquisidora. La verdad es que se me había pasado decirle a Charlie.
—Bueno…no se lo he dicho aun…lo hare esta noche —mentí y reuní mis libros mientras me daba cuenta de que me había quedado entumecido al permanecer sentado y quieto durante tanto tiempo—. Entonces, ¿mañana me toca a mí? —no entendía muy bien el miedo que me daba al decirle a Charlie que ahora estaba saliendo con Bella Cullen, ¿Qué rayos era lo que me estaba pasando? ¿Por qué el miedo? Luego ella al fin exclamó:
— ¡Desde luego que no! —Exclamó con fingida indignación—. No te he dicho que haya terminado, ¿verdad?
— ¿Qué más queda? Ya te sabes casi toda mi vida, acaso queda algo más…
—Lo averiguarás mañana.
Extendió una mano para abrirme la puerta y su súbita cercanía hizo palpitar alocadamente mi corazón. Hasta cuando iba a durar todo esto.
Pero su mano se paralizó en la manija.
—Que idiotez, como es que se atreven… —murmuró.
— ¿Qué ocurre?
Me sorprendió verla con la mandíbula apretada y los ojos turbados. Me miró por un instante y me dijo con desánimo:
—Otra complicación.
Abrió la puerta de golpe con un rápido movimiento y, casi encogido, se apartó de mí con igual velocidad.
El destello de los faros a través de la lluvia atrajo mi atención mientras a escasos metros un coche negro subía el bordillo, dirigiéndose hacia nosotros.
—Charlie ya está llegando —me avisó mientras vigilaba atentamente al otro vehículo a través del aguacero.
A pesar de la confusión y la curiosidad, bajé rápidamente del coche. El estrépito de la lluvia era mayor al rebotarme sobre la cazadora.
Quise identificar las figuras del asiento delantero del otro vehículo, pero estaba demasiado oscuro. Pude ver a Bella a la luz de los faros del otro coche. Aún miraba al frente, con la vista fija en algo o en alguien a quien yo no podía ver. Su expresión era una extraña mezcla de frustración y desafío.
Aceleró el motor en punto muerto y los neumáticos chirriaron sobre el húmedo pavimento. El Mercedes negro desapareció de la vista en cuestión de segundos.
—Hola, Edward —llamó una dulce voz familiar desde el asiento del conductor del pequeño coche negro.
— ¿Leah? —pregunté, parpadeando bajo la lluvia.
Sólo entonces dobló la esquina el coche patrulla de Charlie y las luces del mismo alumbraron a los ocupantes del coche que tenía enfrente de mí.
Leah ya había bajado. Su amplia y dulce sonrisa era visible incluso en la oscuridad. En el asiento del copiloto se sentaba un hombre mucho mayor, corpulento y de rostro memorable..., un rostro que se desbordaba, las mejillas llegaban casi hasta los hombros, las arrugas surcaban la piel rojiza como las de una vieja chaqueta de cuero. Los ojos, sorprendentemente familiares, parecían al mismo tiempo demasiado jóvenes y demasiado viejos para aquel ancho rostro. Era Billy Black y el que estaba en el asiento trasero era su hijo Jacob Black.
Billy Black, el jefe de la tribu de los Quileute, lo supe inmediatamente a pesar de que en los cinco años transcurridos desde que lo había visto por última vez me las había arreglado para olvidar su nombre hasta que Charlie lo mencionó el día de mi llegada. Me miraba fijamente, escrutando mi cara, por lo que esbocé una sonrisa con timidez. Tenía los ojos desorbitados por la sorpresa o el pánico y resoplaba por la ancha nariz. Mi sonrisa se desvaneció.

“Otra complicación”, había dicho Bella.
Billy seguía mirándome con intensa ansiedad. Gemí en mi fuero interno. ¿Había reconocido Billy a Bella con tanta facilidad? ¿Creía en las leyendas inverosímiles de las que se había mofado Leah?
La respuesta estaba clara en los ojos de Billy. Sí, por supuesto que así era.
Billy si creía en la existencia de los vampiros, y por si fuera poco, sabía lo que los Cullen eran.

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Chicas Lindissssimas del c-box, les agradecemos sus apoyos y su conprension!!
los capitulos iran yendo lo mas rapido que podamos, imaginense que tenemos 3 libros mas por delante asi que iremos subiendo aunque sea de tres o de dos capitulos oki?
Asi que no se me desesperen, y gracias por su fidelidad!!
Atte:
Ingrid & Rose.


lunes, 24 de agosto de 2009

sábado, 22 de agosto de 2009

Capitulo #10 "Interrogatorios"

Capitulo # 10

“Interrogatorios”


Me desperté al otro día muy temprano, estaba algo confundido no sabía si lo que había pasado la noche anterior era cierto o era fruto de mi imaginación, era extraño todo lo que me había pasado pero no podía ser cierto, Me aferraba a los recuerdos mas verdaderos como por ejemplo el olor de el aliento de Bella cuando se acerco demasiado a mi, la anterior noche, era un olor realmente asombroso, eso no podía ser parte de mi imaginación. Afuera estaba lleno de nubes grises y lloviznaba un poco no había salido el sol y por primera vez desde que llegue a Forks me alegre de aquello.
Bella no tenia excusas para no faltar hoy a la escuela, rápidamente me arregle y baje a desayunar , pero cuando me fije en la hora ya era demasiado tarde no iba a llegar a la escuela ni siquiera si conducía lo mas rápido en mi monovolumen… mi viejo auto no era nada rápido, tome una barra de cereal que había en una caja arriba del refrigerador y tome leche desde la botella no podía hacer tiempo sirviéndola en un vaso, rápidamente tome mi impermeable me lo puse , tome las llaves de mi auto y me dirigí hacia el a toda prisa sin siquiera tener cuidado en ver por donde pisaba, además con toda la neblina que había no me había dado cuenta de que justo enfrente de mi casa había un flamante Mercedes Benz, eso me hizo sonreír como estúpido… era impresionante todo lo que esta chica me hacia sentir , no la había visto era como si hubiera salido de la nada y de repente estaba enfrente de mi con la puerta abierta.
— Quieres dar una vuelta con migo?— pregunto, con una sonrisa en los labios al ver mi reacción ante su aparición.
— Si por supuesto— le respondí con cuidado de que en mi voz no se oyera lo sorprendido que estaba, aunque esto no tuvo mucho éxito, ya que se rió por lo bajo.
Me dirigí hacia el auto aun sin poder creerlo, le di gracias al cielo que Bella no pudiera oír ni sentir las voces de mi cabeza…de solo pensar en eso la cara se me ponía roja de la vergüenza, finalmente llegue hacia donde estaba ella.
—Vamos, sube…no muerdo—me dijo sonriente. Así que accedí y subí dentro de aquel precioso coche. Se me hacia raro todo esto… ¿Qué acaso no son los chicos los que llevan a las chicas a la escuela? Bueno luego pensaría en todo eso.
Dentro del auto estaba tibio y en el aire estaba impregnado el olor de Bella era realmente sorprendente estar ahí dentro.
— Buenos días— dijo con una sonrisa.
Me di cuenta de que hablaba muy despacio, se podría de decir que con cautela. Me di cuenta de que llevaba una blusa color Rosa que la hacia ver encantadora, se formaba bien su figura, llevaba unos jeans de mezclilla entubados y unas botas negras que llegaban hasta sus rodillas se veía muy, pero muy guapa su pelo lo llevaba suelto y sobre su hombro izquierdo.
— Buenos días — le conteste con otra sonrisa. ¿Se abría dado cuenta de cómo la mire?...que vergüenza.
Prendió el auto y condujo a la escuela estando ahí dentro no me importaba nada ni siquiera el tiempo o que fuéramos a llegar tarde a la escuela. Ella volteo a verme y sonrió. Dios su sonrisa siempre me derretía…tenia una mezcla de inocencia pero al a vez de seducción, simplemente perfecta.
— ¿Y bien? ¿No tienes unas cien preguntas para mí? —dijo serenamente.
— ¿No te gustan mis preguntas? — le conteste con otra pregunta, me sentía avergonzado que tal si no le gustaban mis preguntas y si estaba enfadada. Sentí mis mejillas muy calientes. Diablos seguro y estaba sonrojado.
— No me molestan, más bien son tus reacciones— contestó. No parecía estar mintiendo ni mucho menos molesta, así que le pregunte:
— Tan mal reaccioné— le dije mirándola a los ojos.
— No ese es el problema. Pensé que ibas a estar en shock incluso hasta ahora lo sigo esperando. No es normal eso hace que me pregunte que es lo que estas pensando—dijo ella. No seguro y no desearía saber lo que yo estaba pensando en estos momentos.
— Bueno en realidad siempre te digo lo que pienso no te escondo nada— le conteste un poco avergonzado.
— Bueno si pero lo censuras— me contesto a la defensiva.
— No mucho— le dije esbozando una de mis típicas sonrisas deformes.
— Bueno tal vez no sea mucho pero si es lo suficiente para que yo me vuelva loca—contestó
— No quieres oírlo—dije muy bajito para que ella no lo notara pero creo que si lo hizo por que se quedo callada, no quería que estuviera enfadada así que le di un giro a la conversación y aborde otro tema.
— Donde están tus hermanos— le pregunté fingiendo indiferencia.
— Han ido en el auto de Rosalie— contesto mientras se estacionaba junto al auto deportivo rojo.
— ¿Es algo llamativo verdad?-dijo con una sonrisa.
— Wow... — fue lo único que pude decir— Si ella tiene eso no me explico por que viene con tigo…Sin ofender a tu coche. — dije con los ojos totalmente abiertos mirando al hermoso auto rojo descapotable.
— Bueno intentamos no llamar mucho la atención— dijo abriendo la puerta del auto para bajarse, yo la imite y me baje del coche.
— Pues no lo logran- dije riéndome, habíamos llegado a la escuela con 5 minutos de anticipación supuse que Bella condujo algo rápido pero estaba muy entretenido mirándola que ni cuenta me di, en realidad siempre estaba muy cómodo con ella no escuchaba esas molestas voces en mi cabeza, me sentía bien a su lado.
— Y bueno si no quieren llamar la atención por que condujo hoy Rosalie— Le pregunte aun admirando el auto.
— Es que no te has dado cuenta de que estoy rompiendo todas las reglas— me dijo poniéndose a mi lado mientras caminábamos hacia la escuela. Justo frente a la puerta estaba Mike, seguro y quería continuar la charla ayer en la noche.
— Que tal mike— lo salude a unos 4 pasos antes de llegar a el. Mike se quedo boquiabierto al ver con quien había llegado.
“No lo puedo creer…Edward anda con Isabella Cullen, no lo puedo creer de seguro ayer en la noche se cito con ella por eso, se fue solo según a la biblioteca, pero esto no se queda así, tengo que saber que es lo que paso y cuando y como sucedió“.
Esas voces de nuevo no podía soportarlas… en verdad estaba escuchando lo que mike estaba pensando y era estresante.
“Al rato… en clase… le preguntare, ¿Ya la abra besado?, que tal se sentirá besar a Isabella Cullen… a la rara Isabella”
Eso me molesto por que en su mente comenzaron a pasar imágenes besando a Bella… la primera era yo y Bella, pero la segunda yo había sido sustituido por Mike y eso no me gusto nada.
— Bueno Mike nos vemos en clase — le dije con tono un poco furioso.
— Hasta luego Mike — le dijo Bella.
Eso lo hizo quedar en shock y que aumentaran las imágenes, no podía resistir mas y me fui, Bella salio tras de mi.
— Mike parecía sorprendido, yo no se leer mentes pero por lo que vi supongo que te va a hacer preguntas y muchas en clase. — me dijo con una sonrisa dibujada en su rostro.
— Si… muchas, muchas preguntas- le conteste pensando en cual iban a hacer mis respuestas todas las preguntas que se habían formado en su cabeza.
— Bien… quisiera saber que preguntas son así que estaré al tanto, para averiguarlo. — Me dijo con una risa burlona.
— Claro— conteste que se suponía que iba a decirle “No”…no escuches por que no quiero que te enteres de que estoy enamorado de ti, claro que no, pero… bueno supongo que ya era hora de que lo supiera.
Bella me dejo frente al salón. La situación se me hacia cada vez mas y mas rara…yo era quien debería acompañarla a su salón…pero bueno en realidad los dos no éramos nada normales así que deje que el asunto pasara de largo.
— Estaré al pendiente de las preguntas y de las respuestas— me dijo curvando una sonrisa muy linda en su cara, y después se marcho.
— Te veo en el almuerzo— grito después de haber caminado unos diez pasos. Las personas que iban en medio se detuvieron a mirarme y soltaron unas risitas bastantes molestas.
Bella Cullen anda con Edward Masen que raro”
“Maldita Isabella… ella fue la que ganó… se llevo a Edward”
“Seguro es uno de sus juguetes, pobre Edward no sabe con quien se mete”.

Eso hizo que me enojara y me metí dentro del salón. Al entrar me encontré a Jess sentada en mi mesa.
— Buenos días Edward. — Me saludo con una gran sonrisa.
— Buenos días Jess — la salude aun un poco enojado.
“órale… hoy Edward se ve muy guapo”…volvieron las voces. En realidad nunca se iban “no Jessica, tu ya tienes novio, edward ya no te puede gustar mas” dijo una vocecilla bastante familiar…la voz de Angela. Eso me tomo por sorpresa Jess ya tenia novio claro Mike como no se me ocurrió. Mike.
— Cómo les fue en Port Angeles?- pregunto Jessica en lo que el maestro todavía no llegaba.
— Bien gracias, estuvo muy genial. — le respondí recordando todo lo que había sucedido la noche anterior.- de hecho Mike consiguió un traje estupendo- le dije.
— Ah y no menciono nada de la noche del lunes— me pregunto, me sorprendí por lo rápido que había cambiado la conversación.
— Si dijo que se la había pasado muy bien— le conteste dirigiéndole una sonrisa.
— De verdad?— dijo con una sonrisa. “Wow, de verdad Mike se la paso bien eso es genial.”
— Si Jess, es genial-le dije con otra gran sonrisa, al fin me iba a librar de Jess.
Ella me miro con sorpresa. Genial lo que había escuchado era su mente. Si esto iba a seguir así tendría que acostumbrarme y no contestar a los pensamientos si no dirían que estoy loco o bueno más de lo que ya piensan.
En eso el profesor entro a la clase y llamo la atención. Jess se fue a sentar a su lugar y yo al mió, la clase se me hizo infinita pensé que nunca llegaría la hora de salir, el problema era que todavía faltaban dos clases mas para el receso y yo ya estaba ansioso de volver a ver a Bella.
Al entrar al otro salón ya me esperaba Mike sentado en su banca, al verme se levanto y me indico que me sentara con el. Estaba algo nervioso sabia que los vampiros tenían sentidos muy desarrollados y uno de esos sentidos era el oído Bella estaba sentada precisamente a dos mesas de distancia de nosotros, algo mucho peor por que lo se le haría mas fácil escuchar toda mi platica con Mike.
Y demonios…las malditas voces ya estaban comenzando a llegar a mi cabeza.
— Cuéntame todo, con lujo de detalle. — me exigió Mike al momento en que me sentaba.
— ¿Qué es lo que quieres saber? — Le pregunte con indiferencia.
— ¿Qué fue lo que ocurrió noche? — me dijo con impaciencia.
— Fuimos a cenar y de ahí nos fuimos a casa, eso es todo… nada de importancia si te das cuenta.
“Oh… por favor Masen eso no fue todo dime mas” Pensó mike
— Pero se quedaron de ver ahí? — me pregunto, queriendo sacar mas información
— No, nos encontramos ahí cuando fui por el libro, me sorprendió verla. — le conteste, y bueno eso si que era cierto.
“Claro piensas que crea eso, tu tienes algo con Isabella.”
— Y hoy en la mañana has llegado con ella—dijo inquisidoramente.
“Haber con que me sales ahora Edward”
— Bueno en realidad también fue algo inesperado, solo salí de mi casa y ahí estaba ella— le contesté.
— Bueno entonces, van a volver a salir — pregunto Mike “Ojala que no, si Bella se esta comenzando a socializar con otros... podría ser que yo me acerque un poco a ella” Eso me molesto mucho mas de lo que imagine… ¿que le pasaba a ese tipo y además se estaba olvidando de Jessica?, si Mike no dejaba de pensar de esa manera en realidad lo iba a odiar.
— Bueno, en realidad quedamos en ir a Seattle el próximo sábado. — le conteste serio, ya que no me gustaba lo que pensaba.
— Wow, que genial— dijo un poco desanimado. “Supongo que ya están saliendo, Genial Masen” pensó por como se oyó pareció que estaba algo enojado, y eso me encanto.
— Si— asentí con una gran sonrisa, en verdad yo iba a salir con Bella Cullen, era muy genial.
— Oye y ya la besaste— En la mente de Mike aparecí besando a Bella pero después, como en el estacionamiento el aparecía en mi lugar, vaya supongo que el y Jessica están hechos el uno para el otro, pensaban casi igual.
— No Mike, yo no soy de esos, y ella tampoco. — le dije con algo de arrogancia.
— Bueno crees que el sábado la vayas a besar— Preguntó el con algo de mas entusiasmo.
“Vamos Masen no creo que Bella no te guste. Es tuya mientras yo no te la gane.”
Este Mike si que me irritaba.
— En realidad lo dudo— No supe ocultar el descontento de mi voz.
— Bueno, y de que hablaron— pregunto “Veamos que mas le sacamos a Masen.”
— Bueno, en realidad no de muchas cosas, solo del trabajo de Literatura. — En realidad no hablamos mucho del trabajo, pero quería cortarle hasta ahí.
— Anda Edward dame algunos detalles— casi me suplico.
— Bueno, hubieras visto a la mesera coqueteándome, era muy guapa, y Bella creo que se puso celosa. — le dije algo sonrojado.
“Vaya ahora resulta que a Bella le gusta Masen”
— Bien eso significa que le gustas— dijo con una sonrisa algo fingida.
— Eso creo es algo difícil de saber, a veces es muy críptica a veces. — suspire en beneficio de Bella.
— No se como puedes estar con ella, yo me quedaría atónito solo con tenerla enfrente. — comento Mike.
En la mente de Mike aparecieron una imágenes de esta mañana cunado Bella lo saludo y el no supo que decir.
— ¿De que hablas? — le pregunte.
— Intimida un poco— me contesto un poco avergonzado.
— Bueno en realidad me vuelvo algo incoherente cuando estoy con ella. — le explique.
— Bueno es muy guapa— explico.
— Es mucho más que eso — le conteste. La vampiro o bueno mas o menos eso… que no quería matar gente, que no quería ser un monstruo.
— ¿A si? ¿Y como que?
— Bueno no te lo puedo explicar ahorita pero, es mucho mas que un rostro perfecto—le dije en un susurro.
— Entonces te gusta— me pregunto, esa era la pregunta que estaba temiendo que hiciera, Bella si no se había enterado aun ahora lo haría.
— Si — respondí de forma muy cortante.
— Me refiero a que si en verdad te gusta— me apremio.
— Si — dije de nuevo algo avergonzado.
“Maldito Masen, te has ganado a Bella Cullen la que por tantos años yo quise conquistar.”
— ¿Cuánto te gusta? — volvió a preguntar
— Mucho, me gusta mucho—le respondí. — Mas de lo que yo le gusto a ella pero no veo la forma de evitarlo.
Después de eso el maestro le pregunto a Mike algo que no contesto bien, yo hice como que ponía atención a la clase pero en realidad estaba pensando en ella.
— En la clase anterior Jess me pregunto si habías dicho algo sobre la noche del lunes— le dije para que ya no siguiera con las preguntas sobre Bella.
— De verdad que le dijiste— “Masen mas vale que no hayas dicho nada malo
— Bueno le dije que habías dicho que te la habías pasado muy bien.
Mientras Mike recogía sus cosas me pregunto:
— ¿Hoy no te vas a sentar con nosotros cierto? — dijo mirando a Bella que estaba recargada sobre el marco de la puerta del salón. Dios…se veía muy linda…totalmente hermosa.
— Creo que no—dije aun contemplándola de lejos.
Mike salio del salón, despidiéndose de Bella. Tal vez tendría que desconectar el teléfono de casa en la tarde. Mike era peor que una vieja chismosa. Pensar en mike de esa manera me hizo reír.
— Hola — mesaludo Bella, ella también tenia una sonrisa en su cara pero en sus ojos se veía que me esperaba algo y no muy bueno.
— Hola— le conteste. El camino a la cafetería fue en silencio lo mas seguro es que estaba guardando todo para cuando estuviéramos sentados.
Al llegar a la cafetería me di cuenta de que se parecía mucho al primer día de mi llegada, todos me miraban.
Encabezó el camino hacia la cola, aún sin despegar los labios, a pesar de que sus ojos me miraban cada pocos segundos con expresión especulativa. Me parecía que la irritación iba venciendo a la diversión como emoción predominante en su rostro. Inquieta, jugueteé con la cremallera de la cazadora negra que llevaba puesto ese día.
— ¿Qué haces? — le pregunte al ver todo lo que estaba poniendo en la charola; una pizza, una manzana, un botella de limonada, un bolsa de galletas dulces, unos nachos… era bastante yo no me acabaría todo eso.
— ¿No vas a llevarte todo eso? —
— La mitad es para mí— me contesto con una pequeña sonrisa. Claro estaba hablando enserio.
Me condujo al mismo lugar en el que nos habíamos sentado la vez anterior. En el extremo opuesto de la larga mesa, un grupo de chicos del último curso nos miraron anonadados cuando nos sentamos uno frente a otro.
— Bien toma lo que quieras— me dijo empujando la charola de comida hacia mi.
— Tengo curiosidad— le dije mientras tomaba una manzana roja que se veía muy rica
— ¿Qué harías si alguien te desafiara a comer?
Ella me miro, tomo un pedazo de pizza se lo metió a la boca y comenzó a comer, la mire con los ojos bien abiertos.
— Bueno si a ti te desafiaran a comer tierra lo harías no es cierto — me pregunto con sarcástica.
— Bueno una vez lo hice… perdí una apuesta, con mis amigos- al recordar eso hice una mueca, ella comenzó a reír.
“Se ríe con el, lo mira como si se lo quisiera comer, eso significa que en verdad le gusta”
Me eché a reír, ese era Mike reconstruyendo todo lo que Bella hacia y después me lo diría, me eché a reír de nuevo.
— ¿Qué pasa? — me pregunto ella algo confusa.
— Bueno en realidad Mike esta viendo todo lo que haces y después lo reconstruirá para mi— volví a reír. Ella dejo la pizza en la charola y la empujo hacia mí. Yo la tome y le di una mordida justo donde el la había mordido también.
— ¿Ósea que me puse celosa, con la camarera? — me dijo con una sonrisa, comenzamos con lo que estaba temiendo desde que entramos a la cafetería.
— O por favor me vas a decir que no. — le dije con otra sonrisa ocultando mi temor por lo que se venia.
— En realidad ni caso le hice, tenia muchas cosas en la cabeza como para ponerme celosa de una mesera.- y ahí estaba Bella la de las negaciones…parecía un abogado que le aconseja a su cliente…”Negar…Negar y negar”
— Ah, ok— le conteste, claro que se había puesto celosa aunque no la admitiera.
— Algo de lo que le dijiste a Mike me molesta y me tomo por sorpresa— comento.
— Bueno enralidad, no me sorprende, es lo que les pasa siempre a las personas chismosas y entrometidas— le comente.
— Te dije que iba a estar escuchando — me reto.
— Y yo te dije que no querrías saber lo que yo pensaba— le conteste mirándola fijamente a los ojos.
— No, si quiero saber que es lo que piensas aunque me estresen algunas cosas que piensas. — me dijo devolviéndome la mirada.
En ese momento, nos inclinábamos el uno hacia el otro sobre la mesa. Su barbilla descansaba sobre sus pequeñas manos blancas; me incliné hacia delante apoyado en el hueco de mi mano. Tuve que recordarme a mí mismo que estábamos en un comedor abarrotado, probablemente con muchos ojos curiosos fijos en nosotros. Resultaba demasiado fácil dejarse envolver por nuestra propia burbuja privada, pequeña y tensa.
—En verdad crees que te interesas más por mí que yo por ti— me pregunto mirándome fijamente a los ojos. Escuchaba varias voces en mi cabeza, unas hablaban de nosotros y otras de sus propias cosas.
Ella se inclino mas mientras hablaba traspasando sus ojos color chocolate con los míos, la mire detenidamente.
—Volviste a hacerlo— dijo moviendo su cabeza de una lado a otro.
—El que— le dije.
—El deslumbrarme. — comento.
—Ah, eso— le dije frunciendo el ceño.
—Esta bien, no es tu culpa. Pero no me vas a contestar— volvió a preguntar.
—Si —le dije.
—si que?, si me vas a contestar o si lo piensas.- pregunto todavía aturdida por mi mirada.
—si lo creo. — le respondí con toda sinceridad.
Bella se quedo callada, yo miraba la mesa con la tapa de la limonada que había abierto luchaba para no voltear a verla y ver que su expresión era de enojo paso un minuto que se me hizo eterno.
—Te equivocas—dijo al fin con voz muy suave, al fin alcé la mirada y me di cuenta de que sus ojos me miraban con ternura.
—Bueno ese no lo puedes saber—le dije moviendo la cabeza en señal de negación.
— ¿Por qué piensas eso? — volvió a preguntar. Sus ojos eran increíblemente bellos, trate de aclarar mi mente para poder explicarme con claridad y que ella me entendiera.
—Déjame pensar— le pedí
Su rostro se suavizo supongo por el hecho de que yo al fin pensaba mis respuestas.
—Bueno dejando a un lado lo obvio— por fin hable cuando pasaron unos segundos. —Bueno yo no puedo leerte a ti la mente—Diablos Edward…no le digas que puedes leer la mente de las personas, me yo interior tenia mucha razona si que hallé algo con que escabullirme— Bueno a ti ni a nadie, pero a veces parece que estas diciendo adiós cunado dices otras cosas.
No pude explicar mejor como me sentía.
—Muy perceptivo—y mi angustia revivió cuando confirmo lo que yo había dicho. —Aunque en eso te equivocas. —comenzó a explicar, pero se detuvo. —a que te refieres con <>?
—Bueno mírame— le dije algo que ya estaba haciendo así que no fue necesario.-Soy alguien normal, bueno claro quitando los casos en los que la muerte me ha pasado rozando pero de ahí en adelante soy un chico normal,…soy de lo mas normal que te puedas imaginar, soy orgulloso, egoísta, loco, algo estupido, arrogante y etc., etc.
Hice un gesto con la mano, lo que hizo que Bella frunciera el seño para después relajarse y seguir tranquila.
—Bueno nadie se ve así mismo con claridad—comento— bueno no puedo negar que has acertado con los defectos, pero tu no haz escuchado lo que las personas dijeron el día de tu llegada—dijo aunque se equivocaba claro que lo había escuchado; todos tenían es sus cabezas mi cara y como seria si me trataban.
—Bueno eso tampoco puedes saberlo. — le rete.
—No en verdad, tú no eres nada normal, eres todo lo opuesto.
Mi vergüenza fue mucho más intensa que el placer ante la mirada procedente de sus ojos mientras pronunciaba esas palabras. Le recordé mi argumento original rápidamente:
—Bueno pero yo no digo adiós- le recordé.
—Pues ahí esta no lo vez eso demuestra que yo soy la que mas se preocupa por ti—me dijo con tono no muy suave.
—Sufriré para que tú no resultes herido, para mantenerte a salvo. —movió la cabeza como si quisiera desaparecer esa idea.
—Piensas que yo no haria lo mismo por ti— le pregunte con muy poco animo.
—Tu jamás vas a tener que a hacer esa elección...ya te lo he dicho- pero de pronto su estado de animo cambio y sonrió.
—Es mas cuidarte se esta volviendo un trabajo de tiempo completo. —agradecí por haber abarcado un tema nuevo no estaba seguro de poder volver a hablar de despedidas, no podía imaginar otro día mas sin Bella.
—Bueno nadie ha intentado matarme hoy— le recordé con otra sonrisa.
—Aun—agregó.
—Aun— repetí.
—Bien ahora, tengo otra pregunta para ti— me dijo.
—Bien adelante pregunta. — le respondí.
—En verdad tienes que ir a Seattle o era una excusa para tus admiradoras y así no llevarlas al baile— me dijo con una sonrisa que dejaba ver sus dientes blancos.
—Pues estoy abierto a sugerencias. — le dije abriendo los brazos como si fuéramos a abrazarnos.
—Si yo te hubiera invitado, me hubieras rechazado? — pregunto su sonrisa se hizo mayor.
—No, si hubiera ido contigo. — le respondí con la verdad, y ella se rió.
—De que te ríes? — le pregunte un poco confuso.
—Bueno tal vez si yo te hubiera invitado y tu me hubieras dicho que si, yo lo hubiera cancelado fingiendo que me había roto un tobillo o algo. —me explico pero no lo comprendí muy bien.
—Y eso por qué?— quise saber.
—Supongo que nunca me has visto en gimnasia, pero creía que tú lo entenderías.
—Te refieres a que eres incapaz de caminar en una superficie plana sin que te tropieces o caigas. —le dije riéndome, ningún vampiro podría ser tan o mas torpe que ella.
—Si… obviamente.
—Bueno eso es depende de quien te lleve al bailar, yo por ejemplo se bailar muy bien. — le dije presumiendo un poco. Ella rió varias personas que estaban a nuestro alrededor se voltearon para vernos.
—y bien entonces podríamos ir a otra parte si o no a bueno…otro lugar —dijo impaciente.
—Claro ya te dije estoy abierto a sugerencias—volví a repetir—Pero con una condición. Pedí.
— ¿Cual?
— ¿Puedo conducir?
—Por que?- quiso saber.
—Bueno, sobre todo porque cuando le dije a Charlie que me iba a Seattle, me preguntó concretamente si viajaba solo, como así era en ese momento. Probablemente, no le mentiría si me lo volviera a preguntar, pero dudo que lo haga de nuevo, y dejar el coche enfrente de la casa sólo sacaría el tema a colación de forma innecesaria. Y además, porque tu manera de conducir es horrible.
—Wow eres muy raro- comento mirándome de nuevo a los ojos. — por todas las cosas que te deberían asustar a ti te preocupa mi forma de conducir, perdóname pero si eres muy raro. —se rió, ella era aun mas hermosa cuando se reía.
—Y a donde iremos— pregunte para que la plática no acabara.
—Bueno hará buen tiempo así que estaré fuera de la visión publica y podrás estar conmigo si a si lo quieres- dijo con un tono de voz muy pero muy sexy.
— ¿Y me mostraras a lo que te referías con el sol?- pregunte entusiasmado.
—si—suspiro y se tomo un tiempo. — aunque si no quieres estar con migo preferiría que no fueras a Seattle solo es muy peligroso, ya sabes Seattle es muy grande.- eso me ofendió, yo me sabia cuidar solito.
—Solo en población, Phoenix es más grande en territorio. —le dije.
—Si pero al parecer en Phoenix todavía no te llegaba la hora. —dijo y me dedico una sonrisa para nada alegre.
—Pero yo si quiero estar con tigo. —le dije un poco triste.
—lo se pero deberías decirle a Charlie.- seguía con eso.
—Por que demonios se lo diría- le dije algo irritado.
—Para darme una razón para traerte de regreso— lo dijo suave pero enojada. Me quede callado esperando a que hablara pero no lo hizo, los minutos pasaron pero nada.
—Hablemos de otra cosa —por fin hable.
—De que?-
Miré a nuestro alrededor para asegurarme de que nadie nos podía oír. Mientras paseaba la mirada por el comedor, observé los ojos de la hermana de Bella, Alice, que me miraba fijamente, mientras que el resto la miraban a ella Desvié la mirada rápidamente, miré a Bella, y le pregunté lo primero que se me pasó por la cabeza.
— ¿Por qué te fuiste a ese lugar, Gota Rocas, el último fin de semana? ¿Para cazar? Charlie dijo que no era un buen lugar para ir de acampada a causa de los osos.
Me miró fijamente, como si estuviera pasando por alto lo evidente.
— ¿osos? — pregunte atónito.
—Si— contesto el con una sonrisa a mi reacción.
—pero no estamos en temporada de osos—le dije para ocultar mi sorpresa.
—si lees bien te darás cuenta de que no se permite casar osos con armas. —me dijo satisfecha de su explicación, aunque no entendí nada.
— ¿osos? —volví a preguntar eso la hizo reír mas.
—si, el favorito de mi hermano Emmett es el oso pardo. —agrego.
Voltee a ver a Emmett ese hombre que en vez de parecer estudiante parecía maestro, y que parecía que todos los días levantaba pesas y tomaba esteroides. Trataba de imaginármelo cazando un oso sin armas.
—Ah, y cual es tu favorito— le pregunte al mirarla de nuevo.
—mi favorito es el puma. —dijo contenta.
—Ah—dije con tono de amable desinterés.
—claro. — imito mi tono. — debemos tener cuidado para no causar un impacto medioambiental desfavorable con una caza imprudente. Intentamos concentrarnos en zonas con superpoblación de depredadores... Y nos alejamos tanto como sea necesario. Aquí siempre hay ciervos y alces —sonrió con socarronería—. Nos servirían, pero ¿qué diversión puede haber en eso?-
—Claro la diversión. —le dije aun asombrado por todo lo que me había cambiado sus palabras.
—Dime que es lo que estas pensando— me dijo después de un minuto de silencio.
—Bueno me trataba de imaginar, a Emmett cazando un oso sin armas. — le conteste con sinceridad, en realidad no podía imaginarme a nadie cazando un oso sin armas.
—Oh claro que tenemos armas— dijo con una sonrisa mostrándome todos esos brillantes y blancos dientes que se veían un poco afilados.
No pude evitar el siguiente escalofrío que bajó por mi espalda. Miré a hurtadillas a Emmett, al otro extremo de la cafetería, agradecido de que no estuviera mirando en mi dirección. De alguna manera, los prominentes músculos que envolvían sus brazos y su torso ahora resultaban más amenazantes.
Bella siguió la dirección de mi mirada y soltó una suave risa.
—Podría algún día yo ver eso— le pregunte con sumo cuidado, para que no lo tomara por sorpresa pero el que me tomo por sorpresa fue ella a mí con su reacción.
— ¡Por supuesto que no! —dijo casi gritando, su mirada era furiosa, se veía muy aterradora me hice hacia atrás, eso en verdad me asusto aunque nunca lo admitiría. Ella hizo lo mismo.
— ¿Demasiado aterrador para mi?- —le pregunte cuando al fin pude hablar ya que del susto me había quedado sin voz.
—si en verdad se tratara de eso, créeme no dudaré en sacarte esta noche, necesitas de verdad algo de miedo, eso me hace pensar con mas exactitud que de verdad no eres nada normal.- dijo aun con tono de voz nada descriptible.
— ¿Entonces por que no? — le pregunte ya más calmado, Bella se quedo callada un rato, después de unos largos segundos hablo:
—Te digo más tarde— dijo levantándose de la mesa. —Vamos a llegar tarde — después de eso voltea a ver a mi alrededor la cafetería estaba casi vacía, rápidamente me levante de un salto.
En realidad siempre que estaba con ella el tiempo se pasaba muy rápido y muy cómodo era genial, estar con ella, yo con ella no oía voces era tranquilo. Bella era muy linda.
—En tal caso más tarde me lo dirás. — le dije mientras nos dirigíamos a clase. Obviamente no lo iba a olvidar.

Capitulo #9 "Teoria"

Capitulo #9

Teoría


-Bueno… puedo hacerte otra pregunta mas- le pedí, tenía un montón de preguntas que hacerle. Pero no quería abrumarla con tantas preguntas que tal vez hasta le parecerían ridículas. Ya estábamos en su auto ya no estaba o no parecía nerviosa porque ya conducía mejor que hacia unas horas, cosa que ya era un milagro de Dios.
-Está bien solo una- contesto con recelo.
-Bueno, me dijiste que no te habías dado cuenta de que me había ido de donde estaba Mike y Eric, me preguntaba cómo te diste cuenta de eso después.- le pregunté con cuidado para que no la tomara por sorpresa. Ella solo desvió la vista a propósito. Después de unos segundos contesto.
-Te seguí, bueno en realidad seguía tu olor.- contesto como si fuera un niño confesando alguna travesura. No era la respuesta que yo esperaba, la que me tomo por sorpresa fue ella a mí con su respuesta, pero aun así seguí.
Voltee hacia el circulo frente al volante donde se marcaba los kilómetros por hora y dios íbamos a casi a 200 kilómetros por hora. Esta chica conducía como una loca.
-Dios detente quieres que nos matemos.- le dije agarrado bien fuerte de los lados del asiento.
Ella volteo a verme pero no se detuvo ni bajo la velocidad.
-Que te pasa?- pregunto ella conteniendo una sonrisa, supuse que era por mi reacción.
-Vas casi a 200 kilómetros estás loca, nos vamos a matar- le volví a decir casi gritando.
Le heche una ojeada de pánico por la ventana, pero estaba demasiado oscuro para distinguir mucho. La carretera sólo era visible hasta donde alcanzaba la luz de los faros delanteros. El bosque que flanqueaba ambos lados de la carretera parecía un muro negro, tan duro como un muro de hierro si nos salíamos de la carretera a esa velocidad.
-Cálmate Edward – dijo riéndose, bueno eso seria genial al fin si nos íbamos a morir que mejor manera que viéndola sonreír.
-¿Pretendes matarnos o algo parecido?- le pregunte con arrogancia cuando ya había disminuido un poco la velocidad hasta llegar a 150 kilómetros.
-Por favor Edward siempre conduzco así.- me dijo, aun se estaba riendo.
-No apartes la vista de la carretera- eso la hizo reír aun más fuerte.
-Vamos Edward jamás he tenido un accidente, y nunca he tenido ni una multa.- lo dijo acariciando la parte delantera de su auto.- es aprueba de radares de velocidad.
-Wow, genial.- le conteste con sarcasmo.- Por si no lo recuerdas Charlie es policía y crecí obedeciendo las normas, además si nos estrellamos contra algo y nos hacemos galleta de Mercedes, tendrás que irte caminando a casa. Le recordé.
-Probablemente si, pero tu no.- me contesto descendiendo mas hasta llegar a los 120.
-Ya satisfecho- pregunto.- como odio conducir así de despacio.- agregó.
-A esto le llamas despacio, además nadie te dijo que conducías pésimo?- le critique.
-Bien basta, dejemos mi forma de conducir a un lado.- dijo con tono mas serio.- todavía sigo esperando la otra teoría recuerdas.- que recordara eso hizo que la piel se me pusiera chinita y que pasaría si era verdad, o si no era verdad. Me quede callado por un rato pensando en como se suponía que le explicaría todo eso.
-¿Tan mala teoría es?- me pregunto riéndose.
-Si – le conteste muy apenado.
-¿De qué comic o de que película lo sacaste esta vez?- preguntó aun riendo.
- De ningún comic y de ninguna película.- le contesté.
-Entonces de donde la sacaste.-
-Bueno en realidad me la conto una amiga.- le dije no quería meter a Leah en esto pero tenia que hacerlo ya que no me gustaba para nada mentirle a Bella.
- El sábado en la playa, me encontré con Leah Clearwater, su papá Harry Clearwater, Billy Black, el papá de Jacob Black y bueno también mi padre son muy buenos amigos, podemos decir que Leah y yo nos conocemos desde niños.- le conté al momento en que miraba su reacción que había cambiado, se había puesto como helada.
-Fuimos a dar un paseo... -evité explicarle todas mis maquinaciones para sonsacar la historia-, y ella me estuvo contando viejas leyendas para asustarme –vacilé-. Me contó una...- me quede callado esperando su reacción.
-Continúa.-dijo seriamente.
-... sobre vampiros.
Ella se puso tensa pero rápidamente compuso su expresión para que yo no la notara… pero si lo hice.
-¿y te acordaste de mi?- me preguntó.
-No…bueno en realidad ella no te menciono ni a ti ni a tu familia-
Ella se quedo en silencio, mirando la carretera sin decir una palabra.
-Ella solo cree que es una superstición estúpida...- añadí para no darle mucha importancia, y en parte para proteger a Leah- no esperaba que me creyera ni una palabra...- como mis palabras no eran suficientes tuve que confesar.- En realidad yo la obligue a decírmelo.
-¿Por qué?-
-Bueno es que Ben dijo algo sobre ti para molestarme. Un joven de la reserva dijo que tu familia no acudía a la reserva pero sonó como si eso tuviera un significado especial entonces me lleve a Leah a la playa y la engañe para que me dijera la verdad.
-¿Cómo la engañaste?- pregunto con ojos curiosos.
-Bueno coqueteé con ella, resulto mejor de lo que esperaba- le dije con la cabeza baja y voz incrédula.
-me hubiera gustado ver eso- dijo con una sonrisa.
Sentí como la sangre se subía a mi rostro estaba rojo como un tomate ella se rio un poco mas y después de un minuto se puso seria.
-¿y después que hiciste?- pregunto mirando la calle.
-Busque en internet- le respondí.
- ¿y eso te convenció?- pregunto con voz incrédula.
-No bueno en verdad nada encajaba, solo encontré cosas que no tenían sentido, y al final…- me quede callado.
-¿Al final que?- pregunto ella con un toque de impaciencia en su voz.
-Decidí que no importa- le conteste mirando hacia abajo.
-¿Que no importa?- dijo ella parecía que se había enojado. Genial, lo que me faltaba.
-No- le conteste.- No importa lo que seas.-
-¿No importa que sea un monstruo?- pregunto aun enojada.
-No- dije firmemente ella se calló y no dijo nada por un buen rato.- no te enfades, no debía haberte dicho nada.- le dije
-No, esta bien que me digas lo que piensas aunque lo que piensas no me agrada mucho.- me contesto un poco mas calmada.
-¿Y, me equivoque de nuevo?- le desafié.
-¿importa?-
-Bueno no.- hice una pausa- ciento curiosidad-
-¿sobre que?-
-¿Bueno, cuantos años tienes?- no sabia si preguntárselo era correcto podía enojarse con migo de nuevo, pero no lo hizo.
-diecisiete.- contesto al instante.
-¿Cuánto hace que tienes diecisiete?- después de un largo minuto de silencio al fin hablo.
-Desde hace mucho.- admitió al fin.
- Está bien- Sonreí, complacido de que al fin fuera sincera conmigo. Sus vigilantes ojos me miraban con más frecuencia que antes, le preocupaba que entrara en estado de Shock. Esbocé una sonrisa más amplia de estímulo y él frunció el ceño.
-Oye no te enojes ni te ofendas pero, como sales durante el día- Ella como siempre me tomo por sorpresa y se hecho a reír.
-Un mito- contesto aun entre risas.
-¿No te quema el sol?- seguí con mis preguntas. Ella ya estaba calmada.
-Un mito- contesto mas calmada y sin reírse aunque ocultaba una risa en sus labios.
-y ¿Duermes en ataúdes?-
-No, de hecho duermo en una cama muy cómoda, pero mi demás familia…- se quedo callada.
-tu familia que.- le anime a seguir.
-Bueno ellos no duermen.- dijo al fin.
-Nunca- le pregunte atónito.
- No… jamás- y rio de nuevo por mi expresión.
- y por que tu si, que tu no eres una de ellos.- le pregunte y de repente recordé algo que Leah me había dicho.
“Tiene consigo a una hembra que es de lo más rara…no es una de ellos, pero tampoco es humana. No se sabe a ciencia cierta la abominación que sea ella.”
Bella era esa hembra, como es que no me había dado cuenta antes.
-Te explicare luego.- contesto distrayendo mi pensamiento, si Bella no era un vampiro como ellos entonces que era.
- Pero aun no me formulas la pregunta más importante- me volvió a decir y eso me saco de mis pensamientos.
-¿Cual?- contesté
-¿Mi dieta, no te importa saber si tomo sangre?-
-Ha…- hice una pausa- Esa-
-Si, esa- lo dijo casi arremedando mi tono de voz.
-Bueno, Leah menciono algo al respecto.- le conteste no dándole mucha importancia.
-Que dijo Leah-pregunto con tono de arrogancia.
-Bueno dijo que ustedes no se alimentaban de sangre humana, dijo que no eran peligrosos.- le dije.
-¿dijo que no éramos peligrosos?- su voz fue algo escéptica.
-Bueno dijo que se suponía que no lo eran, pero ellos singuen sin quererlos cerca de sus tierras por si a caso.-
Ella estaba mirando hacia enfrente no supe si era a la carreta o hacia el vacio.
-y bien- dije al fin cuando el silencio empezó a hacer algo incomodo.- ¿se equivoca sobre si beben la sangre de las personas o no?-
-La memoria de los quileutes no es mala eh- susurro. Yo solo asentí.
-Pero lo que te digan… no dejes que eso te satisfaga…- me dijo en forma de advertencia.- Por algo mantiene su distancia con nosotros.
-No comprendo.- le dije
-Bueno todos nosotros intentamos…- se quedo un poco callada- solemos ser buenos en todo lo que hacemos, pero a veces fallamos, yo por ejemplo al permitirme esta aquí sola contigo.
-¿Estar contigo ahorita es un error?- pregunte, y no pude esconder la tristeza que producía mi voz.
-si, uno muy peligroso- murmuró.
Después de esa respuesta siguió un silencio muy largo, yo miraba la carretera mirando como se pasaban las luces de los coches en las curvas, no parecían reales. Me quedaba muy poco tiempo con ella y no podía desperdiciarlo no ahora, ya que no sabía si volvería a estar con ella de esa manera a solas y sin muros entre nosotros hablando sinceramente.
-Cuéntame mas- le pedí desesperado por seguir escuchando tu voz.
-Que mas quieres saber- me pregunto un poco exaltada por el cambio tan repentino de mi voz.
-Bueno podrías decirme por que cazan animales en lugar de personas.- le sugerí.
-Bueno nosotros no queremos ser unos monstruos- explico en voz algo baja.
-pero ¿los animales no bastan?-
-Bueno digamos que es vivir a base de queso y leche de soja, nos llamamos a nosotros mismos vegetarianos, es como nuestro chiste privado, no sacia la sed completamente pero nos sirve para resistir… la mayoría de las veces.-su voz sonaba a presagio- hay veces que son mas difíciles que otras.-
-¿te resulta difícil ahora?- pregunte, ella solo suspiro.
-Pero ahora no tienes hambre.- lo afirme.
-¿Cómo puedes saberlo?-
-Bueno tus ojos. Tengo una teoría también para eso. Bueno me he dado cuenta de que la mayoría de las personas se enojan cuando tiene hambre en especial nosotros los hombres pero no hay regla que deje afuera a las mujeres.-
Ella se rio.
-eres muy observador ¿cierto?- dijo aun sonriendo.
No le respondí solo me concentre en el sonido de su risa y me la grabe, no sabría si volvería a oírla.
-Esta semana fuiste a cazar verdad- le pregunte cuando ya se había clamado todo.
-Si- dijo y después se callo como si estuviera pensando si en decir algo o callárselo.- no quería salir pero, era necesario. Es mucho más fácil estar junto a ti cuando no tengo hambre.
-¿Por qué no querías marcharte?-
-bueno…- se sonrojo, como era posible que ella se sonrojara se supone que era un vampiro.-si no estoy cerca de ti eso me pone algo ansiosa.- su mirada era amable e intensa y me estremecí hasta la médula.- No bromeaba cuando te pedí que no te cayeras al mar o te dejaras atropellar el jueves pasado. Estuve abstraída todo el fin de semana, preocupándome por ti, y después de lo acaecido esta noche, me sorprende que hayas salido indemne del fin de semana- dijo moviendo la cabeza.
-Fueron tres días realmente largos y puse a mi hermano emmett con los nervios de punta.- Volvió a decir con una sonrisa.
-¿Tres días? ¿No acaban de regresar hoy?- pregunte algo exaltado.
-¿Entonces por que no fueron a la escuela?- estaba algo enfadado por el hecho de cómo me puse al saber que no estaba en la escuela, esta chica me estaba volviendo loco.
-Bueno me preguntaste si el sol me lastimaba y no es así pero no puedo salir a la luz de sol, no al menos donde me vea alguien.-
-¿Por qué?- pregunte.
-Te lo mostrare después- me puse a pensar en eso un momento y asentí.
-Pero pudiste haberme llamado ¿no?- ella se puso confusa.
-Pero sabía que estabas bien- me respondió.
-Pero yo no sabía dónde estabas. Yo…- me quede callado comencé a sentir de nuevo como la sangre se me subía a la cara me había sonrojado de nuevo esto era muy embarazoso.
-¿Qué?- pregunto ella conteniendo su risa.
-me disgusta no verte. También me pone ansioso.- le conteste mirando mis manos.
-hay- gimió en voz baja- eso no esta bien.-no comprendí eso que había dicho mal.
- No te das cuenta Edward, de todas las cosas en las que te has involucrado esta es lo que me hace sentir más mal, no me gusta que te sientas así. Soy peligrosa Edward grábatelo, por favor.
-No- le conteste esforzándome para no parecer un niño caprichoso.
-Hablo en serio Edward- casi gruño.
-Yo también estoy hablando enserio, ya te lo dije no me importa lo que seas, ya es demasiado tarde.-
-No, jamás digas eso.-dijo con dureza.
Contemple la carretera, ya debíamos de estar cerca de la casa. Después de un momento pregunto.
-¿Estás bien?-
-Si- le conteste lo mejor que pude.
-lo siento- no me creyó. Supe que no sólo se estaba disculpando por las palabras que me habían perturbado. La oscuridad se deslizaba a nuestro lado en silencio.
Después de unos segundos de silencio, hablo.
-¿Dime es que pensabas cuando me salvaste?- pregunto.
-bueno, quería matar a esos tipos, si te hacían algo, estaba que estallaba de pura furia, iba a matarlos con mis propias manos.- lo dije y apreté mis puños tan solo recordarlo me hacia enfurecer.
-¿Ibas a pelear con ellos?- eso como que la perturbó.
-Estuve a punto, solo no lo hice porque tú me lo pediste.- le conteste, con tono de indiferencia.
-¿Pero bueno tú estás loco o algo así?- dijo casi con histeria.
Si ella supiera yo también creo que estoy loco quizá tenga razón y necesito internarme en una clínica psiquiátrica o algo parecido. Primero escucho voces en mi cabeza, después estoy enamorado de una mujer vampiro que tiene una familia vampiro, si definitivamente estaba loco, pero supongo que ya es demasiado tarde ya estoy muy enamorado de esta chica y no hay nada que pueda hacer. Suspire, ya habíamos llegado a Forks por lo que bajo la velocidad, como conducía como loca el viaje nos había llevado menos de 20 minutos.
-¿Te voy a ver mañana?- quise saber.
-si, mañana tengo que entregar un trabajo.- suspiro actuando un poco.- te reservare un lugar para el almuerzo.- Ella detuvo el auto pero no me moví.
-¿Me prometes que vas a estar ahí?-
-Lo prometo.- alzo la mano jurándolo, yo sonreí.
Apenas iba a abrir la puerta cuando Bella hablo.
-¿Edward?-
-¿Si?- me voltee hacia ella con demasía avidez.
-¿Promete una cosa?- pidió.
-Si- respondí inmediatamente, y en ese instante me arrepentí y si me pedía que me alejara de ella no iba a poder cumplir esa promesa.
-No andes por ahí solo y menos en el bosque- eso tomo por sorpresa
-¿Por qué?-
-Bueno…- se puso a pensar- digamos que yo no soy la única persona peligrosa suelta por ahí.
-Está bien.- esta era una promesa que si podía cumplir.
-Nos vemos mañana.- dijo mirando al cielo.
-Hasta mañana.- abrí la puerta con muy pocas ganas ahí dentro estaba muy bien tranquilo y me sentía bien estando junto a Bella, con ella no había voces molestas y con ella podía ser yo mismo.
-¿Edward?- volvió a llamarme. Yo voltee para mirarla. Todavía no salía del auto por lo que su cara por alguna razón estaba a pocos centímetros del mío- que duermas bien.-
Su aliento rozo mi cara aturdiéndome, era un exquisito aroma. Parpadeé y Bella se alejo. Después salí del coche, ella soltó una sonrisa pero estaba algo aturdido que pensé que era producto de mi imaginación.
Bella se arranco el coche después de que me baje y llegue a la puerta, tome la llave y abrí la puerta al entrar mi papá me llamo.
-¿Edward eres tu?- pregunto
-si papá soy yo- le conteste. Cuando había entrado a la sala el estaba sentado en su sillón viendo un partido de baloncesto, me hubiera sentado a verlo con el si no fuera por que me estaba cayendo del cansancio.
-Volviste temprano, todavía no son ni las ocho.- dijo papá.
“le abra pasado algo, por que volvió tan temprano, se supone que los adolecentes siempre llegan tarde. Que le abra pasado.”
Genial regresaron las voces.
-Si papá, es que terminamos temprano.- le conteste para calmarlo.
-¿Estás bien?- ahora si se le notaba preocupado.
“Este chico no tiene buen aspecto, se estará enfermando, si es asi Reneé me mata.”
-Si papá estoy bien es que estoy un poco cansado.-
-Bueno pues será mejor antes de que te vallas a acostar.-
“Antes de que te me desmayes aquí.”
-Si solo necesito llamarle a Mike.-
-Pero no acabas de estar con el, tan siquiera deja que llegue a su casa.-
-Cierto, entonces voy a la cocina.- le dije mientras me dirigía hacia allá.
Cuando llegue el teléfono me sorprendió de pronto, levante el auricular al segundo toque.
-Bueno- salude.
-¿Edward?- la voz de Mike sonaba como si no esperara que fuera yo.
-que tal Mike en este momento te iba a llamar.-
-¿ya estas en tu casa?- su voz sonaba como de sorpresa.
-si, para eso te iba a llamar para avisarte.-
-claro, dime que ha pasado.- exigió saber.
-Eh mañana en trigonometría ¿vale?-
-Ah tu padre esta ah cierto.-
-Si exacto.-
-Vale, nos vemos mañana- colgué.
Subí las escaleras lentamente, llegue a mi cuarto tome mi pijama y me fui al baño para tomar una ducha, el agua estaba algo fría así que rápidamente le abrí a la caliente, esta comenzó a recorrer todo mi cuerpo cada parte de mis músculos, quería relajarme y olvidarme un poco de todo. La ducha no duro lo que yo esperaba tenia que salir por que si no me demandarían por acabarme toda el agua caliente que había en Forks. Rápidamente salí y me puse mi pijama me fui a mi cama y me acosté tapándome bien con todas las cobijas; estaba haciendo un frio horrible afuera. Esto causó que me estremeciera un par de veces. El dolor de cabeza que tenia no se me pasaba y por esa razón no podía dormirme. Al principio, no tenía nada claro, pero cuando gradualmente me fui acercando al sueño, se me hicieron evidentes algunas certezas.
Estaba seguro de tres cosas la primera Bella era un vampiro o algo muy parecido a eso, la segunda una parte de ella y no sabia si era muy poderosa tenía sed de mi sangre, y la tercera esta incondicional e irrevocablemente enamorado de ella.

jueves, 13 de agosto de 2009

Capitulo #8 "Port Angeles"

Capitulo # 8

“Port Angeles”


Mike conducía un poco más deprisa que Charlie, por lo que estuvimos como a las cuatro de la tarde en Port Angeles, yo hubiera podido llegar mas rápido pero tal vez a ellos les hubiese asustado la velocidad de mi conducción, me reí ante mi pensamiento. Desde que llegue a Forks esta era mi primera salida con chicos de mi escuela, en Phoenix yo solo salía con mi selecto grupo de amigos; Steve y Nicholas, esto se debía a mi escasa vida social, ya que siempre prefería estar estudiando o paseando en el coche de mamá por el desierto de Arizona. Sonaba raro, pero bueno así era yo, un alma solitaria en busca de su propio equilibrio y felicidad.
Me hacía falta despejar la mente, claro que con aquellas vocecillas ruidosas que escuchaba de rato en rato, no ayudaba mucho en realidad.

Escuchamos algunas canciones de rock de los años sesenta, mientras Mike parloteaba sobre lo maravillosa que había estado su cena con Jessica y del cerca que estaban de darse el primer beso, paso que los llevaría al siguiente nivel, el noviazgo, creo que oí que se lo pediría en el baile. Esto me alegro en sobremanera, al fin podría dejar de sentirme culpable por rechazar a Jess.
Eric estaba contento de poder asistir al baile con Angela, aunque nos aseguro de que solo le interesaba como amiga. Mike intento hacerle confesar el tipo de chica que le gustaba, Eric era tímido en ese sentido.
—Bueno yo…—Dios Newton, déjame en paz…. ¿se burlara de mi si le digo que me gusta la profesora de Portugués? No mejor no le digo nada.
Mike iba volver a arremeter con sus preguntas asi que lo distraje.

—Mike, ¿hay muchos lugares turísticos en Port Angeles?
Me alegró poder haber ayudado a Eric, el me dio una mirada de agradecimiento.
Port Angeles era bonito, tenía una encanto y una especie de magia, era lujosa y comercial; o por lo menos mas que Forks. En sí, Port Angeles era un foco de atención para los turistas. Claro que Mike y Eric la conocían a la perfección, así que supuse que por lo apurados que estaban no me llevarían a conocer los alrededores.
Mike se dirigió hacia una calle totalmente comercial, al parecer el centro turístico. Dio la vuelta en una esquina y estacionó su Suburban en una vereda de la calle.
Mire hacia el frente de la calle mientras Mike y Eric se bajaban del coche, había una sastrería con una elegante apariencia. Se había anunciado que el baile seria de media etiqueta, al parecer ni Newton ni Yorkie sabían lo que eso se significaba. Mientras cruzábamos la calle les platique un poco sobre mi ante las insistentes preguntas de Mike.
Se quedaron con la boca abierta cuando les dije que jamás había asistido a un baile en Phoenix, en realidad no había tenido ni bailes ni citas favorables en Phoenix, las experiencias desastrosas de mis dos últimas citas a ciegas realizadas por mis amigos habían resultado un fiasco, no porque las chicas hayan sido feas o algo por el estilo, sino porque yo siempre arruinaba todo con mis comentarios fuera de lugar y por las raras preguntas que les hacía.
—Ósea que ni siquiera has tenido una novia o algo por el estilo…—No me lo puedo creer…y yo que pensé que Masen era todo u mujeriego.
Reí ante la ocurrencia de Mike a lo que él me miro de reojo, aun con la boca abierta.
—Bueno, tal vez solo una novia…pero nunca fue oficial, ella me obligo, creo que íbamos juntos a la primaria y ella creyó que yo era su novio. —recordé mi extraña experiencia, recuerdo que aquella niña me aterrorizaba, aunque a mi mamá le agradaba bastante, es mas decía que me casaría con ella algún día. Me estremecía ante este recuerdo.
—Vaya, creí que habías sido todo un Casanova en Phoenix—me dijo Eric mientras cruzábamos la puesta de entrada de la sastrería.
—Bueno, además jamás me han me han pedido que fuera a un baile…así que esa es otra razón. —dije naturalmente.
—Aquí te han invitado muchas chicas, además las más hermosas del colegio babean por ti. Pero tú no has aceptado ir con ninguna de ellas ¿Por qué? —Mike a veces hacia unas preguntas que me dejaban desconcertado.
—Bueno es que no sé bailar—les mentí para que dejáramos este tema por concluido. Yo era un excelente bailarín. Mi madre me había llevado a clases, la verdad es que ella tomaba las clases, creo que era en el tiempo en el que ella y Phil se conocieron.
—Ah, entonces eso responde todo—dijo Mike más relajado, ahora dirigiéndose hacia el vendedor, un señor de baja estatura y calvo. Aparentaba elegancia en su forma de vestir.
Miramos unos cuantos trajes, Mike no se decidía entre uno negro y otro azul oscuro…este tema de los trajes me aburría demasiado…era como cuando mi madre me llevaba a comprar ropa y me hacia llevar todas las bolsas…completamente aburrido.
—Me queda bien—dijo Mike haciendo diferentes posturitas de fisiculturista. Se veía ridículo, el traje era demasiado grande para él.

—Mike, Eric…les importaría si es que voy a buscar una librería—les dije ya no pudiendo contener mi fingido animo por las compras y todo eso.
—Pero…aun nos faltan los zapatos—se quejó Mike. Tengo que verme perfecto es anoche.
—Espéranos Edward, nosotros nos apuramos y vamos contigo, tal vez te pierdes o te pasa algo.
No quiero imaginar la cara del jefe Masen cuando le digamos que su hijo se extravió en Port Angeles. —Eric me caía bien, pero a veces…me irritaba, yo podía cuidarme solo, no necesitaba que ellos me cuidasen solo por ser hijo del Jefe de la policía.
—Descuida Eric, no me voy a perder—le dije seguro de mi sentido de la orientación.
—Bueno, entonces…ve pero no te tardes, te esperamos en el restaurant ese que vimos en la entrada de Port Angeles…se llama la Bella Italia —me dijo Mike mientas hacia que le ajustasen un poco su ancho traje. Cuando pronuncio el nombre de aquel restaurant mi corazón se contrajo de el dolor…se llamaba le Bella…Italia. ¿Qué estaría haciendo Bella en estos instantes?
Salí de la tienda oyendo unas voces:
Nunca debimos invitar a Edward, es un aburrido…hubiera deseado que Ben viniera, el sí que se divierte.
Seguro y era Newton…sabía que yo no era santo de su devoción.

Me fui directo hacia la zona turística, halle una librería pero me di cuenta de que no tenían lo que buscaba, ¿Qué acaso no habría una librería normal ni siquiera aquí? Todas tenían ese aspecto psicodélico de los 80´s y otras tenían el aspecto de un tipi indio. Tendría que acostumbrarme a la anormalidad de estos lugares.
Seguí caminando entre calles y calles con la esperanza de hallar una librería seria y bueno con más libros…mi caminata fue en vano solo termine agotado, me senté en una acera pensando como siempre en ella, en lo que ella estaría haciendo ahora…tenía que hacerme la idea de que nuestros planes para ir juntos a Seattle habían muerto, baje la cabeza y contemple el asfalto negó del suelo, la vida hubiera sido más fácil si jamás hubiera conocido a Bella, sumergido en mis pensamientos levante la cabeza y mire hacia al frente, vi un hermoso y reluciente Mercedez SLR Stirling de color negro, extrañamente parecido al de Bella.
Creí que estaba alucinando, tal vez mis pensamientos me llevaban hasta creer que ella está aquí, en Port Angeles. En verdad me estaba volviendo loco, primero escuchaba voces que resultaban ser los pensamientos de las personas, y ahora veía apariciones, ¿Qué seguiría después?
Me pare y volví a caminar con la esperanza de recuperar mi extraviada cordura, anduve calles arribas y calles abajo buscando cualquier cosa que lograra distraerme, pase por una tiendas de zapatillas y recordé lo vieja que estaban las mías, metí la mano en los bolsillos de mis jeans y conté el dinero, no me alcanzaba. Mike...y Eric- pensé

Ya se me había hecho muy tarde y ellos con seguridad se enfadarían conmigo.
Mientras caminaba se me hacía difícil recordar el camino de regreso, según yo había hallado un atajo, atajo que me llevo detrás de unas bodegas solitarias. Estaba comenzando a oscurecer, tenía que correr si quería llegar a tiempo.
Escuche unas fuertes risotadas, provenían de una de las bodegas de el lugar. Me detuve unos instantes y espere. Me puse a caminar nuevamente hasta que de pronto escuché su voz…la voz de Bella.
Me acerque hacia el lugar…las voces provenían desde detrás de las bodegas, localicé a Bella de inmediato y también localicé a los tipos que la rodeaban…no podía pensar que eran amigos de ella, no podía ser así. Me acerque más hacia donde ellos se encontraban y me quede quieto vigilando a Bella.
—Ya les dije que me dejen en paz, ustedes no quieren meterse conmigo…se lo aseguro—decía ella tranquilamente.
—Pero ricura como crees que te vamos a dejar ir sola—repuso uno de esos grotescos tipos. En ese instante las voces comenzaron a llenar mi cabeza.
Dios, esta mamacita está como quiere
—Dejarte preciosa…porque piensas que seriamos tan tontos.
Ojala y esta no se nos resista…o si no le va a ir como en feria…no quisiera arruinarle su preciosa carita.

—Déjenme pasar….se los advierto—les grito Bella, el grito de ella hizo que la sangre de mi cuerpo hirviera de furia contra esos tipos. No sabía que era exactamente lo que me pasaba, lo que si sabía es que yo haría pedazos a cualquiera de esos si se atrevían a tocar a Bella.
— ¿Quieren algo?..., ¿dinero, joyas…mi auto? Llévenselos pero ya déjenme en paz, déjenme gozar el privilegio de verlos malditos, sucios borrachos impertinentes —la seguridad con la que ella hablaba me sorprendía. Decidí salir y así lo hice.
Corrí hacia donde estaba ella empujándola atrás de mí, los tipos esos se me quedaron viendo con los ojos abiertos y se comenzaron a reír.
—Vaya… ¿este es tu salvador?...una rata de callejón es mas grande que este enclenque. —decía unos de los tipos que ahora sacaba una navaja de su pantalón grasiento. No me dio miedo en lo absoluto, es mas la adrenalina empezó a correr por mis venas, Bella seguía detrás de mi atónita.
— ¿Qué diablos haces Edward? —me susurro al fin ella enojada.
— ¿Acaso no es obvio? —Le respondí —Te protejo Bella. Ella bufo una risa totalmente enojada. ¿Qué acaso ella no comprendía que la acababa de salvar?
— ¿Salvarme….tu…a mi? —dijo ella aun en susurros.

—Ya déjense de niñerías. Nos interrumpió unos de los tipos, queriendo agarrar a Bella por atrás a lo que yo le di un empujón. Bella grito desesperada y el tipo la mando a callar:
—Cállate, lindura que no me tocare el corazón para dejarte una hermosa línea deforme en tu bello rostro y a tu amiguito lo destajo en dos.

—A ver quien destaja a quien— le respondí furioso.
—Ya Edward, basta—me dijo Bella agarrándose de mi brazo y jalándome hacia donde estaba su coche. A quien rayos se le ocurriría traer un lujoso coche último modelo por estos lugares….bueno…a Bella se le ocurrió.

—No tan rápido tortolitos—nos dijo el que parecía ser el líder de ese grupo. Maldito niño, ya nos fregó la diversión.
—Llamare a la policía si no nos dejas ir. Le dije con toda la serenidad posible.
Ellos no se inmutaron ante esto.

Hazlo niño idiota, sabes que no hay ningún policía por aquí.
—Otra sabia idea geniecito—dijo Bella echando chispas de enojo.
—Pues…sabias que fue el jefe Charlie Masen el que me trajo a Port Angeles, de seguro y me debe estar buscando.
— ¿Charlie? ¿El jefe de la policía de Forks? —dijo uno de ellos con miedo. Si, habían mordido mi anzuelo.
—Sí, el mismo…creo que vinieron a nose que a Port Angeles, mi padre le pidió que me trajera. Me he tardado de seguro y debe estar buscándome, pero veo que a ustedes le importa muy poco así que…roben el coche…Charlie lo encontrara.
—Vámonos Random, si es que él dice la verdad nos volverán a meter a la cárcel.
Mierda sabia que no debía venir, maldito Randy me las va a pagar.
—Si, Randy hazle caso al idiota de tu amigo. —mi juego me estaba saliendo a la perfección, el arte de la persuasión siempre se me dio fácilmente.

—Cállate maldito niño rico…si nos mientes te juro que te buscaremos por todos lados y te vamos a matar maldito. La maldita suerte…ese coche era hermoso.
—Como prefieras…esto creo que escuche la voz de Charlie.
Los tipos echaron a correr en un dos por tres, me dio un ataque de risa…es que había sido graciosísimo de verdad, ¿Cómo los pude haber convencido tan fácil?
—Vámonos Señor mentiras, antes de que ellos confirmen que les mentiste y te vengan a matar. Bella estaba que echaba chispas de el enojo.
Ella se dirigió a hacia su coche negro y yo me quede sentado parado en el callejón. Bella me miro con los ojos abiertos.
—Entra ya! —me grito enojada.
— ¿Quieres que entre en tu coche?
—Edward…maldita sea no te hagas el gracioso y dentra al maldito coche ya!! ¿Qué acaso quieres morir?
—Bueno. Fue sinceramente lo único que pude decir. Jamás había escuchado a Bella maldecir. Me sorprendía.
—Ven, vámonos antes de que se levanten, Edward. Dijo Bella, esta vez preocupada, hubiera jurado que ella estaba conteniendo la respiración, pero tal vez solo fue mi imaginación. No articule ni una sola palabra, solo la obedecí y me subí en su lujoso coche, ella entro después de que yo entrara mirando con coraje a los tipos. Bella cerró la puerta del coche con un portazo tan estridente que mis oídos me dolieron.
Bella estaba terriblemente nerviosa, y además conducía terriblemente.
— ¿Quieres que yo conduzca? —le pregunte rompiendo el silencio
—No, es mí…coche y yo…lo conduzco—respondió ella enojada nuevamente.
—Bueno…te puedo hacer una pregunta—dije sin esperar su respuesta— ¿Te has enfadado conmigo?
— ¿Qué? —Respondió ella enfadada—Como es piensas que puedo estar enfada contigo, digo tu no nos metiste en más problemas o me equivoco. Bella usaba el sarcasmo de una forma excepcional.

—Ah, es que tu voz…pareces molesta—dije indiferentemente no queriendo continuar con esa pelea que se nos acercaba a cada instante. Intente concentrarme en escuchar las voces, pero nada…no las escuche… ¿Qué acaso solo escuchaba las voces indeseables? Me irrite y solté un suspiro, luego me recordé de mi extraña persuasión y de los idiotas de los tipos….solté una risa
Bella me miro y frenó desprevenidamente el auto. Aquello hizo que yo casi saliera volando por el parabrisas. ¿Qué había yo hecho mal?
— ¡Diablos! —grito ella enojada. Su reacción me sorprendió
— ¡¿Qué demonios te pasa Bella?! —dije preocupado y asustado a la vez.
—Nos iban a matar…estaban a punto…y todo por tu culpa y tu…y tu… ¿te ríes?
—Ya cálmate…ni que fuera para tanto Bella.
— ¿No es para tanto Edward?...de veras y tú tienes un serio problema, estas totalmente loco.
—Bueno, eso ya lo sabía—dije riéndome aun mas.
—Estas completamente loco y eso no es una pregunta…como se te ocurrió ir a salvarme…yo iba a salvarte a ti.
Capte rápidamente sus palabras.
—Y tu como lo sabías?
—Alice me lo dijo. Entonces en ese instante ella callo repentinamente. Al parecer ella me había dicho cosas demás. —Olvida lo que te dije…te lo ruego.
—Así que Alice te lo dijo. Repetí en susurros.
—Ya olvídalo Edward, además el tema era el de el porqué se te había ocurrido la loca idea de salvarme.
—Bueno…soy un caballero y los caballeros rescatan a las damas en peligro ¿no?
—No me hubieran podido hacer nada…de todas maneras, esos estúpidos ni siquiera iban a poder tocarme un solo pelo.
—Y eso…
—Tengo una especie de escudo, solo que no lo puedo trabajar muy bien…se me da bien el protegerme a mí misma. —ella espero una reacción de pánico de mi parte pero nada.
—Vaya… un escudo…eso es muy cool ¿sabías?
Ella me miro desconcertada, su expresión altanera y enojada se había calmado, no me había dado cuenta lo hermosa que se veía Bella en la oscuridad de la noche… ¿noche?...Mike, Eric…
—Bella, tenía que reunirme con Eric y Mike en un restaurant cerca de aquí. —dije sin ganas, lo que mas quería era estar con ella.
—Bueno, pero yo te llevo— dijo ella volviendo a encender el auto rápidamente y volvió a conducir tan mal como hace rato dando vuelta en una curva, cuando me di cuenta ya habíamos llegado al restaurant, se me hizo raro…yo jamás le había dicho a Bella a que restaurant tenía que ir.
Cuando ella detuvo el coche me dijo:
— ¿Qué esos no son Mike y Eric? —y si, definitivamente eran ellos y se estaban yendo…supuse que estarían echando chispas de enojo.
—Espera un momento, ya vuelvo—le dije a Bella abriendo la puerta y saliendo de su lujoso coche.
— ¡Eric! ¡Mike! —les grite, por suerte ellos dos dieron la vuelta y me vieron…sus expresiones no eran para nada buenas.
Ellos vinieron caminando hacia mi dirección y me dieron una nada amistosa mirada. Bella estaba parada al lado mío ahora.
—Dónde demonios estabas, te llámanos miles de veces.
Rayos papá va a matarme por la culpa de este idiota.
—Lo siento, es que nos encontramos en la calle y nos pusimos a platicar—le dijo Bella dulcemente a Mike. Mike y Eric se quedaron con la boca abierta.


Dios que sexy es Isabella y más aun cuando habla….maldito Edward.

—Si paso eso…—respondí sorprendido… ¿Qué acaso Bella no estaba enojada?
—Bien Edward vámonos, mi padre va a matarme tenía que dejar el auto en casa a las siete y ya son las siete y media.
—Ah, sí claro…nos vemos Bella—le dije con agonía. No quería dejarla y si los tipos la atacaban de nuevo, me moría de solo pensarlo. Así que me anime

.
—Bella te vas a quedar más tiempo aquí en Port Angeles?
—No…ya me iba…esto Edward…no quieres cenar conmigo? Las bocas de Mike y de Eric estaban totalmente abiertas y para confesarlo la mía también.


—Edward…no podemos…tenemos que irnos—susurro Mike recuperando al cordura y saliendo de la impresión.

—Yo te puedo llevar Edward, si es que ese el problema para ti Mike. —el tono de Bella ahora no sonaba nada amistoso. Mike se le quedo mirando un buen rato. ¿Cómo es que Masen consigue a las más bonitas siempre?

Reí ante esto…me parecía totalmente ridículo. Bella no era solo bonita, era mas que eso.
—Claro, Bella—respondí Eric—Si tú lo llevas todo perfecto… ¿no es así Mike? Además creo que tenía un trabajo de Biología que discutir, ¿te recueras que me hablaste de eso Edward? Ojalá y Edward algún día me pague por esto.
Y claro que lo haría, Eric había salvado la noche.
Cuando Mike y Eric se marcharon, debo añadir que Mike aun no salía de lo sorprendido, Bella y yo entramos en el pequeño pero acogedor restaurant.


Era temporada baja para el turismo en Port Angeles, por lo que el restaurante no estaba lleno. Comprendí el brillo de los ojos de nuestra anfitriona me evaluaba Vaya que esta guapo. Nos dio la bienvenida con un poco más de entusiasmo del necesario. Me sorprendió lo mucho que me sonroje. Bella emitió un bufido bajo pero enojado y reprochador a la vez. Era mi imaginación o Bella estaba celosa.

— ¿Tienen una mesa para dos? —preguntó Bella con voz amenazadora lo pretendiese o no. Su voz a veces sonaba muy posesiva y este era uno de esos a veces.

Vi cómo los ojos de la rubia se posaban en mí y luego se desviaban, satisfecha por mi evidente normalidad y la falta de contacto entre Bella y yo. Nos condujo a una gran mesa para cuatro en el centro de la zona más concurrida del comedor.

Bella estaba punto de sentarse cuando le hable a la anfitriona y le dije:
— ¿Tiene, tal vez, algo más privado? —insistí con voz suave y tranquila a la anfitriona.
—Naturalmente —parecía tan sorprendida como Bella. Se giró y nos condujo alrededor de una mampara hasta llegar a una sala de reservados—. ¿Algo como esto?
—Perfecto.
Le dedique una centelleante sonrisa a la dueña, dejándola momentáneamente deslumbrada.
—Esto... —sacudió la cabeza—. Ahora mismo les atiendo. Dios mío ese chico es todo un galán…esa sonrisa…Dios me lo quiero comer!


Se alejó caminando con paso vacilante.
—De veras, no deberías hacerle eso a la gente —me critico—. Es muy poco cortés y caballeroso de tu parte.

— ¿Hacer qué? Dije totalmente confuso.
—Deslumbrarla... Probablemente, ahora está en la cocina hiperventilando.
Aun seguía confuso.
—Oh, venga —me dijo—. Tienes que saber el efecto que produces en los demás.
Ladee la cabeza con los ojos llenos de curiosidad.
— ¿Los deslumbro? Vaya al parecer descubrieron mi táctica.
— ¿No te has dado cuenta? ¿Crees que todos ceden con tanta facilidad?
Ignore sus preguntas para yo hacerle otra.
— ¿Te deslumbro a ti?
—Con frecuencia —admitió levemente sonrojada.
Entonces llegó la camarera, con rostro expectante. La anfitriona había hecho mutis por el foro definitivamente, y la nueva chica no parecía decepcionada. Se echó un mechón de su cabello negro detrás de la oreja, y sonrió con innecesaria calidez.
—Hola. Me llamo Amber y voy a atenderles esta noche. ¿Qué les pongo de beber?
Bella no paso por alto el ella sólo se dirigía a mí. Bella me miró.
—Voy a tomar una Coca-Cola. Dije sin ánimo.
—Dos —dijo ella.
—Enseguida las traigo —me aseguró con otra sonrisa innecesaria, pero hizo como si no la hubiera visto. Ese niño esta súper lindo…ojala y esa niña no sea su novia, aunque esta muy bonita.
— ¿Qué pasa? —le pregunté cuando se fue la camarera. Tenía la mirada fija en mi rostro.
— ¿Cómo te sientes, pequeño mentiroso?
—Estoy bien —contesté, sorprendida por la intensidad.
— ¿No tienes miedo, o algo por el estilo...? y
— ¿Debería? Dije tranquilamente. En realidad estaba intentando escuchar las voces pero este se me hacía imposible.
Se rió entre dientes ante la perplejidad de mi respuesta.
—Bueno, de hecho esperaba que entraras en estado de shock ya sabes que a nadie intenta interrumpir un asalto a diario y vive para contarlo.
Su rostro se contrajo al esbozar aquella sonrisa dulce y tierna.
—Dudo que eso vaya a suceder —respondí después de tomar aliento—. Siempre se me ha dado muy bien reprimir las cosas desagradables.
—Da igual, me sentiré mejor cuando hayas tomado algo de glucosa y comida.
—No te preocupes por mi…tu eres a la que iban a saltar y ni siquiera pareces asustada ni nada por el estilo.
La camarera apareció con nuestras bebidas y una cesta de colines en ese preciso momento. Permaneció de espaldas de ella mientras las colocaba sobre la mesa.
— ¿Han decidido qué van a pedir? —me pregunto
— ¿Bella? —inquirí.
Ella se volvió hacia Bella a regañadientes. Yo elegí lo primero que vi en el menú.
—Eh... Tomaré el ravioli de setas.
— ¿Y usted?
Se volvió hacia Bella con una sonrisa totalmente fingida.
—Nada para mí —contestó.
No, por supuesto que no.
—Si cambia de opinión, hágamelo saber. Ojala y si para seguir viniendo a ver a este hermoso ser humano…ojala y fuera unos años más joven.
La sonrisa coqueta seguía ahí, pero yo no la miraba y la camarera se marchó descontenta.
—Bebe —me ordenó Bella.
—Claro y tu también deberías hacerlo— dije y comencé a tomar la Coca-Cola, no me di cuenta el momento en el que me la había acabado.
El frío del refresco se extendió por mi pecho y me estremecí.
— ¿Tienes frío?
—Es sólo la Coca-Cola —le expliqué mientras volvía a estremecerme.
—Eso te pasa por traer ropa tan ligera—me reprochó.
—Sí —dije sonriendo—. Vaya tu sí que eres peor que mi madre.
Me di cuenta de que ella no traía ninguna cazadora en ese momento, es mas llevaba puesta una blusa de manga corta color cereza y una ligero chal, aunque ella parecei no tener frio.
—Tú te debes estar muriendo de frio—le dije mirando la piel desnuda de sus antebrazos, era blanca, casi transparente pero aun así tenía un ligero tono rosáceo.
—No deberías preocuparte por mi Edward…soy más fuerte de lo que aparento serlo.
—Si…no tienes porque decírmelo…ya lo he notado.
—Eres muy observador sabias. Dijo mirándome seductoramente.
—Sí y creo que deberías estar muy asustada en estos momentos, pero bueno tu no eres normal ¿no?
Empujó la cesta con los colines hacia mí.
—No voy a entrar en estado de shock, de verdad —protesto.
—Pues deberías, una persona normal lo haría, y tú ni siquiera pareces alterada.
Daba la impresión de estar desconcertada. Me miró a los ojos y vi que los suyos eran claros, más claros de lo que anteriormente los había visto, de ese tono café achocolatado.
—Me siento segura contigo —confeso y luego murmuro—Esto es más complicado de lo que pensaba.
Tomé un colín y comencé a mordisquearlo por un extremo, evaluando su expresión. Me pregunté cuándo sería el momento oportuno para empezar a interrogarle.
—Normalmente estás de mejor humor cuando tus ojos brillan —comenté, intentando distraerle. Atónita, me miró.
— ¿Qué?
—Estás de mal humor cuando tienes los ojos oscuros. Entonces, me lo veo venir —continué—. Tengo una teoría al respecto.
Entrecerró los ojos y dijo:
— ¿Más teorías? ¿Qué voy a hacer contigo?
—No se…tu dime.
Mastiqué un colín al tiempo que intentaba parecer indiferente.
—Espero que esta vez seas más creativo, ¿o sigues tomando ideas de las películas de ciencia ficción?
Su sonrisa era burlona, pero la mirada se mantuvo severa.
—Bueno, no. No la he sacado de una película, pero tampoco me la he inventado—confesé.
— ¿Y? —me incitó a seguir, pero en ese momento la camarera apareció detrás de la mampara con mi comida.
Me di cuenta de que, inconscientemente, nos habíamos ido inclinando cada vez más cerca uno del otro, ya que ambos nos erguimos cuando se aproximó. Dejó el plato delante de mí y rápidamente se volvió para preguntarme:
— ¿No hay nada más que le pueda ofrecer? Pídeme lo que quieres guapo.
Capté el doble significado de sus palabras.
—No, gracias, pero estaría bien que nos trajera algo más de beber. —Bella y sus arranques. —
Ella señaló los vasos vacíos que yo tenía delante con su pequeña mano blanca.
—Claro.
Quitó los vasos vacíos y se marchó.
— ¿Qué decías?
—Te lo diré en el coche. Si... —hice una pausa.
— ¿Hay condiciones?
Su voz sonó dura. Enarcó una ceja.
—Tengo unas cuantas preguntas, por supuesto.
—Por supuesto.
La camarera regresó con dos vasos de Coca Cola. Los dejó sobre la mesa sin decir nada y se marchó de nuevo.
—Bueno, adelante —me instó, aún con voz dura.
Comencé por la pregunta menos exigente. O eso creía.
— ¿Por qué estás en Port Angeles?
—Siguiente pregunta.
—Pero ésa es la más fácil —objeté.
—La siguiente —repitió.
Frustrado, bajé los ojos. Moví los platos, tomé el tenedor, pinché con cuidado un ravioli y me lo llevé a la boca con deliberada lentitud, pensando al tiempo que masticaba. Tragué y bebí otro sorbo de mi refresco antes de levantar la vista.
—En tal caso, de acuerdo —le miré y proseguí lentamente—. Supongamos que, hipotéticamente, alguien es capaz de...protegerse a si mismo…y que tiene una especie de escudo protector que lo hace intocable pero que a los demás.
—Sólo a el mismo —me corrigió—, hipotéticamente.
—De acuerdo entonces, una solo el mismo.
Me estremecí cuando me siguió el juego, pero intenté parecer despreocupado.
— ¿Cómo funciona? ¿Qué limitaciones tiene? ¿Cómo podría ese alguien... protegerse si tiene que proteger a alguien más? ¿Cómo sabría qué decisión tomar?
— ¿Hipotéticamente?—Bueno, si... ese alguien...
—Supongamos que se llama Jo —sugerí.
Esbozó una sonrisa seca.
—En ese caso, Jo. Si Jo hubiera estado atento mis palabras, la sincronización no tendría por qué haber sido tan exacta —negó con la cabeza y puso los ojos en blanco——. Sólo tú que nunca me escuchas podrías haberme ocasionado un aprieto tan grande.
—Estamos hablando de un caso hipotético —le recordé con frialdad.
Se rió de mí con ojos tiernos.
—Sí, cierto —aceptó—. ¿Qué tal si la llamamos Jane?
—Cómo lo supiste? —pregunté, incapaz de refrenar mi ansiedad. Comprendí que volvía a inclinarme hacia ella.
Pareció titubear, dividida por algún dilema interno. Nuestras miradas se encontraron e intuí que en ese preciso instante estaba tomando la decisión de si decir o no la verdad.
—Puedes confiar en mí, ya lo sabes —murmuré—los amigos se confían sus cosas.
Sin pensarlo, estiré el brazo para tocarle las manos cruzadas, pero Bella las retiró levemente y yo hice lo propio con las mías. Eres un estúpido Edward.
—No sé si tengo otra alternativa —su voz era un susurro—. Me equivoqué. Eres mucho más observador de lo que pensaba.
—Creí que siempre tenías razón.
—Así era —sacudió la cabeza otra vez—. Hay otra cosa en la que también me equivoqué contigo. Siempre estás ahí cuando estoy en aprietos o cuando hay problemas siempre estás ahí…y irracionalmente siempre eres tu el que me salva aunque sea yo la que intente hacerlo…
Su rostro se volvió frío e inexpresivo. Volví a estirar la mano por la mesa, ignorando cuando ella retiró levemente las suyas, para tocar tímidamente el dorso de sus manos con las yemas de los dedos. Tenía la piel fría y dura como una piedra pero aun así se notaba lo suave que era.
—Gracias —musito con ferviente gratitud—. Es la segunda vez.
— ¿De qué? Le pregunte.
—Esta es la segunda vez que me salvas…
Su rostro se suavizó.
—No dejarás que haya una tercera, ¿de acuerdo? Me pregunte cual había sido la primera…que yo sepa, ella me había salvado a mí de morir aplastado por la furgoneta de Tyler.
Frunció el ceño, pero asintió con la cabeza. Apartó su mano de debajo de la mía y puso ambas sobre la mesa, pero se inclinó hacia mí.
—Te seguí a Port Angeles —admitió, hablando muy deprisa—. Nunca antes había intentado mantener con vida o proteger a alguien en concreto, y es mucho más problemático de lo que creía, pero eso tal vez se deba a que se trata de ti. La gente normal parece capaz de pasar el día sin tanta mala suerte.
Hizo una pausa.. Me miró fijamente, preguntándose tal vez por qué mis labios se curvaban en una involuntaria sonrisa.
Frunció los labios y me miró con los ojos entrecerrados mientras volvía a cavilar. Lanzó una mirada a mi plato, casi intacto, y luego a mí.
—Tú comes y yo hablo —me propuso.
Rápidamente saqué del plato otro ravioli con el tenedor, lo hice estallar en mi boca y mastiqué de forma apresurada.
—Seguirte el rastro es más difícil de lo habitual. Normalmente puedo proteger a alguien que este por lo menos cien o doscientos metros cerca de mí, pero tú estabas muy lejos, y créeme tu caminas muy rápido. —me miró con ansiedad y comprendí que me había quedado helado. Me obligué a tragar, pinché otro ravioli y me lo metí en la boca.
—Vigilaba a Mike Newton desde el aparador de la tienda sin mucha atención... Como te dije, sólo tú traer la mala suerte a Port Angeles. Al principio no me di cuenta de que te habías ido por tu cuenta y luego, cuando comprendí que ya no estabas con ellos, luego Mike y Eric salieron y yo les escuche hablando sobre ti…espere a que tu salieras pero nada ahí fue cuando escuche lo de la librería y fui a buscarte. Te puedo decir que sé que no llegaste a entrar y que te dirigiste al sur, te vi. Por las visiones de Alice sabía que tendrías que dar la vuelta pronto, por lo que me limité a esperarte. No tenía razones para preocuparme, pero estaba extrañamente ansioso... Alice me había dicho o de los tipos pero yo esperaba estar a tiempo allí para desviarlos.
Se sumió en sus pensamientos, mirando fijamente a la nada, viendo cosas que yo no conseguía imaginar. ¿Había dicho que su hermana me vio en una Visión?
—Estacione el auto y comencé a caminar... —enmudeció, rechinando los dientes con súbita ira. Se esforzó en calmarse.
— ¿Qué pasó entonces? —susurré. Bella seguía mirando al vacío por encima de mi cabeza.
—Recordé lo que Alice había dicho…ellos te atacarían y te harían daño—gruñó; al torcer el gesto, el labio superior se curvó mostrando sus dientes—, y vi que los tipos se acercaban y tu también entrarías en ese callejón en cuestión de segundos...
De repente, se inclinó hacia delante, con el codo apoyado en la mesa y la mano sobre los ojos. El movimiento fue tan rápido que me sobresaltó.
—Resultó duro, no sabes cuánto, dejarlos... vivos —el brazo amortiguaba la voz—. Te podía haber dejado ir con Mike y Eric, pero temía —admitió con un hilo de voz— que, si me dejabas sola, iría a por ellos y los haría pedazos.
—A mi me paso lo mismo—logre articular al fin—Yo sentí unas ganas tremendas de matar a los tipos…pensé que te harían daño.
—Edward…debiste hacerme caso…debiste irte así nada de esto hubiera ocurrido…así no te hubiese puesto en peligro…
— ¿Tú?... ¿me pones en peligro a mi? No sabía a qué se refería Bella.
— ¿Qué no te das cuenta de que la de la mala suerte soy yo?...yo soy la que te lleva por estos caminos…yo y solo yo.
—Vaya…eres un Yoyo—dije queriendo quitarle importancia al asunto. Ella me miro desconcertada y ambos nos quedamos así…mirándonos fijamente.
— ¿Estás listo para ir a casa? —preguntó ella al fin.
—Lo estoy para salir de aquí —precisé, inmensamente agradecido de que nos quedara una hora larga de coche antes de llegar a casa juntos… Juntos. No estaba preparado para dejarla ir tan fácilmente.
La camarera apareció como si la hubiera llamado, o estuviera observando.
— ¿Qué tal todo? —me pregunto coquetamente.
—Dispuestos para pagar la cuenta, gracias. —respondí sin quitar la vista de los ojos de Bella.
—Claro —tartamudeó—. Aquí la tiene.
La camarera extrajo una carpetita de cuero del bolsillo delantero de su delantal negro y me la entregó.
Bella ya sostenía un billete en la mano me sentí indignado ante esto así que empuje su mano hacia un lado y saca los arrugados billetes de mis bolsillos, traía lo justo y hasta me sobraba para una buena propina.
—Quédese con el cambio.
Bella sonrió y se puso de pie con torpeza.
—Que tengan una buena noche. Ojala y vuelas pronto tu solito amorcito.
Yo no aparte los ojos de Bella mientras le daba las gracias a la camarera. Reprimí una sonrisa.
Bella caminó muy cerca de mí hasta la puerta, pero siguió poniendo mucho cuidado en no tocarme. Recordé lo que Mike había dicho de su relación con Jessica, y cómo casi habían avanzado hasta la fase del primer beso. Suspiré. Bella me oyó, y me miró con curiosidad. Yo clavé la mirada en la acera, muy agradecido de ser yo el único que podía escuchar aquellas fastidiosas voces que a mi parecer fue raro no escucharlas en Bella.
Subimos en el coche de Bella y ella arranco rápidamente, se metió entre el tráfico, aparentemente sin mirar, y fue esquivando coches en dirección a la autopista. Al parecer no conducía tan mal después de todo.
—Ahora — me dijo de forma elocuente—, te toca a ti. Anda haz todas las preguntas.