domingo, 27 de septiembre de 2009

la otra parte!!! wiiii

—No en realidad fue más la sorpresa de lo cerca que estabas de mi.
Alzo su delicada y fría mano y la deposito en mi garganta el frió de su tacto era una aviso natural de que debía de estar asustado pero no en realidad había varios sentimientos.
—Vez no pasa nada —dijo con una sonrisa tierna
Se me aceleró el pulso, y deseé poder refrenarlo al presentir que eso, los latidos en mis venas, lo iba a dificultar todo un poco más. Lo más seguro es que ella pudiera oírlo.
—cuando te ruborizas te vez mas adorable. — dijo con otra sonrisa.
—Eh…no tienes que decirle adorable a un chico…aun que a veces no lo parezca soy un hombre.
Yo por dicho comentario me puse más rojo, ya que sentía mis mejillas arder, lo que produjo que Bella se riera aun más. Después de unos minutos acuno mi cara en sus manos y susurro.

—Quédate muy quieto. — como si pudiera estarlo más, estaba petrificado por lo cerca que se encontraba.
Lentamente, sin apartar sus ojos de los míos, se inclinó hacia mí. Luego, de forma sorprendente pero suave, apoyó su mejilla contra la base de mi garganta. A si de cerca era imposible moverme, incluso aunque hubiera querido. Oí el sonido de su acompasada respiración mientras contemplaba cómo el sol y la brisa jugaban con su pelo de color chocolate, una de las cosas que más me gustaba de ella.
Me estremecí cuando sus manos se deslizaron cuello abajo con deliberada lentitud. Le oí contener el aliento, pero las manos no se detuvieron y suavemente siguieron su descenso hasta llegar a mis hombros, y entonces se detuvieron.
Dejó resbalar el rostro por un lado de mi cuello, con la nariz rozando mi clavícula. A continuación, reclinó la cara y apretó la cabeza tiernamente contra mi pecho... escuchando los latidos de mi corazón. Dios, solo quería que este sueño no acabara jamás.
Suspiro.
No sé exactamente cuánto tiempo pasamos así pudieron a ver sido horas y yo no me di cuenta ya que está concentrado en el tacto de Bella.
Cuando me soltó sentí un sentimiento de vació, no quería que me soltara nunca, pero los ojos de Bella se encontraba llenos de paz y su voz sonó tan dulce cuando me dijo:
—No volveré a hacer tan dramática, te lo aseguro.
—Te resulto difícil
—No mucho y a ti…—dijo ella vacilante y preocupada.
—No…que va, para mí no ha sido nada difícil.
Ella sonrió por el tono de voz que use y sus mejillas adquirieron el matiz rosáceo que tanto me gustaba en ella..
—Sabes de lo que hablo.
Le sonreí.
—No te muevas —susurré. Me sentía avergonzado…jamás había tocado a una mujer…bueno además de mi madre y mi abuela, pero en si eso no contaba.
Ella cerró sus hermosos ojos y se quedó tan quieta como una piedra, una estatua perfecta debajo de mi mano.
Me moví muy lentamente, teniendo cuidado de no hacer ningún movimiento inesperado e impropio. Rocé su mejilla, acaricié con delicadeza sus párpados y las suaves sombras debajo de sus ojos. Tuve sus carnosos labios entreabiertos debajo de mi mano y sentí su cálida respiración en las yemas de los dedos. Mi primer pensamiento fue acercarme y besarla, pero era tan cobarde que no me atrevería hacerlo…resultaría impropio, además de embarazoso. Ella ya se estaba conteniendo demasiado, domo para que yo arruinara todo.
Abrió sus hermosos ojos color chocolate, y había hambre en ellos. No la suficiente para atemorizarme o algo por el estilo, pero lo bastante para que se me hiciera un nudo en el estómago y el pulso se me acelerara mientras la sangre de mis venas no cesaba de martillar. Sabía que no debía jugar con el destino de esa manera… eres un estúpido Edward, me dije a mí mismo.
—Tu…querías…—susurró—, querías sentir lo que yo siento…toda esta confusión…pero dudo que lo hagas.
Llevó una de sus suaves manos a mis cabellos y con la otra comenzó a acariciar mi rostro.
—Dímelo —musité.
—Digo que dudo que seas capaz porque por una parte, ya te he hablado del hambre..., la sed, y te he dicho la extraña criatura que soy y todo lo que siento por ti. Creo que, por extensión, lo puedes comprender, aunque —prosiguió con una media sonrisa— probablemente no puedas identificarte por completo al no ser adicto a ninguna droga ¿o sí? Pero hay otros apetitos... —me hizo estremecer de nuevo al tocarme los labios con sus dedos…Edward tienes que contenerte…no puedes lanzarte y solo besarla…ella es una dama. —, Apetitos que no entiendo…que jamás he sentido.
—Bueno…creo que eso lo comprendo mejor que tu.
—Jamás he estado acostumbrada a esta clase de apetitos…tan humanos. ¿Siempre es así?
—No…lo sé —me detuve—. También para mi es la primera vez.
Sostuvo mis manos entre las suyas, encajábamos a la perfección…palidez con palidez.
—No tengo idea de lo cerca que puedo estar de ti —admitió con tristeza—. No sé si alguna vez podré…
Me incliné hacia ella muy despacio, mirándola primero para pedir su permiso. Apoyé la mejilla contra su pecho, mis mejillas me ardían, el corazón se me saldría en cualquier segundo. De pronto oí el sonido más extraño que pude haber oído en mi vida…no era un corazón palpitando tranquilamente…era un corazón desbocado…igual al mío. Era el sonido más maravilloso del universo.
—Con eso está bien.
Cerré los ojos y suspiré. En un gesto, que me dejo con la boca abierta, literalmente, ella me acerco aun más hacia ella y me estrecho en sus brazos. Acariciando mis cabellos. Yo hice lo mismo, la abrase y comencé a acariciar sus suaves y sedosos cabellos oscuros.
—Vaya…creo que se te da mejor de lo que tú crees —apunté esbozando una sonrisa, esas a las que ella llamaba “torcidas”.
—Soy mitad humana. Por lo tanto tengo instintos humanos, estan por ahí encerrados…pero siguen allí.
Permanecimos sentados durante un tiempo inmensurable, tiempo del cual disfrute cada segundo. Me preguntaba si le apetecería moverse tan poco como a mí, pero podía ver la luz oscureciéndose más y más en el claro, color del cielo se oscurecía cada vez más con el pasa de los segundos. Suspiré y para mis adentros maldije a la noche.
—Ya es tarde…tienes que irte.
—Eh…creí que no podías leer mentes —le acusé.
—Bueno…creo que soy muy perceptiva.
Noté un atisbo de humor en el tono de su voz. Me intente levantar primero para luego ayudarla ella, pero vaya que ella fue más rápida. Me tomó por los hombros y yo le miré a la cara asustado por lo rápido de sus movimientos. En un arranque de repentino entusiasmo, me preguntó:
— ¿Te puedo enseñar algo? Anda di que sí.
— Bueno… ¿El qué me vas a enseñar?
—Te voy a enseñar cómo viajo por el bosque —vio mi expresión escéptica—. Anda, así vamos a llegar más rápido al coche y no tendrás que ayudarme cada vez que me caiga.
Sus labios en un puchero…se vio tan tierna que me hubiera roto el corazón no complacerla. Así que más da, cuando uno está enamorado…hace locuras por amor.
—No te irás a convertir en un murciélago ¿o me equivoco? —pregunté con recelo.
Rompió a reír con más fuerza de la que le había oído jamás. Su risa perfecta, era música para mis oídos.
— ¡Como si no hubiera oído eso antes!
—Bueno…haz lo que tengas que hacer, pero por favor solo hazme llegar a casa. Mi expresión y mi voz denotaban el pánico que había dentro de mí.
—Vamos, mi pequeño cobarde, súbete a mi espalda.
Aguardé a ver si bromeaba, y decía: ¡Chiste! pero al parecer lo decía en serio, muy enserio.
Me dirigió una sonrisa al leer mi vacilación y extendió los brazos hacia mí. Mi corazón reaccionó. Aunque Bella no fuera una lectora de mentes, el pulso siempre me delataba.
Procedió a ponerme sobre su espalda, con poco esfuerzo por mi parte, aunque, cuando ya estuve acomodada, lo rodeé con brazos y piernas con tal fuerza que hubiera estrangulado a una persona normal. Era como agarrarse a una roca. Dios ¿esta chica era fisiculturista o qué? Era como si no pesara nada para ella.
—Dios mío Bella, peso 69 kilos —le avisé desesperado.
— Y eso a mí que… —resopló. Casi pude imaginarla poniendo los ojos en blanco. Nunca antes le había visto tan animada y feliz. Dios mío esta chica estaba loca de remate, si ya había pensado que nuestra relación era anormal ahora lo tenía absolutamente confirmado.
Me impresiono aun mas cuando de forma inesperada me aferró la mano y presionó la palma sobre su rostro para inhalar profundamente.
—Mmm…esto cada vez se me hace mas fácil —musitó avergonzada, hubiera jurado que en estos momentos ella estaba ruborizada.
Y entonces echó a correr. Diablos, ¿Qué acaso ella no se daba cuenta de mi peso? Era como si no estuviera cargando nada.
Si en alguna ocasión había tenido miedo en su presencia, aquello no era nada en comparación con cómo me sentí en ese momento. Me sentí…aterrorizado, pero no por mí, me sentí aterrorizado por ella. Siempre por ella.
Cruzó como una bala, como un fantasma, la oscura y densa masa de maleza del bosque sin hacer ruido, sin evidencia alguna de que sus pies rozaran el suelo. Su respiración se hizo jadeante…era obvio…ella no era un “vampiro” como sus hermanos, ella se cansaba y más aun con alguien que pesa 69 kilos.
—Bella, vas a matarnos ¡Bájame! —grite lo mas que pude. Solo recibí una risita de su parte.
Los arboles nos rozaban por un pelo, ya no podía tener mas miedo del que ya tenía. Y de pronto paso algo que recordare el resto de mi vida.
Ella volteo para ver mi expresión sin darse cuanta siquiera, que había un gran abeto delante de nosotros.
— ¡Cuidado! —grite cerrando los ojos, este era el fin…seria puré de humano.
Ella hizo un movimiento extraordinario, frenó lo mejor que pudo y nos dejo a unos centímetros antes de chocar contra el abeto. Era como si tuviera un campo de fuerza o algo parecido…ya se…ahora estoy imaginando cosas.
—Eso estuvo cerca ¿no? —dijo entre jadeos.
Ella se dejo caer en el suelo conmigo en la espalda, lo que hizo que yo perdiera el equilibrio y me cayera golpeándome un brazo…pero no fue nada. Ella se volteo al instante y me miro aterrorizada.
— ¡Edward!, ¿Estás bien? ¿No te ha pasado nada? —preguntó desesperada, agarrándome el brazo con delicadeza y mirándome en busca de una expresión de dolor por mi parte.
—Si…lo que pasa es que necesito descansar un momento —respondí jadeante. Pero por dentro yo era un mar de alegría y de risas ¿ella se estaba preocupando por mi? Cielos, seguro y ahora si estaba soñando.
—Ok —me esperó, me tumbe en el suelo por unos momentos, cerré los ojos y esto hizo que ella estuviera al borde de un ataque de nervios.
— ¿Edward, estas bien? ¿Necesitas algo?
—Bueno…quizás necesite de tu ayuda para levantarme. Dije esto y la mire de reojo esbozando una sonrisa.
Se rió quedamente y se levantó del suelo para ofrecerme una de sus manos. Extendí una de mis manos y acepté la de ella. Al momento de levantarme lo hice tan rápido que los dos quedamos cara a cara. Nos miramos por unos segundos.
— ¿Qué tal te encuentras?
Bueno…en ese preciso momento no los sabía, estaba algo mareado pero eso era muy natural. Me encontraba algo incomodo por lo cerca que estábamos, las corrientes eléctricas aparecían cada vez que esto sucedía.
—Algo mareado…creo.
— ¿Lo suficiente para caminar un poquito?…tal vez eso ayude.
Acepte y caminamos despacio, no nos faltaba mucho para llegar hacia donde habíamos dejado el monovolumen. El mareo ya se me había pasado.
—Ha sido muy estúpido de mi parte…lo siento mucho —musitó.
Intenté mostrarme positivo, y de levantarle el ánimo:
—Bueno, ha sido muy interesante.
— Mentiroso. —dijo ella abrazándome el brazo. —Estas tan pálido como mis hermanos…casi y casi te pareces a Jasper.
Aquella comparación no me gusto en lo absoluto…yo no me parecía al tétrico hermano de Bella…Jasper…el que parecía que estaba sufriendo.
—Supongo. Pero ya sabes…soy pálido de nacimiento.
—Te prometo que para la próxima vez, todo irá mejor y no me distraeré..
— ¡¿La próxima vez?! Estas demente. —gemí.
Bella se rió, seguía de un humor excelente, para mi buena suerte.
—Cobarde—musito abrazándome aun más.
—Edward ¿me perdonas? —rogó con voz suave.
Y ahí estaba ella, con el rostro demasiado cerca del mío nuevamente. Su belleza aturdió mi mente… ella parecía tan frágil, tan desprotegida, tan hermosa. Nunca iba a terminar de agradecerle al cielo por haberme mandado un ángel tan hermoso como ella.
—Edward… sabes algo…—Vacilo ella.
— ¿Qué?
—Mientras corría por el bosque…estaba pensando algo.
— Espero que haiga sido el no estrellarnos contra los arboles…aunque casi lo hacemos.
—Eres un tonto Edward —rió entre dientes—. Correr es parte de lo que soy, es parte de mi naturaleza…así que lo hago muy bien…no necesito pensarlo.
—Si…corres tan bien como caminas—dije sarcásticamente. Bella sonrió.
—Bueno el punto es que he pensado en otra cosa, es algo que he querido hacer desde hace mucho tiempo.
—¿Y qué cosa es?
Antes de me contestara, ella ya tenía mi cara entre las palmas de su manos. No pude respirar, el corazón me empezó a latir desbocado.
Se fue acercando aun mas a mi…entonces vacilo y me miro.
Entonces yo fui el que me acerque hacia ella, como diciendo que no habría problema, que ella no era la única que quería que aquello pasase. Nos acercamos hasta que nuestros labios casi se rozaban. Nuestra respiración se volvió irregular. Las mejillas de ellas eran de un color rojizo precioso. Aunque el reto de ella era tan pálido como la nieve misma.
Bella se detuvo vacilante para probarse a sí misma y ver si era seguro, para cerciorarse de que aún mantenía bajo control su necesidad. Me miro una vez más y me sonrió. La expectativa del beso, lo hacía cada vez más deseable. Me moría por besarla.
Entonces presione mis labios contra los de ella.
Pensé que sería como cualquier otro primer beso, según lo que me contaron mis amigos, el primer beso casi no tenía nada de bueno, era corto y simple. Para ser este mi primer beso fue el mejor de toda la historia. Fue cálido, y tierno.
Para luego convertirse en algo desenfrenado y cargado de pasión.
Nuestros labios se movían sincronizados, el uno con el otro. Bella nos llevaba a un ritmo fenomenal, cada vez se presionaba más y más contra mi…yo no tenía ninguna experiencia con estos asuntos así que me deje llevar… “usa tus instintos” me dije.
La sangre me hervía bajo la piel quemándome los labios. Ella enredo sus manos entre mis cabellos cobrizos revolviéndolos con sus suaves manos, yo acariciaba sus largos cabellos castaños, entonces ella se apego aun más contra mi cuerpo y me abrazo de una forma…que la recordaría por el resto de mi existencia. Me di cuenta de que no podía respirar, aunque lo intentara…me esforcé por hacerlo pero solo salió un débil jadeo que hizo que ella me apretara aun mas. El beso continuaba, seguía siendo espectacular y pasional pero mi cuerpo me decía que algo estaba pasando conmigo, algo malo. Necesitaba aire.
Entonces me separe bruscamente de ella. Jadeando por aire, mis pulmones lo exigían a gritos.
— Lo ss.…siento —musité jadeando levemente.
—No…yo lo siento. Dijo ella con la cabeza gacha.
Su mirada por unos segundos me asusto, sus ojos chocolates se habían oscurecido, y su respiración también era jadeante. Su mirada destilaba deseo…deseo y hambre.
— Te concederé espacio. Dije y me di la vuelta para alejarme unos pasos.
Entonces unas pequeñas pero fuertes manos me sujetaron, no me permitieron alejarme más de un centímetro.
—No te vayas…solo quédate conmigo —pidió con voz amable, controlada.
Mantuve la vista fija en sus ojos, contemplé como la excitación que lucía en ellos se sosegaba, hasta el punto de desaparecer. Entonces, me dedicó una sonrisa sorprendentemente traviesa.
— ¡Lista! —exclamó, acariciando mis cabellos.
— ¿Estás bien? —pregunté.
—Casi me rindo en la tentación…pero soy más fuerte de lo que alguna vez imagine —rió angelicalmente—. Siempre es bueno saberlo ¿no?.
—Si…yo…. Lo siento.
—Después de todo, sólo eres humano Edward, tus instintos hablan y ordenan a veces.
—Sí, eso que ni que —dije riéndome.
Continuamos caminando, solo que lo único que cambio esta vez fueron nuestras manos entrelazadas. Menee la cabeza cuando recordé lo del beso. Me sentía en parte orgulloso por mí mismo. Ella me miro con escepticismo.
— ¿Estas mareado? ¿O ha sido mi pericia al besar? Dijo mordiéndose el labio inferior. Se veía aun más hermosa que de costumbre, su largo cabello la hacía parecer una ninfa en aquel bosque. Llegamos rápidamente hacia el lugar donde dejamos el monovolumen.
Era a Bella diferente a la que yo conocía, y estaba loco por ella. Rayos, ella sería mi perdición…de eso estaba completamente seguro.
—Creo que un poco —conseguí responderle y luego corregí—. Creo que es un poco de ambas cosas.
—Deberías dejarme conducir.
— ¿Estás loca? —protesté empujándola suavemente.
—Conduzco bien —se burló—. Tú conduces muy lento.
—Eso es porque me prohibieron que acelerar el coche…puedes apostar que conduzco mejor de lo que tú crees. Además no quiero terminar estampado en cualquier árbol.

—Un poco de confianza, Edward, por favor.
Tenía la mano en el bolsillo, crispada sobre las llaves. Fruncí los labios con gesto pensativo y sacudí la cabeza firmemente. ¿Por qué rayos quería complacerla en todo?
No. Ni en broma. Me dije a mí mismo.
Arqueó las cejas con incredulidad.
Comencé a dar un rodeo a su lado para dirigirme al asiento del conductor. Ella me miro tiernamente.
—Edward, te lo pido. —entonces se acerco aun mas a mí y me rodeo con sus brazos.
—Está bien —dije con un suspiro. Alcé las llaves y las dejé caer, observando que su mano las atrapaba torpemente—. Con calma... Mi monovolumen es un señor mayor y significa mucho para mí.
—Ok —prometió.
— ¿Y tú no estás afectado por mi presencia? ——pregunté con enojo.
Sus facciones sufrieron otra transformación, su expresión se hizo suave y cálida. Al principio, no me respondió; se limitó a inclinar su rostro sobre el mío y deslizar sus labios lentamente a lo largo de mi mandíbula, desde la oreja al mentón, de un lado a otro. Me estremecí.
—Pase lo que pase —murmuró finalmente—, tengo mejores reflejos.




biien chiikas esperamos les haya gustadO jeee esperemos ke sii ya ke rose ii yo (ingrid) jojoj pusimos todo nuestros esfuerzos en ke este besO saliiera geniial
atto: Rose e Ingrid

Conficiones!!! al fiin

Capitulo #13
Confesiones


En realidad, a la luz del sol, Bella me resultaba completamente normal. Claro que había que admitir que su hermosa piel blanca parecía tener ciertos reflejos.
A pesar de un tenue rubor, producido a raíz de su salida de caza durante la tarde del día anterior, su piel me resultaba demasiado atractiva, pero no era nada anormal, sonreí al pensar que tal vez ella haría algo que me sorprendería o me dejaría muerto de miedo…pero no lo hizo.
Ella yacía completamente inmóvil en la hierba, tenía una belleza indescriptible, parecía una diosa, era totalmente bella. Mantenía cerrados sus hermosos párpados aterciopelados, aunque no dormía. Parecía una estatua perfecta. La más hermosa de todas las estatuas de este mundo y del otro.
Sus hermosos cabellos castaños oscuros caían sobre sus hombros, sus labios rosáceos se mantenían cerrados, su respiración era acompasada. Realmente ella disfrutaba del sol.
Por supuesto que también yo disfruté del sol, aunque el aire no era lo bastante seco para mi gusto. Me hubiera gustado recostarme como ella y dejar que el sol bañara mi cara, pero permanecí sentado, con el mentón descansando sobre las rodillas, poco dispuesto a apartar la vista de ella, ya nunca jamás lo haría. Soplaba una brisa suave y fresca que alborotaba mis cabellos broncíneos y mecía la hierba alrededor de ella.
La pradera, que en un principio me había parecido espectacular, era ahora insignificante ante la belleza de Bella. Aun seguía intrigado, se suponía que tenía que mostrarme su problema con el sol ¿no? A mi parecer no tenía ninguno.
Sé que sonaría raro… pero tenía miedo, incluso ahora, a que ella desapareciera como un espejismo demasiado hermoso para ser real, me dolía el pecho de solo pensar que ella podía desaparecer, extendí un dedo con indecisión y acaricié el dorso de su mano, que descansaba sobre el césped al alcance de la mía.
Como las otras veces, su toque me resultaba electrizante; era algo que mandaba corrientes eléctricas a todo mi cuerpo y lo volvía loco. Cuando alcé la vista, ella había abierto los ojos y me miraba. Una rápida sonrisa curvó las comisuras de mis labios. Ella me devolvió la sonrisa.
— Debes de creer que estoy loca ¿no?—preguntó con despreocupación, aunque identifiqué una curiosidad real en el tono de su suave voz.
—No más que de costumbre. Dije sonriéndole nuevamente.
Su sonrisa se hizo más amplia. Vaya que el mundo era un lugar hermoso cuando ella sonreía.
Había algo que había querido hacer desde hace mucho…me pregunte si a ella le molestaría, me arme de valor poco a poco, me acerqué más y extendí toda la mano para trazar los contornos de su antebrazo con las yemas de los dedos. Contemplé el temblor de mis dedos y supe que el detalle no le pasaría desapercibido. Tal vez pensaría que le estaba faltando el respeto.
— ¿Te molesta? —pregunté temeroso, ya que había vuelto a cerrar sus preciosos ojos.
—No—respondió sin abrirlos—, no tienes idea de lo bien que se siente eso.
¿Ella había dicho lo que había dicho? Me sonroje inmediatamente.
Suspiró.
Siguiendo el suave trazado de las venas azules del pliegue de su codo, mi mano recorrió con suavidad su brazo, hasta el brazo de Bella me resultaba hermoso. Estiré la otra mano para darle la vuelta a la de Bella. Ella se giro bruscamente en un movimiento demasiado desconcertante, en ese instante casi estalle en pánico. Tal vez me había propasado.
—Lo siento —murmuró suavemente. Le busqué con la vista a tiempo de verle cerrar los ojos de nuevo—. Contigo, me siento…demasiado…yo.
Tenía mil preguntas que hacerle, pero ya habría tiempo para eso.
—Dime qué piensas —susurró. Al mirarle descubrí que me estaba observando con repentina atención—. Desearía poder leer tu mente.
Sonreí ante sus palabras, a mi me pasaba exactamente lo mismo.
—Bueno, ya sabes, el resto nos sentimos así todo el tiempo. Dije sonriendo por la mentira que acababa de decir.
—La vida es injusta— ¿me imaginé el matiz de pesar en su voz?—. No creas que he olvidado que no me has contestado.
—Bueno casi lo mismo que tu… —vacilé— y...bueno…y…
— ¿Y?
—Bueno quería estar seguro de que eres real. Y además deseaba no estar asustado.
—No quiero que estés asustado.
La voz de Bella era apenas un murmullo suave y apacible. Y me quede más tranquilo, si ella decía que no había que tener miedo, entonces le haría caso.
—No me entiendes…no estoy hablando de ese miedo—dije riéndome y dejándola perpleja—. Aunque creo que debería sentir la otra clase de miedo ¿no?
Se movió tan deprisa que ni la vi. Se sentó en el suelo, apoyada sobre el brazo derecho, y con la mano izquierda aún en las mías. Su rostro angelical estaba a escasos centímetros cinco centímetros del mío. Podría haber retrocedido, debería haberlo hecho, ante esa inesperada proximidad, pero era incapaz de moverme. Sus ojos cafeces me habían hipnotizado.
—Entonces, ¿de qué tienes miedo? —murmuró mirándome inquisidoramente, se podría decir que eso solo hizo que mi corazón latiera desbocado.
Pero no pude contestarle. Olí su gélida respiración en mi cara como sólo lo había hecho una vez. Me derretía ante ese aroma dulce y delicioso. Me acerque más a ella sin pensarlo dos veces, el estar cerca de ella me hacía perder la cabeza.
Entonces, Bella desapareció. Su mano se desasió de la mía y se colocó a seis metros de distancia en el tiempo que me llevó enfocar la vista.
Permanecía en el borde de la pequeña pradera, a la oscura sombra de un abeto enorme. Me miraba fijamente con expresión inescrutable y los ojos oscuros ocultos por las sombras.
Me sentí avergonzado en totalidad, había sido demasiado osado.
—Perdóname Bella…yo…no quería. —susurré. Sabía que podía escucharme.
—Dame unos minutos…te lo ruego —replicó al volumen justo para que mis oídos lo oyeran. Me senté totalmente inmóvil y avergonzado. Las mejillas me ardían y estaba completamente seguro de que estaban de un color rojo desbordante.
Después de diez segundos, increíblemente largos para mí, regresó, lentamente. Se detuvo a pocos metros y se dejó caer ágilmente al suelo para luego entrecruzar las piernas, sin apartar sus ojos de los míos ni un segundo.
Suspiró profundamente dos veces, se mordió el labio y luego me sonrió disculpándose.
—No sabes cuánto lo siento —vaciló
—Que tonterías dices, yo me debo disculpar ¿Comprenderías a qué me refiero si te dijera que sólo soy un hombre?
—Bueno entonces…nos disculpamos mutuamente ¿está bien? Además admitiendo que yo soy solo una mujer…y una muy peligrosa.
Asentí una sola vez, incapaz de hallarle gracia a algo. La adrenalina corrió por mis venas conforme fui comprendiendo poco a poco el peligro. Ella se dio cuenta de aquello y me sonrió burlonamente.
—Soy peligrosa Edward…no soy como mis hermanos, no brillare ante el sol como ellos, no cazare igual que ellos, no seré tan veloz como ellos, ni tan fuerte… no seré nada igual a ellos…pero soy peligrosa para ti, todo lo que soy te invita a venir hacia mi…mi belleza, mi todo; pero no necesito nada de eso.
—Estas tan equivo…
—No te atrevas a decir que estoy equivocada, te lo ruego no lo digas Edward.
No me atrevía a mirarla a la cara, necesitaba hacerlo pero no podía. Cuando alcé el rostro comprobé que de sus ojos caían lágrimas. Lagrimas de tristeza por lo que fuera que estuviera ocurriendo por su atolondrada cabeza.
Quise acercarme a ella y abrazarla, demostrarle cuanto me afectaba esto a mi también, cuando trate de hacerlo ella se levanto bruscamente de el suelo y me miro de una forma que jamás comprendí, había una infinidad de sentimientos en aquella mirada.
—Yo no soy especial…no soy como ellos, ni siquiera yo misma sé que soy. No soy nada. Dijo ella entre desviando la mirada, las lagrimas caían a torrentes por su hermoso rostro y yo seguí como estúpido sentado en el suelo sin poder moverme todavía.
—Tú eres Bella Cullen, eres la chica más maravillosa…—no podía completar la frase. No podía abrirme a ella…si ella no sentía lo mismo que yo sentía mi corazón quedaría destrozado.
—No, yo soy para nada maravillosa, soy una maldita nada. —Las lagrimas no cesaban de caer y sus puños estaban crispados— No soy humana, tampoco soy vampiro, entonces ¿Quién demonios puede decirme que soy?
—Eres una buena persona. Dije yo mirando hacia el pasto, el miedo me había hecho su presa.
—Una buena persona es alguien que quiere matarte en este preciso instante… ¿te parece que estoy en lo correcto? —dijo esto con la voz llena de odio puro, con la cara crispada de furia.
Permanecí sentado sin moverme, temiéndole como no le había temido nunca. Nunca la había visto tan completamente libre de esa fachada edificada con tanto cuidado. Nunca había sido menos humana ni más hermosa. Estaba atrapado tal y cual la serpiente atrapa hipnotizando a su presa.
Un arrebato frenético parecía relucir en los adorables ojos de Bella. Luego conforme transcurrieron los segundos su expresión volvió a ser la de antes, una máscara intangible de dolor.
—No me tengas miedo —murmuró suavemente—. Te prometo... —vaciló—, te…juro que no te haré daño.
Lucia más preocupada de convencerse a sí misma. Suspire intentando hallar consuelo en las palabras de Alice. “Todo irá bien” me dije a mí mismo.
—No me tengas miedo —repitió en un susurro mientras se acercaba lentamente a mí. Con movimientos deliberadamente lentos para sentarse hasta que nuestros rostros se encontraron a la misma altura, a treinta centímetros.
—Te pido que me perdones, por favor —pidió ceremoniosamente—. Tengo un autocontrol increíble. No te hare daño.
Esperó a que yo dijera algo, pero yo me encontraba sumido en mis pensamientos, incapaz articular palabra.
—Hoy no me encuentro sedienta —me guiñó el ojo—. Créeme.
Ante esas palabras no me quedo de otra que reírme, su expresión ahora era dulce. Quizás, solo quizás… Alice tenía razón.
— ¿Te encuentras bien? —preguntó tiernamente, extendiendo el brazo lenta y cuidadosamente para volver a poner su mano fría junto con la mía.
Miré primero su fría y lisa mano, luego, sus ojos, laxos, arrepentidos; y después, otra vez la mano. Entonces, pausadamente volví a seguir las líneas de su mano con las yemas de los dedos. Alcé la vista y sonreí con timidez.
—Y bien, ¿en dónde nos quedamos, antes de mi momento de pánico? —preguntó con las amables cadencias de principios del siglo pasado.
—Para serte sincero no lo recuerdo.
Sonrió, pero estaba avergonzada, sus mejillas la delataban.
—Creo que estábamos hablando de por qué estabas asustado, además del motivo obvio.
—Ah, ya lo recordé.
— ¿Entonces?
Miré su mano y la acaricie. Los segundos pasaban.
— ¡Con qué facilidad me frustro! —musitó.
Estudié sus ojos y de repente comprendí que todo aquello era casi tan nuevo para ella como para mí. A ella también le resultaba difícil a pesar de los muchos años de inconmensurable experiencia. Ese pensamiento me infundió coraje.
—Tengo miedo, además de los motivos más que obvios, porque no puedo estar contigo, y porque me gustaría estarlo más de lo que debería y de lo que está permitido.
Mantuve los ojos fijos en sus manos mientras decía aquello en voz baja porque me resultaba difícil confesarlo. Nunca había sido bueno revelando mis sentimientos.
—Sí es cierto—admitió lentamente—, ese es un buen motivo para estar asustado obviamente. ¡Querer estar conmigo! En verdad, no te conviene nada.
—Lo sé. Desearía no desearlo pero no puedo…es más fuerte que yo.
—No sabes cuanto desearía ayudarte, te lo juro —no había el menor rastro de falsedad en sus ojos—. Debí haberme alejado cuando pude…pero no…me quede, fui masoquista y ahora no creo tener el valor ni la fuerza para hacerlo
—No quiero que te alejes de mí—susurré, mirándola fijamente hasta lograr que apartara la vista.
—debería hacerlo, debería irme en este mismo instante, pero no te preocupes…soy demasiado egoísta para hacerlo. Ansió demasiado tu compañía para hacer lo correcto.
—No sabes cuánto me alegra oír eso.
— ¡No te alegres! —retiró su mano, esta vez con mayor delicadeza.
— ¡No es solo tu compañía lo que deseo! Nunca lo olvides jamás. Nunca olvides que soy más peligrosa para ti de lo que soy para cualquier otra persona.
Se calló y le vi contemplar con ojos ausentes el bosque.
Medité sus palabras durante unos instantes. La comprendía la perfección.
—Creo que comprendo a lo que te refieres.
Bella me miró de nuevo y sonrió con picardía. Su humor volvía a cambiar.
— Gracias por hacerlo—musitó—. Significa mucho para mí Edward...
Volvió a poner su mano sobre la mía, al parecer de forma inconsciente, y la sujeté con fuerza entre las mías. Miró nuestras manos y suspiró, sus mejillas adquirieron un color rosáceo precioso.
—Eres cálido…y sentir a alguien así es asombroso…el calor es asombroso.
—Cuéntame…porque dices que eres diferente a…tus hermanos.
—Bien…porque…
Transcurrió un momento hasta que puso en orden sus ideas y continuó:
—Bien, es porque ellos son muy buenos en casi todos lo que hacen; ellos jamás se caerían como yo eso puedo jurarlo.
Asentí sonriendo.
—Ellos son buenos en todo lo que hacen, Edward si no te habrás dado cuenta yo no soy nada igual a ellos. Ellos son súper fuertes, súper rápidos y tan hermosos. Hasta tú puedes pasar por uno de ellos.
Me reí por lo bajo ante esto ¿Qué acaso ella estaba ciega?
—No te rías Edward. Esto es importante
—Ok. Dije.
Le dediqué una sonrisa y ella me la devolvió con pesar.
—Y a tus hermanos ¿también les resulto…apetecible, de esa manera? — Ya sabía que me estaba arriesgando con esa pregunta. Pero sabía que tarde o temprano la haría.
—Verás, cada persona huele diferente, tiene una esencia distinta. Para mi tu hueles más que para los otros, tal vez para mis hermanos tú seas común y corriente…pero para mí eres totalmente lo opuesto.
Permanecimos sentados en silencio, mirándonos a los ojos el uno al otro en un intento de descifrarnos mutuamente el pensamiento.
Bella fue la primero en romper el silencio.
—Tal vez no sea la comparación adecuada. Para ellos eres como cual cosa, hueles bien…pero hasta allí ellos son como adictos que ya han superado su problema. Pero yo soy totalmente lo opuesto en lo que se refiere a ti. Me vuelves loca.
—Entonces ¿Tratas de decirme que soy tu marca de heroína? —le pregunté para tomarle el pelo.
Sonrió de inmediato, pareciendo apreciar mi esfuerzo.
—Exactamente…tú eres mi marca de heroína. Demasiado apetecible para mi, que para los demás.
— ¿Sucede eso a menudo?
Miró hacia mis ojos pensando la respuesta.
—Hable con mis hermanos sobre eso —prosiguió con la vista fija en mi—. Para Jasper especialmente, todos los humanos son lo mismo. El es el miembro más nuevo de nuestra familia…y por esta razón su autocontrol no es nada bueno. No ha dispuesto de tiempo para hacerse más sensible a las diferencias de olor, de sabor —súbitamente me miró con gesto de disculpa—. Lo siento.
—No me molesta en lo absoluto. Por favor, no te preocupes por ofenderme o asustarme o lo que sea... Es así como piensas. Te entiendo, o al menos puedo intentarlo. Explícate lo mejor que puedas, te lo ruego. —dije guiñándole el ojo. Solo Dios sabía lo que realmente ocurría en mi interior.
—Jasper no está seguro, por su naturaleza, de haberse encontrado alguna vez a alguien que le resultara tan… —Bella titubeó, en busca de la palabra adecuada—, tan apetecible tal y como tú me resultas a mí. Eso me hizo reflexionar bastante. Y bueno Alice, ella es tan linda conmigo que me dio mucha pena preguntarle. Emmett es el que hace más tiempo que ha dejado de beber, por así decirlo, y comprende lo que quiero decir. Dice que le sucedió dos veces, una con más intensidad que la otra.
— ¿Te ha sucedido antes a ti?
—Jamás…esta es mi primera vez.
— ¿Qué hizo Emmett con las personas? —le pregunté para romper el silencio.
Era la pregunta equivocada. Su rostro se ensombreció y sus manos se crisparon entre las mías. Aguardé, pero no me iba a contestar.
—Creo saberlo —dije al fin fingiendo perfectamente una sonrisa.
Alzó la vista. Tenía una expresión melancólica, suplicante.
—Hasta el más fuerte de nosotros recae Edward.
— ¿Qué me estas pidiendo entonces? ¿Qué te de mi permiso? —mi voz sonó más sarcástica de lo que pretendía. Intenté hablar un tono más amable. Se suponía que debía mostrarme comprensivo al fin de cuentas, ella se estaba sincerando conmigo. —. Discúlpame…quería decir ¿No hay esperanza?
Dios ¡Me encontraba allí tranquilo, hablando sobre mi muerte! Era de locos.
— ¡No rayos, no! —Se compungió casi al momento—. ¡Obviamente que hay esperanza! Me estoy refiriendo a que yo..., por supuesto que no voy a... —dejó la frase en el aire. —. Es diferente para nosotros. En cuanto a Emmett y esos dos desconocidos con los que se cruzó... Eso sucedió hace mucho tiempo y él no era tan experto y cuidadoso como lo es ahora. El ahora tiene mucho autocontrol.
Se sumió en el silencio y me miró intensamente.
—De modo que si nos hubiéramos encontrado... en... un callejón oscuro o algo parecido... —mi voz se fue apagando.
—Necesite de todo el autocontrol que pude, además te puse todo mi escudo protector…no quería hacerte daño —enmudeció y desvió la mirada—. Además cuando pasaste a mi lado, podía haber arruinado en el acto todo lo que Carlisle ha construido para nosotros. No hubiera sido capaz de refrenarme si no hubiera estado controlando mi sed durante los últimos... bueno, demasiados años.
Se detuvo a contemplar los árboles. Me lanzó una mirada sombría mientras los dos lo recordábamos.
—Debiste de pensar que estaba completamente loca.
—Un poco de eso. Además pensé ¿Cómo podías odiarme con tanta rapidez...?
—Te odie porque con tu llegada habías destruido el mundo que había construido…mi vida que tanto tiempo estuvo rota por mi inseguridad, volvió a estar sin balance Edward…hacía varios años que no había probado ni una solo gota de sangre, y allí estabas tú… el chico nuevo, el hijo del jefe de policía…el nuevo personaje del pueblo…tentándome. El hijito de papá Masen, el hombre más correcto de todo este maldito pueblo, venia ahora a tentarme con su sangre.
Enmudecí antes sus crudas palabras.
»Pensé que eras un enviado del Diablo para tentarme y poner a prueba mi autocontrol, yo una insignificante nada…tentada por el más exquisito manjar sobre todo esta tierra, no era justo. Tú el ser más hermoso que he visto sobre la faz de la tierra venia a jugarme esta broma tan cruel. Cada vez que te movías en la clase cada vez que me mirabas de reojo, cada vez que te alborotabas el pelo…cada insignificante detalle tuyo hacia que mi garganta ardiera en llamas Edward.
»Por eso hui…para no verte, para no olerte, para que tu belleza no me resultara tan atrayente…porque eso eres para mi…eres el ser más perfecto sobre la tierra…hasta para ser un simple humano eres perfecto.
Para esos instantes grandes lágrimas rodaban nuevamente por los ojos de Bella, el corazón se me partía cada vez que la veía llorar, me toque la cara y comprobé que yo también lo hacía, yo también lloraba.
—Continúa por favor…
—Bueno para entonces cuando ya me encontraba lejos, con unos amigos de la familia, me di cuenta de que ¿Quién eras tú? Solo eras un humano, solo eso…un humano, y yo no iba a permitir que tú me separaras de mi familia. La familia que me acogió desde bebé. Yo no le quería fallar ni a Carlisle que es como un padre para mí, ni a Esme que es lo más cercano que tengo a una madre.
Así que volví, y e encontré distante conmigo…me alegre lo admito pero el que no me hablaras hacia que mi corazón se sumiera en la tristeza absoluta…sin tus penetrantes ojos verde esmeralda no podía vivir, sin tu sonrisa torcida no podía existir…así que te volví a hablar y tú me correspondiste.
»Entonces estuviste a punto de morir aplastado ante mis propios ojos. Más tarde pensé en una excusa excelente para justificar por qué había actuado así en ese momento, tú sangre y mi afición a ella nos hubiera delatado. Pero eso lo invente luego. En ese momento, todo lo que pensé fue: «No, el no». No me importo en lo absoluto lastimarme…eso no importaba, lo único importante eras tú.
Cerró los ojos, ensimismada en su agónica confesión. Yo la escuchaba con más deseo de lo racional. Dios, sí que estaba loco.
El sentido común me decía que debería estar aterrada. En lugar de eso, me sentía aliviada al comprenderlo todo por fin. Y me sentía lleno de compasión por lo que Bella había sufrido, incluso ahora, cuando había confesado el ansia de tomar mi vida. Yo se la daría gustoso.
Finalmente, fui capaz de hablar, aunque mi voz era débil:
— ¿Y lo que paso en el hospital?
Sus ojos se clavaron en los míos.
—Estaba aterrada, no sabes cuánto. No podía creer que hubiera puesto a toda la familia en peligro y yo misma hubiera quedado a tu merced... De entre todas las personas de este mundo, tenías que ser tú.
Como si necesitara otro motivo para matarte —ambos nos atemorizamos cuando se le escapó esa frase, ella empezó nuevamente—. Pero tuvo el efecto contrario, sabes —continuó—, y me enfrenté con la vanidosa de Rosalie, Emmett y Jasper cuando sugirieron que ya no debías existir... Fue de todas, la peor discusión que habíamos tenido jamás. Carlisle obviamente se puso de mi lado, y Alice —suspiro al pronunciar su nombre—. Esme me dijo que hiciera lo que pudiera para quedarme.
—Me pasé todo el día espiando a las personas con quienes habías hablado, aunque Alice me había jurado que tú no nos habías delatado, estaba sorprendida de que hubieras cumplido tu palabra. Hice todo lo que estuvo en mi mano para permanecer lo más lejos de ti nuevamente. Y todos los días el aroma de tu piel, tu respiración, tus cabellos, tus ojos... me golpeaban con la misma fuerza del primer día. Y creo que aun mas.
Nuestras miradas se encontraron otra vez. Los ojos de Bella irradiaban dulzura.
—Y por todo aquello —prosiguió—, hubiera preferido delatarnos y matarte en aquel primer momento que herirte aquí, en este momento, sin testigos ni nada que me detenga.
Era lo bastante humano como para tener preguntar:
— ¿Por qué harías eso?
—Edward Anthony —pronunció mi nombre completo con cuidado al tiempo que me despeinaba mis más que alborotados cabellos cobrizos con la mano libre; las corrientes eléctricas volvieron a aparecer en mi cuerpo—. No podría vivir en paz conmigo misma si te causara algún daño —fijó su mirada en el suelo, nuevamente avergonzada y con las mejillas sonrojadas—. La idea de verte inmóvil, pálido, helado... No volver a ver cómo me miras, no ver jamás aquellos adorables ojos esmeraldas y esa sonrisa que tanto me encanta... Sería insoportable, sería como morir—clavó sus hermosos ojos en los míos—. Ahora eres lo más importante para mí, lo más importante que he tenido nunca jamás en toda mi existencia.
La cabeza empezó a darme vueltas y mi corazón estuvo a punto de detenerse ante el rápido giro que había dado nuestra conversación.
Desde el alegre tema de mi pronta muerte de repente nos estábamos declarando el uno al otro. Aguardó unos momentos, y supe que sus ojos no se apartaban de mí a pesar de fijar los míos en nuestras manos entrelazadas. Al final, dije:
—Tú conoces más que bien mis sentimientos, además creo que son más que obvios. Estoy aquí, lo que se traduce a que prefiero morir mil veces antes que estar lejos de ti un segundo más de mi vida —hice una mueca—. Soy un completo idiota.
—Sí que lo eres —aceptó con una risa.
Nuestras miradas se encontraron y también me reí. Nos reímos juntos de lo absurdo y estúpido de la situación.
Su mirada se perdió en el bosque y me pregunté dónde estarían ahora sus pensamientos.
— ¿Por qué...? —comencé, pero luego me detuve al no estar segura de cómo proseguir.
Bella me miró y sonrió.
— ¿Sí Edward?
—Porque te fuiste antes.
—Sabes el porqué.
—Claro, lo que quería decir exactamente es ¿qué hice mal? Es que al parecer tendré que aprender algunas cosas si queremos que esto funcione. Esto, por ejemplo —le acaricié la base de la mano—, parece que no te sienta mal.
Volvió a sonreír ruborizada.
—Edward, no hiciste nada mal. Fue culpa mía y de nadie más.
—Pero si está en mis manos ayudarte…desearía hacerlo.
—Bueno... —meditó unos instantes—. Me comporte así solo por lo cerca que estuviste. Nadie jamás se me había acercado tanto…además…nadie que oliera tan bien, como tú hueles para mí.
Se calló mirándome para ver si me había asustado. Obviamente no lo hice…es más me sentía muy bien…”nadie se le había acercado” eso claramente aumentaba mi ego.
—De acuerdo, entonces —respondí alejándome rápidamente de ella, en parte lo hice para que se riera un poco… y valga mi gran mentira ya que yo no podía estar a mas de 1 metro lejos de ella—, estaremos a cinco metros de distancia.
Funcionó. Rompió a reír.

viernes, 25 de septiembre de 2009

Paciencia, mis chicas, paciencia!


Chicas lo siento tanto, es que he estado con los examenes y aun mas...sucedio lo que sucedio con el papá de mi amiga, la escritora adjunta del blog, Ingrid.

haber desearia q me tubieran un poquitin de paciencia!! Se los ruego!

Ya ire subiendo mas capitulos...aun falta mucha historia por contar.


les doy la gracias a todas las que nos han seguido ya sea por el msn o por el c-box!! Son unas super amigas chicas!!! en especial *gsby!!

Gracias por todo, por seguir atenta a las publicaciones del blog y todo eso.

Bueno aqui les dejo una imagen de New Moon, a mi me ha encantado, me ha fascinado!!..aunque no este en buena calidad. Se me hace q es una de las visiones que Alice le muestra a Aro.
Wow..esa es Bella de Vampira ¿no?. ojala!! Y wow, Edward...sexy y MAGNIFICO como siempre xD.
Aunque bueno en el fic...ella ya lo es...o bueno no del todo!!
Las quiero mucho chicas cuidense, y alli me en el c-box me dejan sus comentarios o criticas porfa!!
Atte:
Rose
XOXO

martes, 22 de septiembre de 2009

Parte 2 "Juegos Malabares"

Capitulo #12
"Juegos Malbares"
*Continuacion...

— ¿Ya te vas?
—Sí —alzó el rostro, y sonrió—.No creo que lo aguante más.
Escuche una pequeña vocecilla que se nos acercaba, sonaba como alguien feliz y lleno de vida, voltee a ver quién era aquella persona y vaya que me lleve un susto al ver a Alice Cullen parada justo de mi.
Su pelo corto y de punta, negro como la tinta, rodeaba su exquisita, delicada y pequeña faz como un halo impreciso. Su delgada figura era esbelta y grácil incluso en aquella absoluta inmovilidad. Era absolutamente hermosa, era parecida a un ángel, pero para mí la más hermosa era Bella, mi Bella.
—Alice. La saludo Bella sin apartar la vista de mi rostro.
—Bella—respondió ella. La vos de Alice era hermosa, en si era indescriptible, ¿Toda esa familia era perfecta o era solo mi imaginación?
—Alice, te presento a Edward Masen... Edward, ésta es Alice —nos presentó con una seca sonrisa en el rostro.
—Hola, Edward —sus hermosos ojos brillaron de alegría en cuanto me vieron—. Es un placer conocerte al fin. No sabes cuánto he esperado para esto y yo se que puedes oírme.
Me quede con la boca abierta…ella había dicho lo que había dicho?
Bella nos miro con confusión.
—Hola, Alice —dije aun perplejo.
— ¿Lista Bella? —le preguntó. No temas no tardaremos mucho, ella también está ansiosa por lo de mañana. Nos vemos otro día Edward, de eso estoy completamente segura, no dejes que Bella desconfié de eso…se que todo saldrá bien. Alice era increíble.
—Eso creo—dijo ella sombríamente, mirando con confusión a su hermana—. Me reuniré contigo en el coche.
Alice Cullen se alejo trotando grácil por la cafetería. Aun me tenia perplejo. Me acorde por instinto de Bella que aun me miraba confundida.
—Y se puede saber que fue todo eso?
—Qué cosa? Dije como si no hubiera escuchado.
—No nada…—dijo ella aun mirándome de forma inquisidora. Necesitaba decir algo para calmarla, y bueno en parte para calmarme a mí mismo.
—Bueno, diviértete…está bien decir eso no? —le pregunté mirándola.
—Si claro que sí tonto.
Esbozó una amplia sonrisa.
—Bueno…entonces vuelve pronto y diviértete.
Me esforcé en parecer tranquilo y al parecer lo logre, era un buen mentiroso de eso no había duda alguna.
—Lo intentaré —Dijo aún sonriente—. Y tú, cuídate…por favor.
—Cuidarme... ¡Menudo reto! —dije sarcástico, por lo último que ella tenía que preocuparse es por mi seguridad.
—Solo hazlo—el rostro se entristeció—. Prométemelo.
—Lo prometo —declamé y la tome de la mano, cosa que no pareció molestarle—. Esta noche no hare absolutamente nada y me mantendré a salvo. Al decir esas palabras los ojos de Bella resplandecieron de alegría
—Perfecto —dijo contenta.
—Te lo he prometido.
Se puso en pie y yo también me levanté.
—Hasta mañana —Susurré.
—Es una promesa, te lo juro… ¿me crees? —murmuró.
Asentí con desánimo.
—Estaré allí lo más temprano que pueda —me prometió mordiéndose el labio inferior.
Extendí la mano a través de la mesa para acariciarme la cara, le rosé levemente los pómulos y luego ella se sonrojo como de costumbre, se dio la vuelta y se alejó. Clavé mis ojos en ella hasta que se marchó.
El resto de la clase transcurrió normalmente…nada era igual sin ella, todo carecía de alegría o de color sin su adorable presencia. Mañana era el día crucial, el día que marcaria nuestras vidas. El que le daría inicio o las acabaría. Alice tenía el don de la premonición, la misma Alice era la que me había dicho que todo estaría bien.
Nuestra relación no podía continuar en el filo de la navaja.
Había tomado mi decisión, lo había hecho incluso antes de haber sido consciente de la misma y me comprometí a llevarla a cabo hasta el final, porque para mí no había nada más terrible e insoportable que la idea de separarme de ella. Me resultaba imposible imaginarme un mundo, una vida sin ella, sin mi Bella.
Biología no tuvo chiste, nada me hacía gracia cuando ella no estaba, la vida no tenía sentido. Jessica me saco de mi estado depresivo al acercarse a mí. Al parecer ella estaba aun más triste que yo.
— ¿Vas a ir al baile con Isabella Cullen? —pregunto con la cabeza gacha. Jessica Stanley fuiste una tonta, cómo pudiste pensar que tu y el…
—No, no voy a ir con nadie—dije para que ella se sintiera algo mejor. Al parecer lo había logrado.
—Y…entonces, ¿qué vas a hacer? —inquirió con demasiado interés. Invítame al baile aun no es muy tarde, puedo decirle a Mike que no, puedo decirle que voy contigo…
Jessica, jamás cambiara, pensé sonriendo.
—Estudiar para el examen de Trigonometría o si no voy a reprobar, no creo que a Charlie le entusiasme mucho que repruebe.
— ¿Entonces Isabella te ayuda con los estudios?
—Bella—enfaticé— no me ayuda, además se va a no sé dónde durante el fin de semana.
Las mentiras eran mi segundo don, lo notaba claramente.
—Ah —se animó—. Siempre que nos necesites allí estaremos, nuestro grupo estaría complacido si fueras al baile. Hasta yo podría bailar contigo si quieres —prometió.
Imagine a un enfurecido Newton y aquello hizo que mi voz sonara convincente y ruda a la misma vez.
—Jess, no pienso ir al baile ¿de acuerdo?
—Ok —se enfado otra vez—. Sólo era una oferta.
Al terminar las clases me dirigí al aparcamiento, mi coche sin lugar a dudas, ni en sueños estaría allí. Para mi sorpresa si lo estaba. Me subí en él y maneje hasta llegar a casa, pensando en el lugar exacto en donde había puesto u olvidado las llaves del monovolumen.
La sola idea de ver a Bella trasbuscando entre mis cosas haría que me enfadara, si algo me molestaba en sumo grado, era la gente que tocase mis cosas sin mi autorización. Aunque era algo que le perdonaría a Bella sin dudarlo.

Siguiendo el mismo instinto que me había movido a mentir a Jess, telefoneé a Mike con pretexto de desearle suerte en el baile y con Jessica. Cuando él me deseó lo mismo para mi día con Bella, le hablé de la cancelación de planes, parecía más alegre de lo normal por aquello, así que antes de que me enfadara o me pusiera imaginar cosas que no eran decidí despedirme de él sin darle tiempo de continuar la superficial charla.

Charlie estuvo distraído durante la cena, sus pensamientos lo delataban conmigo. Me sentías mal entrometiéndome en la vida de mi padre, pero era algo que no podía evitar…no podía evitar escuchar sus pensamientos.
Intente despejar l mente de Charlie con una pequeña charla.
— ¿Sabes, papá? —comencé, interrumpiendo su meditación.
— ¿Qué pasa, Eddy?
—Creo ya me desanime con la idea del viaje, esperare a otro fin de semana...
—Ah —dijo sorprendido—. De acuerdo. Bueno, ¿quieres que me quede en casa? Le tendré que decir a los muchachos que ya no voy a poder ir.
—No, papá, no cambies de planes por mí. Además tengo muchas cosas que hacer, creo que necesito hojas para hacer un trabajo y estera saliendo y entrando de la casa, es mas ni me veras por aquí, es lo más seguro.
— ¿Estás seguro? Deseo ir de pesca, pero primero está mi hijo…primero es el.
—Totalmente, papá. Además, sabes que no me moleta estar solo, tu ya habías planeado esta salido y no quiero ser el responsable de arruinártela.
Me sonrió.
—Como es que viviste antes conmigo muchacho? Vivir contigo es tan fácil.
—Podría decir lo mismo de ti —contesté dándole un una palmadita en el hombro. Me sentí culpable por mentirle, y estuve a punto de decirle la verdad. A punto. Pero lo mejor era que n lo hiciera, ¿qué pasaría si no regresara?, ¿qué pasaría si Alice se estuviera equivocando?…Charlie sufriría y yo no quería eso.

Después de la cena, subí a la azotea y al abrir la puerta que daba a aquella vieja habitación visibé mi piano, me senté en el banquillo y empecé a acariciar sus teclas amarillentas y desee que Bella estuviera allí. Comencé a tocar aquella melodía que había compuesto pensando en ella.
Mi mente fluctuaba entre una ilusión tan intensa que se acercaba al dolor y un miedo insidioso que minaba mi resolución. Pensé en Charlie, pensé en mi madre, en mi abuela, en mis amigos Steve y Nicholas, en todas aquellas personas que me extrañarían.
Tuve que seguir recordándome que ya había elegido y que no había vuelta atrás. Sólo podía aferrarme a la confianza de que al fin ese deseo prevaleciera sobre los demás. ¿Qué otra alternativa tenía? ¿Apartarla de mi vida? Jamás.

Una vocecita preocupada en el fondo de mi mente se preguntaba cuánto dolería en el caso de que las cosas terminaran mal. Pero aquel dolor seria nada comparado con la perdida de Bella.
Me sentí aliviado cuando se hizo lo bastante tarde para acostarme. Fui directamente hacia mi habitación, me quité la estorbosa ropa de invierno y me puse los viejos shorts que me ponía en el los calurosos veranos de Phoenix, fui directamente hacia el cuarto de baño y me cepille los dientes, me moje el rostro con la intención de olvidar todas aquéllas estúpidas preocupaciones de mi mente.
Me dirigí nuevamente hacia mi habitación y busque entre en ropero algo decente que ponerme para la cita, escogí una camiseta azul y una chaqueta negra, sin olvidar los jeans negros. Eso era lo más decente que había traído de Phoenix.

Una vez que lo tuve todo listo para el día siguiente, me tendí al fin en la cama. Estaba agitado, sin poder parar de dar vueltas sobre la ahora alborotada cama. Me levanté y revolví la caja con los CD hasta encontrar una recopilación de los nocturnos de Chopin. Lo puse a un volumen muy bajo y volví a tumbarme, concentrándome en ir relajando cada parte de mi cuerpo. En algún momento de ese ejercicio, y, por suerte, me quedé completamente dormido.

Me desperté a primera hora después de haber dormido muy bien y sin pesadillas. Aun así, salté de la cama con el mismo frenesí de la noche anterior. Me vestí rápidamente, me puse los jeans, y me abroche la camisa azul. Con disimulo, eché un rápido vistazo por la ventana para verificar que Charlie se había marchado ya. Una fina y algodonosa capa de nubes cubría el cielo, pero no parecía que fuera a durar mucho. Desayuné sin saborear lo que comía y me apresuré a fregar los platos en cuanto hube terminado. Volví a echar un vistazo por la ventana, pero no se había producido cambio alguno. Apenas había terminado de cepillarme los dientes y me disponía a bajar las escaleras cuando una sigilosa llamada de nudillos provoco que mi corazón latiera desbocado.
Fui corriendo hacia la entrada. Tuve un pequeño problema con el pestillo, pero al fin conseguí abrir la puerta de un tirón y allí estaba él. Se desvaneció toda la agitación y recuperé la calma en cuanto vi su hermoso rostro.
Al principio no estaba sonriente, sino sombría, pero su expresión se alegró en cuanto se fijó en mí, y se rió entre dientes.
—Muy buenos días.
— ¿Qué ocurre? ¿Por qué me miras así?
Eché un vistazo hacia abajo para asegurarme de que no me había olvidado de ponerme nada importante, como los zapatos o los pantalones.
—Vamos a juego.
Se volvió a reír. Me di cuenta de que él llevaba un suéter ligero del mismo color que el mío, una blusa con bordados color azul turquesa, y unos jeans negros. Me uní a sus risas.
Cerré la puerta al salir mientras ella se dirigía al monovolumen. Aguardó junto a la puerta del copiloto con una expresión resignada y perfectamente comprensible.
—Un trato es un trato—le recordé con aire de suficiencia mientras le abría la puerta a ella primero y luego por el otro lado subí al asiento del conductor.
— ¿Adónde? —le pregunté.
—Ponte el cinturón... Ya estoy nerviosa. Sabes que quizás muera…
Le dirigí una mirada envenenada mientras le obedecía.
— ¿Adónde? —repetí suspirando. Le iba a demostrar que yo si conducía bien, pero no es que el monovolumen me ayudara mucho.
—Toma la 101 hacia el norte —ordenó.
Era sorprendentemente difícil concentrarse en la carretera al mismo tiempo que sentía sus ojos clavados en mi rostro.
Lo compensé conduciendo con más cuidado del habitual mientras cruzaba las calles del pueblo, aún dormido.
— ¿Tienes intención de salir de Forks antes del anochecer?
—Un poco de respeto —le recriminé—, este trasto tiene los suficientes años para ser el abuelo de tu coche.
A pesar de su comentario recriminatorio, pronto atisbamos los límites del pueblo. Una maleza espesa y una ringlera de troncos verdes reemplazaron las casas y el césped.
—Gira a la derecha para tomar la 101 —me indicó cuando estaba a punto de preguntárselo. Obedecía en silencio.
—Ahora, avanzaremos hasta que se acabe el asfalto.
— ¿Qué hay allí, donde se acaba el asfalto?
—Una senda.
— ¿Vamos de caminata? —pregunté. Gracias a Dios, me había puesto las zapatillas de tenis.
— ¿Supone algún problema?
Lo dijo como si esperara que fuera así.
—No, porque habría de haberlo. Me encantaba salir a dar paseos nocturnos bajo la luz d la luna y de las estrellas, en Phoenix el clima era genial para eso.
—No te preocupes, sólo son unos ocho kilómetros y no iremos deprisa.
—Suena perfecto.
Avanzamos en silencio durante un buen rato. Mis pensamientos iban en diferentes direcciones.
— ¿En qué piensas? —preguntó con impaciencia.
—Ah, en que creo que eh olvidado algo en casa —le mentí.
—Ah.
Luego, ambos nos pusimos a mirar por las ventanillas a las nubes, que comenzaban a diluirse en el firmamento.
—Charlie dijo que hoy haría buen tiempo.
— ¿Le dijiste que venias conmigo? ¿no?
—Nop.
—Pero Newton cree que vamos a Seattle juntos... —la idea parecía de su agrado entonces esbozo una sonrisa—. — ¿No?
—No, le dije que habías cancelado el viaje.
— ¿Nadie sabe qué estás conmigo? —dijo, ahora con enfado.
—Eso depende... ¿Alice lo sabe? O me equivoco.
—Eso es de mucha ayuda, Edward —dijo sarcásticamente
Fingí no oírla, pero volvió a la carga y preguntó:
— ¿Te deprime tanto Forks que estas preparando tu muerte?
—Tú dijiste que no deberían vernos mucho en público —le recordé.
—Sé lo que dije…no soy tonta—El tono de su voz era de enfado y amargo sarcasmo—. Estas pensando en “no regresar con vida”. ¿Es en eso? ¿No?
—No, ahora si pareces tonta— dije sin apartar la vista de la carretera.
Nos mantuvimos en silencio el resto del trayecto en el coche.
Hasta un ciego se hubiera dado cuenta de la furia de Bella, fuera por lo que fuera que se le estuviera maquinando en su tonta cabezota. A veces el estar al lado de Bella, con tanta quietud mental, me frustraba.
Desea escuchar aunque sea por unos segundos que era lo que ocurría en su cabeza…que estaría pensando en estos segundos, y yo también sabía que ella desearía lo mismo.
Entonces se terminó la carretera, que se redujo hasta convertirse en una senda de menos de medio metro de ancho jalonada de pequeños indicadores de madera. Aparqué sobre el estrecho arcén y salí del auto rápidamente para abrirle la puerta del co-piloto, para cuando me di cuanta ella ya había bajado del auto. Aun seguía enfadada.
Hacía calor, mucho más del que había hecho en Forks desde el día de mi llegada, y a causa de las nubes hacía casi bochorno. Me quité la chaqueta y lo anudé en torno a mi cintura, contento de haberme puesto una camisa liviana y sin mangas.
Le oí suspirar pesadamente y pude comprobar que también ella se había desprendido del suéter. Permanecía cerca del coche, de espaldas a mí, encarándose con el bosque primigenio. Rayos, hubiera jurado que no había nada más hermoso que Bella, con aquella hermosa y tentadora blusa azul descotada. El azul resaltaba su blanca piel y la hacía lucir despampanante.
—Por aquí —indicó, girando la cabeza y con expresión aún molesta. Comenzó a adentrarse en el sombrío bosque.
— Bueno.
Empecé a caminar y Bella se me quedo mirando un buen rato. Y empezó o más bien trato de caminar bien; se tropezaba hasta con sus propios pies.
—Lo siento soy una pésima senderista, pero si soy buena guía. Dijo mirándome a los ojos mientras caminaba; mala idea.
— ¡Bella, cuidado que te caes! —grite con desesperación, cuando vi que se tropezaría con una roca que era más que obvia.
Ella me miro confundida y entonces yo corrí para detener su caída y lo hice, pero rayos, Bella sí que era pesada.
—Te tengo. Le dije jadeando por lo rápido que había corrido.
—Gracias—dijo ella mirándome a los ojos asustada. Fue exactamente ahí cuando me di cuenta de lo cerca que estaban nuestros rostros.
Ella se soltó de mi agarre lentamente y se acomodo los cabellos y volteo a verme nuevamente. Pude haber jurado que la vi sonrojarse cuando poso sus ojos en mi pecho. Me resulto extraño, entonces baje la mirada hacia donde apuntaban sus ojos..
Me di cuenta de otra cosa.
Llevaba desabotonada la camiseta azul sin mangas, me ruboricé instantáneamente. Y me dispuse a abotonar mi camisa. Dios solo deseaba que me tragara la tierra.
Desconcertado por mi expresión, Bella me miró fijamente.
—No te preocupes, casi no vi nada. Dijo mientras volvía a caminar esta vez con la vista en el suelo.
Yo la seguí aun con las mejillas ardiéndome de la vergüenza. ¿Cómo rayos había olvidado abotonarme aquellos botones?
Bella volteo a verme.
— ¿Quieres volver a casa? —dijo con un hilo de voz. Su voz sonó triste.
Me adelanté hasta donde estaba ella y decidí que lo mejor era dejar el pasado atrás, luego en casa podría lamentarme sobre lo sucedido. Sonreí ante mi conclusión.
— ¿Qué va mal? —preguntó con amabilidad.
—Nada—le expliqué—. Solo que eres pésima senderista.
—Vaya, pensé que no lo habías notado. Dijo ella sarcásticamente.
Me sonrió y sostuvo mi mirada. Pude distinguir que en la de ella no había nada más que la viva preocupación.
—Volveremos, lo juro —prometió.
—Ya basta de tanta platica, se supone que debemos recorrer un largo camino ¿no?, ¿que estamos esperando? —le repliqué con una bien fingida irritación.
Torció el gesto mientras se esforzaba por comprender mi tono y la expresión de mis facciones. Después de unos momentos, se rindió y encabezó la marcha hacia el bosque.
El trayecto resulto lo mas excitante que había hecho hasta ahora en Forks, luego de mi paseo a la playa; el paisaje era espectacular los pinos verdes, los helechos colgantes, las rocas cubiertas de musgo. El verde no era tan malo después de todo. Bella estaba haciendo realmente un esfuerzo enorme por no tropezar con la vegetación del lugar.
Recorrimos en silencio la mayor parte del trayecto.
De vez en cuando, Bella formulaba una pregunta al azar, una de las que no me había hecho en los dos días anteriores de interrogatorio. ¿En realidad sobraban más preguntas?
Me interrogó sobre mis cumpleaños, los profesores en la escuela primaria y las mascotas de mi infancia... no era bueno con las mascotas, esa era la verdad. Rompió a reír al oírlo con más fuerza de lo que me tenía acostumbrado... De los bosques desiertos se levantó un eco similar al tañido de las campanas.
La caminata nos llevó la mayor parte de la mañana, Dios sabe que yo no era un ser con mucha paciencia, pero en fin…el amor nos hace pacientes. El bosque se extendía a nuestro alrededor en un interminable laberinto de viejos árboles, y la idea de que no encontráramos la salida comenzó a ponerme nervioso. Bella se encontraba casi igual de incomoda. Pero eso sí, sabía perfectamente qué dirección tomar.
Después de varias horas, la luz pasó de un tenebroso tono oliváceo a otro jade más brillante al filtrarse a través del dosel de ramas. El día se había vuelto soleado, tal y como ella había predicho.
— ¿Aún no hemos llegado? —dije fingiendo impaciencia.
—Ya casi—sonrió ante el cambio de mi estado de ánimo—. ¿Ves ese resplandor de ahí delante?
—Humm —miré atentamente a través del denso verdor del bosque—. ¿se supone que debería ver algo?
Esbozó una sonrisa burlona y se mordió el labio inferior.
—Puede que sea un poco pronto para tus ojos.
—Necesito un oculista—murmuré riéndome por lo bajo.
Su sonrisa burlona se hizo más fuerte aun.
Pero entonces, después de recorrer otros cien metros, pude ver sin ningún género de duda una luminosidad en los árboles que se hallaban delante de mí, un brillo que era amarillo en lugar de verde. Era realmente hermoso, “deslumbrante” como diría Bella.
Me apresure a llegar hacia la luz. Bella me dejó que yo fuera delante y me siguió en silencio.
Alcancé el borde de aquel remanso de luz y atravesé la última franja de helecho para entrar en el lugar más maravilloso que había visto en mi vida. Y eso que había visto muchas cosas hermosas.
La pradera era un remanso de paz, florecillas silvestres multicolores llenaban de vida el lugar, la brisa del aire le daba un toque cálido, era como si pudieras saborear el exquisito aromar del lugar con la lengua.
Lo verde y gris había quedado atrás, allí solo había paz, tranquilidad. Pude oír claramente el murmullo del agua; seguramente en algún lugar cercano encontraría un riachuelo.
Me di media vuelta para compartir con ella todo aquello, pero Bella no estaba detrás de mí, como creía.
Giré a mí alrededor en su busca, ella me hacía falta. Finalmente, la localicé, inmóvil debajo de la densa sombra del dosel de ramas, en el mismo borde del claro, mientras me miraba con ojos cautelosos.
Sólo entonces recordé lo que la belleza del prado me había hecho olvidar: el enigma de Bella y el sol.
Di un paso hacia ella, con los ojos relucientes de curiosidad. Los suyos en cambio se mostraban recelosos. Le sonreí para infundirle valor y continúe acercándome cada vez más. Ella me hizo señas para que me detuviera y así lo hice.
Bella pareció inspirar hondo y entonces salió al brillante resplandor del mediodía.

Capitulo # 12 "Juegos Malabares" Parte 1

Capitulo #12

Juegos Malabares

— ¡Billy! —le llamó Charlie tan pronto como se bajó del coche.

Me volví hacia la casa y, una vez me hube guarecido debajo del porche, hice señales a Jacob y a Leah para que entrasen, Jacob me dedico una furibunda mirada de desprecio totalmente lo contrario ocurrió cuándo Leah me miro. Oí a Charlie saludarlos efusivamente a mis espaldas.

—Jake, voy a hacer como que no te he visto al volante —dijo con desaprobación, a lo que Leah dejo escapar una risita tonta.

—En la reserva conseguimos muy pronto los permisos de conducir —replicó Jacob muy serio mientras yo abría la puerta y encendía la luz del porche.
—Seguro que sí —se rió Charlie.

—Oh vamos jefe Masen, disculpe a Jacob. —dijo Leah dándole a Jacob Black un leve puñetazo en el brazo.

A pesar de los años transcurridos, reconocí con facilidad la voz resonante de Billy. Su sonido me hizo sentir como si el tiempo no hubiera transcurrido y yo aun fuera un solitario niño que jugaba a las escondidas con los niños de la reserva.

Entré en la casa, dejando abierta la puerta detrás de mí, y fui encendiendo las luces antes de colgar mi chaqueta. Luego, permanecí en la puerta, mirando con ansiedad cómo Charlie y Jacob ayudaban a Billy a salir del coche y a sentarse en la silla de ruedas. Leah sujetaba la silla y de repente me miro y me dedico una tierna sonrisa, así que se la devolví y de pronto su rostro moreno se ruborizo sin piedad.

Me aparté del camino mientras entraban a toda prisa sacudiéndose la lluvia.

—Esto sí que es una sorpresa —estaba diciendo Charlie.
—Bueno amigo, ya hace mucho que no nos vemos, espero no haber importunado nada —respondió Billy, cuyos inescrutables ojos oscuros como la noche volvieron a fijarse en mí.— En realidad espero haber importunado todo.

—No, es magnífico. Espero que os podáis quedar para el partido.
Jacob mostró una pequeña sonrisa y ni que decir de Leah, estaba que saltaba de la alegría.
—Creo que en realidad vinimos específicamente por eso…nuestra televisión se estropeó la semana anterior.
Billy le dirigió una mueca a Leah y añadió:
—Y, por supuesto, esta muchachita no me dejaba en paz, paraba diciendo que quería ver a él muchachote de tu hijo.
Jacob bufo ante esto.
Muchachita coqueta, ojala y el pobre de Harry no se entere de las astucias de su pequeñita.
Leah frunció el ceño y agachó la cabeza mientras yo reprimía una oleada de remordimiento. Tal vez me había pasado en la playa.
— ¿No tienen hambre? —pregunté mientras me dirigía hacia la cocina, totalmente deseoso de escaparme de la acusadora mirada de Billy Black
—No, cenamos antes de venir. ¿Que acaso crees que somos unos muertos de hambre o qué? —respondió secamente Jacob. Este tipo no era irritante por gusto, de eso si que estaba seguro.
— ¿Y tú, Char…Papá? —le pregunté de refilón al tiempo que doblaba la esquina a toda prisa para escaparme de nuestros visitantes.
—Claro —replicó. Su voz se desplazó hacia la habitación de en frente, hacia el televisor. Oí cómo le seguía la silla de Billy.
Los sándwiches de queso se estaban tostando en la sartén mientras cortaba en rodajas un tomate cuando sentí una pequeña mano me agarraba el hombro.
—Bueno, ¿cómo te va todo? —pregunto curiosamente Leah mostrando su encantadora sonrisa.
—Creo que bastante bien, aunque en lo de cocinar creo que no tanto —sonreí. Era difícil resistirse a su entusiasmo—. ¿Y a ti? ¿Terminaste el coche?
—No —arrugó la frente haciendo un puchero—. Aun necesitamos más piezas, pero...le hemos pedido prestado a tu padre ese —comentó mientras señalaba con el pulgar en dirección al patio delantero.
—Lo siento, pero no he visto ninguna pieza que le sobre. ¿Qué es lo que estan buscando? Tal vez yo les pueda ayudar.
—Un cilindro maestro —sonrió de oreja a oreja dejando visibles sus dientes blancos como la nieve y de repente añadió—: ¿Hay algo que no sirva con el monovolumen, no lo hemos arreglado bien o algo? Le dije a Jake que las piezas del motor estaban dañadas, pero claro como el muy cabezota nunca me hace caso.
—No, mi coche esta perfecto—añadí aun confundido por su pregunta.
—Ah. Me lo preguntaba al ver que no lo conducías y además no has cumplido tu promesa de ir a visitarme. Me dejaste muy ilusionada Edward.
Mantuve la vista fija en la sartén mientras levantaba el extremo de un sándwich para comprobar la parte inferior. Estaba totalmente incomible.
—Es que di un paseo con una amiga.
—Un grandioso coche —comentó con admiración. —, aunque me pareció no conocer a tu amiga, y eso que yo imaginaba conocer a todos los chicos y chicas de por aquí. Es nueva ¿verdad?
Asentí sin comprometerme ni alzar los ojos mientras daba la vuelta a los sándwiches.
—Bueno, el padre de Jacob parecía conocerla de algún lado.
—Esto…Leah, ¿me puedes pasar algunos platos? Están en el armario de encima del fregadero.
—Claro. Me pregunto quién será ella, Billy jamás había estado tan preocupado.
Tomó los platos en silencio. Esperaba que dejara el asunto por el bien y la paz de todos.
— ¿Quién es? —preguntó dubitativa mientras situaba dos platos sobre la encimera, cerca de mí. Suspiré sin tener otra salida más que decirle.
—Bella Cullen.
Para mi sorpresa, rompió a reír. Alcé la vista hacia ella, que parecía un poco avergonzada.
—Entonces, supongo que eso lo explica todo —comentó—. Me preguntaba por qué Billy se comportaba de un modo tan extraño, ya sabes…es muy inusual en el.
—Es cierto —simulé una expresión inocente—. A él no le gustan los Cullen, no?
—Viejo supersticioso —murmuró en un susurro. Mi padre va romper en risa cuando le cuente. Aquellas palabras me hicieron volver a la realidad. Charlie.
—No crees que se lo vaya a decir a Charlie, ¿verdad? —dije desesperado, si Billy se lo decía a Charlie, y si este me prohibía ver a Bella de nuevo mi corazón se moriría de la tristeza.
—Lo dudo —respondió finalmente examinándome el rostro—. Creo que la última vez que hablaron del tema, Billy y Charle terminaron peleados, creo que este partido es una especie de reencuentro, lástima que mi padre no pudo venir…como sabrás el y Charlie son muy buenos amigos. Pero volviendo al tema, no creo que Billy mencione nada hoy.
—Ah —dije, intentando parecer indiferente.
Me quedé en el cuarto de estar después de llevarle a Charlie la cena quemada, fingiendo ver el partido mientras Leah charlaba conmigo; pero, en realidad, estaba escuchando la conversación de los dos hombres, atento a cualquier indicio de algo sospechoso y buscando la forma de detener a Billy llegado el momento. Jacob de vez en vez nos echaba una ojeada curiosa a Leah y a mí. La mirada y los pensamientos de aquel chico me daban miedo, era como si solo pensara en el dolor y en la tristeza.
Fue una larga noche. Tenía muchos deberes incompletos para el instituto sin hacer, pero temía dejar a Billy a solas con Charlie. Finalmente, el partido terminó.
— ¿Tú y tus amigos van a regresar pronto a la playa? —preguntó Leah con la mirada gacha y las mejillas coloradas.
—Lo que ella quiere decir es que si tú vas a regresar pronto a la playa. Haber que haces con esto pequeña coqueta—dijo Jacob con una maliciosa sonrisa en los labios mientras empujaba la silla de su padre fuera del umbral.
—Cállate, no sabes lo que dices—dijo una furiosa y aun mas sonrojada Leah, maldiciendo y diciendo cosas que Jacob jamás sabría, pero que yo si a la perfección. Maldito, porque no te quedas con esa bocaza cerrada, no metas las narices donde no te llaman.
—No estoy seguro—contesté con evasivas. Deje que Jacob y Leah siguieran con sus peleas y me concentre en cada palabra que salía de la boca de Billy y de Charlie.
—Ha sido divertido, Charlie —dijo Billy. Y muy revelador por así decirlo, creo que tendré que hablar de esta situación con los otros en la aldea, esto no puede seguir así.
—Acércate a ver el próximo partido —le animó Charlie. Espero no estar de turno para aquel entonces, pero en fin, ser el sheriff tiene sus privilegios.
—Seguro, seguro —dijo Billy—. Aquí estaremos. Que paséis una buena noche —sus ojos me miraron y su sonrisa desapareció al agregar con gesto serio—: Cuídate, Eddy.
—Lo hare, no se preocupe—dije tranquilamente desviando la mirada.
Me dirigí hacia las escaleras mientras Charlie se despedía con la mano desde la entrada.
—Aguarda, Edward —me pidió.
Me quede helado. ¿Le había dicho Billy algo antes de que me reuniera con ellos en el cuarto de estar? Maldición no debí haberme alejado de ellos.
Pero Charlie aún seguía relajado y sonriente a causa de la inesperada visita.
—No hemos platicado casi nada ¿Qué tal te ha ido el día? Luce nervioso.
—Pues ya sabes, lo mismo de todos los días…bien—vacilé, con un pie en el primer escalón, en busca de detalles que pudiera compartir con él sin comprometerme—. Mi equipo de bádminton ha ganado los cuatro partidos.
— ¡Vaya! No sabía que supieras jugar al bádminton.
—Bueno, en Phoenix jugaba mucho y creo que soy pasable pare ese deporte, aunque hay alguien más que sabe jugar muy bien. —admití.
— ¿Quién es? —inquirió en señal de interés.
—Eh... Mike Newton —le revelé a regañadientes.
—Ah, sí. Me comentaste que eras amigo del chico de los Newton —se animó—. Una buena familia —musitó para sí durante un minuto. Aunque su hijo me da mucha lata a veces.
—Creo que si…Esto sí que era incomodo.
—Y tu amiga Jessica Stanley, también es de buena familia además ella es una chicas muy dulce. —Charlie vacilo unos instantes y al final dijo—. ¿Por qué no van al baile este fin de semana los dos juntos? Vamos Eddy, ella es muy linda, creo que harían una linda pareja juntos.
— ¡Papá! —gemí—. Está saliendo con Mike Newton.
—Ah, sí—murmuró. Al parecer se le adelantaron, creo que has metido la pata Charlie Masen. Entonces me sonrió con un gesto de disculpa—. Bueno, supongo que es mejor que te vayas el sábado. .. Había planeado ir de pesca con los chicos de la comisaría. Parece que va a hacer calor de verdad, pero si quieres podemos hacer algo los dos juntos, es más…por qué no vienes con nosotros. Sé que te dejo aquí solo mucho tiempo.
—Vamos viejo, que tonterías dices lo estás haciendo súper —le sonreí con la esperanza de ocultar mi alivio—. Jamás me ha preocupado estar solo, es mas disfruto la soledad…creo que en eso me parezco a ti ¿no?
Le di un golpecito en el brazo, y al sonreírme le salieron arrugas alrededor de los ojos.
Esa noche dormí mejor porque me encontraba demasiado cansado para soñar de nuevo. Estaba de buen humor cuando el gris perla de la mañana me despertó. La tensa velada con Billy, Jacob y Leah ahora me parecía inofensiva y decidí olvidarla por completo. Me descubrí silbando mientras pasaba un peine por mis alborotados cabellos cobrizos. Luego, bajé las escaleras dando saltos. Charlie, que desayunaba sentado a la mesa, se dio cuenta y comentó:
—Vaya que se desbordas alegría esta mañana. Me pregunto qué bicho le habrá picado a este muchacho…es tan raro como su madre.
Me encogí de hombros y reí ante el comentario de Charlie. De verdad que en esta parte me parecía demasiado a Reneé, se nos daba bien el alardear nuestra felicidad.
—No me ha picado ningún bicho papá. —Charlie me miro fijamente por unos segundos y luego meneo la cabeza como si no hubiera escuchado nada. Maldición, tendría que controlar mi extraño poder.
—Y bueno porque te ves tan radiante esta mañana? Como es que supo lo que yo estaba…bueno, parece que tengo que dejar de beber.
—Es viernes. Respondí.
Me di mucha prisa para salir en cuanto se fuera Charlie. Había preparado la mochila, me había calzado los zapatos de lona y cepillado los dientes, pero Bella fue más rápida pesar de que salí disparado por la puerta en cuanto me aseguré de que Charlie se había perdido de vista. Me esperaba en su flamante coche negro con las ventanillas bajadas y el motor apagado.
Me sentí raro de nuevo…tenia la sensación de DejaVú. Acaso esta situación tan rara no se acabaría.

Esta vez no vacilé en subirme al asiento del copiloto lo más rápidamente posible para verle el rostro. Me dedicó esa sonrisa dulce y melancólica, yo le dedique otra y de pronto sus mejillas se sonrojaron. No podía hallar algún imperfecto en ella, bueno…tal vez lo de torpe y algo psicópata, pero aun así todas las cualidades de ella me encantaban era como si ella y yo nos hubiéramos estado esperando toda la vida.
— ¿Cómo has dormido? —me preguntó dulcemente. Unos tiernos hoyuelos se le formaron en las mejillas.
—Bien. ¿Qué tal tu noche?
—Bueno, no dormí mucho pero estuvo placentera, no sabes cuánto.
Una sonrisa divertida curvó sus labios. Me pareció que me estaba perdiendo de alguna broma o algo por el estilo.
— ¿Puedo el por qué?
—No —volvió a sonreír—, el día de hoy sigue siendo solo mío.
Quería saber todo sobre mi y sobre mi relación con Reneé le conté lo que hacíamos juntos y a las torturas clases de idiomas que me mandó a los cinco años de edad, aunque fueron gracias a aquellas clases que yo ahora dominaba prácticamente unos seis idiomas, también me pregunto sobre mi vida romántica; no había mucho de qué hablar, jamás había salido con nadie en Phoenix. Pareció tan sorprendido como Mike y Eric por mi escasa vida romántica.
— Ya fuera de broma, ¿nunca has conocido a nadie que te haya gustado? —me preguntó con un tono tan serio que me hizo preguntarme qué estaría pensando al respecto.
De mala gana, fui sincero:
—No...En Phoenix no.
Frunció los labios con fuerza, como si estuviera furiosa por algo o que se yo.
Para entonces, nos hallábamos ya en la cafetería. El día había transcurrido rápidamente en medio de ese borrón que se estaba convirtiendo en rutina. Aproveché la breve pausa para dar un mordisco a mi rosquilla.
—Maldición…hoy debí haberte dejado conducir ese trasto —anunció sin venir a cuento mientras masticaba.
— Maldices mucho no…y lo de dejarme conducir ¿Por qué? —quise saber.
—Me voy con Alice después del almuerzo.
—Ah —dije —. No te hagas problema, me vendrá bien una buena caminata
Me miró con impaciencia.
—Estas demente no te voy a dejar ir caminando a casa. Tomaremos tu coche y lo dejaremos aquí para ti.
—No traje la llave Bella—musité—. Además caminar no es tan malo para mí como para ti, enserio.
Lo que me si me importaba era estar lejos de ella, eso sí que era seguro.
Negó con la cabeza.
—Tu tras…monovolumen estará aquí y la llave en el contacto, a menos que temas que alguien te lo pueda robar.
Se rió sólo de pensarlo.
—Si eso es lo que quieres… —acepté.
Estaba casi seguro de que tenía la llave en el bolsillo de los vaqueros que había llevado el miércoles, debajo de una pila de ropa en el lavadero.
Jamás encontraría la llave. Pareció percatarse del desafío implícito en mi aceptación, pero sonrió, demasiado segura de sí misma y se mordió el labio inferior, ella no sabía lo que provocaba cuando hacia eso…mi corazón latía muy deprisa.
— ¿Y se puede saber a dónde vas? —pregunté tratando de controlarme.
—De caza —replicó secamente—. Vamos a estar solos mañana…tengo que tomar precauciones —su rostro se hizo más taciturno y suplicante—. Calor puedes cancelar la cita si quieres.
Bajé la vista. Me negué a dejarme convencer de que le temiera, sin importar lo real que pudiera ser el peligro. No importa, si he de morir mejor ahora que nunca me repetí en la mente.
—No —dije mientras le miraba a la cara—. No puedo cancelar nada.
—Si tal vez tengas razón… —murmuró sombríamente.
El color de sus ojos parecía oscurecerse conforme la miraba.
Cambié de tema.
— ¿Y a qué hora te veré mañana? —quise saber, ya lo bastante triste por la idea de tener que dejarla ahora.
—Eso depende... Es sábado. ¿No vas a aprovechar para dormir hasta tarde? —me ofreció.
—Que va…no —respondí a toda prisa. Contuvo una sonrisa.
—A la misma hora de siempre entonces —decidió—. ¿Estará Charlie ahí?
—No, mañana se va a pescar, me ofreció acompañarlo.
Sonreí abiertamente ante el recuerdo de la forma tan conveniente con que se habían solucionado las cosas.
— ¿Y si no volvieras…qué pensaría él? —inquirió cortante.
—Ni idea —repliqué con frialdad—. Sabe que voy a salir del pueblo, tal vez piense que me he fugado con alguien, no te imaginas lo imaginativo que es Charlie…o bueno tal vez piense que me he muerto.
Me miró con el ceño enfurruñado.
— ¿Y qué vais a cazar esta noche? —le pregunté.
—Cualquier cosa que encontremos en el parque —parecía divertido por mi informal referencia a sus actividades secretas—. No vamos a ir lejos.
— ¿Por qué vas con Alice? —dije como si la situación y la charla fuera corriente,
—Alice me comprende…y además es la más compasiva en toda esta situación.
— ¿En serio? —Pregunté algo molesto; Bella estaba pasando malos ratos por mi culpa—. ¿Te tratan mal…como se lo toman?
Me miro por unos segundos y luego me respondió.
—Bueno no pueden creerlo aun.
Miré de reojo a su familia. Permanecían sentados con la mirada perdida en diferentes direcciones, del mismo modo que la primera vez que los vi.
—No les agrado…para nada no —afirme
—Claro que no…eso no es verdad —conformado…Bella era una pésima mentirosa—. Es solo que ellos no comprenden la razón por la cual no puedo dejarte solo unos minutos siquiera.
Sonreí.
—Bueno si ese es el caso…yo tampoco lo comprendo.
Bella movió la cabeza lentamente y luego miró al techo antes de que nuestras miradas volvieran a encontrarse, ella se sonrojo.
—Bueno hablando claro, tú eres la cosa más impresionante que jamás me ha pasado, estoy totalmente fascinada contigo.
Le dirigí una mirada de incredulidad, seguro y solo estaba bromeando. Bella sonrió al descifrar mi expresión.
—Bueno tengo varias ventajas en sí —murmuró mientras se tocaba la frente con discreción—, pero en vez de eso desearía tener la capacidad de leer la mente, sabes, así podría saber con claridad lo que pasa por tu cabeza, es que…
Desvié la mirada y mis ojos volvieron a vagar de vuelta a su familia, avergonzada y decepcionada. Sus palabras me hacían sentir como una cobaya. Quise reírme de mí misma por haber esperado otra cosa.
—Esa parte resulta bastante fácil de explicar —continuó. Aunque todavía no era capaz de mirarle, sentí sus ojos fijos en mi rostro—, pero hay más, y no es tan sencillo expresarlo con palabras...
Seguía mirando fijamente a los Cullen mientras él hablaba. De repente, Rosalie, su rubia e impresionante hermana, se volvió para echarme un vistazo. No, no para echarme un vistazo.
Para atraparme en una mirada feroz con sus ojos fríos y oscuros.
Insignificante criatura mortal. Bella está más loca que de costumbre, nos pone a todos en peligro.
Los ojos inescrutables de Rosalie hicieron que mi corazón latiera como loco, que latiera de miedo.
¿Qué lo hace especial? Es simplemente un humano…un humano que no vale la pena, si Carlisle me hubiera dado la oportunidad yo…estúpido humano.
Todo empezó a darme vueltas, la cabeza me iba a estallar, la maldad de los pensamientos de Rosalie eran palpables, hasta alguien que no supiera leer mentes lo habría intuido…su mirada me mataba, sus ojos me mataban.
Hasta que Bella se interrumpió a mitad de frase y emitió un bufido muy bajo. Fue casi un siseo.
Rosalie giró la cabeza con furia y yo me liberé de su maligna mirada y de sus coléricos pensamientos. Volví a mirar a Bella, y le dedique una sonrisa falsa, pero a la misma ves totalmente creíble.
—Cuanto lo lamento. Rosalie solo debe estar preocupada. Ya ves... es que pasar tanto tiempo contigo no solo es peligroso para mi…si las... —bajó la vista y una lagrima rodo por sus ojos color chocolate.
Le limpie la lagrima de la mejilla, su mejilla estaba algo cálida, la verdad es que jamás nadie amaría como yo…ella rápidamente aparto mi mano de su mejilla.
Intente recobrar la compostura.
—Ya eso no importa…te cortaste a mitad de palabra…que pasaría ¿sí?
—Si las cosas…van mal.
Su mirada la delataba, los ojos de Bella hablaban para mí, había ira en sus ojos. Ira mucha ira y miedo.
Y frustración... Frustración porque Rosalie hubiera interrumpido fuera lo que fuera lo que estuviese a punto de decir. Se me hizo un nudo en la garganta intentando descifrar aquello.

Ingrid amiga te apoyo!


Querida Ingrid!


Cuando me entere por lo del C-box me quede en shock!!



Amiga, no sabes cuanto lo siento, has sdio una persona maravillosa conmigo y me ayudaste cuando te lo pedi. Mira que nos conocimos atraves de los comentarios que tu ponias en LM, desde ahi te convertiste ne mi amiga. Y lastimosamente no se cuando paso lo que paso con tu papá, te digo de todo corazón. Mis mas sentidas condolencias.


Se que duele cuando alguien se va, pero lo que nos queda son los hermosos recuerdos que tuvimos con aquellas personas.


Se fuerte y valiente.





T.K.M





Rose.






CASIDA DEL LLANTO


He cerrado mi balcónpor que no quiero oír el llantopero por detrás de los grises murosno se oye otra cosa que el llanto.

Hay muy pocos ángeles que canten,hay muy pocos perros que ladren,mil violines caben en la palma de mi mano.
Pero el llanto es un perro inmenso,el llanto es un ángel inmenso,el llanto es un violín inmenso,las lágrimas amordazan al viento,no se oye otra cosa que el llanto.
* Es un poemilla que vi por ahi y me gustaria que lo leyeras, ya se que es como nada que ver; pero es de Federico Garcia Lorca, uno de mis autores favoritos.