martes, 22 de septiembre de 2009

Capitulo # 12 "Juegos Malabares" Parte 1

Capitulo #12

Juegos Malabares

— ¡Billy! —le llamó Charlie tan pronto como se bajó del coche.

Me volví hacia la casa y, una vez me hube guarecido debajo del porche, hice señales a Jacob y a Leah para que entrasen, Jacob me dedico una furibunda mirada de desprecio totalmente lo contrario ocurrió cuándo Leah me miro. Oí a Charlie saludarlos efusivamente a mis espaldas.

—Jake, voy a hacer como que no te he visto al volante —dijo con desaprobación, a lo que Leah dejo escapar una risita tonta.

—En la reserva conseguimos muy pronto los permisos de conducir —replicó Jacob muy serio mientras yo abría la puerta y encendía la luz del porche.
—Seguro que sí —se rió Charlie.

—Oh vamos jefe Masen, disculpe a Jacob. —dijo Leah dándole a Jacob Black un leve puñetazo en el brazo.

A pesar de los años transcurridos, reconocí con facilidad la voz resonante de Billy. Su sonido me hizo sentir como si el tiempo no hubiera transcurrido y yo aun fuera un solitario niño que jugaba a las escondidas con los niños de la reserva.

Entré en la casa, dejando abierta la puerta detrás de mí, y fui encendiendo las luces antes de colgar mi chaqueta. Luego, permanecí en la puerta, mirando con ansiedad cómo Charlie y Jacob ayudaban a Billy a salir del coche y a sentarse en la silla de ruedas. Leah sujetaba la silla y de repente me miro y me dedico una tierna sonrisa, así que se la devolví y de pronto su rostro moreno se ruborizo sin piedad.

Me aparté del camino mientras entraban a toda prisa sacudiéndose la lluvia.

—Esto sí que es una sorpresa —estaba diciendo Charlie.
—Bueno amigo, ya hace mucho que no nos vemos, espero no haber importunado nada —respondió Billy, cuyos inescrutables ojos oscuros como la noche volvieron a fijarse en mí.— En realidad espero haber importunado todo.

—No, es magnífico. Espero que os podáis quedar para el partido.
Jacob mostró una pequeña sonrisa y ni que decir de Leah, estaba que saltaba de la alegría.
—Creo que en realidad vinimos específicamente por eso…nuestra televisión se estropeó la semana anterior.
Billy le dirigió una mueca a Leah y añadió:
—Y, por supuesto, esta muchachita no me dejaba en paz, paraba diciendo que quería ver a él muchachote de tu hijo.
Jacob bufo ante esto.
Muchachita coqueta, ojala y el pobre de Harry no se entere de las astucias de su pequeñita.
Leah frunció el ceño y agachó la cabeza mientras yo reprimía una oleada de remordimiento. Tal vez me había pasado en la playa.
— ¿No tienen hambre? —pregunté mientras me dirigía hacia la cocina, totalmente deseoso de escaparme de la acusadora mirada de Billy Black
—No, cenamos antes de venir. ¿Que acaso crees que somos unos muertos de hambre o qué? —respondió secamente Jacob. Este tipo no era irritante por gusto, de eso si que estaba seguro.
— ¿Y tú, Char…Papá? —le pregunté de refilón al tiempo que doblaba la esquina a toda prisa para escaparme de nuestros visitantes.
—Claro —replicó. Su voz se desplazó hacia la habitación de en frente, hacia el televisor. Oí cómo le seguía la silla de Billy.
Los sándwiches de queso se estaban tostando en la sartén mientras cortaba en rodajas un tomate cuando sentí una pequeña mano me agarraba el hombro.
—Bueno, ¿cómo te va todo? —pregunto curiosamente Leah mostrando su encantadora sonrisa.
—Creo que bastante bien, aunque en lo de cocinar creo que no tanto —sonreí. Era difícil resistirse a su entusiasmo—. ¿Y a ti? ¿Terminaste el coche?
—No —arrugó la frente haciendo un puchero—. Aun necesitamos más piezas, pero...le hemos pedido prestado a tu padre ese —comentó mientras señalaba con el pulgar en dirección al patio delantero.
—Lo siento, pero no he visto ninguna pieza que le sobre. ¿Qué es lo que estan buscando? Tal vez yo les pueda ayudar.
—Un cilindro maestro —sonrió de oreja a oreja dejando visibles sus dientes blancos como la nieve y de repente añadió—: ¿Hay algo que no sirva con el monovolumen, no lo hemos arreglado bien o algo? Le dije a Jake que las piezas del motor estaban dañadas, pero claro como el muy cabezota nunca me hace caso.
—No, mi coche esta perfecto—añadí aun confundido por su pregunta.
—Ah. Me lo preguntaba al ver que no lo conducías y además no has cumplido tu promesa de ir a visitarme. Me dejaste muy ilusionada Edward.
Mantuve la vista fija en la sartén mientras levantaba el extremo de un sándwich para comprobar la parte inferior. Estaba totalmente incomible.
—Es que di un paseo con una amiga.
—Un grandioso coche —comentó con admiración. —, aunque me pareció no conocer a tu amiga, y eso que yo imaginaba conocer a todos los chicos y chicas de por aquí. Es nueva ¿verdad?
Asentí sin comprometerme ni alzar los ojos mientras daba la vuelta a los sándwiches.
—Bueno, el padre de Jacob parecía conocerla de algún lado.
—Esto…Leah, ¿me puedes pasar algunos platos? Están en el armario de encima del fregadero.
—Claro. Me pregunto quién será ella, Billy jamás había estado tan preocupado.
Tomó los platos en silencio. Esperaba que dejara el asunto por el bien y la paz de todos.
— ¿Quién es? —preguntó dubitativa mientras situaba dos platos sobre la encimera, cerca de mí. Suspiré sin tener otra salida más que decirle.
—Bella Cullen.
Para mi sorpresa, rompió a reír. Alcé la vista hacia ella, que parecía un poco avergonzada.
—Entonces, supongo que eso lo explica todo —comentó—. Me preguntaba por qué Billy se comportaba de un modo tan extraño, ya sabes…es muy inusual en el.
—Es cierto —simulé una expresión inocente—. A él no le gustan los Cullen, no?
—Viejo supersticioso —murmuró en un susurro. Mi padre va romper en risa cuando le cuente. Aquellas palabras me hicieron volver a la realidad. Charlie.
—No crees que se lo vaya a decir a Charlie, ¿verdad? —dije desesperado, si Billy se lo decía a Charlie, y si este me prohibía ver a Bella de nuevo mi corazón se moriría de la tristeza.
—Lo dudo —respondió finalmente examinándome el rostro—. Creo que la última vez que hablaron del tema, Billy y Charle terminaron peleados, creo que este partido es una especie de reencuentro, lástima que mi padre no pudo venir…como sabrás el y Charlie son muy buenos amigos. Pero volviendo al tema, no creo que Billy mencione nada hoy.
—Ah —dije, intentando parecer indiferente.
Me quedé en el cuarto de estar después de llevarle a Charlie la cena quemada, fingiendo ver el partido mientras Leah charlaba conmigo; pero, en realidad, estaba escuchando la conversación de los dos hombres, atento a cualquier indicio de algo sospechoso y buscando la forma de detener a Billy llegado el momento. Jacob de vez en vez nos echaba una ojeada curiosa a Leah y a mí. La mirada y los pensamientos de aquel chico me daban miedo, era como si solo pensara en el dolor y en la tristeza.
Fue una larga noche. Tenía muchos deberes incompletos para el instituto sin hacer, pero temía dejar a Billy a solas con Charlie. Finalmente, el partido terminó.
— ¿Tú y tus amigos van a regresar pronto a la playa? —preguntó Leah con la mirada gacha y las mejillas coloradas.
—Lo que ella quiere decir es que si tú vas a regresar pronto a la playa. Haber que haces con esto pequeña coqueta—dijo Jacob con una maliciosa sonrisa en los labios mientras empujaba la silla de su padre fuera del umbral.
—Cállate, no sabes lo que dices—dijo una furiosa y aun mas sonrojada Leah, maldiciendo y diciendo cosas que Jacob jamás sabría, pero que yo si a la perfección. Maldito, porque no te quedas con esa bocaza cerrada, no metas las narices donde no te llaman.
—No estoy seguro—contesté con evasivas. Deje que Jacob y Leah siguieran con sus peleas y me concentre en cada palabra que salía de la boca de Billy y de Charlie.
—Ha sido divertido, Charlie —dijo Billy. Y muy revelador por así decirlo, creo que tendré que hablar de esta situación con los otros en la aldea, esto no puede seguir así.
—Acércate a ver el próximo partido —le animó Charlie. Espero no estar de turno para aquel entonces, pero en fin, ser el sheriff tiene sus privilegios.
—Seguro, seguro —dijo Billy—. Aquí estaremos. Que paséis una buena noche —sus ojos me miraron y su sonrisa desapareció al agregar con gesto serio—: Cuídate, Eddy.
—Lo hare, no se preocupe—dije tranquilamente desviando la mirada.
Me dirigí hacia las escaleras mientras Charlie se despedía con la mano desde la entrada.
—Aguarda, Edward —me pidió.
Me quede helado. ¿Le había dicho Billy algo antes de que me reuniera con ellos en el cuarto de estar? Maldición no debí haberme alejado de ellos.
Pero Charlie aún seguía relajado y sonriente a causa de la inesperada visita.
—No hemos platicado casi nada ¿Qué tal te ha ido el día? Luce nervioso.
—Pues ya sabes, lo mismo de todos los días…bien—vacilé, con un pie en el primer escalón, en busca de detalles que pudiera compartir con él sin comprometerme—. Mi equipo de bádminton ha ganado los cuatro partidos.
— ¡Vaya! No sabía que supieras jugar al bádminton.
—Bueno, en Phoenix jugaba mucho y creo que soy pasable pare ese deporte, aunque hay alguien más que sabe jugar muy bien. —admití.
— ¿Quién es? —inquirió en señal de interés.
—Eh... Mike Newton —le revelé a regañadientes.
—Ah, sí. Me comentaste que eras amigo del chico de los Newton —se animó—. Una buena familia —musitó para sí durante un minuto. Aunque su hijo me da mucha lata a veces.
—Creo que si…Esto sí que era incomodo.
—Y tu amiga Jessica Stanley, también es de buena familia además ella es una chicas muy dulce. —Charlie vacilo unos instantes y al final dijo—. ¿Por qué no van al baile este fin de semana los dos juntos? Vamos Eddy, ella es muy linda, creo que harían una linda pareja juntos.
— ¡Papá! —gemí—. Está saliendo con Mike Newton.
—Ah, sí—murmuró. Al parecer se le adelantaron, creo que has metido la pata Charlie Masen. Entonces me sonrió con un gesto de disculpa—. Bueno, supongo que es mejor que te vayas el sábado. .. Había planeado ir de pesca con los chicos de la comisaría. Parece que va a hacer calor de verdad, pero si quieres podemos hacer algo los dos juntos, es más…por qué no vienes con nosotros. Sé que te dejo aquí solo mucho tiempo.
—Vamos viejo, que tonterías dices lo estás haciendo súper —le sonreí con la esperanza de ocultar mi alivio—. Jamás me ha preocupado estar solo, es mas disfruto la soledad…creo que en eso me parezco a ti ¿no?
Le di un golpecito en el brazo, y al sonreírme le salieron arrugas alrededor de los ojos.
Esa noche dormí mejor porque me encontraba demasiado cansado para soñar de nuevo. Estaba de buen humor cuando el gris perla de la mañana me despertó. La tensa velada con Billy, Jacob y Leah ahora me parecía inofensiva y decidí olvidarla por completo. Me descubrí silbando mientras pasaba un peine por mis alborotados cabellos cobrizos. Luego, bajé las escaleras dando saltos. Charlie, que desayunaba sentado a la mesa, se dio cuenta y comentó:
—Vaya que se desbordas alegría esta mañana. Me pregunto qué bicho le habrá picado a este muchacho…es tan raro como su madre.
Me encogí de hombros y reí ante el comentario de Charlie. De verdad que en esta parte me parecía demasiado a Reneé, se nos daba bien el alardear nuestra felicidad.
—No me ha picado ningún bicho papá. —Charlie me miro fijamente por unos segundos y luego meneo la cabeza como si no hubiera escuchado nada. Maldición, tendría que controlar mi extraño poder.
—Y bueno porque te ves tan radiante esta mañana? Como es que supo lo que yo estaba…bueno, parece que tengo que dejar de beber.
—Es viernes. Respondí.
Me di mucha prisa para salir en cuanto se fuera Charlie. Había preparado la mochila, me había calzado los zapatos de lona y cepillado los dientes, pero Bella fue más rápida pesar de que salí disparado por la puerta en cuanto me aseguré de que Charlie se había perdido de vista. Me esperaba en su flamante coche negro con las ventanillas bajadas y el motor apagado.
Me sentí raro de nuevo…tenia la sensación de DejaVú. Acaso esta situación tan rara no se acabaría.

Esta vez no vacilé en subirme al asiento del copiloto lo más rápidamente posible para verle el rostro. Me dedicó esa sonrisa dulce y melancólica, yo le dedique otra y de pronto sus mejillas se sonrojaron. No podía hallar algún imperfecto en ella, bueno…tal vez lo de torpe y algo psicópata, pero aun así todas las cualidades de ella me encantaban era como si ella y yo nos hubiéramos estado esperando toda la vida.
— ¿Cómo has dormido? —me preguntó dulcemente. Unos tiernos hoyuelos se le formaron en las mejillas.
—Bien. ¿Qué tal tu noche?
—Bueno, no dormí mucho pero estuvo placentera, no sabes cuánto.
Una sonrisa divertida curvó sus labios. Me pareció que me estaba perdiendo de alguna broma o algo por el estilo.
— ¿Puedo el por qué?
—No —volvió a sonreír—, el día de hoy sigue siendo solo mío.
Quería saber todo sobre mi y sobre mi relación con Reneé le conté lo que hacíamos juntos y a las torturas clases de idiomas que me mandó a los cinco años de edad, aunque fueron gracias a aquellas clases que yo ahora dominaba prácticamente unos seis idiomas, también me pregunto sobre mi vida romántica; no había mucho de qué hablar, jamás había salido con nadie en Phoenix. Pareció tan sorprendido como Mike y Eric por mi escasa vida romántica.
— Ya fuera de broma, ¿nunca has conocido a nadie que te haya gustado? —me preguntó con un tono tan serio que me hizo preguntarme qué estaría pensando al respecto.
De mala gana, fui sincero:
—No...En Phoenix no.
Frunció los labios con fuerza, como si estuviera furiosa por algo o que se yo.
Para entonces, nos hallábamos ya en la cafetería. El día había transcurrido rápidamente en medio de ese borrón que se estaba convirtiendo en rutina. Aproveché la breve pausa para dar un mordisco a mi rosquilla.
—Maldición…hoy debí haberte dejado conducir ese trasto —anunció sin venir a cuento mientras masticaba.
— Maldices mucho no…y lo de dejarme conducir ¿Por qué? —quise saber.
—Me voy con Alice después del almuerzo.
—Ah —dije —. No te hagas problema, me vendrá bien una buena caminata
Me miró con impaciencia.
—Estas demente no te voy a dejar ir caminando a casa. Tomaremos tu coche y lo dejaremos aquí para ti.
—No traje la llave Bella—musité—. Además caminar no es tan malo para mí como para ti, enserio.
Lo que me si me importaba era estar lejos de ella, eso sí que era seguro.
Negó con la cabeza.
—Tu tras…monovolumen estará aquí y la llave en el contacto, a menos que temas que alguien te lo pueda robar.
Se rió sólo de pensarlo.
—Si eso es lo que quieres… —acepté.
Estaba casi seguro de que tenía la llave en el bolsillo de los vaqueros que había llevado el miércoles, debajo de una pila de ropa en el lavadero.
Jamás encontraría la llave. Pareció percatarse del desafío implícito en mi aceptación, pero sonrió, demasiado segura de sí misma y se mordió el labio inferior, ella no sabía lo que provocaba cuando hacia eso…mi corazón latía muy deprisa.
— ¿Y se puede saber a dónde vas? —pregunté tratando de controlarme.
—De caza —replicó secamente—. Vamos a estar solos mañana…tengo que tomar precauciones —su rostro se hizo más taciturno y suplicante—. Calor puedes cancelar la cita si quieres.
Bajé la vista. Me negué a dejarme convencer de que le temiera, sin importar lo real que pudiera ser el peligro. No importa, si he de morir mejor ahora que nunca me repetí en la mente.
—No —dije mientras le miraba a la cara—. No puedo cancelar nada.
—Si tal vez tengas razón… —murmuró sombríamente.
El color de sus ojos parecía oscurecerse conforme la miraba.
Cambié de tema.
— ¿Y a qué hora te veré mañana? —quise saber, ya lo bastante triste por la idea de tener que dejarla ahora.
—Eso depende... Es sábado. ¿No vas a aprovechar para dormir hasta tarde? —me ofreció.
—Que va…no —respondí a toda prisa. Contuvo una sonrisa.
—A la misma hora de siempre entonces —decidió—. ¿Estará Charlie ahí?
—No, mañana se va a pescar, me ofreció acompañarlo.
Sonreí abiertamente ante el recuerdo de la forma tan conveniente con que se habían solucionado las cosas.
— ¿Y si no volvieras…qué pensaría él? —inquirió cortante.
—Ni idea —repliqué con frialdad—. Sabe que voy a salir del pueblo, tal vez piense que me he fugado con alguien, no te imaginas lo imaginativo que es Charlie…o bueno tal vez piense que me he muerto.
Me miró con el ceño enfurruñado.
— ¿Y qué vais a cazar esta noche? —le pregunté.
—Cualquier cosa que encontremos en el parque —parecía divertido por mi informal referencia a sus actividades secretas—. No vamos a ir lejos.
— ¿Por qué vas con Alice? —dije como si la situación y la charla fuera corriente,
—Alice me comprende…y además es la más compasiva en toda esta situación.
— ¿En serio? —Pregunté algo molesto; Bella estaba pasando malos ratos por mi culpa—. ¿Te tratan mal…como se lo toman?
Me miro por unos segundos y luego me respondió.
—Bueno no pueden creerlo aun.
Miré de reojo a su familia. Permanecían sentados con la mirada perdida en diferentes direcciones, del mismo modo que la primera vez que los vi.
—No les agrado…para nada no —afirme
—Claro que no…eso no es verdad —conformado…Bella era una pésima mentirosa—. Es solo que ellos no comprenden la razón por la cual no puedo dejarte solo unos minutos siquiera.
Sonreí.
—Bueno si ese es el caso…yo tampoco lo comprendo.
Bella movió la cabeza lentamente y luego miró al techo antes de que nuestras miradas volvieran a encontrarse, ella se sonrojo.
—Bueno hablando claro, tú eres la cosa más impresionante que jamás me ha pasado, estoy totalmente fascinada contigo.
Le dirigí una mirada de incredulidad, seguro y solo estaba bromeando. Bella sonrió al descifrar mi expresión.
—Bueno tengo varias ventajas en sí —murmuró mientras se tocaba la frente con discreción—, pero en vez de eso desearía tener la capacidad de leer la mente, sabes, así podría saber con claridad lo que pasa por tu cabeza, es que…
Desvié la mirada y mis ojos volvieron a vagar de vuelta a su familia, avergonzada y decepcionada. Sus palabras me hacían sentir como una cobaya. Quise reírme de mí misma por haber esperado otra cosa.
—Esa parte resulta bastante fácil de explicar —continuó. Aunque todavía no era capaz de mirarle, sentí sus ojos fijos en mi rostro—, pero hay más, y no es tan sencillo expresarlo con palabras...
Seguía mirando fijamente a los Cullen mientras él hablaba. De repente, Rosalie, su rubia e impresionante hermana, se volvió para echarme un vistazo. No, no para echarme un vistazo.
Para atraparme en una mirada feroz con sus ojos fríos y oscuros.
Insignificante criatura mortal. Bella está más loca que de costumbre, nos pone a todos en peligro.
Los ojos inescrutables de Rosalie hicieron que mi corazón latiera como loco, que latiera de miedo.
¿Qué lo hace especial? Es simplemente un humano…un humano que no vale la pena, si Carlisle me hubiera dado la oportunidad yo…estúpido humano.
Todo empezó a darme vueltas, la cabeza me iba a estallar, la maldad de los pensamientos de Rosalie eran palpables, hasta alguien que no supiera leer mentes lo habría intuido…su mirada me mataba, sus ojos me mataban.
Hasta que Bella se interrumpió a mitad de frase y emitió un bufido muy bajo. Fue casi un siseo.
Rosalie giró la cabeza con furia y yo me liberé de su maligna mirada y de sus coléricos pensamientos. Volví a mirar a Bella, y le dedique una sonrisa falsa, pero a la misma ves totalmente creíble.
—Cuanto lo lamento. Rosalie solo debe estar preocupada. Ya ves... es que pasar tanto tiempo contigo no solo es peligroso para mi…si las... —bajó la vista y una lagrima rodo por sus ojos color chocolate.
Le limpie la lagrima de la mejilla, su mejilla estaba algo cálida, la verdad es que jamás nadie amaría como yo…ella rápidamente aparto mi mano de su mejilla.
Intente recobrar la compostura.
—Ya eso no importa…te cortaste a mitad de palabra…que pasaría ¿sí?
—Si las cosas…van mal.
Su mirada la delataba, los ojos de Bella hablaban para mí, había ira en sus ojos. Ira mucha ira y miedo.
Y frustración... Frustración porque Rosalie hubiera interrumpido fuera lo que fuera lo que estuviese a punto de decir. Se me hizo un nudo en la garganta intentando descifrar aquello.

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