domingo, 4 de octubre de 2009

CAPITULO #14 "Mente vs Cuerpo"

CAPITULO #14
PRIMERA PARTE!!

Tengo que admitir que Bella conducía bien cuando iba a una velocidad digamos…razonable. Como tantas otras cosas, la conducción no parecía requerirle ningún esfuerzo. Conducía mejor de lo que pensaba, aunque en mi interior me sentía algo mal…yo debería estar conduciendo, no ella. Pero lo mejor era hacerme el desentendido.
Mientras ella conducía yo le tome de la mano desocupada, ella me miro y sonrió dulcemente, rayos, el mundo era una lugar mejor cuando ella sonreía. Mientras estábamos así, ella separo nuestras manos unos instantes.
Había cambiado el dial de la radio para sintonizar una emisora de viejos éxitos y cantaba una canción que por cierto me encantaba. Lo que más me sorprendió es que ella se sabía la letra entera. Y yo que creía que era el único adolescente con gustos raros para la música. Al parecer ya éramos dos.
— Vaya, vaya ¿Te gusta la música de los cincuenta?
Ella se sonrojo y miró hacia delante. Dejo pasar unos segundos para luego responderme:
— Claro que sí. En los cincuenta, la música era genial, fue mucho mejor que la de los setenta, y los setenta... no me hagas ni recordarlos ¡Asco!—se estremeció—. Los ochenta no estaban tan mal.
— Al parecer eras admiradora de Jerry Lee Lewis ¿no?
— No está mal....en realidad soy su fan numero 1. Te debo parecer toda una vieja.
— No, claro que no…—Vacile un poco jugueteando con sus dedos blancos —A mí me gusta la música de los cincuenta y bueno…también soy “fan” de él. Entonces yo también debo ser viejo.
— Si…claro—dijo ella rodando los ojos—. Edward, luces como un niño de dieciséis años.
Me reí ante aquel comentario, en parte lo hice para ocultar mi enojo. ¿Ella me veía como un niño? Eso sí que no me gusto para nada.
— si eso es lo que dices… y bueno… tú ¿Vas a decirme alguna vez cuántos años tienes? —pregunté sin querer ofenderla, porque según mi madre “A las mujeres no se les pregunta la edad”.
— ¿Tanto te interesa saberlo?
Para mi gran alivio, su sonrisa se mantuvo tan clara y dulce como antes.
—Claro que no, pero me da curiosidad... —hice una mueca—. Sabes algo…pensar en aquello me mantiene en vela todas las noches.
—Tal vez me creas una vieja que pervierte menores... —comentó para sí.
—Jajá…eso no lo creo.
—Bueno…pero puede que te perturbe.
Fijó la mirada en el sol, pasaron los minutos y al final dije:
—Entonces ponme a prueba, Bella.
Suspiró. Luego me miró a los ojos, olvidándose al parecer, y por completo, del camino durante un buen rato. Luego sacudió la cabeza, como si estuviera aclarando sus ideas. Clavó la vista en el sol nuevamente—Su mirada ahora denotaba tristeza, al parecer recordarlo no le traía buenos recuerdos— y comenzó a hablar.
—Veras, nací en Chicago en 1871 —hizo una pausa y me miró por el rabillo del ojo. Seguramente ella esperaba ver mi cara sorprendida ante su confesión, pero no, yo estaba esperando el resto de la historia con paciencia. Esbozó una leve sonrisa y prosiguió—: Carlisle fue el que me cuido desde que…bueno desde que nací.
Me oyó suspirar por lo bajo. Volvió a mirar mis ojos.
—Me acuerdo muy bien, veras es algo que intente olvidar, pero lamentablemente no puedo —se sumió en sus propios pensamientos, luego volvió a comenzar—. Recuerdo aquel día a la perfección, recuerdo cuando Carlisle me salvo…si no hubiera sido por él quien sabe que sería de mi…además Chicago enfrentaba unos de los peores sucesos de la historia, luego de la gripe española, un incendio que prácticamente la dejo en ruinas.
— ¿Y tus padres? ¿Acaso te abandonaron? ¿De qué incendio me hablas?
Sin notarlo mi voz denoto la furia que sentía. Odiaba que le hubieran hecho daño a Bella, aunque aquello hubiera ocurrido hacia más de un siglo.
—Mi padre seguramente abandonó a mi madre, y bueno ella…ella murió cuando yo nací. Estaba sola. Por eso Carlisle decidió quedarse conmigo. No tenía otra opción.
— ¿Quedarse? ¿No tenía otra opción?
Transcurrieron varios segundos antes de que respondiera.
—Veras, el no tenia opción, yo iba acabar con todo y con todos. En Chicago del 8 de octubre de 1871 hubo un incendio atroz…solo empezó con un simple establo, luego avanzo y empezó a devorar todo. Yo era solo un bebe que estaba… sediento. La persona que cuido de mi madre hasta que yo nací desapareció y Carlisle se apiado de mí, pero yo no lo merecía. Era muy pequeña así que Carlisle siempre dice que yo no sabía lo que hacía.
Estaba sumergido ante su historia, pero una parte de mi se pregunto ¿que acaso los vampiros podían crecer? Ósea ser bebés y luego crecer y todo eso. Ella se dio cuenta.
—Si lo que piensas es que como puedo haber sido pequeña y eso, te explico nuevamente…no soy un vampiro. Pero rayos que crecí demasiado en un año.
— ¿Qué quieres decir?
—Veras, mi crecimiento fue acelerado, es como si de tener unas semanas de nacida luciera como alguien de cuatro o cinco meses. Crezco muy rápido.
—Entonces…te volverás una anciana mañana. Dios ¡tendré una novia anciana! —Dije entre risas, pero al parecer a ella no le pareció nada gracioso. —. Lo siento.
—Bueno, lo importante es que Carlisle decidió quedarse conmigo. Aunque yo haiga representado un peligro desde el primer día en que vi la luz del mundo.
—Claro que entiendo eso…pero… ¿Y tu madre?
Ella dejo de respirar por unos segundos. Sus puños se crisparon y luego comenzó a hablar algo más serena.
—Ella…murió...
— ¿De qué? si es que puedo saber — pregunte acariciando su hombro.
—Es difícil de explicar, sabes. Ya te dije que estaba sedienta…pues bueno aplaque la sed. —Hizo una pausa—. Ese día fue el día del incendio y el día de mi nacimiento—aguardó unos segundos —mi madre me alimento y me amo, hasta el último latido de su corazón, su rostro será algo difícil de olvidar sabes. Ella no me veía como si yo fuera un monstruo, cosa que soy…ella me veía con amor, no dejo de sonreírme hasta el último minuto. Carlisle también se arriesgo mucho, puesto que yo era un peligro, el me oculto hasta que fui lo suficientemente fuerte como para cazar de la manera que ahora lo hago.
Supe que no iba a revelar más de ese tema por la forma en que fruncía los labios. Reprimí mi curiosidad, aunque estaba lejos de estar satisfecho. Había muchas cosas sobre las que necesitaba pensar respecto a ese tema en particular, cosas que surgían sobre la marcha. Algo se quedo muy en el fondo de mi corazón…ella había matado a su madre. Se había rendido antes a sus instintos, pero no era algo de lo que yo tuviera derecho a juzgarla. Si su madre no lo hizo, ¿Quién era yo para hacerlo?
Su voz suave interrumpió el hilo de mis pensamientos:
—El me adopto luego, dijo que se encariño conmigo, no sé cómo pero lo hizo. Así fue como fui el primer miembro de la familia de Carlisle, aunque poco después encontró a Esme. La pobre se cayó de un risco. La llevaron directamente a la morgue del hospital, aunque, nadie sabe cómo, su corazón seguía latiendo. Es sorprendente en realidad.
—Ah, así que tienes que estar muriéndote para convertirte en...
Jamás había pronunciado aquella palabra delante de ella así que mucho menos lo iba a hacer ahora.
— En realidad no, eso es sólo algo que haría Carlisle. El nunca le haría eso a alguien que tuviera la posibilidad de continuar con vida —ella hablaba de Carlisle, su padre, con mucho respeto y cariño—. Según él —continuó—, es más fácil si la sangre es débil.
La carretera ahora estaba en tinieblas, solo las luces de mi coche nos alumbraban el camino.
— Que hay con los demás ¿Emmett?... ¿Rosalie? —tan solo pronunciar ese nombre hacia que me den arcadas…Rosalie, ¡Buaj! Que se creía ella. La Miss Universo. Era hermosa, no lo niego, pero también era fría y superficial. Me cai demasiado mal, casi tan mal como Jacob Black.
—La siguiente a quien Carlisle trajo a la familia fue Rosalie. El quería que ella y yo fuéramos unidas, ya sabes como verdaderas hermanas…cosa que fue imposible ya que Rosalie jamás se ha llevado bien conmigo. Lo único que Carlisle quería era una familia normal…Rose siempre nos la puso difícil—puso los ojos en blanco—. Pero bueno, luego hicimos un trato, nos llevaríamos bien por el bien de la familia y luego dos años después encontró a Emmett. Rosalie iba de caza, en aquel tiempo íbamos a los Apalaches, y se topó con un oso que estaba a punto de acabar con él. Lo llevó hasta Carlisle durante ciento cincuenta kilómetros al temer que no fuera capaz de hacerlo por sí sola. Sólo ahora la comprendo.
Me dirigió una mirada elocuente y entonces yo alce nuestras manos, todavía entrelazadas, para acariciarle la mejilla con la base de la mano.
—Pero ella lo consiguió —le animé mientras la miraba a los ojos, entonces ella me desvió la mirada.
—Sí —murmuró—. Rosalie lo encontró atractivo y llevan juntos desde entonces. Se casaron y por a veces se alejan de nosotros por algún tiempo…supongo que se van de luna de miel.
— A qué curioso—murmuré jugando con su cabello—. Y ¿qué hay de Alice y de Jasper?
—Ellos son los más raros de la familia. Veras, Jasper perteneció a otra familia... totalmente lo opuesto a nosotros. Se había deprimido, cosa que no es nada rara en él y vagaba por su cuenta. Entonces Alice lo encontró. Ella está dotada de poderes, que son bueno…fantásticos. Lo que yo hago queda como algo insignificante lado.
— ¿En serio? —le interrumpí haciéndome el sorprendido—. Pensé que eras la única con “poderes”. Tú te proteges a ti misma ¿no?
—Sí, soy la única que hace eso. En cambio Alice sabe otras cosas, las ve... Ve cosas que podrían suceder, hechos venideros, pero todo es muy subjetivo. El futuro no está grabado en piedra. Las cosas cambian, eso dalo por hecho.
La mandíbula de Bella se tensó y me lanzó una mirada preocupada y triste, pero la apartó tan deprisa que no seguramente me lo había imaginado. Ya estaba claro que imaginar cosas era mi fuerte. Antes de que el humor de Bella cambiase, seguí con mi farsa.
— Muy interesante ¿Qué tipo de cosas ve Alice?
—Bueno…vio a Jasper y supo que la estaba buscando antes de que él la conociera. También vio a Carlisle y a nuestra familia, y ellos acudieron a nuestro encuentro. Es más sensible hacia quienes no son humanos. Por ejemplo, siempre ve cuando se acerca otro clan de nuestra especie y la posible amenaza que pudiera suponer. Es muy útil y raro a la vez.
Ya sabía a lo que se refería. Ya habíamos llegado a mi casa. Estaciono el monovolumen y seguimos con nuestra singular plática.
— ¿Venia Alice de otra familia al igual que Jasper?
—No, y eso es un misterio. Alice es la más diferente a nosotros, o mejor dicho a ellos los “Vampiros”. Ella solo recuerda que despertó sola, sea quien hubiese sido su creador la abandonó. A ella no le importa o es eso lo que nos hace creer, ella es una vampirita de lo más peculiar…es mi mejor amiga.
Había tanto en qué pensar y quedaba tanto por preguntar... Algo humanos sucedió en mi…me sonaron las tripas. Estaba tan intrigado que ni siquiera había notado el enorme apetito que tenía. Ahora me daba cuenta de que tenía un hambre feroz.
—Cuanto lo lamento, te estoy impidiendo cenar.
—Eso no importa, me puedo aguantar.
—La verdad es que nunca había pasado tanto tiempo con alguien que se alimenta constantemente.
— ¿Qué tú no te alimentas? No eres un vampiro. —Dije acomodándole el cabello detrás de la oreja.
—Sí que lo hago aunque me resulta asqueroso…y bueno…no me culpes por esto…. Lo que pasa es que…quiero pasar más tiempo contigo.
—Tienes hambre también ¿no?
Ella asintió y se volvió a acercar más a mí. La tensión volvió. Ella tenía otra clase de hambre a mi parecer.
— ¿No quieres pasar? Dije alejándome un poco.
— ¿Me lo dices enserio? —Su rostro se ilumino, parecía que irradiaba felicidad por todos los poros de su hermoso cuerpo. — ¿Quieres que entre en tu casa?
—Por supuesto que quiero.
Ella se acerco a mí, y alcanzo los centímetros que me aleje en medio segundo, nuestras bocas casi se rozaban. Antes de que ella siquiera lo imaginase baje rápidamente del monovolumen y corrí a su lado del coche. Le abrí la puerta y le ofrecí una mano. Ella me miro y meneo la cabeza sonriendo.
—Algo muy humano —me felicitó.
—Es que soy humano por si no te diste cuenta.
Caminó junto a mí todo el tiempo, lo hicimos agarrados de la mano. En la oscuridad, su piel adquirió un tono más pálido de lo acostumbrado, pero aun así lucia hermosa. Bella era mi ángel personal.
Busque en mis bolsillos la llave de la casa y no estaba. Estaba a punto de entrar en pánico, pero de repente Bella abrió la puerta y me miro con cara de triunfo.
— ¿Estaba abierta? Dije mirando la puerta abierta aun con incredulidad.
—No, he usado la llave de debajo del alero.
Entré, encendí las luces del porche y la miré enarcando las cejas. Jamás le había mostrado a ella ni a nadie donde ponía las llaves. Ella me miro y me dedico la sonrisa más tierna que había visto.
—Es que sentía demasiada curiosidad por ti.
— ¿Me has estado espiando?
Lo más normal era que me sintiera acosado o invadido. Si nunca había querido tener novia era por el hecho de no me gustaba que me controlaran y que mucho menos que espiran o algo parecido. Pero la acción de Bella, no me molesto en lo absoluto, es más me sentí…importante y amado. Raro pero cierto.
— Es que las noches me aburren…a veces no puedo dormir.
Lo dejé correr por el momento y pasé del vestíbulo a la cocina. Ahí seguía, a mis espaldas, sin necesitar que la guiara. Su belleza iluminó la cocina. Ya no me sentía solo, ya no había tristeza con ella. Ella llenaba mis espacios vacios.
Me enfoque en prepararme la cena, tomando del frigorífico la lasaña de la noche anterior, poniendo una parte sobre un plato y calentándola en el microondas. Este empezó a girar, llenando la cocina de olor a tomate y orégano. Sus miradas me incomodaban un poco, ella no apartaba sus ojos por ningún instante de mí. Cualquier persona normal se hubiera sentido acosada, pero yo no era cualquiera. Yo me sentía feliz de que Bella me mirara con tanta insistencia.
Serví dos platos de Lasaña, uno para mí y otro para ella, ella le hizo mala cara a la comida, pero acepto a regañadientes.
No aparté los ojos de la comida mientras decía con indiferencia:
— ¿Vienes mucho?
— ¿Eh?
Parecía que la hubiera bajado de las nubes. Seguí sin girarme a verla.
— Tú me entiendes Bella ¿Has venido mucho por aquí? Finalmente la vi directamente a los ojos. Ella solo había probado un pequeño bocado de su comida.
—Lo admito. He venido aquí casi todas las noches. —dijo sonriente.
Aturdido, me agache un momento y luego volví a mirarla.
— ¿Por qué haces eso?
—Eres todo un personaje cuando duermes —explicó con total naturalidad—. Hablas en sueños.
— Ya lo sé —Sabía que hablaba en sueños, por supuesto, mi madre siempre bromeaba al respecto. ¿Qué tenia de interesante aquello?
Su expresión pasó a ser de disgusto inmediatamente. Seguramente quería molestarme y bueno…no lo logro.
— Eres tan raro.
— Bueno eso ya lo sé—me senté, al parecer la broma no le salió nada bien. —Y ¿oíste algo interesante?
— ¿De qué?
— De lo que decía en sueños—dije totalmente despreocupado.
Ella se dio la vuelta y empezó a balbucear cosas que no logre comprender, luego aquellos balbuceos fueron remplazados por sollozos. El corazón se me partió.
— Bella, ¿estás bien? —dije suplicante, tomando sus manos entre las mías.
Agachó el rostro y se apoyo en mi pecho. Estaba avergonzada de eso estaba completamente seguro. Mi tonta y amada semivampira
—Vamos Bella, no estoy molesto, —dije acariciando su espalda—anda dime, de que estuve parloteando en las noches.
—Echas de menos a tu madre y a tus amigos —susurró aun entre sollozos—. Te preocupas por ellos, y cuando llueve, el sonido hace que te revuelvas inquieto. Solías hablar demasiado de Phoenix, pero ahora lo haces con menos frecuencia. En una ocasión dijiste: «Todo es demasiado verde».
Se rió con suavidad, sus sollozos habían cesado, y entonces ella me abrazo aun más fuerte. Mis pulmones empezaron a clamar por oxigeno nuevamente, pero no les hice caso esta vez.
— ¿Alguna otra cosa? —le dije sonriendo, sosteniendo su cara entre mis manos.
Supuso lo que yo quería descubrir y admitió:
—Pronunciaste mi nombre.
Suspiré. Claro que recordaba eso, yo soñaba con ella todas las noches desde el primer día en el que la vi.
— ¿Demasiado?
—Exactamente, ¿cuántas veces entiendes por «Demasiado»? al decir eso ella se mordió el labio juguetonamente.
—Me descubriste.
Bajé la cabeza, pero ella me agarro la cara también. Ambos nos miramos a los ojos, yo me vi en sus preciosos ojos color chocolate, y ella seguramente se vio también en mis ojos de color verde ¿tanto le gustaban mis ojos? Yo no les encontraba nada en especial, pero a ella parecían encantarles.
En ese momento, ambos oímos el sonido de unas llantas sobre los ladrillos del camino de entrada a la casa y vimos las luces—delanteras que nos llegaban desde el vestíbulo a través de las ventanas frontales. Me separe del abrazo totalmente tranquilo.
— ¿Deseas conocer a mi padre?—pregunte mirándola fijamente.
—Yo... —dijo ella trabándose con las palabras—. No estoy segura...
—En otra ocasión, entonces.
Y me quedé solo. En mi corazón sentía un terrible vacio ¿Dónde rayos se había metido Bella?
— ¡Bella! —le llamé, despacio.
Escuché una risita y luego, nada más.
Mi padre hizo girar la llave de la puerta. Trague saliva ¿Qué me diría mi padre si encontrara a Bella en casa? ¿Pensaría mal de mí?
— ¿Eddie? —me llamó. Eso me hubiera molestado antes. ¿Eddie? Eso me decían cuando tenia que se yo…cuatro, o cinco años tal vez. La cosa era que odiaba que me dijeran Eddie. Lo odiaba.
—Estoy aquí, papá. —Dije con un rastro de ira.
Esperaba que no se diera cuanta de aquello. Me senté a la mesa mientras él entraba e hice como si estuviera empezando a cenar.
— Veo que adivinaste que iba a llegar —dijo mirando el otro plato de la mesa. Rayos, se me había olvidado el plato de Bella.
—Estoy hecho polvo. No nos fue nada bien en la pesca, fue una pérdida total de tiempo.

Charlie se detuvo para quitarse las botas, apoyándose sobre el respaldo de la silla para ayudarse.
Le alcancé el otro plato de Lasaña, mientras lo hacia mi estomago volvió a sonar. Mi padre se sentó en la silla y suspiro.
—Gracias, Eddie —dijo mientras empezaba a comer.
Que buen hijo tengo, me espero con la cena lista. Pero nada más triste que encontrarlo todo solitario… en casa, como siempre.
— ¿Y qué tal te ha ido? —pregunté imitando una tosidura. Me moría de ganas de escaparme a mi habitación y dejar de escuchar los pensamientos de Charlie..
—Regular. Los peces no picaron... ¿Y tú? ¿Hiciste todo lo que querías hacer?
—La verdad es que no—mordí otro gran pedazo de lasaña quemándome la lengua—. Afuera estaba genial, no lo iba a arruinar quedándome en casa, es mas…acabo de llegar.
—El clima a estado genial —coincidió. Tuvo un gran día, quizás ya se está acostumbrando aquí…Reneé siempre exagera todas las cosas.
Me reí ante esto último. Era cierto…mi madre siempre exageraba todo.
Di buena cuenta del último trozo de lasaña y casi me atraganto ante esto, pero no me importo…me encontraba demasiado ansioso. Charlie estaba sorprendido con mi actitud, lo sabía.
Hoy está más raro que de costumbre… ¿Qué estará tramando?
— ¿Tienes prisa, Edward? A ver con que me sale, será tan bueno para inventar como Reneé. Ella que era un genio para inventar cosas.
—Oh, si…estoy cansado y me muero del sueño. Me voy a acostar ahora mismo.
—Pareces como nervioso —comentó. A otro con ese cuento de que “está cansado” este chico se trae algo entre manos. Lo sabia no debía hacer amistad con los de aquí.
¿Teníamos que tener una charla “Padre-Hijo” justo ahora? De todas las noches tenía que escoger precisamente esta.
— ¿Enserio? por que no me siento para nada nervioso —contesté algo irritado.
Lavé rápidamente los platos en la pila y para que se secaran los puse bocabajo sobre un trapo de cocina. Charlie seguía entretejiendo mis supuestos “planes de escape” para esta noche.
—Es sábado —musitó por lo bajo.
No le respondí, pero de repente preguntó:
— ¿Nada de planes para esta noche?
—No, creo que no…estoy agotado, ya te lo dije papá
—Ninguno de las jovencitas del pueblo es de tu tipo, ¿no? Su madre lo crió demasiado refinado.
Charlie estaba ansioso por mi respuesta, pero intentaba actuar con frialdad.
—Son todas muy hermosas…pero bueno, no he encontrado nada aún. Ninguna chica me ha hecho perder los estribos todavía.
Deseaba ser sincero con Charlie y decirle ¡Papá, estoy enamorado de una chica sensacional, hermosa, fantástica y que además es una semivampira! Pero seguramente mi confesión mataría a Charlie.
—Bueno…yo pensé que tal vez Jessica Stanley y tú... Dijiste que era linda. ¿Cómo es que no le gusta aquella chica? Ella es una buena chica, y además proviene de una de las mejores familias del pueblo.
—Ya te lo he dicho…sólo es una amiga, papá. Además yo te dije que ella sale con Mike Newton
—Bueno, Edward, se me hace muy raro que aun no tengas novia. Deberías intentarlo con Jessica…a mi me agrada ella para ti. No creo que lo de ella con ese tal Mike vaya enserio. Aun tienes chance.
Sí, bueno Jessica era la chica ideal para mí…según Charlie y ahora que más me faltaba.
—Si…puede que lo intente, ya sabes engañar a mis amigos es lo mejor que hago —dije sarcásticamente mientras me dirigía iracundo escaleras arriba. Ya quería acabar con todo esto de una buena vez.
—Buenas noches, Eddie—se despidió. Sin duda, iba a estar con el oído atento toda la noche, a la espera de atraparme intentando salir a escondidas.
—Buenas noches papá. Nos vemos en la mañana.

Me esforcé en que el ruido de mis pasos pareciera lento y cansado cuando subí las escaleras hacia mi dormitorio. Cerré la puerta de mi dormitorio dando un portazo. Estaba tan irritado por aquella incomoda conversación, me dirigí hacia la ventana. La abrí de un tirón y me asomé, escrutando las oscuras e impenetrables sombras de los árboles.
— ¿Bella? —susurré, sintiéndome un completo idiota. ¿Qué demonios hacia buscándola afuera? Ni que pudiera saltar desde mi ventana hacia la calle. Edward, eres un idiota, me dije.
Unas frías manos me agarraron los hombros y una tierna voz me susurro en el oído.
— ¿Me estabas llamando?
Me giré bruscamente al tiempo que, como reacción a la sorpresa. Los sabia, esta chica no solo sería mi perdición…seria mi muerte además.
Sonriendo de oreja a oreja me miro sensualmente y se mordió el labio como siempre lo hacía. Era la viva imagen de la despreocupación y belleza infinita.
— ¡Oh, rayos Bella me asustaste! — dije riéndome tontamente mientras acariciaba la fina barbilla de Bella.
—Lo siento.
Frunció los labios en un intento de ocultar su alegría.
—En serio…tienes que darme un minuto para que el corazón me vuelva a latir.
—Bueno…pero solo un minuto eh. Dijo aquello y se marcho a sentar en el borde de mi cama. Me hizo señas como para que la acompañara y así lo hice. Estaba seguro que mi única meta en la vida seria complacer a Bella en todo lo que ella me pidiese.
— ¿Y? —sugirió, poniendo temblorosamente su mano sobre la mía—. ¿Cómo va el corazón?
—Bueno algo mejor…pero apuesto a que tu lo escuchas mejor que yo.
Asintió y volvió a reír, de nuevo estaba de buen humor. Ella apoyo su cabeza en mi pecho y se acurruco entre mis brazos. Yo la rodee con estos, acariciando su largo cabello.
Nos sentamos ahí durante un momento, ella escuchando los latidos de mi corazón y yo contemplando al ángel más hermoso del universo. Por un momento pensé en que diría mi madre….ella siempre me había enseñado a respetar a las mujeres, claro que yo no estaba haciendo nada malo o impropio. Pero claramente estaba rompiendo una de las reglas más importantes…Nunca, jamás te quedes solo con una chica mientras estas en una habitación… y más si es una habitación tan pequeña.

Una parte de mi se sentía mal…se sentía desobediente. Pero otra parte, la parte más egoísta se sentía ¡Genial! Genial, porque estaba con la persona que mas amaba en le mundo.
— ¿Me concedes unos minutos para atender mis necesidades humanas?
—Claro.
Me indicó con un gesto de la mano que procediera.
—No te vayas a ir, ni siquiera te muevas —le dije, agarrando sus manos entre las mías.
—Seré toda una estatua, lo juro.
Y me hizo una demostración de cómo convertirse en una estatua sobre el borde de mi cama. Y vaya que era una muy sexy estatua.
Me incorporé de un salto, recogí mi ropa de dormir del suelo y mis cepillos de dientes de mi escritorio. Dejé la luz apagada y me deslicé fuera, cerrando suavemente la puerta al salir.
Charlie estaba en la sala mirando un partido de soccer…aun seguía molesto con el así que cerré de un portazo la puerta del baño.

Tenía que hacer todo a la velocidad de la luz si quería reunirme nuevamente con ella. Me cepillé los dientes minuciosamente y use un poco de aquel asqueroso enjuague bucal que me había mandado mi madre. Me saque la ropa y me metí a la ducha, el agua caliente de la ducha me relajó los músculos de la espalda. Me sentí a agotado, no todo lo que le había dicho a Charlie habían sido mentiras. También me sentía algo mal por arriesgarme a estar a solas con una chica…bueno ya no era cualquier chica…era mi novia.

No tenía nada de experiencia en este asunto de las novias, así que me daba demasiada vergüenza hacer el ridículo delante de ella. ¿Qué pasaría si hacia algo mal? Tenía demasiada vergüenza con la chicas…ellas siempre me habían intimidado. Intenté tranquilizarme nuevamente. Bella no era como las otras chicas, Bella era única, era mía…mi Bella.
Cerré el grifo del agua y me sequé con la toalla apresuradamente, mis inseguridades me seguían consumiendo. Me puse mi camiseta delgada llena de agujeros, y mis viejos y gastados shorts. Era la única ropa de dormir, que mas daba, era solo ropa…una muy gastada pero especial ropa de dormir.
Volví a frotarme el pelo con la toalla, quedo todo revuelto como siempre. Arrojé la toalla a la canasta de la ropa sucia y agarré el cepillo y la pasta de dientes. Bajé lentamente las escaleras para que Charlie pudiera verme con la ropa de dormir y con mi alborotado pelo húmedo aun a cuada de la ducha, obviamente ya no dudaría de mi.
—Buenas noches, papá.
—Buenas noches, Eddie. Creo que pensé mal de mi muchacho. Al parecer se quedará en casa esta noche.
Subí las escaleras intentando no hacer ruido, entré en mi habitación, y me aseguré de cerrar bien la puerta detrás de mí.
Bella no se había movido ni un milímetro, seguía pareciendo una ninfa encaramada a mi cama. Sus labios se curvaron cuando sonreí.
Me evaluó con la mirada, tomando nota del pelo húmedo y mi vieja camiseta. Se me quedo veindo mas de lo necesario por un buen rato.Sus ojos resplandecieron.
— ¿Te gusta lo que ves? Dije mirándola de reojo y ruborizándome.
—Sí. Bonita ropa. —dijo ella y me desvió la mirada. Sus mejillas estaban de un color rosa pastel encantador.
Me reí suavemente. No sabía que mi vieja camiseta le causara tales efectos.
—En serio…te ves…muy bien.
—Si tú lo dices debe de ser así —susurré.
Regresé a su lado y me senté. Miré las líneas del suelo de madera.
— ¿A qué venía todo eso? Te enojaste con tu padre ¿no es cierto?
—Sí, además Charlie cree que me voy a escapar.
— ¿Y tu como es que sabes eso? Ni que leyeras la mente de las personas.
—Bueno…—dije tartamudeando un poco—C...Creo que piensa eso.
—Ah —dijo ella calmadamente—. ¿Por qué? —preguntó ahora algo más impaciente.
—Al parecer, porque cree que estoy algo raro.
Se apoyo nuevamente en mí y me abrazo por la espalda.
—De hecho, si es que él no se ha dado cuenta aun…tú eres el hombre más raro del mundo entero.
—Eso parece... —musité.
Resultaba muy difícil formular una pregunta coherente mientras ella se acercaba tanto a mí.
—Hey, al parecer ahora te resulta demasiado fácil el estar cerca de mi ¿no?
— ¿Eso crees? —murmuró Bella mientras deslizaba la nariz hacia la curva de mi mandíbula. Sentí su mano enredarse mi cabellos húmedos y luego sentí sus labios contra mi mejilla.
—Uff, vaya que si —contesté mientras me volvía el rostro en dirección a ella.
—Humm. Dijo ella mirándome profundamente a los ojos.
—Por eso me preguntaba... —comencé de nuevo, pero sus dedos se seguían enredando en mis cabellos, la sangre de mi cuerpo me hervía y me resultaba muy difícil decir algo coherente. Ella no sabía lo que provocaba en mi cuando me tocaba…o bueno, quizás lo sabía y por eso lo hacía.
— ¿Sí? —musitó seductoramente.
— ¿Por qué será? —Inquirí seriamente, intentando controlar mis emociones—. ¿Qué crees?
Ella se rio suavemente dándome otro casto beso en la mejilla.
—Al parecer, mi querido Edward, es el triunfo de la mente sobre la materia. —dijo esto y sus manos acercaron mi rostro hacia el de ella. Estábamos a punto de besarnos nuevamente. Pero…
Retrocedí. Se quedo como petrificada cuando lo hice, sus rostro denotaba la confusión del momento.
Durante un instante, que me pareció un siglo, nos miramos el uno al otro; luego, ella pregunto temerosamente:
— ¿Hice algo mal? Dímelo te lo ruego.
—No, Bella tú no has hecho nada malo…lo que pasa es que me con tu cercanía…pues me vuelves completamente loco—le expliqué.
Lo pensó brevemente y pareció complacida cuando preguntó:
— ¿En serio?
Una hermosa sonrisa triunfal iluminó su rostro.
—Pues si— dije sonriéndole— ¿Acaso lo dudas tontita?
Sonrió de oreja a oreja y dos hoyuelos se le formaron en sus hermosas mejillas.
—Sólo estoy gratamente sorprendida—me dijo ella—. En los últimos cien años, o bueno Cien y más años… —comentó con tono bromista— nunca me imaginé algo parecido o igual a esto. Jamás pensé en encontrar a nadie con quien quisiera estar de una forma distinta a la que estoy con mis hermanos y hermanas. Y entonces apareciste tú y pusiste mi mundo de cabeza, sabes algo…el estar contigo se me da bien.
—Bueno… ¿En serio puse tu mundo de cabeza? —observé sonriéndole.
Se aclaro la garganta, dejando correr mi pregunta, y los dos nos reímos en voz baja.
—Pero ¿cómo te puede ser tan fácil ahora? —le presioné—. Esta tarde no pensabas lo mismo...
—En realidad no es tan fácil—suspiró—. Pero esta tarde estaba todavía... indecisa. Lo lamento, te debo parecer toda una facilona ¿no?
—No, claro que no—discrepé casi a gritos.
—Gracias —sonrió—. Esta tarde te puse en demasiado riesgo... bueno…la verdad es que yo… aun existía la posibilidad de… ¿entiendes mi punto?
Jamás le había visto trabarse de esa forma con las palabras. Resultaba tan... humano y a la vez comiquísimo.
— ¿Existe aun esa posibilidad?
—La mente domina la materia, ¿no has oído aquel dicho? —Repitió con una sonrisa tan fantástica como las otras. —Sí, bueno… ha sido fácil.
— ¡Fácil para ti! —le corregí al tiempo que le acariciaba la nariz con la yema de los dedos.
En ese momento se puso seria.
—Intentare que esto funcione—susurró con voz dolida—. Si resultara..... Insoportable, estoy bastante segura de ser capaz de marcharme.
Torcí el gesto. Odiaba hablar de despedidas. Ya sea de cualquier tipo, despedidas son despedidas.
—Mañana va a ser más difícil —prosiguió aun con aquella voz que me rompía el corazón—. Ya me acostumbre a tu aroma, mañana tendré que comenzar todo de nuevo. Pensar en eso me pone algo irritable.
—Entonces, porque no te quedas —le dije sin ninguna malicia.
—Bueno…me parece una fantástica idea—replicó mientras su rostro se relajaba y se convertía en una sonrisa—. Saca las esposas... Soy tu prisionera.
—Puedes quedarte, pero no quiero que piense mal de mí…
Intentaba confesarle mis temores, pero mientras hablaba, eran sus manos las que se convertían en esposas alrededor de mis muñecas. Esbozo una de sus sexys sonrisas.
—Pareces más alegre que de costumbre —observé mirando nuestras manos que ahora estaban entrelazadas—. Jamás te había visto así
— ¿Qué no debe de ser así? El esplendor del primer amor, y todo eso. ¿No es increíble la diferencia existente entre leerlo o mirarlo en alguna cursi película adolescente y experimentarla?
—Sí, es demasiado diferente —admití rodando los ojos—. Y si tú me permites decirlo…es mucho más fuerte.
—Sí, es exactamente en lo que estaba pensando—comenzó a hablar más rápido, seguirle el paso no fue nada fácil, hay que admitirlo—, además la emoción de los celos. He leído sobre los ellos un millón de veces, he visto actores representarlos en mil películas y obras teatrales diferentes. Y tú sabes que no estoy exagerando. Creía que eran ridículos, estúpidos y para nada se aplicarían en mi caso, pero me asustaron demasiado... —hizo una mueca de rabia—. ¿Recuerdas el día en que Jessica te escogió a ti para ir al dichoso baile ese?
Asentí, aun sintiéndome incomodo, pero además de eso recordaba aquel día por un motivo muy diferente.
—Claro que lo recuerdo…aquel día me volviste a dirigir la palabra.
—Me sorprendió la llamarada de resentimiento, casi de furia y odio, que experimenté... Al principio no supe qué era o me quise hacer la boba. No sabes lo que hubiera dado para solo poder leer tu mente en aquel instante, y no sabes cuánto odie mi maldito don inservible. Se me hacía demasiado raro, ella te pedía o me mejor dicho te rogaba que la acompañaras, y tú te negaste…no sabía el porqué ¿Lo hacías en beneficio de Newton? ¿O había alguna otra chica? En cualquier caso, sabía que no tenía derecho alguno a que me importara, e intenté que fuera así.
«Entonces, todo empezó a estar absolutamente claro —rió avergonzada y yo le devolví la sonrisa—. Esperé, irracionalmente ansiosa de oír qué les decías a “esa”, de vigilar sus facciones, el modo en el que los dos se miraron, me hiso enfurecer. No niego el alivio que sentí al ver el NO tatuado en tu rostro, pero no podía estar segura…estaba segura de que ella no se rendiría.
»Ésa fue la primera noche que vine aquí. Entre todo lo que te quería y todo lo que me traería problemas. Supe que si continuaba ignorándote como hasta ese momento, o si dejaba transcurrir unos pocos años hasta estar completamente segura de mi autocontrol, o hasta que te fueras, llegaría un día en que serias tu el que buscaría a Jessica o a alguien como ella. Eso me enfurecía, me ponía demasiado iracunda.
»Y en ese momento, en el momento que todas mis inseguridades estuvieron a flote —susurró en voz baja—, pronunciaste mi nombre en sueños. Lo dijiste con tal claridad que por un momento creí que te habías despertado y me habías visto, pero te diste la vuelta, inquieto, musitaste mi nombre otra vez y suspiraste. Un sentimiento desconcertante y asombroso recorrió mi cuerpo. Y supe que no te podía ignorar por más tiempo, supe lo que realmente quería.
Enmudeció durante un momento, el rubor de sus mejillas era notorio aun en la oscuridad de mi habitación.
—Pero los celos condenadamente poderosos, más de lo que alguna vez imagine. ¡Son estúpidos y molestos! Justo ahora, cuando Charlie te ha preguntado por ese vil tonta, superficial de Jessica “perfecta” Stanley...
Movió la cabeza con enojo y suspiró pesadamente. Su cara pálida ahora estaba roja por la ira.
—Supuse que estarías escuchando —dije avergonzado.
—Por supuesto que lo hice.
—Bella eso no significa nada.
—Ah…no te atrevas a decirme eso…no cuando tu...tú… ¿En serio le dijiste a Charlie que Jessica era linda?
— ¿De veras que aquella tontería que dije te hace sentir celosa?
—Soy nueva en esto Edward. Has resucitado a la mujer que hay en mí, y lo siento todo con más fuerza porque es reciente. Además de una vez te confirmo que Stanley no es linda, Emmett me lo dijo y le creo.
—Pero sinceramente —bromeé—, tu estas celosa por aquellas tonterías, que me dices que tu…has vivido mucho más que yo…de seguro has tenido millones de pretendientes, de solo pensar que he tenido competencia la sangre me hierve.
—No has tenido competencia.
Arrastró mis manos que acariciaban sus cabellos. Y las puso sobre su pecho y acerco su rostro al mío.
— ¿Sientes eso? No ha latido por demasiado tiempo y ahora gracias a ti lo hace y lo hace demasiado rápido.
—Lo sé —murmuré sobre su fría piel—. Pero es que yo soy tan poca cosa para ti, tú te mereces algo mejor.
—Eres hermoso, soy yo la que no cree merecerte…físicamente eres el humano más atractivo que he visto en toda mi vida…los de mi especia podemos ser hermosos, pero solo es por nuestra naturaleza, en cambio tu solo eres un humano y tu belleza es infinita. —estaba seria—. He caminado entre los míos y los hombres durante un siglo... Todo ese tiempo me he considerado completa sin comprender que estaba buscando, sin encontrar nada porque tú aún no existías. Los de mi especie no me atraían y los humanos mucho menos. Mi corazón estaba tan duro como una piedra. Y luego ¡Pam! apareces tu y tu belleza me aturdio, pero aun mas que eso...fue tu gran corazón.
—No parece demasiado justo entonces—susurré, escuchando la cadencia de su respiración y los desbocados latidos de su corazón. —. En cambio, yo no he tenido que esperar para nada, no te merezco.
—Tienes razón —admitió divertida—. Debería ponértelo más difícil, sin duda —le acaricie nuevamente el cabello, ella sonrió.
Al hablar su voz se llenó abruptamente de la antigua tristeza. Intente decirle que todo estaba bien…pero entonces hubo algo que me llamo mucho la atención…unas suaves pasos subiendo las escaleras…pensando en varias cosas a la vez.
—Shhh…— dije aun a la escucha de los lentos pasos.
— ¿Qué...? —empezó a preguntar Bella, entonces cuando su cuerpo se tensó, alerta.
Me quedé totalmente inmóvil, era Charlie, y hallaría a Bella en mi habitación. No quería imaginarme siquiera la regañiza que me esperaba. Bella se separo de mí abruptamente y se paró de igual forma.
— ¡Túmbate! —murmuró entre la oscuridad. No sabría decir desde qué lugar de la negrura me hablaba.
Me di la vuelta para meterme debajo de la colcha y me acurruqué sobre un costado, de la forma en que solía dormir. Oí el crujido de la puerta cuando Charlie entró para echar un vistazo a hurtadillas y asegurarse de que estaba donde se suponía que debía estar. Respiré acompasadamente. Me hubiera ganado un Oscar con mi fabulosa actuación.
Esta aquí, por un momento pensé que no lo hallaría. Dulces sueños Eddie.
Transcurrió un largo minuto. Estuve atento pero inmóvil, necesitaba estar seguro de que mi padre se había marchado y así lo hizo. En ese momento, los delicados brazos de Bella me envolvieron entre el edredón y depósito un beso en mi mejilla.
—Eres un actor increíble, hasta yo me creí que dormías. Ademas ¿Como le has hecho para sentir que Charlie venia? ni siquiera yo lo hice.
— ¡Rayos! Eso no importa ahora.
Mi corazón estaba a punto de salirse del pecho. Ella me acaricio los cabellos y emitió un angelical bostezo.
—Esta tan cansada—afirme dándome vuelta para verle el rostro, estaba a solo unos centímetros del mío. Pero aun así no me incomode…ya me había acostumbrado a su cercanía.
—Sí, ha sido un día muy pesado. En días así de agitados termino agotadísima.
— ¿Debería cantarte para que te durmieras?
— ¿Sabes cantar?
—No lo hago mal, debo admitirlo. Entonces empecé a tararear la canción de piano que compuse para ella.
—Es preciosa. Pero jamás la he oído. Hablando de cansancio…tú deberías dormirte.
—Seguro —me reí—. ¡Cómo me podría dormir estando tú aquí!
—Lo has hecho todo el tiempo —me recordó.
—Pero no sabía que estabas aquí…para serte sincero—repliqué con frialdad.
—Oh vamos no te hagas el remilgado.
—Por qué no te duermes tú…—dije algo molesto por su insistencia.
—Bueno, si no quieres dormir... —sugirió, ignorando mi tono.
— ¿Qué hay si no quiero dormir?
Rió entre dientes y se puso encima de mí. Mi respiración se volvió anormal. Esto estaba mal.
—En ese caso, ¿qué quieres hacer? —dijo mordiéndose el labio sensualmente.
Al principio no supe qué responder, me aparte un poco para acurrucarla entre mis brazos, al parecer esto no le gustó pues ella emitió un bufido de frustración. Yo solo me reí. ¡¿Por qué rayos era tan jodidamente tímido?!
—No estoy seguro.
—Dímelo cuando lo hayas decidido. Dijo abrazándome y enredando nuevamente sus delgados y pequeños dedos entre mis cabellos.
Sentí su aliento sobre mi cuello y el deslizarse de su nariz a lo largo de mi mandíbula, inhalando.
—Pensé que te habías insensibilizado.
—Que haya renunciado a beber el vino no significa que no pueda apreciar el buqué —susurró juguetonamente—. Hueles claveles, y a menta…hueles a algo que nunca he olido en mi vida —señaló—. Se me hace la boca agua, lo juro.
—Nunca había causado esa clase de sensaciones en una chica. Aplausos para mí.
Rió entre dientes, y luego suspiró.
—He decidido qué quiero hacer —le dije dejando mi respuesta en el aire.
— ¿Qué? Dijo ella tímidamente. Elle seguramente estaba esperando otra clase de respuesta de mi parte.
— Quiero saber más de ti.
++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++
Chicas, bueno aqui les dejo esta parte. Espero que la disfruten, les hare un Bella POV ok?
No me digan que cuando por q la verdad es q no lo se.
Yo creo q este Martes se las subo, lo q pasa es que mi examen practico de Anatomia es este Martes y bueno tengo q estudiar me pregunto...¿Tanto se esforzo Carlisle para llegar a ser tan buen Doctor?
Nos dicen q les parecio, ya saben... dejen sus comentarios en la c-box.
Las queremos un monton!!
Atte:
Ingrid & Rose

No hay comentarios:

Publicar un comentario